
El último Congreso Nacional sobre política ha estado en el centro de la atención ciudadana, por los altos contenidos tratados en las diferentes comisiones de las que estaba compuesto. A diferencia de los celebrados antaño, y como ha venido sucediendo en los más próximos, los temas a tratar y dilucidar cada vez tienen menos que ver con las líneas centrales de los programas y sus posibles variantes.
De hecho, como ya venían advirtiendo algunos analistas tras sesudas deliberaciones, estas parecen centrarse en el protagonismo personal de los distintos actores que componen la escena pública, y los juegos e interacciones que se van produciendo a consecuencia directa de todo ello.
… en las conclusiones del Congreso, las diferencias entre los dos principales prototipos políticos actuales son lo más sustancial.
Para no entrar demasiado en los aburridos pormenores de las discusiones que han acaparado una buena parte de los debates, baste indicar que en las conclusiones del Congreso, las diferencias entre los dos principales prototipos políticos actuales son lo más sustancial e ilustrativo de las actividades realizadas.
Uno de ellos, bautizado como del tipo Pavo real, es el que más consenso general ha suscitado. Por abreviar, se trata de aquel político que, emulando los comportamientos del ave, te seduce inexorablemente con el espectáculo del despliegue de su plumada cola. Un acto de contenido inequívocamente sexual, que conecta con el subconsciente del auditorio, para cortejarlo hasta la rendición completa. Con el beneficio añadido de desviar las propuestas programáticas a favor del grandioso espectáculo que supone la contemplación del color y las formas contenidas del plumaje trasero.
Uno de ellos, bautizado como del tipo Pavo real, es el que más consenso general ha suscitado.
Nos advertían, desde la comisión, del importante y relevante detalle respecto a las contradicciones de la belleza del abanico plumado y el comportamiento enormemente territorial del macho de la especie referida. Efectivamente, se trata de un individuo entre las especies cuyas maneras son agresivas en la conquista del espacio y el dominio sobre el territorio, que choca de frente con la devaluada calidad de su carne, solo útil en algunas dietas extremas de adelgazamiento.
… se trata de un individuo entre las especies cuyas maneras son agresivas en la conquista del espacio y el dominio sobre el territorio…
El segundo de ellos, más propiamente humano y, por tanto, más encubierto y difícil de distinguir, hace referencia a la mitología antigua y a la historia de Narciso. Entre los griegos se denominaba con tal apelativo a quien se presentaba ante los demás como diciendo “hay que ver cómo me gusto”. Sus actitudes y actuaciones estaban siempre marcadas por aquello de lo mío antes que nada, sin que hubiera forma de distraer la atención del conjunto hacia cualquier cosa que no estuviera protagonizada por Él.
… utiliza su conquistado e indudable poder de atracción para hacer orbitar al resto en torno suyo…
Aquejado por una variante de heliocentrismo, es la luz, su luz, lo que acapara la atención constante del universo circundante, y utiliza su conquistado e indudable poder de atracción para hacer orbitar al resto en torno suyo, desplazando cualquier otro sujeto o tema susceptible de desviar el centro de atención, independientemente de lo que se trate. Exige una fidelidad sin fisuras a la cohorte que adecuadamente se ha creado, reservándose para si la posibilidad de desdecirse, si su objetivo cenital de conservar el poder se ve amenazado. Los demás lo saben bien, y mucho se cuidan tanto de no provocar su disgusto como de no desviar los focos.
Pavos reales y Narcisos, ¿quién sabe lo que nos espera?
Narcisos, «machos/hembras alfa», famosos…. Desde que la imagen se ha convertido en algo que vale más que mil palabras y el exhibicionismo público es alentado por los medios de comunicación, ya no podemos hablar de «política» sino de una especie de ficción teatral de dudosa calidad en la que hay un reparto de papeles rotatorio. Como en la antigua comedia se nos presentan personajes de ficción que se dedican a actuar según el método que les propongan sus asesores de imagen. La sobreactuación y la impostura están servidas y sólo en escasos momentos, se atisba a ver la autenticidad de lo que representan: la toma del poder sobre los demás a toda costa.
Es evidente que, si no hay público, la comedia fracasará. Para evitarlo han repartido abundantes invitaciones privilegiadas (subvenciones) que permiten mantener el espectáculo y los aplausos. Es la vieja «clá» donde, en un café cercano, el jefe de la misma repartía invitaciones a los «aplaudidores» correspondientes. Los datos son elocuentes: se puede ser presidente con sólo siete millones de votos (aplaudidores comprados) sobre un censo de 37 millones con un sistema D’Hondt conveniente para unos y totalmente injusto para los ciudadanos y el valor de sus votos.
Si fuéramos sinceros, al final vemos cómo todo se resuelve en las televisiones que son la nueva forma de manipulación política, donde tertulianos, «expertos» analistas, políticos y periodistas del duopolio «autorizado» van a dirimir sobre la «belleza» de los candidatos que concursan. Estos a su vez «pactarán» (esto para mí, esto para tí) el qué hacer con una nación y sus ciudadanos. Un saludo.