¿Por qué es deseable la división de poderes? Imagen de Florian Pircher en Pixabay

Sin duda, una de las principales causas de la desafección del ciudadano medio hacia la política es esa extraña sensación de que todo es una farsa en la que cada uno desempeña un papel. Pero sobre todo, es la percepción de que ese papel está alejado de la realidad de las cosas. Nos hemos habituado al ejercicio de fingimiento que supone la política: políticos que ocultan lo que piensan por miedo a perder votos y que dicen lo que creen que la gente quiere oír.

En concreto, la configuración de los partidos políticos ha hecho que la división de poderes sea una simple apariencia que encubre una realidad más mezquina. La realidad es que los partidos políticos se han convertido en engrasadas maquinarias cuyo único objetivo real es permanecer en el poder el máximo tiempo posible.

Pero empecemos por el principio ¿Qué deberían ser los partidos políticos en un mundo ideal y por qué es deseable la división de poderes? Los partidos deberían ser asociaciones de personas que unen sus esfuerzos para tratar de llevar a la práctica su idea de cómo se puede mejorar la sociedad en la que viven.

Lo primero, por tanto, sería tener ideas sobre cómo mejorar la sociedad y la misión de un partido político sería decidir hacia donde quiere que avance la sociedad a largo plazo y cuáles son los pasos intermedios que hay que dar para llegar a ese destino. Ganar unas elecciones es una simple herramienta para conseguir aplicar esa idea, plasmada en un programa de gobierno. Sin embargo, la realidad es que los partidos han convertido la herramienta en su finalidad última: maximizar su número de votos. Los votos son imprescindibles para la subsistencia del partido: dinero a través de subvenciones y préstamos bancarios, cargos que distribuir entre sus adeptos. La idea es prescindible. A partir de ahí surge el fingimiento. El poder no es un instrumento para realizar el cambio de la sociedad hacia la idea, sino que se termina convirtiendo en un fin en sí mismo. El partido así refundado tiene como única obsesión extender su ámbito de influencia hacia todos los ámbitos de poder.

¿Por qué es deseable la división de poderes? La división de poderes se instaura por la desconfianza hacia un poder absoluto que ejerce todas las manifestaciones conocidas de la soberanía. Desconfianza que sintetiza la famosa máxima: “el poder corrompe. El poder absoluto corrompe absolutamente”. Los modernos Estados se fundan en la idea de distribuir los poderes del Estado entre diversas instancias que actúan como contrapeso y como límite del poder de las otras. En particular, existe la obsesión por controlar el poder del Ejecutivo como encarnación histórica del antiguo poder absoluto. El Gobierno queda así sometido a las leyes que aprueba el Parlamento y los jueces garantizan ese sometimiento. Desde siempre los partidos políticos han tratado de sortear estos límites. Veamos dos ejemplos en relación con los dos poderes más significativos: el poder legislativo y el judicial.

¿Podríamos empezar por preguntarnos a quién sirven nuestros parlamentarios? La sede de la soberanía popular, es decir, el Parlamento, hoy está férreamente gobernado por los partidos políticos. Los parlamentarios sienten que deben su cargo no a los electores, sino a las siglas, a la marca electoral que les presentó en un determinado puesto de una lista. No nos engañemos, el elector vota a una marca (llámese PP, PSOE, Vox o Podemos) y, en su caso, al primer actor de esa lista y candidato a presidente. Al 90% de los candidatos que se presentan no los conoce y quizá no los votaría si los conociera.

¿A quién deben entonces su puesto de trabajo los parlamentarios? ¿A quién han de prestar fidelidad los diputados y senadores? A su partido político por dos importantes razones: les deben el cargo y si quieren seguir en su trabajo deben conseguir que el partido siga confiando en ellos y los incluya en las listas. Por tanto, los parlamentarios no tienen la sensación de deberse a los ciudadanos, sino a su partido. El partido impone el sentido del voto a sus diputados que sólo deben apretar el botón adecuado en las votaciones. ¿Qué utilidad tiene entonces tener 350 diputados y 266 senadores? ¿No sería lo mismo atribuir a cada líder del correspondiente partido político un derecho de voto ponderado por la representación electoral que hubiera obtenido su partido y un grupo de asesores por materias?

Resulta saludable que la realidad y la apariencia se empiecen a aproximar. Que se levanten los velos que nos impiden ver cómo funcionan los mecanismos de poder. Por supuesto es posible afirmar que el parlamentarismo exige debates a más de 4 ó 5 primeras espadas, pero lo cierto es que las eternas discusiones asamblearias resultan obscenamente ineficientes. Las principales funciones del Parlamento, las que justifican su existencia, son la aprobación de las leyes, la aprobación de los presupuestos y el control del Gobierno. El actual parlamentarismo es absolutamente ineficiente para el desempeño de esas funciones.

Centrémonos en la elaboración de las leyes (el presupuesto no es más que una ley con un procedimiento singular de tramitación). Nuevamente aquí la realidad escandaliza. La realidad es que la mayoría de las leyes se redactan directamente por el Gobierno y reciben la sanción del Parlamento. Nuestras leyes son tan complejas que la mayoría de los parlamentarios no las entienden, ni pueden debatir sobre ellas. El paso de las leyes por el parlamento se convierte en una auténtica formalidad vacía, en la que el Gobierno tiende a percibir a las Cortes como un incómodo estorbo para la aprobación de sus leyes. Los parlamentarios del partido político en el poder adoptan una actitud de pura sumisión a lo que se les dicta desde el Gobierno. Cuando éste no tiene mayoría absoluta se abre una negociación obscena, generalmente con grupos nacionalistas cuya obsesión es ampliar los poderes de su respectiva región. Conseguida esa mayor cuota de poder por la Comunidad nacionalista a cambio de unos votos por una ley cuyo contenido es lo de menos, el resto de Comunidades reivindican el mismo nivel de autogobierno. Resultado: cada ley que consigue aprobar un Gobierno en minoría supone una cesión de poder del Estado frente a las Comunidades Autónomas. Una mayor descentralización que además no obedece a un planteamiento general, a una idea de hacia donde debe encaminarse el país a largo plazo, sino a la necesidad transitoria del Gobierno de sacar adelante un determinado proyecto de ley.

Tampoco el poder judicial escapa a la influencia de los partidos. Echemos un vistazo a los juzgados y tribunales ordinarios. La Constitución, para garantizar la independencia de los jueces, creó el Consejo General del Poder Judicial como su órgano independiente de gobierno. La idea era desplazar a ese órgano las funciones que en el régimen anterior correspondían al Ministerio de Justicia y que podían afectar a la independencia judicial, como son el acceso a la profesión, los ascensos y las sanciones. Lo cierto es que los 20 vocales del CGPJ son designados por las Cortes Generales por lo que reproducen sus mayorías: los partidos políticos se reparten sus vocales en función de la participación parlamentaria de cada partido. En general, los partidos políticos, en lugar de buscar a la gente más capacitada, tienden a colocar a quien más fielmente defienda la voluntad y los intereses del partido.

El Consejo decide los magistrados que van a ir al Tribunal Supremo o a la Audiencia Nacional. Precisamente los dos Tribunales más importantes y los que deben enjuiciar la acción administrativa y la responsabilidad penal de los políticos. Las más fuertes disputas en el seno del Consejo se refieren al nombramiento de los magistrados de esos Tribunales, que tienden a elegirse en función de sus colores políticos. En el ámbito autonómico, lo que ocurre con los Tribunales Superiores de Justicia es aun más grave. Una tercera parte de los miembros de la Sala de lo Civil y Penal no son jueces sino profesionales del derecho y se designan a propuesta del propio Parlamento autonómico. A esta Sala corresponde juzgar la responsabilidad penal de los altos cargos autonómicos. En qué cabeza cabe que una sala politizada pueda juzgar los delitos de los políticos.

Es cierto que, al margen de esos altos tribunales, donde se deciden las cuestiones de relevancia política, existen una gran mayoría de jueces anónimos que hacen su trabajo con entrega y dedicación. A ellos también les afecta la politización de la justicia. Las legítimas expectativas profesionales de los más válidos y trabajadores resultan frustradas por el ascenso de quienes se acercan a los partidos políticos dejando a un lado su verdadera profesión. Esto genera frustración en quien trata de hacer un trabajo digno al servicio de la sociedad.

Hasta aquí el planteamiento de cómo funcionan las cosas. De cuales son algunos de los problemas más evidentes. En esta web pensamos que las cosas pueden cambiar y tenemos la intención a lo largo de sucesivos artículos de ir desgranando posibles soluciones. Queremos abrir un foro de debate en el que se puedan poner en común problemas y soluciones, conscientes de que la democracia tiene diversas formas de manifestarse en función de las peculiaridades de cada país. Sin embargo, para que pueda hablarse de verdadera democracia no basta con que existan elecciones periódicas cuyo resultado refleje la realidad del voto. Son necesarios otros mínimos. Entre esos mínimos existe coincidencia en señalar la necesidad de un poder judicial independiente y de un sano parlamentarismo. Sin estos mínimos podemos tener una apariencia de democracia, pero no una democracia real.

7 comentarios

7 Respuestas a “¿Por qué es deseable la división de poderes?”

  1. M. Oquendo dice:

    El papel reservado a los partidos en Europa ccontinental es excesivo y muy negativo porque impide la relación directa de los elegidos con sus representados en los respectivos territorios de tal modo que esta representación es, en la práctica, inexistente y es reemplazada por los dueños reales de los partidos.
    De tal modo que lo más barato para los poderes fácticos –dentro o fuera de cada país– es capturar a los dirigentes de los partidos como evidentemente ha sucedido con Sánchez, Macron, Von der Leyen, etc todos los cuales son miembros leales de las listas de Soros.
    Recordemos que la ciudadanía de la UE a 28 suspendió el sistema político con un 3.5 sobre 10 (eurostat 2013)
    Saludos

  2. O'farrill dice:

    Felicidades Isaac por estas reflexiones que nos llevan a lo siguiente:
    1.- Estamos ante sistemas formales que encubren conveniencias particulares, donde lo importante es el nombre, no el contenido.
    Pues parece que lo que conocemos extendido como una metástasis cancerosa globalista, nos lleva a pensar -como tú dices- en la existencia de un «gran teatro» donde los personajes deben cumplir con su papel. Las brillantes escenografías esconden suciedad e inmundicia que desconocemos.
    2.- La división de poderes sólo puede hacerse cuando éstos provienen de orígenes diferente. Ya en la Edad Media se practicaba entre la nobleza (poder medio) y la realeza (poder absoluto).
    No basta que la Carta Magna establezca (aunque en forma muy confusa) los poderes y responsabilidades de quien legisla y en nombre de quien, quien es el ejecutor de lo legislado (que en realidad legisla) y quienes son quines deben aplicar las leyes. No basta cuando el texto constitucional es violado o modificado continuamente sin que, quien debe arbitrar el funcionamiento regular (de acuerdo a regla) de las instituciones, reaccione.
    3.- La representación política de la «soberanía» se ha derivado a derivado a representación de intereses partidarios que sólo aspiran al poder. El sistema D’Hont en inconstitucional (artº14) en cuanto discrimina el valor del voto según circunscripción.Si a eso le unimos el mandato imperativo de los partidos hacia sus parlamentarios (prohibido también en la C.E.) que influye en la inviolabilidad de su criterio particular, estamos ante una representación política ilegítima (por muy legal) donde los juramentos atrabiliarios de los designados (no elegidos) son la guinda del pastel.
    4.- Los votos se compran con un clientelismo de sistemas de subvenciones directas o indirectas que se carga impositivamente. Luego abundan en la ilegitimidad legal (hecha la ley, hecha la trampa). Si le añadimos las muchas sospechas de fraudes electorales (como ahora en Venezuela) y las posibilidades tecnológicas de manejar los resultados, «algo huele mal en Dinamarca» (Hamlet). Pero eso ya viene ocurriendo desde hace tiempo en el ejemplo USA cuando el padre de Kennedy presumía de haber votado varias veces en la misma convocatoria (Galbraith).
    En fin podíamos seguir comprendiendo porqué cada vez más gente tiene «la mosca detrás de la oreja»con respecto a la política en general y a los partidos y élites en particular.
    Un saludo.

  3. Manu Oquendo dice:

    La divisíón de poderes es una condición sin la cual no puede una sociedad tenerse por democrática. Otra condición igualmente imprescindible y previa a cualquier legislación constituyente, es el reconocimiento espontáneo y natural –como el día sigue a la noche– de que los derechos básicos del ser humano son previos a cualquier ley humana.

    Lamentablemente en cada detalle que observamos se manifiestan las dinámicas contrarias.

    Simplemente a modo de ejemplo vale recordar que el decano de los sociólogos y filósofos políticos no marxistas europeos, Dalmacio Negro, sostiene que el diseño y las políticas de la UE son realmente de naturaleza soviética.

    Es decir, un mando único centralizado, no elegido por las poblaciones y alineado con el mismo diseño totalitario y no democrático de la ONU. Nadie debe sorprenderse de ello porque tiene razón.

    Es muy difícil no estar de acuerdo cuando, para muestra un botón, vemos las estrategias y directrices del Banco Central Europeo que, lejos de promover la libertad de mercado y la existencia de numerosos oferentes hace justo todo lo contrario y fomenta un oligopolio de cada vez menos grandes bancos con creciente poder de mercado y abusivas comisiones.

    Así vemos ante nuestros ojos consumarse la indecencia de la OPA del BBVA contra el Sabadell que es una etapa más en la instalación de un Sistema Extractivo con servicios decrecientes, cada vez más caros, con menos alternativas para los clientes y más facilidades de generación de beneficios para el banco.
    Por no hablar de los mayores costes para los clientes y un paso más cerca del control total por parte del modelo de estado totalitario que estructuralmente se va consolidando.

    Antes de esta indisimulada violación en España, cerca del 60% de los municipios, nada menos que unos 4600, carecen de servicios bancarios presenciales.

    La reflexión es que, antes de que los partidos políticos prostituyesen el sistema de Cajas de Ahorro y Bancos pequeños llevándolos convenientemente a la quiebra esto no era así: había empleo bancario estable y mucho mayor que en la actualidad, los ciudadanos estaban mejor y más atendidos y había un mejor acceso a los servicios bancarios de toda índole. Las comisiones, además, eran una fracción de las actuales.

    En España hay un poco menos de 8,000 municipios. 4.600 de ellos sin servicios bancarios.

    Para que luego digan que el vaciamiento territorial no es una política clara de una UE que ya no puede ocultar ni su naturaleza totalitaria ni, visto nuestro empobrecimiento constante, su rotubnda incompetencia ni su naturalea antidemocrática de facto. Nos quieren masificados.

    Saludos

    PS. Mientras tanto Rodríguez Zapatero rinde pleitesía al fraudulento matón Venezolano y comienza a quedar blanco sobre negro el modelo que están financiando para España.

  4. O'farrill dice:

    Los «poderes» del Estado que emanan de la soberanía nacional (artº 1.2. C.E.) están claramente definidos para dicha soberanía:
    1.- La Jefatura del Estado, órgano responsable al frente del Estado, de su unidad y árbitro que regula a los demás (artº 56 C.E.), con las atribuciones que le confiere el artº 62 C.E. entre las que están las de sancionar las leyes para que éstas sean efectivas y constitucionales. Es decir, tiene todos los poderes del Estado a su disposición para evitar desmanes.
    2.- El poder legislativo, cuya legitimidad es cuestionable ya que no es la representación directa de los ciudadanos, sino la consecuencia de un sistema de partidos que pretenden avalar el «pluralismo» ideológico (artº 1º.1 C.E.), con mandato imperativo sobre los diputados prohibido constitucionalmente y listas cerradas partidarias. No nos representan, representan a los intereses de cada formación y, sobre todo, al ejecutivo.
    3.- El ejecutivo se ha arrogado no sólo la confeección de las leyes, sino la aprobación de las mismas en base a trueques y piruetas parlamentarias.No se somete a control real del legislativo, porque éste está a su servicio, ni tiene ningún problema al no hacerlo, puesto que la presidencia del Congreso ha surgido de sus filas. Se ha apropiado del Estado con su «cesarismo» antidemocrático e inconstitucional (Spengler).
    4.- El judicial debe aplicar las leyes en función de lo previsto en el artº 14 de la C.E. (igualdad ante la ley), desde la neutralidad e imparcialidad más exquisita donde no caben las ideologías personales y menos las asociaciones que las representen profesionalmente.Sus órganos de gobierno reproducen el mundo partidario. Están politizados y por ello carece de credibilidad ante la sociedad que espera que algún día se sepa quien es la «X» que mueve los hilos.
    Ante este panorama, donde nadie pone las cosas en su sitio, con una nación en quiebra (como el resto de Europa) y un órgano supranacional que, en lugar de defender a sus ciudadanos los obliga e impone políticas absurdas o de intereses particulares; una ONU y sus diferentes agencias salpicadas de opacidad cuando no de corrupción o de incapacidad o ineficiencia…..
    Cuando hay claramente un sistema globalista negacionista que utiliza la propaganda a su antojo y conveniencia, frente al racionalismo y la Ciencia.
    Cuando se están destruyendo adrede sociedades, economías, culturas, conocimiento. con fines oscuros de control del poder y de hegemonía en el mundo.
    ¿Qué importan los «personajes» y «personajillos» que sirven para distraer al público de la realidad? Son las sombras chinescas de la caverna de Platón que impiden la luz y la verdad.
    Un saludo.

  5. Quique Figueroa dice:

    Excelentes reflexiones. Pero si la división de poderes es considerada deseable de modo que haya diversos contrapesos, centros y control en la toma de decisiones, no arribo a comprender la razón por la que le parece mal que el propio poder legislativo y ejecutivo se encuentre descentralizado -cuanto más mejor- entre el Estado y las Comunidades Autónomas. Por muy mal que ahora se esté llevando a cabo, no olvidemos que estos 50 años han sido de los mejores de España en los últimos 350.

    Un planteamiento centralista siempre ha fracasado en la historia de España. El Estado en muchos lugares del territorio únicamente expide el DNI, pasaporte y poco más en lo referente a la vida real de la población.

    Saludos

  6. Manu Oquendo dice:

    Hola, Enrique. Estando de acuerdo en la División de Poderes (también dentro de los entes territoriales) me gustaría añadir algunas diferencias con su breve reflexión.

    Hace ya muchos años que, desde fuera de España, observé el nacimiento de la Constitución del 78 y los inicios de las Autonomías. Tardé años en volver y lo que he ido viendo las últimas dácadas confirma buena parte mis impresiones de entonces que en general eran negativas para España aunque fueran relativamente inevitables habida cuenta de nuestro casi nulo peso geopolítico de entonces y de ahora.

    En términos Económicos y en Relación al Núcleo inicial de la UE no ha habido progreso alguno. Ni absoluto ni per cápita. Probablemente al contrario. Y eso que la UE lleva muchos años en Regresión y Decaimiento que hoy día ya es acelerado.
    Recordará que, para disimularlo, la UE ha incluido sus estimados de Droga y Prostitución para añadirlos al PIB en cada país. O sea, que de entrada hay que quitar un mínimo de 2 puntos.

    En paralelo también nos hemos desindustrializado y hemos perdido autonomía industrial y energética. Hemos perdido el tren nuclear (industria y generación). Hasta Endesa, gracias a Rodríguez Zapatero, ha pasado a ser Italiana y a saber qué ha sucedido en términos de titularidad con sus activos de generación en Iberoamérica. No quiero recurrir al manido asunto de «éramos la octava o novena potencia» pero en aquellos años hasta el 80% de la población accedió a la propiedad de su vivienda algo que hoy es imposible para un porcentáje muy alto y creciente de los menores de 40 o 50 años (y contando con un segundo sueldo que entonces no era el caso)
    Para colmo, y para compensar PIB en valor absoluto, vemos unos procesos inmigratorios que ya han destruido las grandes ciudades de Europa y llevan camino de hacerlo, al menos en Barcelona. Afortunadamente un secretario de Estado , Fdz. Miranda, recordó que España pervive en América y abrió las puertas a nuestros parientes del otro lado del Atlántico.

    Lo anterior no es novedad, simplemente la prensa lo oculta, pero resulta que, además, tenemos el regalito envenenado del «Estado Autonómico», un engendro de Gasto Insostenible que nos ha llevado a tener el doble de empleados públicos por habitante que Alemania.
    Por no hablar de la grave pérdida de igualdad y de derechos muy elementales que ha supuesto. Entre ellos la desaparecida «Unidad de Mercado» un activo de primera magnitud hoy perdido, por ejemplo, en gran parte del mercado de trabajo público y privado. O el desastre de sistema educativo.

    Estamos hoy en pleno ciclo de Pauperización en el que habrá que reducir gastos. Algo reconocido por los grandes partidos desde hace años e ignorado también por la prensa.

    ¿Podremos hacer una gestión eficaz de nuestro sector Público y del Privado en 17 taifas? Creo que no, ni de broma, y menos con gobernantes de tan escaso nivel profesional dedicados con fervor a la compraventa de votos cancerosos como estamos viendo hoy día.

    Una nota semántica: Descentralización no es lo que se ha hecho en España. Lo que aquí se ha hecho es muy distinto. Se llama Fragmentación.

    Un saludo cordial

  7. pasmao dice:

    Apreciado Enrique

    Es curioso que cuando desde una Autonomía ha existido la posibilidad de ahondar en la separación entre su poder Ejecutivo y su Legislativo, entre su Presidente y su Parlamento, nunca se ha hecho. Sino que se ha replicado en todo lo posible el modelo estatal español.

    Por ejemplo, cuando se reformó el Estatut catalán ni siquiera se vislumbró la posibilidad de copiar el modelo francés, y eso que los separatistas catalanes presumen de republicanos. Se podía haber incluido que el Presidente y los diputados del Parlamento se eligieran por separado. Incluso podrían haber copiado la Ley electoral francesa de elegirse a doble vuelta, y con los diputados por circunscripciones de sólo un diputado. Donde también, en mi opinión, hubieran salido a priori favorecidos los nacionalistas.

    Pero ese tipo de cuestiones ni están y ni se las espera. Y no porque los nacionalistas catalanes en ejercicio de «responsabilidad» no quisieran tensar la cuerda enfrentándose al Estado español.

    Sino, en mi opinión, porque los partidos (también los nacionalistas) dejarían de tener el control de las listas, y porque en las dobles vueltas a saber lo que puede pasar. Puro egoísmo partidista. Algo tan español que cualquier hecho diferencial salta por los aires.

    Por lo demás en ese desarrollo autonómico que alabas no has caído en cuenta en los nuevos centralismos, el centralismo Sevillano (que se lo digan almerienses, granadinos, jienenses o malagueños), o el Barcelonés, el Vallisoletano, el Valenciano.. Tengo la sensación de que en muchos sitios estaban mas a gusto con el centralismo franquista, que no daba pero no quitaba, que con esas nuevas capitales con unas ganas de intervenir hasta el último confín de su territorio, inmiscuyéndose hasta el paroxismo (muchas veces leyes y disposiciones Uropeas mediante) en la vida de sus gentes. algo que estoy seguro que ha ayudado y mucho a esa despoblación de la España «vacía».

    La descentralización autonómica no respondía a verdaderas diferencias regionales, y el principio de subsidariedad se podría haber aplicado sin que existieran esas 17
    agencias de colocación de una burocracia que sólo ha trabajado para ahondar artificialmente entre los españoles cabalgando sobre un voto clientelar subsidiado. Quye es lo que son en realidad.

    Conviene recordar que en 1975 la deuda respecto el PIB era de un 8%, ahora es mas de un 140%. Y en gran parte se debe a la necesidad de crecer endeudándonos, no gracias a la productvidad. Productividad lastrada en gran parte por la existencia de esas 17.

    Conviene recordar, también, que nuestra separación de poderes en la práctica ha saltado por los aires gracias a esa Uropa, donde poderes despóticos hacen y deshacen sin dar cuenta ni a la Comisión y ni al Parlamento. Eso es la Agenda 2030, a la que la separación de poderes, y mas sustentada en Estados Nación, le da repelús.

    Uropa que podría tener algún sentido hace 50 años. Pero en la que la involución que vemos día a día, recortando libertades y promoviendo su recorte (Macron con lo del CEO de Telegram, por ejemplo; asusta

    Conviene recordar, también, como se han elegido esos 20 vocales del CGPJ, antes de las elecciones Uropeas, pero en petit comité y por los partidos. Con el aval de esa Uropa donde si lo hiciera Polonia (antes de Tusk) se llevarían las manos a la cabeza. Pero como se hizo por dos partidos del establushment, lo bendice.

    Y como esos 20 vocales que responderán ante quienes los han elegido, por excelentes curriculum que tengan, se ha elegido a esa Presidente que me temo que nos dará «días de gloria».

    Y no me cabe la duda de que semejante cacicada, de tener en las Autonomías un poder judicial «independiente» sería aún peor.

    Un saludo cordial

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