La Fundación del Español Urgente la ha elegido como palabra del año 2016 y posiblemente sea de las expresiones más repetidas en las tertulias políticas y los medios de comunicación. Y cuando una palabra resulta tan manoseada, sus contornos tienden a difuminarse, perdiendo su significado original.
Probablemente, si oímos la palabra populismo, automáticamente nos venga a la cabeza la imagen de Trump, Le Pen (padre e hija), Erdogan o, entre nosotros, Pablo Iglesias. Sin embargo, como apunta el artículo de The Economist que os enlazo, mientras que Trump quiere deportar a los inmigrantes ilegales, Iglesias propone otorgar derecho de voto a los extranjeros regulares; mientras que el populista Evo Morales propone ampliar el derecho de los granjeros indígenas a cultivar coca, el también populista Presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ordena a la policía ejecutar a los sospechosos de tráfico de drogas. El concepto es tan difuso que incluso hemos calificado de populistas a los partidarios del Brexit, encabezados por el líder del Ukip, Nigel Farage, cuya única propuesta conocida era la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.
En fin, hay populismos de derechas y de izquierdas, nacionalistas e internacionalistas, militaristas y pacifistas… sin que aparentemente tengan mucho en común entre ellos. Por tanto, es preciso plantearse ¿cuál es el común denominador, si es que existe, de todos estos movimientos para que los metamos en el mismo saco? Y, por supuesto, también sería pertinente la pregunta de si no se habrá convertido la palabra populismo en una etiqueta que colocamos a movimientos que no nos gustan, para así denigrarlos como peligrosos o sospechosos de antidemocráticos.
No es la primera vez en la historia que el populismo salta a la palestra con fuerza. En 1967 tuvo lugar una importante conferencia en la London School of Economics para definir “populismo”, sin que se llegara a un acuerdo satisfactorio. La gran preocupación por el fenómeno en esas fechas se refleja en las palabras de Ghita Ionescu y Ernest Gellner que, en su libro Populismo: sus significados y características nacionales, escribieron algo así como que “una sombra inquieta al mundo: el populismo”.
En los años 60, el calificativo de populista aparecía en los debates que entonces generaban más ansiedad en la población, como los procesos de descolonización, el futuro de la agricultura o la evolución del comunismo en general y del maoísmo en particular.
Como entonces, ahora también surge el palabro en el debate de aquellas cuestiones que más preocupan: cómo salir de la crisis, nacionalismo frente a globalización, el futuro de Europa, el terrorismo internacional, cómo afrontar la inmigración, etcétera.
Es decir, parece que el fenómeno del populismo tiende a rebrotar en los debates sobre las cuestiones más relevantes, que aparentemente no tienen una solución, al menos sencilla, generan frustración en la población y suelen provocar fuertes divisiones. Parece, por tanto, que el caldo de cultivo del populismo sería una situación crítica en las que las instituciones no sirven para dar soluciones, al tiempo que emerge la figura de un líder mesiánico.
Pero volviendo al concepto, en los últimos tiempos, ha ido cuajando la definición de populismo que dio en 2004 el politólogo de la Universidad de Georgia, Cas Mudde, según la cual sería una “ideología fina” a la que puede adherirse todo tipo de “ideología gruesa” (izquierdas, derechas, nacionalismos, socialismos…). Esa ideología fina se caracteriza por crear una división moral entre el pueblo puro o auténtico y el resto, que recibe una calificación peyorativa, ya sea la de “casta” o la de “elites económicas o políticas”.
Por tanto, el común denominador de los populismos es considerar que una parte de la sociedad representa al “verdadero pueblo”, como categoría moralmente pura y que nunca yerra en sus decisiones. El resto no formaría parte del mismo, sino de unas élites corruptas contrarias a los deseos e intereses de la gente. A partir de esta construcción, el político populista se coloca a sí mismo como verdadero representante del pueblo al que aspira unificar bajo su impoluta dirección.
Veamos algunos ejemplos de conocidos políticos con un discurso populista. Recordemos a Nigel Farage celebrando el triunfo del Brexit con el famoso “ha sido una victoria de la gente auténtica (real people)”, negando, por tanto, ese carácter al 48% que había votado en contra.
Trump, durante la campaña, afirmó que “lo único importante es la unidad del pueblo, porque la otra gente no significa nada”. El discurso inaugural del Presidente Trump es el perfecto ejemplo de populismo. Algunas perlas: “la ceremonia de hoy tiene un significado muy especial. Porque no solo estamos transfiriendo el poder de una administración a otra o de un partido a otro, sino que estamos transfiriendo el poder de Washington y se lo estamos devolviendo a ustedes, el pueblo”. “El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo volvió a gobernar este país”.
Es decir, los gobernantes anteriores a Trump, aunque hubieran sido elegidos democráticamente, en realidad no representaban a la gente de verdad, sino a élites corruptas.
En la misma línea, en el arranque de la campaña electoral, Marine Le Pen se presentó como “la candidata del pueblo”; el líder turco Erdogan en un Congreso de partido, desafiando a sus críticos, afirmó “nosotros somos el pueblo ¿quién eres tú?”.
El discurso de la línea de Podemos vencedora en Vistalegre II está trufado de populismo. El lema de su web es “nunca más un país sin su gente”, como si hasta ellos los anteriores gobiernos elegidos democráticamente no hubieran representado al pueblo. El exitoso discurso político de Podemos se basa en la distinción entre el pueblo auténtico -“la gente y los pueblos de nuestro país”- y la elite o la casta corrupta; siendo el objetivo del partido que ese pueblo auténtico “recupere la soberanía” (tal y como señalaba Iglesias en el discurso de cierre de Vistalegre II), por supuesto, a través de la victoria electoral de su único y legítimo representante, esto es, el propio Iglesias.
En definitiva, el populista divide a la sociedad entre el “pueblo puro” a quien sólo el líder populista representa y los demás que no significan nada (Trump dixit) y a partir de ahí la democracia representativa empieza a tambalearse. Si el líder populista es la encarnación del pueblo, quien se oponga a su voluntad forma parte de la casta. La voluntad del líder populista, como expresión directa de la voluntad popular, no puede verse limitada por leyes, parlamentos, instituciones o incluso jueces. La prensa o cualquiera que critique al líder populista ataca directamente al pueblo. Acabamos de ver como Trump ha vetado a determinados medios de comunicación, a los que ha calificado de «enemigos del pueblo» por ser críticos con el líder.
Y es que el discurso del populista no admite discrepancias, críticas o matices, ya que, como afirmaba Robespierre, simplemente el pueblo habla por su boca. Es por ello que el discurso populista tiende al simplismo sin matices: el pueblo quiere lo que quiere y esto siempre es fácil de discernir. El líder populista húngaro, Victor Orban, no participó en los debates electorales con la siguiente explicación: cuando se cae un árbol en una carretera hay personas que tienen grandes teorías sobre cómo retirar el árbol y otras que simplemente empiezan a tirar de él. Simplismo puro: el pueblo siempre sabe, las élites enredan.
La comprensión del populismo es esencial como medio para profundizar en lo que significa la democracia representativa, en cuanto aquel podría considerarse el lado oscuro de esta, que emerge de tiempo en tiempo, cuando se da el caldo de cultivo adecuado: una buena parte de la población fuertemente desencantada de las políticas tradicionales.
El fascismo sostenía una noción del pueblo más allá de cualquier forma política, que podía representarse de forma fidedigna a través del líder. Uno de los padres del moderno constitucionalismo -Hans Kelsen- aclaró que tratar de definir algo tan ambiguo y cambiante como el pueblo o la voluntad popular suponía entrar en una “ilusión metapolítica” que no conduce a ningún sitio: lo único que realmente puede verificarse es el resultado de elecciones periódicas. Y en esto consiste la democracia representativa.
Para debatir de esta relevante cuestión, OTRASPOLÍTICAS organiza, el 8 de marzo a las 18.30, el encuentro “EL POPULISMO ¿DE DÓNDE VIENE Y A DÓNDE VA?”, sobre el que podéis encontrar información aquí.
Apoyándose en las últimas elecciones en el estado alemán donde nació Merkel , dominadas por un partido de derechas , Jan Werner Müller ,profesor en Princeton y autor de «What is populism » dice «Germany appears to fit a conventional diagnosis of European politics: populists are on the rise and individual countries — and the EU — might become ungovernable.
Yet this is a misleading picture. What are described as populists are often protest parties which can potentially play a constructive role in existing political systems. The danger arises from genuine populists who claim that they are the only ones to represent the “real people” and that all other political contenders are illegitimate.
Ver Financial Times https://www.ft.com/content/54240580-75db-11e6-bf48-b372cdb1043a
Apoya pues las tesis de este artículo .Populismo ,¿por qué no ?, pero a poder ser inteligente , sensato ,de servicio públicol , reivindicativo , constructivo, no demagógico….y democrático.Es decir que contemple con honestidad y humildad que se puede equivocar o no representar la mayoría real . Sin duda difícil de medir en ocasiones.
Gracias por su comentario.
Sí, el libro que menciona de What is Populism me parece una referencia para entender qué es realmente el populismo, cómo funciona y por qué se considera el lado oscuro de la democracia representativa.
En mi artículo me he basado en las tesis de Jan-Werner Müller.
Saludos
¿Y a cuánta gente ha visto por ahí inteligente, sensata, constructiva, etc.? Porque al final gobiernan a los que más se ha votado.
Yo lo que veo son personas interesadas, egoístas, demagógicas, linchadoras, envidiosas, y con auténticas ganas de salirse con la suya como sea…
Y la situación está así como consecuencia del progresivo declive, mediocridad e incompetencia de unos partidos gobernantes con auténtica falta de sentido de la responsabilidad y de una mínima capacidad de liderazgo. Toda una señora ministra diciendo que el aborto es como operarse las tetas ¡Óle! ¡Toma ya!, por ejemplo, y hay muchos más.
¡Para echarse las manos a la cabeza! El desastre está servido, sin lugar a ninguna duda.
Muchas gracias por su comentario Juan.
Desde luego el mejor antídoto contra el populismo sería una ciudadanía formada, culta y solidaria que despreciara a políticos y propuestas de ese cariz. Pero no parece que esté a la vuelta de la esquina ese tipo de ciudadanía. Mientras tanto solo unas instituciones sólidas pueden frenar la populización de la política.
Saludos
Si la «Democracia» es «el gobierno de la gente», y además el nuestro es un sistema democratico establecido sobre el sufragio universal, ¿de qué nos escandalizamos? Ya sabíamos que el nivel de formación del pueblo en su conjunto es bajo y sabemos que seguirá siéndolo durante algún tiempo todavía. La expresión «sabiduría popular» es, a todas luces, absurda. La degradación de las instituciones, por tanto, me parece la consecuencia natural del procedimiento que «nos hemos dado», y el populismo su expresión más genuina. Las masas siempre responderán a la voz del pastor y la vigilancia de los perros.
Según la RAE:
POPULISMO. Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares.
POPULAR: Perteneciente o relativo al pueblo, Que es peculiar o procede de él. Pero también dice en su acepción 3ª: Perteneciente o relativo a la parte menos favorecida del pueblo.
En fin, la razón, (eso que tenemos todos), nos lleva a utilizar las palabras según más nos convenga. Porque si populismo es la tendencia política que pretende atraerse a las clases populares, se podría decir que todos los partidos son populistas.
El problema viene cuando los nuevos populismos, con promesas difícilmente cumplibles y aprovechándose del sufrimiento de esas clases menos favorecidas por el sistema, tratan solamente de cambiar unas clases perjudicadas por otras que además ya no serian ni populares, ya que si el pueblo son ellos, los que no piensen como ellos no podrían ni siquiera pertenecer a la categoría de populares.
Parece que la solución no vendría por perpetuar el modelo de sociedad, tan desigual que nos hemos dado, cambiando unas cosas por otras pero siguiendo dentro del sistema que no parece que nadie quiera cambiarlo. Quizá la solución podría venir por asumir que los demás, es decir, que los que no piensan como yo no están demás, que formamos todos parte de la misma sociedad, y que el respeto a las diferencias intentando que cada vez sean menores, asumiendo la responsabilidad que todos tenemos, sería un buen principio para no excluir a nadie.
Voltaire decía, “Nunca ha habido gobierno perfecto porque los hombres tienen pasiones; si no tuviesen pasiones, no necesitarían gobierno”.
Saludos
Gracias por su comentario.
Como bien dice, la definición que la RAE da de populismo permite meter el en saco a cualquier político: ¿quien no quiere conseguir el voto popular? Y si todos son, en mayor o menor medida populistas, ¿de qué sirve el concepto? Precisamente por eso los politólogos dan un concepto más estricto -y a mi juicio acertado- de populismo que es el que recojo en el artículo, que está tomado del libro What is Populism? de Jan-Werner Müller.
Saludos
Aunque espero asistir al encuentro anunciado, no puedo sustraerme a comentar algo sobre el asunto. Sobre todo por los muchos «sesgos» interesados en dar al término un sentido de sospecha o peligro democrático en ciernes, tal como viene haciendo una gran parte del mundo mediático.
Por ello conviene profundizar en todos esos conceptos y términos que se repiten una y otra vez sin saber realmente su verdadero sentido.
«Populismo» se habrá analizado y estudiado (incluso por el mundo académico) pero parece que todavía no se ha entendido de qué va. Puede ser una sensibilización personal o colectiva por los problemas de las personas que lleva a hacerlos públicos, frente a la manipulación política y mediática con que nos bombardean cada día pretendiendo darle una ideología concreta. Lo «popular» del PP tendría más carga «populista» que la palabra «Podemos» y la búsqueda de votos es la acción «populista» por antonomasia, tal como dice el autor.
Quizás vaya siendo hora de limpiar nuestras mentes de prejuicios introducidos muy hábilmente en el lenguaje interesado para reconocernos como personas que desean vivir libremente la vida que les parezca. ¡Qué pena de Derecho Natural tan menospreciado por quienes quieren reglamentar y controlar todos nuestros actos!
En la UE proliferan las políticas Populistas e Inquisitoriales. Los Populismos son aliados estratégicos que sirven para sostener el Poder Colonial que hoy tenemos de la mano de las audiencias televisivas que sostienen a los Medios del Poder. No se crean ni por un instante que no coinciden en sus esencias Totalitarias.
Mientras tanto en la Unión Europea van desapareciendo libertades elementales como la de Expresión y también la de Pensamiento con la obligatoriedad de Adoctrinamiento escolar.
Franco habría vivido cien años más con la mansedumbre actual. En Alemania la novela de mayor éxito ha sido » Er ist wieder da»………..»Ha vuelto». Hitler despierta de un largo sueño y ve que sus ideales se han realizado.
http://pajobvios.blogspot.com.es/2017/03/diario-marzo-2017.html
Saludos
Gracias por el enlace, Manu.
un saludo,
Gracias Manu por el comentario.
Es verdad que vivimos en un mundo en el que se nos obliga a mirar la realidad por un mismo agujero bastante estrecho. En ese sentido es cierto que el ideal totalitario del pensamiento único se ha realizado en la forma política más formalmente respetuosa con la libertad que jamás ha existido en la historia conocida de la humanidad. Pero también es cierto que tenemos recursos para investigar, indagar y abrir los ojos a otras realidades. Es nuestra responsabilidad.
Oí a alguien decir que en el pasado el poder mataba a los poetas y ahora los ignora, sepultados en toneladas de información con el mismo contenido absurdo. Pero lo cierto es que el mundo de las ideas sigue ahí esperando ser descubierto.
Saludos
Hola,
Yo creo que hay que enfocarlo de otra forma. Populismo no es un «qué», es un «cómo».
No importa mucho qué proponen, importa cuál es el tipo de discurso, cómo engancha en la sociedad. Por eso yo he acuñado un nuevo término: Emociologías. Que refiere a la faceta emocional utilizada.
Quien se anime a leerlo podrá ver que enfocado así, todo resulta bastante claro y coherente.
Emociologías
http://pajobvios.blogspot.fr/2016/12/emociologias-el-libro.html
Puede que en el fondo de todo, bajo todos los argumentos y analisis, subyazca una esencia a la que tarde o temprano tengamos que ir a beber: la concepción del ser humano sobre la que se construye todo el edificio de un modelo.
Artículo muy interesante que toca suscintamente el problema de la política en general. Quizás nos podía llevar a la reflexión que el ejercicio «político» de «siempre » es populista.
Todos los políticos, sin excepción, práctican para llegar al gobierno el «slogan popular» para ganar las elecciones. Luego la «maquina burocrática » premia a los «conductores» del triunfo.
Luego la «apropiación» del Poder genera corrupción, alejamiento de las promesas, actitud práctica, la llamada «maquinaria» partidista y por ende desencanto popular.
No olvidemos el componente doctrinal de las ideologías que son la base de la política. El tener una actitud «civil» como, de alguna manera, propugna el «liberalismo» tiende al «elitismo» y facilita las diferencias de «clase» económica y de oportunidades.
Podríamos concluir que el «populismo» es «la roca» donde se asienta la «política» actual.
Muchas gracias por el comentario.
Efectivamente, como analiza Manuel Bautista en su artículo sobre el populismo, el virus estaba inoculado en el funcionamiento de las modernas democracias representativas de forma que solo hacía falta que se diera la climatología idónea para que brotara con la fuerza con que lo ha hecho.
Saludos
La primera vez en la epoca moderna que escuché el término populismo, fué en la República Argentina durante el Justicialismo Peronista.
Frente a la estructura politica montada por el general, surge una figura desde una estracción social baja, adorada por las masas que es la de Eva Duarte de Perón.
Mientras el gobierno preparaba y desarrollaba leyes sobre la sanidad, la educación etc, Eva Perón con un simple baño de masas, en mercados u hospitales, conseguía tanta o mas popularidad que los miembros del gobierno.
Evidentemente el alcance de una ley ajustada y correcta es mucho mayor que la de una sola persona por mucha accion social que realice.
Pero evidentemente en un momento en que los medios de comunicación, no tenían el alcance que tienen ahora, resultó un medio para conseguir votos y mantener el sistema político ( justicialismo ) muy eficaz.
Este caso y otros similares, fueron advertidos por distintos gobiernos posteriormente, y de alguna manera se han perpetuado.
Mas teniendo en cuenta las estructuras democráticas, y la limitación en el tiempo de los periodos legislativos, que presiona para que los índices de popularidad de un político no bajen.
Un abrazo
Muchas gracias por el comentario.
Efectivamente el Peronismo fue una de las más perfectas manifestaciones del populismo, en la que el líder era el pueblo y su voz no podía ser contestada por nadie ya que por ella hablaba el mismo pueblo. La muerte del pluralismo y, por tanto, de la democracia representativa; como demostró durante muchos años el ejemplo argentino.
Saludos
Humildemente creo que el marco teórico citado es bastante pobre en cuanto a una aproximación de que es el populismo o qué comporta. Máxime, y a propósito de la referencia al peronismo, cuando el mayor teórico del populismo, el difunto Ernesto Laclau es de obligada lectura o referencia así como por extensión a Antonio Gramsci, Lacan y Saussure, al menos.
En resumidas cuentas y por no entrar en el complejo corpus teórico, populismo no es una ideología sino que se habla de momento populista cuando existen crisis de representación y los discursos tradicionales no se fijan a las identidades existentes como consecuencia de crisis económicas, desarticulando el entramado de equilibrios institucionales y de actores políticos.
El populismo no pretende «representar al pueblo» sino constituirlo al entender que las identidades y los sujetos no están a priori predefinidos. Un matiz respecto de los llamados populismos de derechas: se da confusión entre nación y sus notas ancestrales y místicas con pueblo. El pueblo como comunidad articulada según el populismo no es nacionalista.
¿Cómo lleva a cabo esta operación de fundar/ construir un pueblo como actor político? Efectivamente a través de lo que se llaman prácticas hegemónicas. Consiste pues en la articulación de una comunidad, una subjetividad, que convoque a sujetos excluidos de la política o subalternos a través de la agregación de sus demandas particulares, confiriéndoles un sentido unitario, opuesto a un enemigo (como si se indicaba en el artículo). Para ello se necesita un líder y un discurso que encarne intereses particulares como un universal, lo que se denominaría sentido común coloquialmente. Un apunte para matizar. Interesante el artículo.
Vuelvo de unas vacaciones por la Patagonia chilena y argentina donde tuve buenas conversaciones con viejos y nuevos peronistas, conservadores, socialistas y otros representantes de tribus políticas –incluyendo los mapuches pacíficos, no los financiados por europeos. Y tratando de ponerme al día con la lectura de opiniones sobre lo que está ocurriendo me encuentro con este post de Isaac que francamente me ha causado risa por insistir con el populismo como si fuera una ideología alternativa al capitalismo y al socialismo, esto es, como si fuera una tercera vía (esa tercera vía tan manoseada por intelectuales delirantes y manipulada por políticos sin ideas). No. El populismo es la denuncia de grupos nuevos que tratan de movilizar y organizar el descontento de los votantes en democracias constitucionales por parte de los partidos políticos tradicionales cuando estos partidos son rechazados por los votantes (algo que normalmente ocurre en períodos de crisis). Isaac, no pierda el tiempo dándole vueltas a algo simple y muchos menos no pierda tiempo tratando de entender el peronismo sin conocer bien la historia argentina. Su interpretación del peronismo en respuesta al comentario del lector Rafa me ha causado risa.
EB, le agradezco sus siempre amables comentarios.
El artículo no dice que el populismo sea una tercera vía al capitalismo o socialismo, sino que es una forma de hacer política que puede adherirse a cualquier ideología. El populismo no es algo «nuevo», como sugiere usted, sino que viene surgiendo en las democracias representativas cada cierto tiempo cuando se dan las circunstancias idóneas. Si le interesa el tema le recomiendo la lectura de What is Populism? de Jan-Werner Müller.
Saludos
Disculpe pero en su post se limita a cuestiones ideológicas y a referencias a frases sueltas de Trump y otros etiquetados como «populistas». Su «cómo» no implica una estrategia común de esos «populistas», ni siquiera intenta esbozar cuáles serían los elementos centrales de la estrategia «populista». Muchos artículos y libros sobre populismo son panfletos para denunciar a políticos etiquetados como «populistas» o delirios intelectuales para denunciar las malas intenciones que se esconderían tras los «populistas» sea por rechazar el socialismo o el capitalismo (y que le conste que cuando yo hablo de capitalismo básicamente me refiero al estatus quo que puede variar mucho entre democracias constitucionales–sí, el socialismo es totalmente incompatible con una democracia constitucional). Otros artículos y libros promueven las ideas de algún político disfrazado de revolucionario (generalmente son publicados luego que de alguna manera se accedió al poder), y unos pocos tienen pretensiones académicas pero sin ninguna importancia porque el estudio comparativo de sistemas políticos es un área «imposible» (lo mismo que ocurre con el estudio comparativo de sistemas económicos).
Sus referencias a Trump y otros se enmarcan dentro de la línea «oficial» de denunciarlos porque atacan a los partidos tradicionales (no importa su ideología). Aunque usted parte reconociendo que «sería pertinente la pregunta de si no se habrá convertido la palabra populismo en una etiqueta que colocamos a movimientos que no nos gustan, para así denigrarlos como peligrosos o sospechosos de antidemocráticos», usted luego se limita a palabras y frases tomadas deliberadamente para mostrar que por lo menos son «bichos raros» cuyos «pergaminos democráticos» son cuestionables. De los millones de frases que ha dicho Trump en los últimos 24 meses usted puede elegir a su gusto para sacar la conclusión que usted quiera, en particular si su fuente principal es El País –cueva de políticos podridos y fracasados disfrazados de periodistas y columnistas.
Si usted estudiara en detalle la historia argentina que lleva primero al triunfo electoral de Perón en 1946 y luego a su resurgimiento del ostracismo (1973) que abriría la etapa post-Perón, se sorprendería de que un movimiento en principio tan débil haya podido organizarse y mantenerse vigente hasta hoy día. No se extrañe si la próxima elección presidencial la gana un candidato «peronista» porque el «peronismo unificado» sigue teniendo mayoría absoluta. Y a pesar de que ya han pasado 70 años todavía no podemos definir al «peronismo» como una «tercera vía» ni podemos explicar claramente la estrategia del «movimiento peronista» que le ha permitido mantenerse con un nivel tan alto de apoyo electoral, y por supuesto no podemos explicar sus causas y sus consecuencias por más que cientos de académicos lo han intentado y lo siguen intentando.
Entiendo que en el momento actual, se busca la fama a cualquier precio, el famoso lo es porque los medios de comunicación han multiplicado su imagen; he oido en repetidas ocasiones la frase de » Si no te conocen, no existes «, referida a escritores, pintores músicos, etc.
La política no se sustrae a esta tendencia; históricamente al no encontrar tanto eco en los medios, pues el índice de alfabetización no permitía que se leyeran tantos periódicos, ni la television, radio, y ahora las redes, tenían las cotas de audiencia que han conseguido paulatinamente; el político tenía forzosamente que estar en la calle, tener presencia entre el pueblo, en definitiva hacerse popular y populista.
El tradicional político de despacho, por muy bien que lo haga, parece que en este momento, no tiene cabida.
Vivimos en un mundo, apabullado por la imagen, en el que además de conocer sus lineas de actuación, necesitamos saber de nuestros representantes públicos, donde han estudiado, su estado civil, que comen y donde veranean, con los que nos construimos una idea (imagen), de como van a actuar y además si van a dejarse atrapar por la corrupción.
Pienso que en este momento se dá el populismo, porque está de moda lo popular, todo lo que tamiza el pueblo, de manera democrática, tiene peso de ley.
El ejemplo que cité en el anterior comentario sobre Eva Perón fué anecdótico, pues me pareció válido para ilustrar el comentario, pero ni conozco demasiado el marco político en que se produce, ni en profundidad la época en que surge, aunque creo que el justicialismo ha pervivido con diversas formas.
Un abrazo