Los motivos por los que nuestra democracia es un sistema fallido, en buena medida, son varios, pero el principal es la abierta incapacidad interesada y voluntaria de los líderes de los partidos de priorizar una cultura democrática novedosa, tierna y vulnerable, frente a los réditos electorales procedentes de una cultura de “régimen”.
Un sistema autárquico se define, entre otras cosas, por un paternalización impuesta, y muchas veces criminal, con el que se hacen políticas de las que la ciudadanía es depositaria, en mayor o menor medida, sin su participación, consulta o posibilidad de debate y oposición. A la postre, el tipo de vínculo que crea un dictador con sus ciudadanos es el de mandar / obedecer. Un régimen activo militante frente a un conjunto pasivo que debe agradecer.
Hemos de recordar que la sociedad española fue incapaz de acabar con su fuerza y motivación con el dictador que dominó en España durante casi cuarenta años, y que a su muerte cientos de miles de personas le fueron a rendir homenaje, en un ritual en el que el personaje en cuestión seguía apareciendo como un “salvador”. Mesiánico y territorial, como corresponde a cualquier nacional-socialista.
Las relaciones nocivas y patológicas no cambian por la desaparición de alguna de las personas que forman el vínculo creado. Un vínculo “subsidiado” de una ciudadanía sumisa e institucionalizada, permanece tras la desaparición de las personas o regímenes que lo han creado.
Estos tipos de vínculo se manifiestan en dos formas principales. Una es el carácter dogmático y absolutista del pensamiento que se conforma en la relación, en este caso político-social, que es casi siempre incapaz de hacer los ejercicios dialécticos básicos frente a las diferentes posturas y planteamientos de las distintas propuestas lanzadas en un juego plural. Y otra es el crédito que obtienen aquellos grupos cuya marca está asociada al manejo del poder, o la credibilidad cuasi ciega que se le otorga ciertos partidos y líderes con un marcado estilo institucionalista.
Evidentemente la extinta UCD, pese a intentarlo, por su semejanza en formas y semblantes predemocráticos, no pudo ni acercarse a este sentido de lo plural. El primer PSOE de González, que gobernó durante catorce años, se convirtió en heredero directo de esta tarea. Su apuesta fue por la modernización económica y la integración europea, dejando el tejido civil y el cuerpo social en manos de los cuadros afiliados al partido, con la lógica consecuencia de institucionalizar unos vínculos basados en el sometimiento a la filia y el clientelismo. Muy poco progreso en los nutrientes sociales. El PP de Aznar que le sucedió, tampoco hizo casi nada al respecto, pues el foco ya se dirigió irremediablemente hacia el desarrollo económico y la consolidación y crecimiento de una clase media, sobre la base de la inmensa cultura hortera de los “nuevos ricos”. El empobrecimiento colectivo iba alcanzando cuotas mayúsculas 25 años después del cambio de régimen. Y el colofón son los años posteriores, donde los líderes que desde entonces han gobernado o componen el tejido político, tienen poco más que el perfil de presidentes de una comunidad de vecinos.
Y en medio de todo este empobrecimiento, que poco parece habernos importado, hay dos hechos que, al parecer, han sacudido las conciencias de la ciudadanía de unos años a esta parte: los sucesivos casos de corrupción que, de las cúpulas de los partidos políticos, han corroído todas las instancias en las que han fijado su vista, y el brutal efecto de la crisis económica, con la millonaria pérdida de empleos, que ha tocado uno de los mitos por antonomasia del españolito de a pie, como es su vivienda. La impresión que se puede obtener de ello es que no ha emergido de la nada una sensible conciencia ciudadana, a la que poco antes no parecía afectarle, por ejemplo, la mayúscula trama corrupta andaluza, los evidentes conchabeos del nacionalismo catalán o las mordidas del tesorero del PP, sino que no estaba dispuesta a tragar con perder su propio empleo y su digna vivienda.
Pensando mal, el desengaño de la población estaría más en que no se ha cumplido el “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”, que en una conciencia colectiva sobre la decrepitud de un sistema desastroso.
Ese movimiento de las conciencias, con un mínimo de cultura y sensibilidad, quiere apostar por una firme rebelión contra el rol asignado por la clase política directora, pues muestra un profundo malestar por tener que seguir formando parte de una escena en la que lo único que le toca es ser dirigido, o sea ser mentido, y empieza a exigir, no tanto que le tengan en cuenta, como algunos pretenden hacernos creer que es el problema, sino porque le digan la verdad y no lo que ellos piensan que queremos oír. Y en esto sucede como en la adolescencia, en la cual o los padres legitiman que los jóvenes dejen atrás su infancia, o estos jugarán a un doble juego en el que aprovecharse de los beneficios de ser mayor y menor a la vez, sin asumir suficientemente la responsabilidad de su adultez. Y así nos está pasando a nivel social.
En la rebelión contra la casta de los dos nuevos partidos en ciernes, subyace, de distinto modo, un deseo de reafirmar que de lo que se trata es de dirigir un país, y si se han de afirmar cosas que no interesa que se digan, estas sean dichas. Queda por dilucidar la manera en que gestionarán esa necesidad de saneamiento político.
Se reivindica un trato, un criterio y un vínculo que acabe ya con la consideración de la ciudadanía como si se tratara de una clase de primaria, borreguil y seguidista, y se pase página hacia, por lo menos, la de una de secundaria, pues la de bachillerato ya parece inalcanzable. Por eso, una de las grandes asignaturas pendientes de la democracia española es la modernización democrática del conjunto social, que permanece, con pocas alteraciones, invariable respecto al sistema autárquico anterior. Desde ahí es desde donde se explica mejor el juego de sistema-antisistema que está dominando el escenario político actual. Y como todos sabemos, cuando entra un problema en ese proceso es que no se va a solucionar.
Y es que cuando se juega, hasta alcanzar la mayor de las harturas, a que el político de turno te diga: “¡qué bueno fue para ti el día que me encontraste!”, te puede pasar que con el tiempo te contesten: “¡qué malo es para ti este día en el que ya no te voto! Eso sí, no porque hayas desarrollado una mentalidad sobre la realidad de los demás, sino solo tras perder tu casa y tu empleo, y otros cuarenta años más.
Salgo de viaje en poco tiempo y Carlos, hoy, aborda uno de los aspectos culturales y organizativos que vivimos a diario por lo cual, en «praxis», estamos todos bastante al cabo de la calle.
Voy a tratar de ser sintético.
Dice el artículo que nuestra democracia es un sistema fallido y que es así porque los agentes estructurales primordiales, en último análisis, optimizan sus rendimientos con este modelo.
Es la tesis central de Gary Becker, el premio Nobel fallecido, que explicó que también las conductas delictivas tienen un fundamento económico que las refuerza. Rendimiento neto positivo.
Pero, a mi modo de ver el sistema es fallido por un motivo previo: Fracasa inexorablemente porque se basa en la compra emocional de votos emocionales sin que ni el Comprador ni el Vendedor tengan que ser responsables de pagar dicho voto. Y de remate tiene siempre la capacidad coactiva de pasar a un Tercero los Costes.
El sistema otorga al ganador la posibilidad de decidir quién va a pagar el precio de sus votos o de endeudarse para ello. La «Externalidad» está servida.
Es decir carecemos de un arquetipo moral y de la capacidad de establecerlo. De hecho el Sistema ha desactivado casi todos los Arquetipos Morales exógenos. Se nos ha vuelto «Inmanente». Divinidad pura.
Culturalmente casi todos los jugadores –Compradores y Vendedores– aceptan la regla de las mayorías sin limitación. La capacidad de imponer en cuestiones fiscales sin que el proceso tenga un límite cierto.
Esto parecerá una obviedad pero, cualquier juego que funcione con estas reglas, termina por reventar en muy pocos ciclos. Varoufakis lleva cerca de 20 años dando clase de esta materia que se conoce como «Teoría de Juegos» y que es muy Práctica.
En el caso de un país como España que no puede pasar sus problemas a otros países (los Imperios pueden hacerlo y suelen durar más) creo que la cosa da como para entre 6 y 10 ciclos antes de reventar.
Gran parte de la Retórica mediática (un proceso psicológico subliminal y constante que Carlos conoce bien) se dedica a proclamar la inexistencia de ningún sistema que supere al actual. Y ello a pesar de que Tomás Moro lo solucionó hace ya 500 años.
Pero mientras esto sucede nos encontramos con la vida real.
PIB per cápita 2014 = PIB per cápita de 1976 x 5.
Salario mínimo 2014 = Salario mínimo 1976 x 9,4.
Precio de una barra de pan 2014 = Precio de una barra de pan 1976 x 16,44.
Precio de una entrada de cine 2014 = Precio de una entrada de cine 1976 x 22.
Con estos datos, publicados en la Prensa el año pasado, ¿Qué tipo de retórica nos estamos tragando sin chistar? Ojo, en 1976 ni había paro ni deuda.
Es evidente que la Disonancia Cognoscitiva funciona en nosotros a tope pero los libros de Festinger, casualmente, hace décadas que desaparecieron del mercado.
Creemos lo que queremos creer en un sistema que Crea y Reproduce la cultura que el Poder necesita para perpetuarse y crecer.
Me parece que vamos a tener que replantearnos los «Arquetipos Morales», los modelos de mujer y de hombre, en los cuales se basa nuestra sociedad Actual.
Los que nos inculcan desde los Mass Media son los que interesan al Poder. Están diseñados para manejar al Rebaño.
Muchas gracias por el artículo y buenos días
Ay! La política, esos sobres en B, ese jaguar invisible en el garaje, esos pelotazos inmobiliarios, esos Eres firmados por los Sindicatos, esas bajadas de sueldo y aumento del IVA de seguido, esos cinco mill. De desempleados con Su 26% de población Activa-inactiva, esas dietas por alojamiento teniendo cada y todo, esas pensiones vitalicias, ese Senado..donde sólo se está sentado, esos 10.000 aforados de la Justicia, esas suculentas tarjeta Black, y el «trasiego» de las bolsas de basura con «fajos» dentro; Ay! La política de Españistan, las energéticas con beneficios astronómicos sin «permitir renovables» que bajarían el precio, Ay! La política, con la Troika dictando su melodía: fuera pensiones! , bajen los sueldos!, apliquen 23% de Iva; de qué Iva la política? , de Mejorar la vida de los ciudadanos?- y la Democracia? ..De que se haga lo que diga la mayoría? Y ser tolerante con ello?-…bien- en manos de quién estamos?, si..el panorama es el Qué es?..sí, en manos de quién? …se está haciendo todo MAL, en mi opinión..»necesitamos otro Mundo y otra Europa»..o…malo, malo.
Errata anterior: cada= casa.
Pienso que la democracia no deja de ser un sistema de gestión de un grupo social.
El simple hecho de que este grupo esté participado por personas, con la tremenda complejidad de cada una de ellas, implica que la variable «evolución» sea básica.
La democracia será un resultado de la evolución y desarrollo de las personas que lo formen, de su educación y civismo, y a medida que se crezca, esta democracia será mas justa, igualitaria y participativa.
Cada generación deberá sacrificarse en parte por la educación de la siguiente, para que disfrute de una vida más cercana a lo «justo» (una utopía en el horizonte, pero un fin digno y suficiente para una sociedad).
La democracia es, en mi opinión, el único sistema de gestión que permitirá una tendencia social hacia la «justicia» tan aclamada y solicitada por cada uno de nosotros.
Es necesaria y, gracias a Dios, hay muchos hombres de política, jóvenes estudiantes, trabajadores y ancianos que así lo entienden y que se sacrifican en pos de un mejor mañana por si mismos y por los demás.