Esta pregunta se la hacía uno de los más prestigiosos periodistas al Presidente del Gobierno (el socialista Pedro Sánchez), después de la debacle de su partido en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo. La conversación continuaba con un ¿en qué he mentido? del Presidente, seguido de un listado de incumplimientos por parte del periodista.
A la incómoda pregunta del esmerado periodista, el Presidente contestó algo así como que no había mentido, sino que la complejidad de las circunstancias le habían hecho cambiar de criterio. Pero el Presidente no explicó qué proceso reflexivo le llevó, por ejemplo, a considerar que el nombramiento de dos ex altos cargos de su Gobierno como magistrados del Tribunal Constitucional hacía más independiente a ese Tribunal o mejoraba su funcionamiento de cara a la ciudadanía.
La mentira tiene diferente reproche en función de la sociología de cada cultura. En el mundo árabe, hay una cierta tolerancia; mientras en el mundo anglosajón y el norte de Europa el reproche es elevado.
Quizá por la influencia árabe en España, aquí la ciudadanía da por hecho que el político le va a mentir, con lo que, en general, no lo penaliza, ya que asume que unosy otros se van a prodigar en el trilerismo.
Pero, como en el chiste del marqués de quien se quejan de que se mea en la piscina y, al responder que todos lo hacen, le contestan que no desde el trampolín; quizá el Presidente haya abusado de nuestra tolerancia y haya engañado con demasiada ostentosidad.
En cualquier caso, esta entrada sirve para hacer una reflexión más general sobre verdades/mentiras y cumplimientos/incumplimientos en la política.
Está claro que, en periodo preelectoral, para conseguir el ansiado voto, el político “engorda” sus promesas.
Aunque la finalidad siempre es lograr el voto, en ocasiones, el político puede haber sobreestimado su capacidad de decisión y luego chocar con una realidad mucho más compleja, cuando llega al poder. Creo que fue el caso del socialista Felipe González, cuando ganó las elecciones de 1982 con el OTAN no, bases fuera, y, una vez en el poder, debió asumir la realidad y los compromisos internacionales de España. Estas mentiras se deben a una cierta ingenuidad y ligereza a la hora de hacer promesas, sin un estudio previo, en profundidad, sobre las posibilidades reales de llevarlas a buen fin.
En otros casos, el político conoce la imposibilidad de cumplir lo prometido, pero sabe que, si revela la verdad de antemano, tendrá que asumir un coste electoral que quizá le impida acceder al poder. Y, en ese equilibrio, decide, conscientemente, ocultar lo que realmente va a hacer.
También puede pensar que un buen marketing, aunque se aleje de la realidad o de su futura actuación, le puede beneficiar en su objetivo de obtener el ansiado voto. En otras ocasiones, los equilibrios de poder tras las elecciones obligan al político a hacer concesiones a grupos minoritarios de los que depende su estabilidad.
En cualquier caso, las verdades/mentiras de los políticos pueden analizarse también desde la perspectiva del votante. Me fascina cómo el ciudadano sigue aceptando, sin un mínimo escrutinio, lo que le van diciendo sus políticos. Y, sí, el acento hay que ponerlo en el posesivo, porque seguimos viviendo la política desde un enfoque tribal: como verdaderos forofos de un equipo de fútbol. Y, desde esta actitud de bando, los nuestros son siempre más altos y guapos y sus argumentos y propuestas mejores y más creíbles.
Escuchamos los programas y leemos la prensa que coinciden con nuestra ideología, de forma que refuercen lo que ya sabíamos: lo buenos que son los hunos y lo malos que son los hotros (que diría Unamuno).
Y en este planteamiento simplista, vivimos atrincherados en nuestras ideas y esquemas mentales, no vaya a ser que se cuele una reflexión que nos obligue a replantearnos algo.
Una sociedad democrática madura debería apoyarse en una ciudadanía inquieta que ponga en duda cada propuesta (venga del bando que venga), indague sobre su realidad y, a partir de ahí, saque sus conclusiones.
No podemos perder de vista que, si la democracia es el gobierno del pueblo, es en la ciudadanía donde recae la responsabilidad de que el sistema evolucione. Y, si no, a seguir tragando con la vana mentira.
Amigo Isaac: quizás la cuestión nazca en el propiop mundo de mentiras e hipocresías con que nos sentimos «socializados».
En tiempos jóvenes recuerdo un juego que llamábamos «de la verdad» en que, al final, si decías de verdad lo que sentías, acababas enfadado con el amigo de siempre.
La sociedad parece estar más a gusto en la ciénaga de las mentiras: mentiras políticas, mentiras sociales, mentiras familiares, mentiras sentimentales..
Las verdades suelen ser incómodas y desde luego no atraen simpatías.
Estamos pues ante una cuestión moral y filosófica, pero también ante una anorme producción de mentiras con fines espurios y particulares que nada tiene que ver con esas «mentiras piadosas» (nunca lo son) con que se manipula informativamente a la gente creyendo que son estúpidos ignorantes: mentiras que son un atentado a las leyes naturales o que están dirigidas a provocar pánico: crisis climática, catástrofes sanitarias, CO2, etc.etc. Lo más grave es que son mentiras «de encargo», bien pagadas o retribuidas (subvenciones al mundo de la comunicación) desde espacios institucionales.
La política (con minúsculas) es un juego de mentiras basado en desconocimiento social. Por ejemplo, no es cierto que el cambio en el PSOE de la Transición que se comenta en cuanto su posición sobre la OTAN (antes y después) estuviera influido por ninguna sorpresa. Se trataba de hacer un cambio sustancial contra la posición de Adolfo Suárez ( contraria a la OTAN de verdad como la de Carrero Blanco incluso). El PSOE tuvo toda la ayuda necesaria de EE.UU. a través de las fundaciones alemanas (Flick y Flock) para gobernar, así como el VºBº insitucional. «Hay que ser socialistas (socialdemócratas) antes que marxistas» decía Felipe González y, salvo Pablo Castellanos que recuerde, los demás dijeron ¡amén!. Igualmente se desconoce para muchos lo que ocurrió en Suresnes en el año 1974 en que se desplazó a los socialistas de verdad para situar al «clan de la tortilla» más dócil y servil a los intereses americanos. Un PSOE que llevaba en el acta de Suresnes como objetivo: «la autodeterminación de los pueblos de España». Y nos sorprendemos de «nacionalismos» o «separatismos» inflados a lo largo de la Transición.
En fin, que el presidente del gobierno diga lo que los suyos quieren oir y los otros poderes que le han ayudado quieren que se propague, ya no sorprende a nadie. Cuando la pandemia todavía el INE tenía datos objetivos sobre las defunciones en España todos los años. Datos contra relatos. Pues preferíamos los relatos informativos que los datos oficiales. Debe ser que nos va la marcha de las mentiras….
Un saludo.
PRESIDENTE, ¿POR QUÉ NOS HA MENTIDO TANTO?
Estimado Isaac. La clave de tu disertación está en el último párrafo de la misma. “ Es en la ciudadanía donde recae la responsabilidad de que el sistema evolucione”.
Exceptuando una pequeña minoría, la inmensa mayoría de la ciudadanía no se siente responsable de casi nada de lo que acontece a su alrededor y, mucho menos, de las consecuencias de las políticas de turno.
Para hacerse responsable de algo, se tienen que dar una serie de elementos imprescindibles:
Saber de qué se está hablando.
Analizar en profundidad el tema a tratar, siendo lo más objetivos y honestos posibles al realizar el análisis.
Preguntarse en qué medida, mi forma de proceder o mi posición al respecto ha influido en lo acontecido.
Seguramente se me escapa alguna variable más, pero creo que las anteriores son las más determinantes.
Si la inmensa mayoría de los votantes fueran conscientes de esas 3 variables, el 99% de los mismos debería quedarse en casa el próximo 23 de julio.
Pero eso no va a pasar. Como dice la canción, “ la vida sigue igual”.
En una sociedad aborregada, el rebaño no sabe vivir si no hay alguien que la pastoree.
El apelativo con el que se ha denominado a este nuestro gobierno como Frankestein, en base a su composición, ya determina que para salvaguardar los intereses de los partidos que lo apoyan, se haya tenido que recurrir a la mentira y a ocultar determinados aspectos de su discurso.
Desde antes de su formación , el presidente Sanchez aseguró, que no establecería pactos con determinados partidos (Podemos, Bildu) que han terminado siendo decisivos para la aprobación de algunas leyes.
La impunidad, arrogancia e ignorancia que ha demostrado con la modificación de conceptos jurídicos establecidos, como malversación o sedición, han sido impulsadas por intereses independentistas.
Pero a mi juicio lo verdaderamente inquietante, es que haya tenido la posibilidad de hacerlo, por lo que expongo algunas cuestiones que creo le han permitido esta posibilidad.
La separación de poderes ha sufrido transformaciones, la resolución de arreglos institucionales por parte de los estados modernos han traido consigo factores institucionales como el surgimiento de un estado regulador, la consolidación del presidencialismo y el parlamentarismo y la organización de los partidos políticos, que modifican la separación de poderes, otorgando cada vez mas peso al ejecutivo.
La falta de contrapesos como puedan ser los chek and balances (controles y equilibrios), que hagan de control al cumplimiento de los programas de gobierno, permiten institucionalizar las mentiras.
Actualmente cualquier político es aleccionado por asesores de imagen de como debe presentarse en público, la mano en el corazón permanentemente, las palmas hacia arriba, etc, facilitan que un discurso falso o falseado parezca creíble y en esta faceta nuestro presidente es un profesional que gusta de verse en público permanentemente
Pero antes, además ha sembrado un campo abonado para ello con el control de los medios de comunicación.
Y aquí entramos en otra faceta no resuelta en las democracias; la posibilidad en los nuevos gobiernos, de sustituir a cargos directivos en servicios públicos relevantes, que quizá debían ser permanentes por oposición u otra manera mas democrática para acceder a ellos; los cambios en la dirección en RTVE, dirección general de CORREOS, o el CIS, son un eco perfecto para los discursos populistas, europeístas o progresistas, además de hacer mella en sociedades envejecidas y en gran medida estancadas, o como dice Isaac, poco interesadas en lo que no tenga que ver con el estado del bienestar.
En fin , intentando responder a la pregunta que se nos formula en el artículo.
El presidente Sánchez, cuenta mentiras, aunque parezca chulería, porque
PUEDE, porque SABE y porque QUIERE.
Un abrazo