Vivimos unos tiempos políticamente apasionantes. Todo lo que antes parecía rígido e inmóvil, de repente se nos presenta como dúctil y cambiante.

Si hace unos meses alguien nos hubiera dicho que se puede crear un partido político en cinco meses y conseguir prácticamente el 8% de los votos, habríamos pensado que estaba completamente chiflado.

Sin embargo, eso es ahora una realidad. Y los dos partidos mayoritarios, que se creían eternos, de repente tiemblan. Ellos también sangran. Y en el fondo se preguntan: ¿se acabó el juego de dos?, ¿se acabó la repetitiva alternancia entre los dos competidores que se necesitan como la tierra al agua?

El miedo lo confesó ingenuamente la Barberá: «voy en el barco hasta que se hunda», matizando inmediatamente que «no se va a hundir» (¡por supuesto, que nadie tema!). El Presidente nos intenta convencer de que lo bueno es el bipartidismo: «En España, ha ganado el Partido Popular y el segundo ha sido el Partido Socialista y los países donde hay más estabilidad política y al final más progreso y más bienestar, son los países donde hay grandes partidos moderados y centrados. Eso es lo que pasa en Alemania, y lo que pasa en tantos países de la Unión Europea». En el fondo creen que el movimiento es pasajero y que pronto volverán las aguas a sus cauces. Hacen el cálculo táctico y cortoplacista de que el miedo a un partido como Podemos es lo que más puede movilizar a los votantes del centroderecha. Piensan que volverán a votarles, aunque sea tapándose la nariz.

No se están enterando de nada, aunque su inmovilismo tiene la lógica pequeña de que, al fin y al cabo, están en el Gobierno.

El PSOE está leyendo algo mejor los tiempos y tiene una oportunidad de oro. Es cierto que para ellos el golpe ha sido más duro, están en la oposición obligados a mover ficha, les ha salido un competidor fuerte en su espacio ideológico natural y no tienen fácil diseñar una táctica que les dé ventaja a corto plazo. Sin embargo, precisamente eso hace que se les presente la oportunidad de refundarse de cero y crear un partido que, verdaderamente, conecte con la gente (la necesidad hace virtud). El líder ha visto el abismo del descalabro y, por una vez, ha tomado el camino de la generosidad. Quizá no tenía otra salida. Pero, en cualquier caso, ha abierto la puerta de las oportunidades. Ahora le toca dirigir al partido en su muerte y su resurrección. En la que él finalmente no estará.

¿Cuál es el camino? Me da lo mismo que pase por un Congreso y después unas primarias o se siga otro camino con un previo cambio de Estatutos; pero tengo más claro cuál debe ser el resultado. De esta oportunidad debería surgir un partido abierto de par en par a la sociedad. Se están planteando si primarias sí o primarias no. Esa no es la cuestión. Las primarias son una necesidad imperiosa si los partidos quieren recuperar el pulso. La cuestión es: ¿a quién se da participación en esas primarias? Hay que tener en cuenta que sólo un 4% de los electores está afiliado a algún partido político, por lo que, si en las primarias solo se diera participación a los afiliados del partido, este seguiría funcionando como una realidad endogámica y desconectada de la mayor parte de la sociedad. Algo menos cerrada, sí, pero el paso sería irrelevante para la magnitud del cambio que la sociedad demanda.

En la situación actual son imprescindibles unas primarias a la americana, en las que se acepte que participe cualquier ciudadano que quiera inscribirse en el registro que abra el partido correspondiente para los simples simpatizantes. Unas primarias en las que se puedan ver diversos debates televisados entre los distintos candidatos. Debates sin rigideces de formato en los que realmente se pueda conocer a la persona que nos pretende gobernar y sus propuestas.

Hay dos grandes lecciones que se pueden aprender del auge de Podemos. Primero, que la gente está harta de la forma en que se ha venido haciendo política en este país en los últimos años, con una cansina alternancia entre los dos grandes partidos, de la que nadie se sentía partícipe salvo ese pequeño 4% de forofos de alguna de esas formaciones. Es decir, la gente quiere tener más participación en las decisiones políticas. Segundo, hace tiempo que se viene advirtiendo la evolución desde una democracia basada en los debates parlamentarios a una democracia televisada, más ágil y móvil. Ciertamente todo esto tiene sus riesgos que pueden sintetizarse en la palabra populismo. Las rigideces parlamentarias están pensadas para dar un mayor rigor al debate, evitar que se salga de los temas a tratar y repartir los tiempos de intervención. Sin embargo, nadie ignora que tiene mucha más influencia en la opinión pública el resultado de un buen debate televisado, en el que intervienen varios candidatos con un formato flexible, que cualquier debate parlamentario. Por mucho más seriedad que este pueda tener.

Algo se está moviendo, incluso en el PP, cuando nos despertamos con la noticia de que hará un «mega sondeo» para decidir sus candidatos a la Alcaldía y a la Comunidad Autónoma de Madrid, en una encuesta que promete batir «todos los récords» y que facilitará «una toma de decisión objetiva e intentará reducir al mínimo el margen de error». Obviamente no es lo mismo una encuesta elaborada sobre una muestra de ciudadanos elegidos aleatoriamente que unas primarias en las que intervienen aquellos ciudadanos que realmente desean participar. Tampoco tiene que ver el ocultismo del procedimiento de elaboración de la encuesta con la viveza de los debates entre candidatos que culminan en una elección por los simpatizantes. Pero no se puede negar que algo se mueve en un partido que tiene en su ADN una tendencia a «conservar».

Está claro que nos ha tocado vivir tiempos interesantes, pero no podemos olvidarnos de que mientras la casa estaba aparentemente limpia y aseada, la sociedad dejó a los políticos hacer y deshacer, sin pedirle cuentas. Solo ahora que está hecha una ruina miramos airadamente al administrador. Por supuesto, es positivo que la sociedad reclame más participación en las decisiones políticas; pero para que ese camino no conduzca al precipicio, de la mano de líderes populistas, la sociedad tiene que madurar considerablemente. Sería bueno que los ciudadanos comenzáramos a interesarnos de verdad por los debates y decisiones políticas que prometen configurar la sociedad de los próximos años. Por su parte, los grandes partidos tienen dos caminos: ser engullidos por un cambio imparable o ser ellos quienes lideren la transformación. ¿Qué va a ser?

8 comentarios

8 Respuestas a “MIEDO EN EL BI-PARTIDO”

  1. Adam Smith dice:

    Isaac, usted dice «De esta oportunidad debería surgir un partido abierto de par en par a la sociedad». Ningún partido puede abrirse de esa manera, mucho menos un partido con larga historia que alguna vez tuvo principios y luego en el ejercicio del poder mostró que su adhesión a los principios era oportunista, es decir, condicionada a acceder y mantenerse en el poder. En el momento de su fundación, los líderes del nuevo partido invocan principios, pero luego, si tienen algún éxito en acceder al poder, su adhesión a los principios se vuelve oportunista. El PSOE no es el primero ni será el último partido marcado por ese ciclo de vida. Los partidos buscan ganar el mínimo de votos necesarios para tener el control absoluto del poder (sólo las dictaduras consolidadas en el poder buscan ganar el 100% de los votos en sus falsas elecciones). Y como cualquier organización formal, los partidos de las democracias constitucionales están formados por miembros que algo contribuyen para que el partido compita con otros por votos. Las estrategias para competir las deciden los dirigentes del partido consultando con los miembros que los eligieron y tomando en cuenta las posibles estrategias de los otros competidores y las posibles respuestas de los votantes. Cómo se realiza esa consulta con los miembros y cómo se toman en cuenta otros competidores y los votantes determinan el éxito del partido en la próxima elección.

    Además, cualquier partido nuevo que tenga algún éxito, por pequeño que sea, pronto será objetivo de otros ambiciosos que buscan poder sin importar los principios del grupo fundador. Dependiendo de las circunstancias, estos ambiciosos intentarán o controlar el nuevo partido o imitarlo con un partido similar y por tanto pronto habrá competencia por los votos que el nuevo partido logró en su éxito inicial. Esa competencia se puede dar al interior del partido o entre partidos. La competencia política está sujeta a reglas parecidas a las reglas de la competencia mafiosa (los partidos son mafias con buenos departamentos de relaciones públicas, o si prefiere las mafias son partidos sin esos departamentos) porque políticos y mafiosos gozan de inmunidades (es decir, actúan como si las tuvieran) y las responsabilidades por fracasos se exigen dentro de las respectivas organizaciones y no en los tribunales.

  2. Manu Oquendo dice:

    Me parece muy oportuno el artículo de Isaac.

    Esta semana que termina estuve escuchando algo sobre este mismo asunto y de mis notas durante la reunión hice el siguiente resumen para varios amigos y algún foro virtual que también se ha dado cuenta de que algo está cambiando.

    Se trata de mis anotaciones de lo expuesto durante aquella reunión por uno de los profesionales más veteranos de la demoscopia española e internacional –actor muy relevante desde 1976 y bien conocido por su asepsia analítica–.
    Me parece que es de interés porque ilustra el Contexto de los acontecimientos y ofrece una perspectiva histórica.

    1. En 55 Países importantes la opinión pública considera que los Partidos Políticos son el principal problema seguido en muchísimos casos por la Corrupción. También es muy frecuente que la institución mejor valorada, dijo, sean las Fuerzas Armadas.

    2. Los medios de comunicación de masas occidentales forman parte de solamente 5 grandes grupos.

    3. La valoración de líderes, –en este caso hablaba con datos de España–, está en Caída libre no coyuntural, es decir son datos de largo recorrido y tendencia clara.

    4. En estas recientes elecciones (Parlamento Europeo) sólo el 36% del Censo votó PP-PSOE. El hartazgo es de época y hay señales de que será duradero afectando a todos.

    5. Al contertulio-ponente le daba un “Terror tremendo” (sic) que en estas condiciones se esté promoviendo la idea de que “Nos hagan otra constitución” (los «mismos», «para lo mismo» y con una opinión desarbolada y manipulada) y se pronunciaba a favor de reformas legislativas parciales pero concretas como, por ejemplo, cambio de la ley electoral o retirada selectiva de alguna competencia a las autonomías.

    6. La gente hoy no sigue “Partidos” sino “grupos –”clusters”–de ideas” que “no suelen coincidir en un solo partido”.

    7. Se despidió con Tres frases de cierre.

    –”Es tiempo de Grandes Cambios”
    –”Se prevén regímenes autoritarios”
    –”Los nombres modifican la realidad”

    Un saludo cordial

    1. Isaac Salama Salama dice:

      Muchas gracias por el comentario Manu. Muy interesante.
      Comparto el «terror» por abrir el melón de una reforma constitucional como solución al problema de popularidad de los dos principales partidos y sin tener ni idea de qué se quiere reformar y en qué dirección.
      Es enriquecedora la idea de que la gente no siga a «partidos» sino que le seduzcan diversas ideas que no coinciden en un mismo partido. Esto apunta sociedades más maduras en las que no prevalece el forofismo, sino la reflexión individual. En este contexto, el reto para las formas tradicionales de los partidos es descomunal y sólo tiene un camino: ser absolutamente permeable a una sociedad mucho más viva y participativa. Podemos esta aprovechando muy bien este nicho que le están dejando los grandes partidos y, si le dejan, con unas ideas bastante casposas, va a seguir en ascenso.
      Saludos

    2. Adam Smith dice:

      Estimado Manu,

      Hoy internet y la facilidad de las comunicaciones permiten un número mucho mayor de clusters. Pero sólo los partidos políticos compiten por el poder coactivo del Estado. La competencia política en los términos mencionados en mi comentario anterior es sólo entre partidos aunque los partidos tratan de movilizar clusters de apoyo (el ejemplo más claro es la formación de think tanks que hoy incluye una variedad grande de grupos organizados de expertos). El costo de formar un nuevo partido y entrar en la competencia política varía mucho entre democracias constitucionales, pero hoy el costo de formar un cluster es bajo en todas las democracias constitucionales.

      Por razones familiares yo sigo al detalle lo que ocurre en California. Me atrevería a decir que sólo en el sistema de la Universidad de California hay más de mil clusters de académicos con formación en políticas públicas que buscan influir en política. Los miles de clusters compiten fuerte primero en asegurar financiamiento para su trabajo y segundo en tener influencia en la política de California y algunos también en la política nacional.

      1. Manu Oquendo dice:

        Apreciado Adam.

        Tiendo a coincidir con su premisa de que el concepto mismo de partido se está haciendo funcionalmente obsoleto –y no sólo por los múltiples argumentos validados tantas veces en los últimos doscientos años sino porque han dilapidado el caudal de legitimidad originaria y ya la calle y la academia desconfían de ellos por haber sido tantas veces engañadas.

        El engaño –que era tolerable a través del proceso de compra de votos– se estrella contra la pared de la deuda construida, en último análisis, para poder seguir el juego otro ciclo electoral.
        Una vez se alcanza esa pared y comienza la deconstrucción del «gasto» las cosas toman un cariz completamente distinto y, en opinión de algunos habitualmente bien informados, con escasas salidas incruentas.

        Sobre su segundo comentario, relativo a redes y «clusters» de ideas, creo que éstas –ideas y redes– tienen un gran valor en algunos aspectos pero son limitadas en otros a los efectos de influir decisivamente en cambios estructurales y no cosméticos.

        Es un tema muy denso que nos llevaría a hablar de la Escuela de Frankfurt (Habermas y el Espacio de Debate Público democrático hoy inexistente o copado por el poder, sus partidos y sus medios) y la construcción, en los términos descritos por Michael Mann (hoy en California, por cierto) de una base de poder Ideológico ciudadano.

        Esto, –nos lo advirtió Mancur Olson en los años 50–, es casi utópico por la ausencia de incentivos materiales. Pero en cualquier caso esta posibilidad es más fácil hoy gracias a Internet pero debe ser activamente complementada y dinamizada por medios más clásicos.

        Creo que no sólo vale la pena intentarlo sino que es una de las escasas posibilidades que tenemos a mano para propiciar cambios estructurales de calado. En un momento histórico en los cuales vamos a cambiar con certeza, es mejor subirse al carro e influir en la dirección del cambio.

        Un saludo cordial

  3. RBCJ dice:

    Cada país tiene que arbitrar su solución política. Sin duda unas primarias abiertas en PSOE , o en cualquier otro partido, abrirían la política a los ciudadanos dispuestos a liderar un movimiento en PP, PSOE,IU… Pero cómo se organiza , cómo se financia…para cualquier partido. Por otra parte para que Podemos o cualquier otro movimiento sea de verdad una alternativa de gobierno deberá aportar no sólo ideas que atraigan un voto importante sino una credibilidad sustentada en un potencial equipo de gobierno. Ese 20% que ahora se ha abstenido tendrá muchas claves pero su elección oscilará en función no sólo de ideas sino de realidades personificadas por individuos con capacidad de formar equipos creíbles para gobernar. Esta sociedad está herida pero piensa. Creo.Saludos

  4. José Maria Bravo dice:

    Claramente los artículos de Salama estan siendo muy bien articulados.

    Hay algo que me preocupa y me inquieta profundizar. Es realmente el Estado Autonomico el problema? . Es mas bien, de nuevo, el modelo económico que lo desarrolla.

    Cualquier Sistema que implique un «centralismo» en la riqueza fracasa. Autonomias que propician corruptelas regionales fracasan.

    No es problema del Sistema si no de su desarrollo.

  5. Spinoza dice:

    Cuando padecemos un cáncer, tenemos un miedo doble: Miedo a no hacer nada y que nos devore y miedo a pasar por la cirujía. Pero nunca el miedo es buen consejero y toca asumir el riesgo. No valen los paños calientes, salvo como paliativos para lo inevitable.

    Comparto con el autor que estos son momentos apasionantes. Pero no es menos cierto que son momentos de valientes. LLegó la hora de la verdad y de llamar a las cosas por su nombre.

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