Me gustaría ser extremista

Me gustaría ser extremista. Al pan, pan, y al vino, vino. Dejémonos de tonterías. Esto lo arreglo yo en un periquete. Anda, que si a mí me dejaran…

Oímos este tipo de frases con cierta frecuencia y, al calor de la tensión de los momentos difíciles, es fácil dejarse llevar por la creencia de que las soluciones a los temas de la sociedad son sencillas, que se arreglarían con mano dura o, por el contrario, dejando que cada uno haga lo que le parezca.

La realidad, sin embargo, es mucho más compleja. Desafortunadamente no es blanco o negro, sino que está llena de grises, entre los que hay que navegar para encontrar una solución factible y aceptable para la mayoría de la sociedad. Dicen que la Política es el arte de lo posible y esta definición se ajusta como anillo al dedo a las complejas situaciones a las que nos enfrentamos día a día.

¿Significa esto que hay que adoptar siempre una posición intermedia ante las cosas, que hay que poner el compromiso por encima de las ideas y las convicciones? Ciertamente no. Es deseable y loable luchar por unos ideales y ser firmes cuando sea apropiado, pero no simplifiquemos la realidad, aunque sea tentador, porque llegaremos a conclusiones sesgadas e injustas.

Analicemos algunos ejemplos:

“Si se prohibiera la entrada de extranjeros, dejaría de haber paro”.

En 2019 en España tuvimos 6,1 Millones de emigrantes, un 13% de la población. Si lo comparamos con los países de nuestro entorno la cifra no parece elevada. Así, en Francia hay un 12,4%, en Alemania un 15,8%, en Reino Unido un 14,3% y en EEUU un 15,5%. Los datos de paro sin embargo no correlacionan con los de emigración ya que, mientras que en España tenemos una tasa de desempleo del 13,7%, en Francia es del 8,4%, en Alemania del 3,2%, en Reino Unido del 3,8% y en EEUU del 3,6%. El paro en España claramente tiene sus raíces en otras causas y, desgraciadamente, hemos sufrido también este problema en épocas en las que la inmigración era muy inferior.

¿En qué tipo de trabajos vemos a los inmigrantes de manera mayoritaria? En gran medida en aquellos que los españoles ya no quieren hacer porque requieren mucho esfuerzo o están peor pagados. Nada más hay que ver los peones de una obra o el personal doméstico. Si no están ellos ¿quién hará estos trabajos?

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) el número de nacimientos se redujo en España durante el primer semestre de 2019 en un 6,2%, produciendo una disminución neta de la población de 45.404 personas. En 2018 la natalidad disminuyó en un 6,87% en el caso de madres españolas, sin embargo aumentó un 1,81% en el caso de las extranjeras. Esta tendencia se repite desde hace años.

En definitiva los emigrantes ayudan a reducir el fenómeno de la pérdida de población en España que, entre otras cosas, tiene una incidencia enorme en la viabilidad a la larga de nuestro sistema de pensiones y en el de la Seguridad Social. De hecho los emigrantes que cotizan actualmente están ya colaborando al sostenimiento de estos sistemas.

 “Habría que quitar completamente las restricciones a la emigración, que venga el que quiera. Los pobres lo están pasando muy mal en sus países”.

En el caso de que un país como España decidiese levantar por completo las restricciones a la inmigración, lo esperable es que aumentase de forma abrumadora la tasa de inmigración. Se daría un efecto contagio que atraería a miles y miles de personas.

Una economía como la española no podría asumir un incremento tan importante de población y de personas que, lógicamente, necesitarían trabajo. Previsiblemente esto llevaría consigo un aumento de las tensiones sociales debido al gran número de personas que estarían buscando empleo, al aumento de la delincuencia (provocada por la falta de recursos), a la falta de integración de comunidades con culturas diferentes, etc.

Estas tensiones provocarían un aumento del rechazo por parte de la población autóctona, incremento de la xenofobia y crecimiento en voto y en poder de los partidos en contra de la inmigración, lo cual supondría la imposición de normas más restrictivas en todos los ámbitos haciendo que el péndulo pase de un extremo al otro. El aumento de los partidos de extrema derecha en Europa con discursos claramente restrictivos para los inmigrantes es un reflejo de este proceso que he mencionado.

Lo de Cataluña lo arreglaba yo enviando a la Guardia Civil y unos tanques”.

Hay una realidad que no que se puede obviar: El porcentaje de voto independentista ha subido desde el entorno del 5% en 2005 a cerca del 50% en 2019 y es un tema sentido vivamente por una parte de la población. No voy a analizar aquí las razones de este incremento, lo cual nos llevaría a extendernos más de lo que este artículo permite. La reflexión que tenemos que hacer es: ¿Qué pasaría si dentro de un tiempo ese porcentaje llegara al 70% o al 80%? ¿Serviría de algo emplear la fuerza para evitar este movimiento? ¿No sería más inteligente buscar otras vías de solución ya?

Una reacción violenta como la enunciada conllevaría revueltas importantes, alimentadas por el sentimiento de que “nos han ocupado”, “luchemos por nuestra libertad”, etcétera, lo que supondría un exacerbamiento del sentimiento independentista y, por tanto, un mayor apoyo a sus tesis, lo cual es precisamente lo contrario de lo que se quería conseguir.

 “Pues si los catalanes quieren irse de España, que se vayan”.

Lo primero que hay que decir es que, si bien como hemos dicho antes, casi la mitad de la población catalana vota independentista, no menos cierto es que la otra mitad no es partidaria de ello. Parece lógico que se respete igualmente esta postura en un hecho, el de la independencia, que, de producirse, tiene difícil marcha atrás.

Es interesante la experiencia de Quebec a este respecto. Después de dos votaciones sobre la independencia en 1980 y 1990, que no obtuvieron la mayoría suficiente independentista, a pesar de que esta provincia la presidía un partido que defendía esta opción, el gobierno central hizo una consulta al Tribunal Supremo. Como resultado de la misma se promulgó la “Ley de la Claridad” que, en sus puntos más importantes, establecía que, si se hiciera un referéndum, se deberían dar las siguientes condiciones: Una pregunta clara e indubitada, la votación debería tener una participación suficientemente significativa y dar una mayoría clara, que si hay partes del territorio que votan por permanecer en el país, no formarían parte del nuevo Estado independiente, siguiendo el mismo derecho de autodeterminación (lo cual, en el caso de Cataluña nos llevaría a la famosa Tabarnia). La huida de empresas importantes de Quebec hacia provincias limítrofes, así como cambios legislativos del gobierno central, han hecho que, hoy en día, el independentismo haya disminuido claramente en esta provincia y no se hayan planteado nuevos referéndum.

Está también el hecho de que la Constitución española establece que el derecho a decidir reside en todo el pueblo español y no en parte de él, por lo que una decisión de escisión de esta importancia sería inconstitucional si el referéndum se hiciera sólo en Cataluña.

El efecto que una hipotética independencia de Cataluña tendría en el resto de países de nuestro entorno hace que la Unión Europea no vea con buenos ojos un paso de este tipo, que provocaría nuevas turbulencias de las que la Unión está sobrada en estos momentos.

Cabe una última reflexión sobre si este deseo independentista es realmente auténtico o está alimentado por más de 30 años de adoctrinamiento en las aulas cuya gestión han negociado y conseguido los sucesivos gobiernos catalanes a lo largo de estos años. ¿Está manipulada la opinión pública catalana tanto por las aulas como por el uso partidista de los medios de comunicación públicos desde hace mucho tiempo? ¿Es realmente libre una opinión en estas circunstancias?

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No he querido profundizar en los temas que acabo de exponer como ejemplo, para ello se necesitaría la extensión de un artículo o varios para cada uno de ellos. Sólo pretendía ilustrar las objeciones que se pueden poner a los planteamientos radicales.

Admiro a los políticos y a las personas en general que, ante situaciones complejas, son capaces de encontrar la solución que suponga una ganancia mutua para las partes (el “win-win” anglosajón). Esto es un arte.

Me gustaría ser extremista. La vida sería más fácil, no tendría que pensar y profundizar tanto.Me gustaría ser extremista…pero no puedo. Mi compromiso de búsqueda de la verdad y mi conciencia me lo impiden.

11 comentarios

11 Respuestas a “Me gustaría ser extremista”

  1. pasmao dice:

    Apreciado Don Francisco

    Efectivamente. Pero yo creo que lo importante es que cada uno tenga claras sus ideas, o al menos ciertas cosas. Mucho mas que la necesidad de imponerlas a sangre y fuego a terceros.

    Yo detecto de manera creciente una inhibición, cada vez mayor, en muchas personas a definirse sobre sobre temas incómodos.

    Y no creo que sea producto de la preocupación por equivocarse al no ser capaces de encontrar los matices, matiz, de gris necesario; si no de un «no meterse en política» y de hacerlo que sea por los que ganen cuando mi oponión ya no pese. El miedo no es ahora sólamente a nuestros Francos actuales, esa correción política, si no a que salirse del consenso exige ser coherente con lo que uno cree.

    El consenso permite estar al plato y las tajadas.

    Tener las ideas claras NO.

    Vg: El día que me encuentre a alguien de lo polítcamente correcto que sea capaz de explicarme la necesidad de promocionar las manifestaciones del 8M me hago vegano. Y no soy un fan de la proteina cárnica .. ni mucho menos. Pero hay es que hay cosas muy difíciles de asumir.

    Un cordial saludo

  2. Francisco Diaz-Andreu dice:

    Hola Pasmao.

    Como bien dices, existe también el peligro de la inhibición o la despreocupación por la política por parte de muchas personas. Pienso que ese alejamiento se convierte precisamente en muchas ocasiones, mediante la simplificación de la realidad por desconocimiento, en optar por actitudes extremistas ya que es más sencillo, no requiere informarse ni pensar tanto.

    El estar siempre en lo políticamente correcto, llevado al extremo, sería una actitud de comodidad, de nadar y guardar la ropa, de evitar el compromiso para no tener que discutir. Podríamos decir que es una forma de actitud extrema también (y cómoda)

    La actualidad de estos días con el coronavirus nos está absorbiendo de tal manera que es difícil sustraerse a la misma. Estoy seguro de que en la próximas semanas habrá más de un artículo relacionado con el mismo y tendremos ocasión de comentarlo.

  3. Manu Oquendo dice:

    Es que, estimado autor, ser extremista hoy en contra de lo políticamente correcto es no solo difícil sino muy arriesgado.

    Estoy de acuerdo con la cuestión planteada a pesar de que creo que el artículo trata un poco superficialmente las cuestiones que utiliza como forma de ilustrar que las cosas son complejas. No quiero abundar en por qué lo creo pero….

    Por ejemplo, una cuestión como la masiva emigración buscada desde el primer gobierno de Aznar (1.7 Millones) y en franca explosión en tiempos de Zapatero (5.0 Millones) fue –esencialmente pero no solo– uno de los requisitos necesarios para construir la mayor burbuja inmobiliaria del mundo en proporción a nuestro tamaño. Tuvo sus razones y no fue algo que sucediera por azar o porque este volumen de inmigrantes vinieran en patera. Recuerden que, en 2007, el ínclito Miguel Sebastián hizo titulares con aquello de «Aquí cabemos 66 Millones»

    Por ejemplo, la pérdida de natalidad autóctona tampoco fue fruto del azar.
    Una de sus principales causas fue y sigue siendo la pauperización y el crecimiento del desempleo juvenil que viene sucediendo desde los primeros años 70. También el desaforado crecimiento de la fiscalidad explícita total que ha pasado en dicho periodo, de ser casi imperceptible, a superar el 56% de la renta bruta del contribuyente medio.
    Elizabeth Warren –hoy candidata en los EEUU, dedicó unos años de su vida a explicar este proceso cuando daba clase de Derecho Concursal en Harvard. En la UE sucede y sucedió lo mismo pero aquí nos cuesta más reconocer la verdad de las cosas y quien lo hace compromete su carrera profesional o académica. La UE se lleva muy mal con la realidad como estamos viendo con el Coronavirus y sus efectos Reputacionales sobre los Gobiernos de la UE. Hoy ya nos bloquean 100 Naciones.

    En cualquier caso creo que el fondo del Artículo es cierto: RECONOCER la VERDAD es hoy día no solo difícil sino casi delictivo –hasta ahora– en el evanescente «paraíso» de la UE que se nos va «yendo al carajo» delante de nuestro silencio complaciente con sus miserias y respetuoso con el asentimiento que la corrección política exige con ellas.

    Para comenzar con la más importante de sus miserias: Su evidentísima naturaleza colonial que va a ser imposible esconder por mucho más tiempo.

    Saludos

    PS. Si procede, en la siguiente entrega proseguiré con la cuestión de la verdad. En tiempos de «post verdad», la verdad y el discernimiento son un desafío de primer orden.

  4. O'farrill dice:

    Creo que el autor confunde «radicalismo» (búsqueda de la verdad) con «extremismo», así como comentarios personales con pensamientos racionales. Los ejemplos que pone adrede en una supuesta topografía espacial son del tipo «blanco» o «negro» que en muy poco tienen que ver con la realidad social donde, la mayoría de la gente (sobre todo los jóvenes) ha aceptado lo «correcto» sin el menor problema y sin cuestionarse los «dogmas» con que cada día nos bombardean. «Lo ha dicho la TV» (palabra de Dios)…..
    Estoy de acuerdo con que la complejidad social supone un reto para la Política, pero también estoy convencido que pocos, muy pocos, se incorporan a la «profesión» porque tengan soluciones reales para la convivencia. Es más, a veces es preferible que no las tengan pero dejen paso a quienes desde el conocimiento o la experiencia puedan aportarlas.
    La inmigración (así dicho en general) es muy compleja y tiene muchas caras. Desde la «obligada» por causa de guerras, conflictos y situaciones de hambruna, donde la solidaridad con los desplazados no significa perder de vista «la mano que mece la cuna», hasta la de «Si no están ellos ¿quien haría estos trabajos?» (la que pretende una mano de obra barata y precaria, tanto en el mundo empresarial como en las elites con el servicio doméstico) con que las ONGs que todos conocemos, van vendiendo mercancía humana revestidas de supuesta filantropía (salvar náufragos puesto que se supone que van a naufragar). La hipocresía de lo «correcto» oculta las miserias subsiguientes: desempleo, desarraigo, carencia de referencias culturales, etc. y miseria o delincuencia. Ser «radical» consiste en ir a la raíz y no dejar que nos metan «gato por liebre». Eso significa discernimiento -como apunta Manu-, preparación, experiencia e independencia. Ser un rebelde en suma frente al pensamiento único de la corrección. Y es peligroso.
    Otras cuestión que toca es Cataluña. Aquí el asunto es mucho más simple ya que se trata de una rebelión de servidores públicos contra el Estado (eso sí, sin dejar de cobrar del mismo) y eso tiene una solución administrativa simple: dimita usted de su cargo en el Estado. Nadie le obliga a ser «consejero» o «presidente» (cuidado con los nombres) de una institución del Estado. En este caso, la postura «radical» no se queda con lo que se dice, sino que profundiza en las causas y origen del movimiento separatista y ahí quizás volveríamos a encontrar hilos conductores que aclararían la dejación de funciones institucionales desde los respectivos gobiernos de la Nación.
    Como puede ver estamos algunos que no nos creemos que el Sr. Abalos en Barajas evitase «un conflicto diplomático» (como el de la entrada en la embajada de agentes españoles para dar los buenos días que, por cierto, ha quedado en nada con los «medios» cooperantes). Hay situaciones complejas que, en efecto, tienen soluciones simples y, en cambio, situaciones muy simples que algunos se empeñan en hacer complejas para ocultarlas a los ciudadanos (se llama «desinformación»).
    Un cordial saludo.

    1. Lucas Montes dice:

      El problema de este foro es la existencia de un par de vacas sagradas que actúan a modo de gran hermano omnisciente, que ponen los puntos a todas las íes, pero a los que siempre se les ve el rabito de sus sesgos (nadie carece de ellos). Ellos tienen siempre la última palabra y son el tamiz por el que han de filtrarse todas las opiniones, de manera que la diversidad, al final, se limita y difumina. Los dos comentarios que anteceden son buenos ejemplos.

      1. O'farrill dice:

        Estimado Sr. Montes: no sabe cómo le agradezco el inmerecido honor de considerarme «vaca sagrada» por mis modestas aportaciones al blog y lamento profundamente que esto le produzca alguna incomodidad por los «sesgos» de mis comentarios que, por cierto, le ruego me aclare para mi mejor conocimiento.
        Nunca he pensado que tenía «la última palabra» sino que la participación en el debate desde la libertad, conocimientos y experiencia de cada uno lo enriquece y mejora, por lo que espero conocer la de todos (también la suya) sobre el tema que nos propone el autor del «post».
        Un cordial saludo.

  5. Manu Oquendo dice:

    Alguien de mi familia acaba de enviar un WhatsApp para recordarnos que el próximo día 29 se atrasa la hora y tendremos una horita más de reclusión doméstica. ¡Qué suerte!, dice.

    Había prometido añadir algo sobre la «verdad» y lo traigo.

    El pasado seis de Marzo el Rector de la Universidad Pontificia de Comillas escribió una tercera de ABC titulada “Las cuitas de la verdad”. El artículo abordaba la nueva «cultura» de fomento de lo emocional y la correspondiente pérdida de lo racional así como el evidente desprecio por la verdad en política.
    Es mucho lo que perdemos no solo cuando se nos miente o, mucho más frecuente, se silencia la verdad. También cuando no la reconocemos porque contraría nuestras emociones. Para que la falsedad o el silencio mediático no nos lleven a seguir ignorando por qué nuestra sociedad ha llegado a ser tan acrítica y víctima de tanta y tan destructiva división interna voy a dedicar el resto de estas líneas a recordar algunas cosas que, no por casualidad, nos han sucedido por el camino. Comenzando por la Marea Alta de la Corrección Política.

    La Corrección Política es una forma de comportamiento gregario del reino animal. Los seres humanos conservamos muchos rasgos de dicho Instinto Gregario y es bien conocido el Test de Asch que demuestra que, incluso en grupos reducidos, hay personas que eligen a sabiendas las respuestas erróneas si éstas son las mayoritarias. Desde Kohlberg, en los pasados años 70, la Pedagogía moderna ha usado este instinto con profusión en sus afanes socializadores. A su vez los autores que nos lo hacen notar, desde Trotter, Freud el propio Asch o Leon Festinger pronto desaparecen del circuito cultural y académico.

    Sin embargo debemos saber que la Corrección Política es lo mismo que Antonio Gramsci, definió como “el Sentido Común transmitido por el poder a las masas”. Un concepto que se conoce también como “Hegemonía Cultural”.

    La estrategia “gramsciana” para crear dicha Hegemonía Cultural y, a través de ella, capturar el Poder Político, pasa por convertir la Sociedad Civil Privada en un «campo de batalla» (sic). Gramsci explica en su obra cómo convertir ese «campo», en principio pacífico, en un escenario de «guerra de trincheras» en su terminología.

    Esta metodología puede resumirse de la siguiente forma: “Donde los adversarios ideológicos del marxismo y sus sociedades muestren unidad, fuerza y riqueza debe aprovecharse cualquier oportunidad –por ejemplo situaciones de desigualdad teórica o real de poder o de riqueza monetaria independientemente de sus causas– para crear los antagonismos que permitan romper los equilibrios existentes y que las partes se conviertan en enemigos irreconciliables”.

    La evolución del feminismo inicial hasta sus extremadas versiones actuales es un ejemplo de este proceso. Lo mismo había sucedido con los movimientos industriales cooperativos o no –ignorando que el 90% de las empresas pierden dinero la mayor parte del tiempo o que una empresa solo funciona bien, –en situaciones no monopolísticas–, si en ella existe verdadera armonía y su principal requisito, la justicia.

    La familia clásica –una célula social especializada y eficaz durante toda la historia de la humanidad– es destruida por la misma razón; enfrentando a hombre y mujer que, de ser uña y carne, pasan a ser enemigos irreconciliables según la Ideología de Género hoy dominante gracias también a las Instituciones Internacionales dóciles al Imperio –otro tema para, como dice el Sr. Diaz-Andreu, un buen cursillo cuatrimestral–.
    El actual ecologismo, transmutado en arma de Dominación Extractiva y notoriamente sesgado en no pocos de sus análisis y soluciones, es otro de los campos de batalla.
    Ahora mismo comenzamos a ver enfrentamientos y disensiones entre padres, hijos y nietos como recientemente han sugerido algunos de los seguidores alemanes de la niña Greta Thunberg, al decir que “no hay que explicar nada a los mayores, van a durar poco”. Ya tenemos a la vista al Edipo apocalíptico más freudiano en una sociedad muy dividida y en unas familias rotas por y desde las Políticas Públicas y el Derecho Positivo que ya han conseguido borrar del mapa al Derecho Natural.

    Todo ello distorsionando y falseando las causas de los problemas para usarlos como arma arrojadiza entre ciudadanos. Entre esposa y esposo, novia y novio, padres e hijos, empresarios y empleados, médicos y enfermos, conductores de coches y peatones, cristianos pre y post conciliares, profesores y alumnos, usuarios de lenguas autóctonas o hablantes de la lengua común. Todo sirve a algunos para romper y nada para unir.

    Un ejenmplo: el caso tan actual de los vehículos diesel que los Gobiernos han impulsado durante los últimos 45 años. Todos hemos comprado coches diesel homologados e incentivados por los gobiernos. Recordarán ustedes que, hace apenas 45 o 50 años, los vehículos diesel privados en Europa eran inexistentes y en los EEUU todavía más desconocidos.

    ¿Quién ha desarrollado este mercado europeo hasta casi el 75% de flota diesel y durante muchos años sin competencia extranjera? Sencillo: LOS GOBIERNOS de toda Europa.
    Pues bien, ahora nos «expropian», limitan su uso y «penalizan» como si los propietarios de dichos vehículos fuéramos enemigos públicos.

    Lo que precede son ejemplos de algunas de las «rupturas sociales antagónicas» resultantes de la estrategia de Gramsci explicada por los dos importantes autores citados a continuación.
    Sobre esta estrategia, el «Partido», –dice en su día Gramsci y refuerzan en 1985 los Profesores Laclau y Mouffe–, podrán crearse nuevos e importantes aliados tácticos y estratégicos. Una vez rota y debilitada la sociedad privada, los nuevos grupos hegemónicos, ya convertidos en aliados, «nos llevarán al poder político» que será utilizado legalmente como instrumento coactivo para consolidar su hegemonía y liderar las nuevas “identidades” dominantes.

    Este es el caldo de cultivo de la Ideología de Género, del “verdismo” exacerbado, del nacionalismo identitario, de lenguas y dialectos autóctonos contra lenguas comunes y las redes clientelares que este proceso va hábilmente creando para sostener, siempre con fondos públicos, su acceso y permanencia en el poder. Esta estrategia, buscada antes de Gramsci por Rosa Luxemburgo y Kautsky, se convierte en Manual de Operaciones de la mano de Laclau y Mouffe en su obra de 1985 «Hegemonía y estrategia socialista». Sus principios son asumidos por lo que se conoce como «Nueva Izquierda» o «Post marxismo» y se introduce en España durante el gobierno de Rodríguez Zapatero y, –desde una escisión del aparato técnico del partido Socialista–, termina en Podemos con apoyos bolivarianos que hoy ya son públicos.

    Para terminar, traigo algunas citas literales de la obra citada,”Hegemonía y Estrategia Socialista”, publicada en Inglaterra en 1985 y con numerosas reediciones en otras lenguas. Sus autores –Ernesto Laclau, Essex Univ. , y Chantal Mouffe, Westminster Univ. —refuerzan las ideas anteriores con las afirmaciones que siguen y que, como verán, están sucediendo ante nuestros ojos.

    “—Las articulaciones políticas y hegemónicas crean retroactivamente los Intereses que dicen representar”. (Pág., 16.)
    “Nosotros nunca contemplamos la posibilidad de que el proceso de Radicalización de la Democracia que defendemos fuera a tener lugar en un terreno neutral……Nuestro objetivo era fijar una nueva Hegemonía, lo que implica crear fronteras políticas, no eliminarlas…” (Pág. 20)
    “Nunca pensamos que descartar el modelo jacobino debiera llevarnos a….considerar la democracia una mera competición de intereses que tiene lugar en un terreno neutral”. (Pág. 20)
    Y más adelante: “Es decir, hay que aceptar que el antagonismo no se puede erradicar”. (Pág. 21)
    O también, en la página 22, “El papel central que desempeña en nuestra concepción el antagonismo elimina cualquier posibilidad de reconciliación final, de consenso racional, o de un “nosotros” totalmente inclusivo”.

    Como ven, el discernimiento no es sencillo y la búsqueda exigente de la verdad es necesaria para evitar ser víctimas de la «Fabricación del Consenso» –Chomsky– y reaccionar ante una agresión sistemática que, en verdad, no ha encontrado resistencia significativa por parte de sus víctimas. Es decir, por nuestra parte.

    Un saludo cordial y muchas gracias por el artículo.

    Ánimo a todos. Esto pasará y si estamos unidos pasará antes.

  6. Administrador dice:

    Los autores de este blog pretendemos expresar de forma abierta y libre las opiniones sobre las temáticas que se tratan, abriendo la puerta a cualquier comentario del tipo que sea y desde cualquier ideología, como cauce de expresión y ejercicio de responsabilidad personal, excluyendo las que resulten ofensivas o insultantes. No nos sentimos tutelados ni amparamos por ningún medio, grupo de influencia, partido o ideología, y nos sentimos comprometidos en la búsqueda de la verdad con las lógicas limitaciones propias de la naturaleza humana. No vetamos, ni hemos vetado a ningún comentarista o comentario que nos haya llegado, independientemente de nuestra opinión personal o valoración sobre el aporte al debate relacionado.

    Para que quede constancia, y como aclaración a cualquier duda que pudiera surgir.

  7. Luis Manteiga Pousa dice:

    Buen artículo. El extremismo político es malo y muy poco inteligente. Nadie tiene totalmente la razón. Los extremos sólo me gustan como jugadores de fútbol y de balonmano

  8. Luis MP dice:

    Matizo un poco mi comentario. Los extremos, generalmente, son malos, tanto en la política como en la vida. Pero algunas veces tienen la razón también. Incluso para hacer cambios radicales positivos, o decidir no hacerlos, claramente.

  9. XLuis MP dice:

    A veces estar en los extremos implica hacer cambios radicales, pero tienen que ser cambios radicales positivos, si no es mejor estarse quietos. Hay que pensarselo bien. Aunque también es verdad que a veces no sabes si los cambios son positivos o no hasta que los haces. O hasta que punto lo son y hasta cual no. Es complicado. Y a veces estar en los extremos es no hacer apenas cambios, simplemente «permanecer» en esos extremos. Y digo apenas cambios y «permanecer» porque cambios siempre hay, estamos en cambio permanente, todo cambia, como dicen que dijo y/o escribió Heráclito (yo no estaba allí para comprobarlo, claro). Un saludo y perdón por la digresión.

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