
En España, se quitan la vida 10 personas cada día, de media. El suicidio es la primera causa de muerte no natural.
(…) por cada víctima mortal de la violencia de género ocurren unas 65 muertes por suicidio; por cada homicidio, 11; por cada fallecido en accidente de tráfico, 2.
Para comprender lo que significa esta cifra, el Ministerio de Sanidad recurre a estas comparaciones: por cada víctima mortal de la violencia de género ocurren unas 65 muertes por suicidio; por cada homicidio, 11; por cada fallecido en accidente de tráfico, 2.
Mientras que en las demás causas de muerte se han ido tomando medidas y se han ido logrando avances, en el caso de los suicidios los números no disminuyen y, hasta hace muy poco, ni los organismos competentes ni los medios de comunicación se lo tomaban en serio.
Aunque se reconoce que se trata de un fenómeno muy poco estudiado, se piensa que quienes deciden quitarse la vida suelen ser personas que viven situaciones psicológicas, afectivas o sociales conflictivas, que no se sienten capaces de solucionar y que, además, acaban viéndose afectadas en su salud mental.
(…) es común enfocar el suicidio como una lacra social; un mal sobre el que hay que actuar preventivamente para reducir su número tanto como sea posible.
Por eso, la mayoría de los planes de prevención recomiendan facilitar el acceso a profesionales que puedan ayudar a salir adelante a quienes se encuentran en esas situaciones.
En todo caso, entre quienes hablan de ello públicamente es común enfocar el suicidio como una lacra social; un mal sobre el que hay que actuar preventivamente para reducir su número tanto como sea posible. Es el punto de vista de la Organización Mundial de la Salud.
Lo que no se oye plantear a nadie es que el suicidio sea un derecho individual que la sociedad deba admitir y respetar. Nadie argumenta, en este contexto, que cualquier persona tiene el derecho de poner fin a su vida si no está a gusto con ella. Y si alguien dijera tal cosa, hoy por hoy sonaría a barbaridad. Por eso resulta sorprendente y contradictorio cuando se compara este asunto con el de la eutanasia.
La eutanasia se introduce planteándose de un modo muy convincente: se trata de pacientes afectados por enfermedades incurables, cuya vida ha entrado en una fase de sufrimiento insoportable y que, en pleno uso de sus facultades cognitivas, desean que alguien les ayude a poner fin a sus días; les ayude a morir, en definitiva.
(…) la transformación que se produce en la sensibilidad social cuando se empieza por casos aparentemente obvios (…) para irnos deslizando después, poco a poco, hacia otros planteamientos que eran inimaginables cuando se empezó a plantear la eutanasia.
Por supuesto, el tema es muy complejo y no se puede simplificar. Pero, lo que me interesa tratar aquí es un aspecto parcial del mismo: la transformación que se produce en la sensibilidad social cuando se empieza por casos aparentemente obvios, como el citado, para irnos deslizando después, poco a poco, hacia otros planteamientos que eran inimaginables cuando se empezó a plantear la eutanasia.
Un ejemplo: hace unos días se publicaba que, en Holanda, donde la eutanasia es legal desde 2002, se estaba debatiendo autorizarla a personas mayores “cansadas de vivir”. El debate había surgido porque el Gobierno había encargado un estudio para calcular cuántas personas de más de 55 años, sin ninguna enfermedad grave, podrían desear ayuda para el suicidio cuando considerasen que su vida “está completada”. Tras entrevistar a más de 21.000 potenciales “beneficiarios” de esta medida y a 1.600 médicos de cabecera, la conclusión era que unos 10.000 holandeses de esas edades podrían solicitar esa ayuda.
No obstante, la propia directora del estudio, Els van Wijngaarden, señalaba que “el deseo de morir no es nunca blanco o negro, porque incluso los que de verdad insisten en el suicidio tienen a la vez un deseo de vivir que puede superar lo otro” y añadía: “Cuando los mayores se sienten más conectados con su entorno, sus deseos de morir disminuyen o incluso desaparecen”.
No se sabe si, tras este estudio, el Gobierno holandés ha considerado necesario encargar otro para identificar qué medidas se podrían tomar a fin de que esas personas, no solo vuelvan a sentir interés en vivir sus vidas, sino que aprendan a disfrutarlas. Ni siquiera está claro si este gobierno cree que este aspecto de la cuestión también forma parte de sus responsabilidades.
Lo que sí está claro es que este informe ha llevado a una diputada, Pia Dijkstra, a plantearse presentar un proyecto de ley sobre “vidas completas”. Para ella, “las personas de edad avanzada que van a sufrir por estar con vida tienen derecho a morir en el momento que ellos mismos elijan”. Con la actual composición parlamentaria este proyecto no saldría adelante, pero el debate ya está encima de la mesa.
Y una vez que se acepta que el deseo de poner fin al sufrimiento, físico o mental, o simplemente al “cansancio vital”, es causa suficiente para exigir que les ayuden a suicidarse, (…) ¿por qué no reconocer ese derecho a cualquiera que lo solicite, sin obligarle a justificarlo de ningún modo?
Un debate en el que es fácil confundir los conceptos y acabar, como decía antes, deslizándose de unos planteamientos a otros que, inicialmente, nadie contemplaba. Porque se empieza pidiendo la eutanasia para enfermos terminales, con dolencias físicas incurables sometidos a un sufrimiento insoportable; para después pasar a pedirla para los enfermos que, a pesar de que sus dolencias físicas son curables, consideran que el sufrimiento que padecen no es soportable; para pedirla, a continuación, para quienes tengan enfermedades psiquiátricas o mentales que, aunque no por ello se vayan a morir, quieran poner fin a su sufrimiento; para terminar (por ahora) discutiendo la posibilidad de extender el derecho a la eutanasia para quienes estén cansados de vivir, o consideren que su vida ya se ha completado, y no desean seguirla prolongando.
Y una vez que se acepta que el deseo de poner fin al sufrimiento, físico o mental, o simplemente al “cansancio vital”, es causa suficiente para exigir que les ayuden a suicidarse, ¿por qué reconocer ese derecho solo a los mayores de 70 años o a los mayores de 55? ¿Por qué no reconocérselo a cualquiera que sea mayor de edad? Es más, llegados a este punto, ¿por qué no reconocer ese derecho a cualquiera que lo solicite, sin obligarle a justificarlo de ningún modo?
¿Por cuánto tiempo nos va a seguir pareciendo preocupante que cada día haya 10 españoles suicidándose? ¿Por qué está “mal” suicidarse y, en cambio, tenemos que reconocerle a cada vez más gente el “derecho” a ser suicidados?
¿(…) que está fallando en nuestras sociedades para que haya tantas personas que no quieran seguir viviendo?
¿Por qué los políticos y periodistas no le dan la vuelta al problema y se plantean en serio qué es lo que está fallando en nuestras sociedades para que haya tantas personas que no quieran seguir viviendo?
Al margen de que cada cual tenga, o no, el derecho de decidir sobre su vida, ¿no nos conviene plantearnos qué degradación se está produciendo en nuestra sociedad para que nuestros legisladores se sientan presionados porque cada vez hay más gente que prefiere suicidarse antes que seguir viviendo? ¿No deberían encendérsenos muchas luces de alarma?
El tema que plantea Manuel tiene muchas derivadas.
La primera que él mismo comenta es el porqué tanta gente mayor está cansada de vivir y se plantea dejar este mundo por la vía rápida. Si dejamos aparte los casos de enfermedades incurables y dolorosas, así como las motivaciones religiosas, espirituales o filosóficas, uno de los principales incentivos para tener deseo de vivir es el sentir que su vida es útil, que sirve para algo. Creo que una de las cosas en que está fallando la sociedad actual es en dar un lugar, una función a la gente mayor.
Antiguamente los abuelos eran parte de la familia, todo el mundo lo veía de forma natural (todavía sigue siendo así en muchas partes del mundo como en los países árabes), los abuelos eran respetados y queridos, y eran proveedores de cuidados y de consejos para los niños.
Por otro lado la sociedad está desperdiciando un potencial de conocimientos, de sabiduría ganada con los años para las empresas y la sociedad.
Un tema que resulta preocupante de esas propuestas para que desde el poder se facilite el suicidio de las personas cansadas de vivir es que ese mismo poder es en el fondo parte interesada. Si lo pensamos bien los mayores son “clases pasivas”: reciben dinero del Estado y no aportan. Además el déficit de la seguridad social en los países en que se disfruta de pensiones es cada día mayor debido a la inversión de la pirámide de población. Alguno tendrá la tentación de facilitar el que se aligere ese déficit por este medio. Quizá sea mal pensado, pero más vale estar alerta ante este tipo de propuestas.
Estimado Paco,
A mi me cuesta creer que haya alguien en la cúpula del Estado que planifique fríamente la introducción de la eutanasia como forma de reducir gastos en el futuro, aunque siempre cabe esa sospecha. Pero, lo que es evidente es que se podrían hacer muchas cosas para que quienes acaban pidiendo la eutanasia no sintieran la necesidad de llegar a ese extremo. Simplemente, en el campo de los cuidados paliativos se podría hacer mucho más de lo que se está haciendo, y basta ver la entrevista que le hizo en La Sexta Jordi Évole al doctor Marcos Gómez, un referente en medicina paliativa, cuyo enlace adjunto (https://www.lasexta.com/programas/salvados/mejores-momentos/marcos-gomez-en-contra-de-la-eutanasia-con-una-sedacion-paliativa-el-objetivo-no-es-acabar-con-la-vida-del-enfermo-sino-con-el-sufrimiento_20161023580d10c30cf2d6cc9cb95ea7.html ).
Pero, no solo habría que hablar de lo que puede hacer la medicina, también habría mucho que hablar de ese sentido de utilidad al que te refieres, de cómo combatir la sensación de soledad, de cómo estimular el desarrollo de nuevos intereses realmente creativos y enriquecedores de la personalidad y de tantas cosas que se podrían hacer.
Un saludo, Paco y muchas gracias por tu comentario.
Muy interesante e ilustrativa la entrevista al doctor Marcos Gómez
Gracias por el enlace y por el artículo. Este doctor lo tiene bien claro, y en su discurso no hay dobleces… da gusto escucharle, pero efectivamente en este campo parece más fácil comprender la situación y actuar en consecuencia. Al menos después de escuchar al doctor Gómez, me lo parece.
El problema es que cada vez hay más gente que no se «encuentra» en este mundo… que el vacío es enorme en esta sociedad… y cada vez en edades más tempranas. Solventar esto es lo más complicado y la cuestión más preocupante, y dudo mucho que en el panorama político en el que nos encontramos nadie tenga ni la más mínima idea de lo que hacer, seguramente ni se lo planteen… Además, los casos de suicidio son ya el extremo contabilizado de esta situación, lo que no se tiene son las cifras de todas las personas que viven en una especie de estado de suicidio latente… con determinados trastornos psicológicos llevando una especie de muerte en vida. No sé si me salgo un poco del tema, pero el desapego a esta vida en personas adolescentes… es algo que no debería tener lugar. Si tiene ganas de dejar este mundo un chaval de 15 años, que tiene tanto mundo que devorar, cómo nos va a extrañar que quiera dejarlo un prejubilado de 55… que se supone que deja de ser útil para este entramado social… Lo que hay es que focalizar en la raíz… pero para eso hace falta más amor y dedicación… y estas palabras no creo que las vaya a escuchar en ningún congreso.
Cerca de 100.000 abortos al año, que se dice pronto, que es esto ¿otro tipo de eutanasia sin defensa ni consentimiento?, yo lo llamo, asesinato puro y duro. Según la cita de ese periódico, se gastan 10 veces más en abortar que en ayudas. Y para colmo, hoy leo la noticia de que el gobierno quiere que la ley de eutanasia incluya también a los enfermos de alzheimer.
Conocía la entrevista al Dr. Marcos Gómez por el impresentable de la secta. Ha sido claro y contundente.
Coincido con Paco, No se a quien más le puede interesar esta carnicería.
Las motivaciones para el suicidio pueden ser múltiples, pero en estos momentos hay un amplio porcentaje de ellos (y temo que subiendo) de quienes el sistema actual de gobierno va a amargar la vida y se vean impotentes ante lo que diariamente se les viene encima. Hace falta ser muy fuertes y tener las ideas muy claras para resistir los envites procedentes del espacio de lo público.
Por una parte está la cada vez mayor limitación de las libertades personales, sometidas a criterios gaseosos o arbitrarios de los gobiernos, sin que el Estado de Derecho los proteja. Como ejemplo están las anunciadas leyes de «libertades sexuales» o las de pensamiento único.
Por otra la confrontación de géneros con clara preeminencia de la mujer sobre el hombre en todos los ámbitos que, mucho me temo, tenga bastante que ver con la violencia o el suicidio, con clara vulneración del artº 14 de la Constitución (igualdad ante la ley).
Por otra las muchas situaciones de inseguridad social, económica o política a las que se unen las agoreras profecías de las «Greta»· de turno o las supuestas filantropías de muchas ONGs teledirigidas desde la sombra del poder.
Si nos damos cuenta, son los sistemas políticos las armas utilizadas para mantener unas cuotas de muertes por unos motivos u otros. Las normas apabullantes que cercenan la libertad y el derecho natural de las personas y van cediendo a los gobiernos (no al Estado) paulatinamente su libre albedrío. Los hijos y su educación ya no son de los padres, el amor o cualquier otro sentimiento se encorseta artificialmente en normas y leyes, el pensamiento libre se apaga con el Código Penal, los principios éticos y morales son pervertidos por nuevas religiones y la ingeniería social……
«Que se pare el mundo, que me bajo» era un slogan «anarco» que viene a definir el hartazgo social y personal de la mentira y la manipulación política y corporativa.
Un saludo.
El problema es que la mayoría de los que se suicidan no es que no quieran vivir, es que quieren dejar de sufrir y siendo el sufrimiento evitable. Los suicidios por causa de injusticia, por depresión, por problemas económicos, por aislamiento social… son evitables y si estas personas no padecieran estas situaciones querrían seguir viviendo.
La eutanasia la entiendo como el ultimo remedio a una situación imposible, de enfermedad y/o de sufrimiento físico irreversible extremo. El suicidio es la pérdida de la esperanza.
Comparar ambas cosas es absurdo en mi opinión.
Hola Ana. Sabes, a priori se tiende a pensar así como dices, que quienes se suicidan son solo o mayoritariamente gente que tiene problemas mentales, o que están sumidos en una profunda depresión debido a causas externas de cualquier tipo por lo que sufren. La verdad es que no manejo cifras y no sé si hayan datos al respecto, pero también existe el suicidio o la intención por motivos racionales. Por ejemplo, en mi caso, y no creo que sea el único, siento que la humanidad no aporta en nada a la vida del planeta Tierra, sino todo lo contrario, la depredamos y matamos vidas inocentes de todo tipo. Aunque uno sea una persona que reduzca, reutilice y recicle, que compre de forma consciente, que ande en bicicleta y que tenga una huella ecológica mínima, aún así sin querer hacemos daño. Casi que habría que vivir alejado de la sociedad para no tener una huella ecológica dañina. Por eso de por sí creo que cualquier vida humana menos que exista, es un aporte a la vida. Para mí el principal problema actual del mundo es la sobrepoblación. En fin, eso, para mí la sociedad humana no tiene sentido en cómo la vivimos. Luego está el valor que se tenga de la vida, las relaciones humanas, laborales, de entretención, con la sociedad, etc. Pero se puede tener perfectamente una vida donde alguien externo diga que se es saludable y aún así no encontrarle sentido a la existencia. Con todo lo anterior, creo que es positivo para el mundo y para cada estado que vidas que no se quieren vivir se dejen morir. Yo creo que a eso alude finalmente este artículo, sobre el derecho al suicidio, al ejercicio de la libertad con respecto a la propia vida.
De forma muy resumida.
El Estado, los poderes, intereses e ideologías que lo rigen, viene preparándose hace ya mucho tiempo para poder gestionar directamente el final de las vidas.
Es la manifestación máxima de la forma de Poder que hemos instalado en nuestras sociedades y que, recordemos, No Representa a los ciudadanos, en palabras del profesor Luigi Ferrajoli –máximo exponente jurídico europeo en cuestiones de Garantismo y Topología de los Sistemas Legales. «Poteri Selvaggi», «Poderes Salvajes» es el título de la obra concreta.
La infraestructura hospitalaria y los órganos decisorios para ello ya está instalada. Los Comités de Bioética están en su sitio y, de momento, cubiertos por personas cuya función principal es otra. No se pudo «completar» la obra del gran estadista, Sr. Rodríguez Zapatero, y lo que queda es crear el estado de opinión para darle el último empujón en esta legislatura bolivariana al servicio del Nacional-Socialismo patrio.
Como «la calle» ya ha sabiamente juzgado, se trata de evitar los costes ingentes de la «no natalidad autóctona» y el envejecimiento inevitable que conlleva. Algo que el propio sistema político y económico ha producido de modo determinista. Necesariamente.
Al final, del mismo modo que ha sucedido con los Coches Diésel o con la Invasión de Plásticos, estamos viendo la reacción de los Estados que los han producido y fomentado: Resolver el problema por la vía de la ejecución directa de los casos pertinentes. En unos nos obligan a vender antes de tiempo lo que antes nos incentivaron a comprar y ahora lo harán «por nosotros». De paso se ahorrarán hasta la investigación en Paliativos –ya no serán necesarios– como ha sucedido en Holanda («Seducidos Por la Muerte» Dr. Herbert Hendin )
En el caso de esta «falsa eutanasia» –vigilen la semántica– se está haciendo con un engaño: No se trata de dar libertad de suicidio, de facilitarlo.
Se trata de que en aquellos casos en los cuales la persona «No Ha Dicho nada» meterlo en un «protocolo terminal» con las firmas necesarias incluyendo o no las de los parientes. Ya se ha visto en Madrid un ensayo hace unos diez o once años.
Decía Ligur hace un par de comentarios, que tenemos cada año unos cien mil niños muertos deliberadamente en el vientre de sus madres —y es obligatorio recordar que esto está contemplado como una política pública obligatoria si un país quiere acceso a infinidad de créditos de instituciones globales en el célebre memorandum 200 de 1974 , Kissinger-Nixon, para reducir la fertilidad global–.
Así estamos. Ahogando Gritos Silenciosos en una sociedad que se muere. «Soilent Green» all over.
Si el Estado quisiera darnos libertad de suicidio lo tendría muy fácil. Lo ha hecho Suiza que es un país seriamente democrático: Se modifica total o parcialmente el ARTICULO 143 del Código Penal y Resuelto. De hecho su apartado 143.4 ya contempla una sustancial reducción de penas para casos extremos y verdaderos.
Un último dato:
De los 10/11 suicidios diarios 7/8 son de Varones y el resto de Mujeres. El teléfono de «Ayuda al Suicida» es privado. Ni un solo «Observatorio»
Y dicen los fiscales que hasta resulta complicado conocer en detalle los casos.
Deberíamos entender mucho mejor en dónde estamos y cómo nos manejan.
Saludos cordiales y muchas gracias por Artículo y Comentarios.
PS. El libro del Dr. Hendin relata la lamentable experiencia –holandesa y otras– y ratifica lo que sostiene el vídeo del Dr. Gómez que ha traído D. Manuel Bautista,
¿Y por que no llevarlo un paso mas allá? Que sea un organismo publico el que decida sobre la utilidad o no de los ciudadanos y decida ponerle fin a sus vidas cuando estime que ya no son productivos. Vamos que cuesta mas mantenerlos de lo que aportan a la sociedad. Miedo, mucho miedo.
Si hay una ley para prohibir la decisión de marchar de la vida. Y no hay una ley para proteger los derechos a una vida digna… Porque se hace tan ilegal el querer marchar con sentido común para no vivir sufriendo.. Llevo sufriendo 1 año por culpa de la mala situación de la justicia delante de defender a hombres acosados y maltratados. No podría haber un número de apoyo tanto para defenderte como para poder marchar de esta vida sin dejar a la familia en la ruïna? Al final te da igual como quede la familia económicamente. Pienso que con cierto duelo… Al poco se olvidarán. Y si vida económica ya la resolveran.pero desearia ser dueño de mi decisión.
Te pueden encerrar injustamente en una cárcel…. Dejarte inútil por una mala praxis médica… Y no te dejan cuando acabar con el sufrimiento. Por eso quienes queremos acabarlo… Tenemos que hacerlo a escondidas como autoasesinos. Es una pena pero es así.
Lo fácil sería una sedacion y ya está
Estimado contertulio, lamento sinceramente su situación. Parte de la respuesta está en los comentarios anteriores.
Cita:
En el caso de esta «falsa eutanasia» –vigilen la semántica– se está haciendo con un engaño: No se trata de dar libertad de suicidio, de facilitarlo.
Se trata de que en aquellos casos en los cuales la persona «No Ha Dicho nada» meterlo en un «protocolo terminal» con las firmas necesarias incluyendo o no las de los parientes. Ya se ha visto en Madrid un ensayo hace unos diez o once años.
Fin de cita.
Ante esta situación despótica en la que el Poder crece sin límite a expensas de las libertades y la vida de personas concretas caben varias opciones. Una de ellas es la de la avestruz o el síndrome de la manada –confiar en que le toque a otro–. Otra hacer mutis por el foro. Otra es defenderse de la agresión.
Me impresiona tremendamente el dato de que de cada 10 u 11 suicidas diarios 7/8 son varones y que no haya ni un solo teléfono público para atender al suicida. El que existe es privado.
Verde y en botella.
Al estimado contertulio que ya «no puede con el dolor físico y mental»:
¿Quien le ha contado que con un «fácil sedación», todo lo le que hace, ahora, sufrir, terminaría?.
¿Alguna prueba «basada en la evidencia»?.
¿Alguien ha podido revertir el camino de «no retorno»….y contarlo?, ¿cuándo?, ¿dónde?.
¿Están despejadas todos los misterios biológicos que explican la vida y la muerte?….
Tan fácil….¿cómo podemos saberlo?…¿Cómo se puede legislar lo desconocido, lo ignorado?, ¿con qué osadía?.
Repito: ¿quién le ha asegurado a Ud. que todo se resuelve con una sedación?…porque quién lo ha hecho…miente…no sabe lo que ocurre tras una intervención así en el camino de su vida…y no tiene ningún derecho a engañarle de ese modo, menos desde el poder.
Podría empezar diciendo que es muy fácil hablar de un tema cuando no se conoce. O mejor aún que sólo se podría de hablar de un tema cuando se conozca, pero en realidad considero que es injusto. Es como cuando alguien habla de las relaciones de padres e hijos pero no tiene hijos y siempre se le dice: «qué sabrás tú del tema si tú no tienes hijos…»
Por supuesto todo el mundo tiene derecho a opinar, pero está claro que la opinión difiere dependiendo del lado en el que se esté: no es lo mismo la opinión del «torero» que está en medio del ruedo lidiando con el toro o del «espectador» que ve los «toros» detrás de la «barrera».
Podemos caer en el debate/comentario tan típico y manido de si suicidiarse es de valientes o es de cobardes. ¡Cada uno tendrá su teoría y su opinión…! Una vez leí que el suicidio es la «reacción» a un problema que no puedes solucionar o más exactamente un problema frente al cual en ese momento no tienes los recursos suficientes para hacerle frente, para poder solucionarlo.
Cada persona es un muno, ergo cada suicida es un mundo. Cada suicida tiene sus propios motivos y razones para suicidarse. Y sí, quizás los demás no los entiendan pero hay que intentar empatizar, intentar ponerse en la mente o situación del suicida. Creo sinceramente que el suicidio es un DERECHO, una OPCIÓN. Cada uno tiene derecho a encauzar su vida como quiere.
Habrá gente que considere que el suicida es un egoista, que no piensa el daño que hace a los demás, a los que se quedan «detrás»: familia, amigos… ¿Por qué no le damos la vuelta a la «tortilla»? ¿Alguien ha pensado alguna vez que quizás los egoistas sean precisamente esa familia y amigos que «obligan» al suicida a seguir viviendo y para colmo a seguir viviendo una vida con la que no es feliz, una vida que no quiere vivir? ¿Quién es el egoista? Quizás hay que pensar que cuando alguien se suicida está donde quería estar y ha hecho lo que realmente quería hacer.
En mi caso tengo una mente más que formada, un nivel cultural medio-alto (paso de la cuarentena). Desde adolescente me he sentido un «bicho raro», sentía que no encajaba en este mundo (y lo sigo pensando). Reconozco que he pensado en el suicidio como una posibilidad pero reconozco también que no me atrevía a hacerlo, no me atreví a llevarlo a cabo por respeto a los que quedaban «detrás». Se que algunos miembos de mi familia no serían capaces de soportarlo, no lo entenderían y lo pasarían mal. En cambio a mucha gente de mi entorno, amigos y por desgracia familia le daría igual que yo «esté» o «me vaya». Paso ya de la cuarentena y por desgracia esa parte de mi familia que sé que sufriría si yo me intentara suicidar ya no está.
Yo siempre digo que vivo por «inercia» o mejor dicho que sigo viviendo por «inercia». Me dejo llevar. He tenido diferentes reveses económicos y personales, falta de trabajo, falta de recursos económicos y he tocado «límite» muchas veces, así que motivos para no seguir viviendo he tenido (y tengo) muchos. He acudido a Profesionales durante diferentes etapas de mi vida: tanto Psicólogos como Psiquiatras. Sinceramente no me han servido de nada. No quiero ser un «Yonqui», vivir a base de Pastillas que anulen mi personalidad y que sea un «zombie» como he visto a gente de mi entorno.
No soy feliz y sé que por desgracia nunca soy a ser feliz, aunque tenga trabajo, aunque tenga dinero, aunque no tenga problemas económicos. Para mí vivir no tiene ningún aliciente. Es más, me cuesta, me supone un esfuerzo el seguir viviendo cada día. No le encuentro sentido a la vida. No le encuentro sentido a que todos los días sean iguales: madrugar, trabajar, hacer siempre lo mismo… Todos los días son como «Fotocopias» y por desgracia «Fotocopias en Blanco y Negro», o mejor dicho «GRISES». Sí, sé que puedo poner de mi parte y hacer cosas diferentes (y os aseguro que a veces lo hago) y sé que puedo intentar que esas «Fotocopias GRISES» pasen a ser «Fotocopias en COLOR» y tengan cada día diferentes Tonalidades.. Lo he intentado pero tampoco funciona, tampoco me reconforta, tampoco me supone ningún aliciente.
Así que dejemos de ser hipócritas… ¿qué sentido tiene que alguien como yo siga viviendo en contra de mi voluntad si no soy feliz?, ¿debo seguir viviendo porque el resto de sociedad me lo pida?, ¿debo seguir viviendo porque nadie entienda ni respete mi derecho a vivir o a no seguir viviendo…?
Quizás hay que ponerse en la piel o «caminar con los zapatos» de un suicida, o de alguien que tiene pensamientos suicidas. Ponerse en su lugar y darse cuenta de lo que supone para esa persona seguir viviendo, darse cuenta del suplicio que cada nuevo día supone en su vida. Y dejemos de juzgar si esas personas son cobardes o valientes: simplemente ¡pongámonos en su lugar!
A menudo las personas con tendencia al suicidio, son, somos, estupendos «actores». Muchos días ni nos apetece levantarnos de la cama. Seríamos felices durmiendo todo el día y por duro que suene seríamos mucho más felices si un día NO DESPERTAMOS. Ese sufrimiento es el que tenemos «de puertas para adentro». Luego, en el trabajo, con amigos, compañeros, familia nos toca «actuar». Aparentar que todo es normal y que somos «felices» aunque por dentro estemos hechos polvo… Vamos a trabajar, salimos con amigos y familias a cenar, a tomarnos un café, a tomarnos unas cañas pero lo hacemos por «obligación», para no dar que hablar y para aparentar una «normalidad» que para nosotros no es tal. Por eso mucha gente no entiende conceptos como la «depresión»…. A menudo tienes que oír comentarios como:
«buah… fulanito se da por baja de depresión, anda que no le echa cuento ni nada… si se le ve bien, está normal, está igual que tú y que yo…»
Sí, estamos bien porque tenemos que hacer de tripas corazon y aparentar y vivir en una falsa normalidad y felicidad, nos toca vivir una farsa y aparentar un papel que no nos aparece aparentar para nada y que para colmo nos acaba pasando más factura si cabe…
Habrá gente que no entienda conceptos como la depresión, el suicidio y mucho menos llegue a entender el derecho al suicidio.
Pero desde luego en mi caso, pese a no haberme planteado esa posibilidad realmente sí que creo que igual que a la eutanasia todos tenemos derecho al suicidio. Al fin y al cabo también somos enfermos y muchos llevamos años y años sufriendo esa enfermedad (algunos prácticamente la llevamos padeciendo dede que nacimos y/o tuvimos uso de razón…)
Un saludo.
Si se fijan ustedes, todas las medidas implantadas obligatoriamente desde hace años por quienes aspiran a gobernar-nos con el placet previo del Imperio cumplen una regla: reducen población y revierten la tendencia a la longevidad que nuestra civilización consiguió hasta finales de los años ochenta.
Es decir, el programa estratégico que se deriva del memorándum 200 de seguridad nacional publicado bajo secreto oficial por Kissinger en 1974 y que permanece secreto hasta que en 1991 una sentencia judicial obliga al Gobierno de los EEUU a desclasificarlo y hacerlo accesible al público.
La deliberada permisividad con la libre circulación de los contagiados de SIDA –en los años ochenta y hasta hoy mismo– resultó en más de 37 millones de muertes que continúan hoy a un ritmo de no menos de 770,000 anuales sin que se reporte lo más mínimo de esta auténtica plaga global.
Quienes hoy nos obligan a vacunarnos siendo conejillos de indias –en contra de la legislación vigente– y no dudan en proponer «pasaportes ad-hoc» pero sólo para el «covid», no dudaron en eliminar cualquier barrera al movimiento internacional o local a los contagiados de SIDA contribuyendo de esta forma a una explosión pandémica apocalíptica y silenciada. Decenas de millones de muertos que «convenían» de acuerdo con los objetivos del memorándum en cuestión.
¿Lo van a corregir o se seguirán ocupando de utilizar solamente el Covid en su beneficio?
Lo mismo sucede con las leyes pro-aborto y desincentivadoras de la protección a las madres que dudan porque no pueden hacerse cargo de sus hijos. De hecho, el país que no aborte no podía ni puede recibir préstamos beneficiosos y ayudas al Desarrollo de Instituciones como Banco Mundial o FMI o la ONU. Argentina resistió hasta hace poco y al final ha sucumbido.
Hoy me han enviado una ecografía y el podcast de nuestro próximo nieto con apenas seis semanas de vida dentro de su madre y con el corazón latiendo bien fuerte.
Se me han saltado las lágrimas al oírlo porque llevamos en Occidente casi cien millones de «eliminados» gracias a aquel memorándum. En España cerca de dos millones de seres humanos tirados a la basura –o materia prima para cosméticos– mientras nuestro gobierno saca pecho del genocidio y el TC lleva diez años sin decir nada.
Hace pocas semanas que han dado otro apretón de tuerca legislando con nocturnidad una medida que haría avergonzar a la vieja izquierda para so pretexto de «buena ejecución terminal» transferir al estado la facultad de protocolizar nuestra muerte. Todo ello impidiendo que la gente se suicide libremente y reservándose «ellos» la facultad de matarnos.
Esto lo hace el mismo partido cuyo ministro de cultura se vanagloriaba en El Español (11 de enero, 2021) de trabajar activamente por una Nueva Religión de Estado, la «laicidad» relegando al resto a su recóndita privacidad.
Aprovecho para felicitar al Sr. Bautista que hace ahora un año nos trajo este grandísimo testimonio que repito porque sigue teniendo enorme vigencia social y moral. (https://www.lasexta.com/programas/salvados/mejores-momentos/marcos-gomez-en-contra-de-la-eutanasia-con-una-sedacion-paliativa-el-objetivo-no-es-acabar-con-la-vida-del-enfermo-sino-con-el-sufrimiento_20161023580d10c30cf2d6cc9cb95ea7.html
).
Todos los finales son apocalípticos y este no es excepción. Nos lo administran con droga dura y lavados de cerebro. Creo que rebelarse es una obligación moral ante la perversión y que en cualquier caso es mucho más humano que el sometimiento.