La Historia nos enseña que los grandes cambios sociales, los cambios de modelo de sociedad, se pueden dar desde arriba, desde dentro del Sistema, o desde abajo, desde fuera del mismo. Los que escriben los libros de Historia, gente que generalmente está dentro del Sistema Social dominante, suelen llamar a los cambios que vienen desde fuera «revoluciones», y a los segundos, a los que vienen de las entrañas del modelo, algo así como «evolución natural del modelo de convivencia».

Hay muchos ejemplos de ambos tipos de cambio; así, solo por citar alguno de ellos, nos encontramos con la revolución frustrada de Espartaco, desde fuera del sistema, o con el intento de imperio frustrado de Cesar, desde dentro del mismo. Cesar fracasó, pero abrió el camino a Augusto, que solo unos años después sí consiguió cambiar el sistema proclamándose emperador (y Dios, ya de paso), creando un modelo que duraría unos cuantos siglos y evolucionó con diversos saltos de forma natural para dar lugar a las monarquías absolutistas.

Seguro que me salto algún ejemplo ilustrativo, pero con emperadores, reyes, káiseres y zares llegamos al siguiente gran cambio de modelo: primero la Revolución Americana (desde dentro; todos los padres fundadores eran parte de la élite de los Estados Unidos) y al poco tiempo la Revolución Francesa, una revolución exógena que casi inmediatamente tuvo como paso natural la proclamación de Napoleón como Emperador, esta vez desde dentro del nuevo Sistema. La Revolución Rusa, exógena al modelo, o la ascensión al poder de Hitler, elegido democráticamente, desde dentro, son otros ejemplos de la dinámica que siguen los cambios de modelo social.

Porque se puede dar un giro radical a cualquier sistema de convivencia tanto exógena como endógenamente, incluso pervirtiéndolo totalmente desde dentro, como durante los reinados de Calígula o Domiciano durante el Imperio Romano, o como en el mencionado ejemplo de Hitler: si bien es cierto que uso métodos violentos para aterrorizar a sus adversarios y en sus purgas internas, el Partido Nazi llegó al poder en Alemania en 1933 desde dentro del sistema, mediante las urnas, ganando unas elecciones. Hitler era un advenedizo que no pertenecía a las élites del país, pero fue elegido democráticamente, y cuando llegó al poder, utilizando los recursos del Estado y sus resortes, fue poco a poco modificando a su gusto las leyes para crear lo que a su entender debía ser el Estado ideal, con las nefastas consecuencias que todos conocemos. Cuando nos lamentamos del terror del régimen nazi tenemos tendencia a olvidar que Hitler obtuvo un poder absoluto sobre su pueblo actuando desde el marco de la legalidad. Su legalidad, una legalidad impuesta, muy discutible y absolutamente deleznable, pero dentro de la legalidad al fin y al cabo.

En el otro extremo tenemos la Transición en España, de la que todos los que la vivieron están tan orgullosos, y con razón. Un cambio de modelo de convivencia que es un ejemplo de libro, en nuestro país y fuera de él, de transición de modelo desde dentro: bajo la amenaza de que el país cayese en el caos, Adolfo Suarez fue capaz de conseguir que las Cortes Franquistas se inmolasen. Desde dentro, desde arriba, partiendo de las leyes del modelo que estaba a punto de destruir, dentro de la legalidad, Suarez fue capaz de conducir el país desde un estado totalitario a una democracia que, distando mucho de ser perfecta y necesitada como está de una revisión a fondo, nadie duda que fue un cambio positivo respecto del sistema franquista del que nació.

Ahora estamos en un momento en el que claramente se acerca un cambio de paradigma. A nivel global, pero también y sobre todo a nivel local, la crisis económica a la que nos estamos enfrentando ha mostrado muchas de las grietas de un modelo que hay que retocar o corre el riesgo de desmoronarse. La crisis del modelo de las autonomías y el desafío nacionalista, la falta de credibilidad de la clase política, el desmantelamiento del estado del bienestar tal y como lo veníamos conociendo o la cada vez mayor interferencia del Estado en la vida privada hacen que todos nos demos cuenta de que un cambio es necesario.

Pero incluso más allá de hacia dónde queremos que marchen las cosas, ya que parece evidente que las cosas van a cambiar, el primer paso es preguntarnos cómo va a ser ese proceso de cambio: si lo van a llevar a cabo las élites dominantes, sin nuestra participación, o si vamos a participar activamente en él. Es más, ha llegado el momento de decidir cuál va a ser nuestra participación, como sociedad civil, como gente que se preocupa, en esta transformación en la que ya estamos inmersos.

Porque, como nos descuidemos, podemos encontrarnos con que ese cambio se hace sin nosotros, desde dentro de un sistema que se perpetúa con reformas aparentemente cosméticas pero cuya acumulación de lugar a algo totalmente diferente a lo que queremos. O espabilamos y nos «activamos» como sociedad o nos van a imponer el modelo que más conviene a las clases dirigentes. Un modelo que quizá pasa por aprobar leyes como la que se intuye en el proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana, una ley que supone de facto un recorte de las libertades, en aras de la seguridad, dicen ellos, pero un recorte de las libertades al fin y al cabo, y que quizá solo sea un primer paso en un largo camino de «dar más poder al Poder».

En inglés se llama «yes set» y es una técnica de manipulación vieja como el mundo; un clásico: si consigues que alguien te de un «sí» es mucho más fácil conseguir el siguiente. Cuando te han dado varios «síes» seguidos cada vez es más difícil decir «no».

Por eso hemos de aprender a decir no, porque a veces no es suficiente con no decir nada. Como sociedad adormecida que somos decimos «sí» a todo. Unas veces por ignorancia, otras por desinterés y otras por estar convenientemente manipulados, nos acaban colando todos los goles, y parece que no pasa nada hasta que un día nos damos cuenta de que ha pasado:

Nos han prohibido casi todo.

Por nuestro bien.

 

17 comentarios

17 Respuestas a “NO LE DES MÁS PODER AL «PODER»”

  1. Manu Oquendo dice:

    En líneas generales el autor expone de modo sucinto la situación en la que nos encontramos.

    1. Cambio de Paradigma. Global y Local
    2. Pérdida Institucional de legitimidad otorgada.
    3. Impotencia de la ciudadanía.
    4. Disminución constante de libertad real.
    5. Empobrecimiento público y privado.
    6. Cambio gestionado por la actual élite política.
    7. Nuevo cambalache.

    Este fue el ciclo de la Revolución Francesa (las asambleas estaban controladas por la «noblesse de robe», es decir todo tipo de profesiones legales que ya eran la espina dorsal del viejo régimen, no lo olvidemos)

    Naturalmente esto no es asunto para resolver en un artículo, ni mucho menos en un comentario.

    Las élites extractivas actuales también están perdidas. Su horizonte es de pauperización masiva y controles crecientes sobre la población y, –alternativa o complementariamente–, de holocaustos regionales calculados que resultan cada vez más racionales y utilitarios para los poderes reales.

    Se trataría de crear, en primer lugar, un horizonte más atractivo y creíble.

    Nos resulta relativamente fácil criticar lo que hay. Explicar satisfactoriamente por qué se ha llegado a esto ya resulta más difícil. Encontrar salidas es casi mítico.

    Una vez esbozado el Horizonte (una trabajera multidisciplinar inmensa) habría que Instrumentarlo: Un camino y un viaje.
    Esto requiere una base de poder ciudadano –ajena a las actuales estructuras de poder– y que pueda interactuar con estas en la transición de modelo.

    Esto habría que hacerlo sin Incentivos Monetarios ni de Poder para los impulsores (requisito para ser creíble, entre otras razones). Es un trabajo ciclópeo y de tiempo.

    De esto estamos hablando y por ello hay quien piensa que lo más inteligente es unirse al 1% que aproximadamente constituye el núcleo duro de la élite extractiva global y local.

    Pero, como decía, esto requiere alguna forma organizativa capaz de alcanzar alguna eficacia. Es decir formas de reflexión y de acción más amplias que la palabra escrita.

    En terminología de Michael Mann estaríamos hablando de crear una base de «poder ideológico», local y no local, que es el único al que podría tener acceso la ciudadanía: Sus propias ideas.

    Un saludo cordial

    1. Manuel Bautista dice:

      Hola Manu,

      No puedo por menos que entrar a comentar tu comentario, aunque sea en forma muy breve.

      Totalmente de acuerdo en que quedarse en el ejercicio de criticar, aunque sea una crítica razonada y profunda, no basta. Hay que ir más lejos, si de verdad se quieren cambiar las cosas. La cuestión, claro, es cómo.

      Mi único matiz, no creo que de discrepancia contigo, quizás solo de énfasis, es que yo veo necesaria una larga etapa de formación y reflexión entre la ciudadanía. Si se quiere renovar, al menos en parte, las élites actuales, no hay más remedio que contribuir a formar las del futuro.

      Pero, además de la formación, me parece imprescindible la Reflexión: ¿qué queremos? ¿Cuál es la sociedad a la que nos gustaría llegar? ¿Qué valores? ¿Qué… todo? Hay mucho que reflexionar, discutir, priorizar, etc. Y para eso los blogs, como generadores de debate y de reflexión colectiva, pueden llegar a jugar un gran papel… si se apuntan más y van creciendo.

      Con todo, los blogs no son suficientes. Haría falta complementarlos con otros tipos de iniciativas, por internet y «en vivo».

      El tema que has suscitado, Manu, da (como tú sueles decir, con acierto) para mucho. Y hay que seguir dándole vueltas. Me alegro que lo hayas sacado.

      Un abrazo y feliz año.

      1. Alicia Bermúdez dice:

        ¿Pero qué es la formación?
        Hay personas, todos las vemos o escuchamos cada día en los medios de comunicación, cuyos criterios y planteamientos ponen los pelos de punta. Incluso, los que sabéis mucho de libros y habéis leído a muchos economistas, y a filósofos, y a científicos, os habréis encontrado en diferentes textos de distintos autores teorías totalmente dispares, y todas bien expuestas y bien razonadas; pero de dos afirmaciones contrarias no las dos pueden ser ciertas, o no del todo.
        Se me viene a la cabeza — ¿Heráclito y Demócrito? Bueno, me puedo estar equivocando de nombres — el “nada es, todo cambia” del uno, y el “todo es, nada cambia” del otro. Y los dos eran tan e igualmente filósofos.
        Luego la formación no es garantía de nada. Ni el tenerla lo es de estar en lo cierto.
        En cuanto a la reflexión estaremos un poco en las mismas. Nadie reflexionará sobre algo que ni se le esté pasando por la cabeza, y si ese “algo” se lo indicas, se lo haces notar y se lo pones ante los ojos, y le dices que reflexione acerca de ello, su reflexión será lo que esa persona esté entendiendo desde su sensibilidad (o desde su razón) por “reflexionar”, no lo que tú le estás pidiendo.
        Y cuando preguntes, a cualquiera, qué quiere, o a qué tipo de sociedad le gustaría llegar y con qué valores, sabes muy bien que cada persona te daría respuestas diferentes, o no sabría responder (a lo mejor porque no se lo ha planteado jamás), o te contestaría con cualquiera de los tópicos o lugares comunes que sirven para salir del paso airoso pero sin contenido ninguno.
        Y es que una sociedad que hagamos entre todos, en una especie de consenso en el que cada individuo ha de hacer de tripas corazón para transigir un poquito, y ceder y aceptar cuando haya de hacerlo en cuestiones esenciales, de principios, irrenunciables para él — y a eso hay que avenirse en cualquier tipo de consenso — siempre habrá individuos que se sentirán incómodos y que resultarán molestos, que no se adaptarán o serán aceptados de mala gana, y terminarán saltando chispas por alguna parte.
        Se me ocurren los frentes populares, o esas revoluciones que tanto se están dando ahora en Oriente (creo que Medio, pero ando flojilla en mapa del mundo) donde se aglutinan gentes con interés y motivaciones que nada tienen que ver unos con otros para luchar, juntos, contra el dictador de turno. Y cuando derrocan al dictador vienen los enfrentamientos entre ellos, y las cosas no van para nada mejor.
        La única forma de funcionar que no fallaría sería que cada persona, en cada momento y en cada acto y en cada gesto de su vida, actuase ateniéndose estrictamente a qué es ético y a qué no lo es.
        Tan fácil que parece.
        Pero vivimos en un mundo en el que la ética no tiene valor alguno. Es casi ridículo tomarla en consideración. Y lo vemos y lo constatamos todos, todos los días.
        El individuo, de uno en uno, él solo y sin traicionarse es el que conseguirá una sociedad y un mundo mejores. Sin necesidad de ponerse de acuerdo con nadie; incluso mejor sin ni siquiera intentar ningún acuerdo.

        1. Alberto dice:

          Me ha encantado tu opinión Alicia.
          Lo he leído con avidez y sólo al final planteas la solución: actuar éticamente.
          Y aquí viene mi reflexión: ¿sólo hay una ética? Debería ser así, pero cada individuo la interpreta a su norma y criterio…y seguimos con el lío.

          1. Alicia Bermúdez dice:

            Pues, Alberto, a mi me parece muy fácil. Estaré dentro de la ética siempre que nada emanando de mí invada, en ningún aspecto, del mundo de lo tangible ni del mundo de lo intangible, ni una milésima de milímetro de lo que pueda ser la paz de otro.
            Y lo tengo como norma de la que tomo consciencia cada vez que noto cómo me duele que algo me quita la mía. Pero no porque me la quite a mí, sino porque me doy cuenta de que ella es muy vulnerable.
            Lo he expresado fatal.
            Quizás más que paz sea serenidad o quietud de ánimo, esa que permite actuar sin pasión ni ira.
            Sigo expresándolo mal.
            Gracias y un saludo.

        2. Manuel Bautista dice:

          Es cierto lo que planteas, Alicia. Es que el tema tiene muchos matices y así, a golpe de comentarios breves, es difícil.

          Por formación yo no entiendo aprender qué filósofo está en la verdad, porque posiblemente muchos de ellos lo están, pero solo en parte y, por otro lado, eso de la verdad no es algo que, posiblemente, pueda aspirar a alcanzarse desde un nivel de desarrollo limitado, como el que tenemos todos los humanos.

          Por tanto, yo supongo que a lo que debiéramos aspirar es a ir accediendo a sucesivos niveles de «verdad», a medida que vayamos siendo capaces de comprender y percibir aspectos más complejos de la realidad.

          Desde este punto de vista, escuchar diversas opiniones bien razonadas sobre un determinado tema, te ayuda a pensar, a elaborar tu propio criterio (el del momento, porque luego debería ir cambiando, a medida que avanzas en tu formación) y hacerte nuevas preguntas.

          En cuanto a lo de reflexionar, que en realidad va asociado a la formación, tú misma lo has dicho: si a cualquiera de nosotros nos preguntasen qué valores y qué sociedad querríamos tener, probablemente nos quedásemos parados, sin saber qué contestar. Por la sencilla razón de que no nos lo habíamos planteado nunca. Pero, tras oír a otros, y planteártelo más veces, posiblemente ya empezaríamos a tener un primer esbozo de respuesta. Y así, poco a poco, reflexionando, iríamos construyendo una idea más elaborada sobre el tipo de sociedad que nos gustaría tener. En realidad, como en todo, se requiere una «gimnasia» que poco a poco nos vaya engrasando.

          Claro, así, a palo seco, sale más difícil. Pero, si oyes a otros que sepan, que hayan reflexionado sobre el tema; si lees lo que han pensado unos y otros, si te obligas a desarrollar tu propia reflexión, aunque al principio suene un poco elemental, poco a poco iremos colocándonos en situación de aportar.

          En fin, el tema es largo, pero sí creo que por ahí van los tiros.

          Un abrazo, Alicia, y feliz año.

          1. Alicia Bermúdez dice:

            Pero es que sí sé qué tipo de sociedad quiero. Lo que pasa es que no creo que haya gobierno alguno que pueda lograrla, que esté ni siquiera interesado en ella. Que no necesitaría gobernantes… ¿Y qué gobernante puede sentirse atraído por llegar a una sociedad en la que él no sea necesario ni el dueño del poder?
            Y no estaba plantando qué filósofo está en la verdad. Era sólo un ejemplo de que cualquier afirmación estructuralmente bien argumentada es sostenible tanto como la contraria.
            Y, el año feliz, también yo te lo deseo. Y a todos.

  2. lapaty dice:

    Respondiendo a la cuestión sobre qué es ético y qué no, yo creo que existe una ley básica: no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti mism@.
    En segundo lugar y respondiendo a Alberto y Alicia y puestos a filosofar, el debate sobre si la formación es clave o no habría, necesariamente, de empezar sobre la muy discutida cuestión de si el «hombre (ser humano) es un lobo para el hombre (ser humano)» de Hobbes. La maldad se aprende, es decir, es cultural o es innata??, pero …qué es la maldad realmente? y si es un concepto «relativo» y «circunstancial»??. Cientos de años de filosofía y siguen sin existir respuestas «verdaderas» a las cuestiones de las que se deriva todo lo demás.
    Un saludo a todos y Feliz Año Nuevo.

  3. Loli dice:

    Una vez oí decir a alguien, y con mucha verdad, algo así como que todos sabíamos lo que había que hacer cuando tratábamos temas generales y más aún si se trataban de aquéllos en los que veíamos peligrar nuestros «derechos adquiridos» o nuestro «Estado del Bienestar».

    Y que resultaba curioso porque luego a la hora de gestionar o «gobernar» de algún modo nuestro entorno y dar salida o solución a los dilemas domésticos, económicos, sociales, de trabajo, más cercanos, somos incapaces de hacerlo.

    Es fácil moverse en la generalidad, como creo que ya se comentó en este mismo blog en otro momento.

    Alicia, es posible que todos creamos tener claro qué tipo de sociedad o gobierno queremos…el ideal.

    Pero creo que Manuel plantea no quedarse en eso solamente, sino hacer un verdadero ejercicio y trabajo en la búsqueda de «sucesivos niveles de «verdad, como lo define en su
    comentario, y que yo entiendo como búsqueda de lo que hay ya estudiado y reflexionado desde otros puntos de vista, desde otros órdenes, y hasta desde otros momentos históricos.

    Profundizar en nosotros, en cómo estamos ahora, confrontar y tratar de sacar deducciones inteligente que cada vez nos aproximen más a la realidad en qué nos movemos.

    Es un trabajo que requeriría estar dispuesto al esfuerzo, a la renuncia de un tiempo de ocio para dedicarlo a la búsqueda, y hasta a un ejercicio de humildad, de renococer que a lo mejor al final ni siquiera es gobierno utópico e ideal que nos habíamos imaginado es el que se puede dar ahora.

    A lo mejor así podríamos plantear a nuestros gobernantes verdaderas demandas constructivas, no les daríamos más alas que les aboquen a gobernar de forma «populista» ni acrecenteríamos el poder de un sistema que cada vez gobierna más de espaldas a los pueblos.

    Yo sé que al final he caído también en una «generalidad», pero quizás buscando la formación y huyendo un poquito más de la pereza, conseguimos arrancar trozos de concreción y acercanos más a la verdad social que nos rodea.

    Felices «Reyes Magos» a todos.

  4. Mano Oquendo dice:

    Quizás no se trate tanto de formación como de mantener un actitud inquisitiva hacia lo que nos rodea durante esta vida.
    Un preguntarnos el por qué de muchas cosas, de modo que las respuestas que nos vamos dando –o las que otros nos ofrecen– queden expuestas a una confrontación permanente con los hechos.

    Como si fuéramos nuestros propios Sócrates tratando de iluminar el camino común usando un poco nuestra capacidad de pensar. Solos y en grupo, en red. Compartiendo.

    Creo que esta actitud es más difícil y eficaz que buscarlo en los libros –cosa que también es valiosa, por supuesto.

    Discernir es un proceso que debe ser constante y que es importante porque tendemos a quedamos en la meras apariencia de las cosas y rara vez nos acercamos al fondo. La pereza ante el tener que pensar es muy fuerte.
    No es tanto cuestión de estudios como de actitudes y hábitos constantes.

    Pero para que esta actitud tenga sentido es necesario tener una idea del ser humano y de sus fines que justifique ese esfuerzo de desarrollo personal.

    En su ausencia es prácticamente imposible encontrar un por qué racional a estas cuestiones que afectan mucho más al espíritu que a lo pedestre y efímero. El mero utilitarismo hedonista apenas tiene recorrido. ¿Por qué iba a tenerlo?

    Por otra parte hay algún comentario un tanto relativista. «Rortiano»
    De esos que vienen a decir ¿qué es bueno y qué es malo? como si estos conceptos fueran inventos susceptibles de infinitos formatos al gusto del cliente.

    Eso es una especie falsa que propala la forma de poder que viene manejado la cosa pública desde tiempo inmemorial.
    El poder ni reconoce ni acepta límites. Mucho menos límites morales.

    Por eso se ha ido cargando todas las religiones –con las que ha podido– y todos los filósofos capaces de desarrollar una moral universal (Kant, Sócrates, Plotino, etc).

    Por eso hasta la Física se va enseñando sólo a reducidas élites de especialistas ignotos y cien años más tarde de la Relatividad y la Cuántica siguen los bachilleres sin tener ni idea –académicamente hablando– de por dónde anda la ciencia cuando esta es inconveniente a los intereses del poder.

    En fin, como bien dicen Manuel Bautista y el artículo de Raúl, es un largo camino. Arrieros somos porque el camino es la vida.

    Un saludo

  5. Ramón Morcillo López dice:

    He leído con detenimiento cada uno de vuestros comentarios y me admira, me sorprende y me anima todo lo que decís. estoy seguro que podríais ser entre todos un magnifico «motor del cambio».
    Me pregunto ¿por qué no empezáis ya?, o como se dice ahora, por qué no salir del armario y con las potentes herramientas de que disponéis empezáis; empezamos.
    ¡es que es el tiempo de obrar!

  6. Eloísa López dice:

    Me parece fundamental lo que decís de hacernos preguntas sobre lo que queremos e interesarnos en saber cada vez más para tener criterio y discernir. Sin eso…

    Lo que quiero añadir, porque tengo la sensación de que es una de las cosas que han fallado en los movimientos sociales que han surgido en los últimos años como respuesta a la situación que vivimos, es que nos falta reflexión sobre el papel de cada uno en ese movimiento activo de cambio.

    Para trabajar en equipo, es primordial el recocimiento de dónde estamos cada uno, de desde dónde partimos, qué es lo mejor que podemos aportar en cada momento… Creo que muchas veces queremos un papel más relevante del que nos corresponde y enturbiamos el proceso. A veces todos queremos opinar de todo, por el simple hecho de que se oiga nuestra voz (para repetir lo que otros ya han expuesto perfectamente; otros que se lo han currado más que nosotros) y las ideas no pasan a la acción porque se dedican muchas más horas de las necesarias a exponer ideas, cuando a menudo están clarísimas desde el principio… Somos poco operativos porque aportamos más ego que voluntad de trabajo, y también creo que porque nos cuesta mucho reconocer y apoyar a quienes han cultivado su persona a fondo; estamos muy acostumbrados a encumbrar a líderes de plexiglás.

    Si en la reflexión particular de cada uno, tenemos claros los valores y principios que no queremos traicionar, debemos aplicárnoslos en todo el proceso de participación social a llevar a cabo.

  7. Manuel Bautista dice:

    Manu ha puesto encima de la mesa un debate muy importante y Ramón Morcillo nos lanza, con toda la lógica, la pregunta clave: si tenemos tan claro qué es lo que habría que hacer, y teniendo en cuenta la aguda necesidad de que se haga, ¿por qué no nos ponemos ya manos a la obra? Te doy mi respuesta, Ramón.

    El primer problema es la falta de tiempo. Todos estamos muy ocupados y, como bien dice Manu, lo que se necesita hacer supone un montón de trabajo y un equipo de gente potente para hacerlo. Solo mantener un blog como este ya implica muchas horas. Es decir, hace falta gente y tiempo.

    El segundo problema es más sutil. Nadie se ve a sí mismo capacitado para ponerse en un movimiento que pretenda (¡nada menos!) buscar una salida a la situación actual y, de alguna manera, influir para que aplique.

    Todos tendemos a situarnos entre el público que anima a que “alguien” haga ese trabajo, pero pocos, muy pocos, se ven con ganas, capacidad y una cierta vocación de saltar al ruedo y “hacer algo por tu país”. Y, como dice Eloísa, porque entre quienes dan el paso hay también muchos que se mueven más por ego que por generosidad.

    El tercer problema es que tampoco sabemos lo que queremos, porque yo no creo que esté nada claro lo que hay que hacer ni hacia dónde avanzar. Estamos acostumbrados a criticar lo que hay, pero muy pocas veces sabemos definir una alternativa real. Por tanto, nos hace falta a todos un trabajo de formación y reflexión, seguido por otro de elaboración de propuestas. Sin esto último, nada tendría concreción ni sería creíble.

    Dicho esto, yo coincido con Manu Oquendo en que ésa es la única salida que tiene esta situación. Yo, personalmente, creo que articular y organizar en detalle esa salida es una tarea de gran complejidad y de muchísimo trabajo, pero aunque difícil, posible. Posible si, como digo, se van resolviendo estos tres problemas que he citado.

    Saludos a todos.

  8. colapso2015 dice:

    Veo mucho -alice un wonderland-

    Lo que ustedes ven sencillo, aquí un manipulador de conceptos no lo ve tan color de rosa.
    La democracia es el sistema de gobierno por el cual una nación establece un método conocido y acotado con el cual se cambia el marco legal, acción ejecutiva y la supervisión de este. No es tan simple como parece coordinar millones de personas, por ello las democracias del mundo son mas bien escasas.
    Un ejemplo de coordinación es el gran miedo, y otra la revolución del te. El detonante es claro,…,los resultados dispares.

    Se les enche la boca con que esto es una democracia sin embargo la sociedad no es capaz de cambiar el marco,…,:-)

    Un interruptor que no funciona no es un interruptor es un engañabobos…

    La modélica transición de la dictadura de un muerto, a la oligarquía del franquismo y falangismo de eminencias como Fraga, escribiente del pútrido y radiactivo texto, …, elemento conocido por su fuerte respeto a la democracia y amor al oportunismo. Esto es
    La NADA. El régimen de una banda de truanes que escritura lo imposible para carcomer el sentido del orden común, des-orar la ley, y robar a manos llenas.

    Que se puede esperar de un texto que comienza con 1. ‘España se constituye…’
    hispania se contituye…lo peor

    1. colapso2015 dice:

      Disculpen errores escribo en una tablet, y pone lo que le parece….

  9. parenqueyomebajoaquí dice:

    Lo básico que yo necesito también lo necesita el otro; lo que a mi me duela, me disguste, me entristezca, me produzca miedo o molestia también se la produce al otro. El otro soy yo. Simple. La solución -si es que la hay a estas alturas de la película y cayendo en barrena como estamos- es actuar cada uno de forma correcta (éticamente). Ser buenos y solidarios es la única salida ¿A la crisis? ¿Al colapso mundial social y económico? No; es tan solo la única manera me minimizar en lo que podamos el ‘tortazo’ que nos vamos a llevar como especie estúpida, engreída y manipulable que somos; porque del ‘galletazo’ que nos vamos a llevar no nos salva nadie. A la gente, conocidos y desconocidos, les digo: «cuando llegue el ‘apocalipsis’ no quiero lagrimitas… os lo coméis con patatas porque parece que lo estáis deseando». Ellos me miran como a un ‘tarado’ y vuelven a sumergirse en su vida falsa, manipulada y egoísta. Yo me dedico al marketing y la publicidad y siempre mantuve que un buen marketing te vendía el infierno; ahora soy consciente de que no solo lo vendían, sino que lo compramos. Saludos, me encanta el BLOG y en su inmensa mayoría los comentarios, da gusto. Gracias a todos.

  10. Cosmopolita dice:

    En primer lugar me gustaria agradecerles a tod@s l@s transeúntes de tan elaborado blog
    por sús aportaciones.
    Más que soluciones, me asaltan las dudas:Disponemos de tiempo para reflexiones eticas? Seriamos capaces de construir unos pilares sin antes allanar el terreno? Y de no ser asi, y quizas conscientes de la imposibilidad, solo estemos esperando a que otros lo allanen para que se pueda dar un segundo paso? Hemos de ser sabedores de que en este nuevo orden, donde el viejo aún no ha muerto y el nuevo no acaba de nacer, no hay cabida a revoluciones, y hemos de empezar a allanar el terreno nosotros mismos, ya que la base del sistema aguantara lo que sé le eche, quedando asi los posibles arquitectos sin turno de palabra. Unos estan esperando a que todo se arregle con el tiempo, y otros a que ocurra la ultima señal, antes de que se pueda actuar, y ninguna de esas dos cosas ocurriran. Hemos puesto el despertador, y no sonara, y al despertarnos nos encontraremos con lo que han decidido que sea nuestro dia a dia, y ya será tarde.Y por falta de tiempo, la pregunta ya no es: Que es lo que queremos ? sino, que estan dispuestos a cedernos? Jamás volveremos a 2006, pero por no dedicar tiempo a la etica, y por no querer o saber aprender de nuestros errores, si tuvieramos la más minima oportunidad, lo hariamos, y lo hariamos hoy mismo y con los ojos cerrados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza Cookies propias para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios. Si continua navegando, supone la aceptación de la instalación de las mismas. El usuario tiene la posibilidad de configurar su navegador pudiendo, si así lo desea, impedir que sean instaladas en su disco duro, aunque deberá tener en cuenta que dicha acción podrá ocasionar dificultades de navegación de la página web. política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies