Parece que cuando los políticos encallan y no tienen nada que proponer reavivan la eterna cuestión de la reforma constitucional, como si esta fuera la panacea que resolviese todos los problemas de la gente. Nadie explica a la ciudadanía que, una vez abierto el melón de una reforma constitucional, uno puede saber cómo empieza pero nunca cómo acaba.
Históricamente, las Constituciones eran una especie de pacto entre la ciudadanía y el poder absoluto, al que aspiraban a limitar, dado el carácter dual de la soberanía, que se repartía entre el príncipe y el pueblo. Como cualquiera puede suponer, la ruptura y la elaboración de un nuevo pacto constituyente se producía, en general, en periodos enormemente convulsos y que no pocas veces terminaban en baños de sangre.
Actualmente, las Constituciones no son pactos entre instancias en pie de igualdad, dado que hemos pasado de una concepción dual del poder a otra unitaria: la única fuente de soberanía es el pueblo constituyente, del que emanan todos los poderes constituidos.
En el constitucionalismo moderno se suele atribuir a las Constituciones dos funciones básicas, que deben cumplir todas ellas: el reconocimiento y garantía de una serie de derechos a la ciudadanía y la distribución de competencias y potestades entre los distintos poderes constituidos, estableciendo las relaciones básicas entre estos.
Pues bien, la reforma constitucional que se está planteando en España no es un mero retoque cosmético, sino que afecta a las dos funciones esenciales de toda Constitución: derechos y reparto de poderes.
En los 40 años de vigencia de nuestra Constitución se han llevado a cabo sólo dos reformas que se limitaron a adaptar nuestra Constitución al acervo comunitario, introduciendo la posibilidad de que los ciudadanos de la Unión fueran electores y electos en los comicios locales y constitucionalizando, en el famoso artículo 135, el principio de estabilidad presupuestaria.
La primera línea de reformas de la que se habla ahora tiene que ver con este artículo 135, presentado por algunos como culpable de los recortes. Como si estos se hubieran podido evitar sin ese artículo, a pesar de que España tiene una deuda pública del 100% de su PIB, que crece todos los años y que van a tener que pagar nuestros nietos, tataranietos,… hasta el infinito y más allá.
La solución que proponen algunos es seguir en la política ficción de suprimir ese artículo 135 –que, aunque se esté incumpliendo sistemáticamente, por lo menos suponía poner blanco sobre negro una cierta dosis de realismo- e introducir lo que denominan un blindaje constitucional de los derechos sociales, que no estarían suficientemente protegidos en el actual texto constitucional.
Esta proposición puede sonar estupenda. Quién no va estar de acuerdo en que la Constitución garantice a todo el mundo una renta, una vivienda, una sanidad de calidad, un trabajo digno y razonablemente retribuido, etc. Pero esto no deja de ser una carta a los Reyes Magos, que en estas fechas andan muy atareados trayendo regalos a los más pequeños.
Todos los constitucionalistas, que han estudiado un poco, saben que esos derechos sociales de prestación son lo que nuestro Tribunal Constitucional ha denominado mandatos de optimización. Es decir, mandatos que las Constituciones dan a los poderes públicos para que optimicen los recursos públicos existentes con la finalidad de conseguir la máxima protección posible de esos “derechos”. Esto es lo que hace nuestra Constitución, que recoge los llamados derechos sociales, como principios. La diferencia básica entre la protección constitucional de estos principios y de los derechos fundamentales clásicos (por ejemplo, la libertad, en sus distintas manifestaciones) es que mientras que estos últimos producen efecto directo y el ciudadano puede ir a los tribunales a reclamar su protección, los primeros sólo pueden reclamarse ante los tribunales en la medida en que se recojan en leyes que los desarrollen. Así, nadie puede ir a un tribunal a pedir que le dé una vivienda digna, por mucho que el artículo 47 de la Constitución diga que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”.
¿Qué se pretende ahora? ¿Afirmar constitucionalmente que todos tienen derecho a reclamar una vivienda, con independencia de los recursos de que disponga el Estado? Siento decirlo, pero volvemos a un engaño colectivo. ¿Caeremos en él?
La otra gran reforma constitucional que se propone afecta a la segunda función esencial de toda Constitución: el reparto de los poderes. Y aquí entra el denostado Título VIII de la Constitución, que trata de definir la forma de Estado y de distribuir las competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas.
Nadie duda de que ese Título de la Constitución es manifiestamente mejorable; sin embargo, tampoco puede dudarse de que cualquier reforma que se introduzca en el mismo debe medirse con la precisión de un relojero. Cualquier cambio puede tener consecuencias imprevisibles.
Para abordar una reforma de este tipo, referida nada menos que a los equilibrios de poder, lo primero que hay que tener claro es qué queremos ser de mayores. Queremos más descentralización y Comunidades Autónomas con más competencias frente a un Estado menguante o queremos recentralizar algunas competencias evitándonos 17 Estados (más las dos ciudades autónomas).
Esta es una decisión política y no jurídica, pero no puede adoptarse sin tener en cuenta dos circunstancias: la primera de ellas es que son tan democráticas las formas de Estado totalmente centralizadas como aquellas que optan por una máxima descentralización política. No es, por tanto, válido el argumento esgrimido por los nacionalistas de que es más democrático un Estado federal que otro regional o unitario (por recoger las tres categorías clásicas de formas de Estado). La segunda es que si tenemos la aspiración de crear una sociedad regida por la Razón, sólo los argumentos racionales tienen validez para sostener el mantenimiento, modificación o supresión de instituciones o competencias, careciendo de validez aquellos que sostienen la perpetuación con apoyo en la costumbre o en una interpretación de la historia.
Partiendo estas premisas puede abrirse un debate inteligente acerca de hacia dónde queremos caminar como sociedad y entonces podremos entrar en cuestiones más técnicas.
La principal crítica, en este punto, que se escucha a nuestra Constitución es que no hace una precisa delimitación entre las competencias del Estado y las de las Comunidades Autónomas, habiendo creado excesivos conflictos y tensiones. Siendo esto cierto, también lo es que el Tribunal Constitucional lleva sus 36 años de existencia dedicados a diferenciar con precisión los ámbitos competenciales estatal y autonómicos con un éxito muy relativo; con lo que ya podemos suponer que la cosa no debe ser tan fácil.
En cualquier caso, dos de los principales problemas técnicos que se han detectado podrían resumirse en que, en primer lugar, la Constitución atribuye, sobre una misma materia (pongamos medio ambiente), al Estado la competencia de regular sobre lo básico y a las Comunidades Autónomas sobre todo lo demás y, como se puede suponer, es verdadera misión imposible decidir en cada materia qué es básico y qué es accesorio. El segundo problema es que la Constitución tampoco contiene mecanismos ordinarios y eficaces para que el Estado pueda armonizar la, cada vez más profusa y divergente, normativa autonómica (las leyes armonizadoras han sido un verdadero fiasco).
Por supuesto, este es un simple aperitivo que trata de poner de manifiesto el auténtico empacho navideño en el que podemos meternos si abordamos una reforma de las cuestiones constitucionales básicas, que afectan a la función primordial de toda Constitución, sin haber llevado a cabo un debate inteligente y profundo y sin que exista un mínimo consenso social sobre la línea de tales reformas.
Buenos días.
La situación de colapso estructural del sistema tiene muchas razones y algunas de ellas nacen del proceso de Acceso al Poder a través del Voto Irresponsable.
La Compra de voto como en los mejores tiempos del Cortijo y mucho más caro porque lo pagan los mismos votantes y no el amo del Cortijo, como cuando los abuelos.
En este proceso lo habitual es Comprar el Voto a cambio de «Derechos Constitucionales» que van a ser pagados por otros ciudadanos. Obligatoriamente.
El caso que cita el Sr. Salama (derecho ilimitado a la vivienda) es solo uno de ellos.
Otro ejemplo reciente es esa soberana golfada de la «brecha energética» por la cual se va a legalizar el impago de unas decenas de euros al mes que se destinarán a cubrir, por ejemplo, la brecha de «Ipad» o la de «Cañas».
A ver si llega a las gasolineras esto de la brecha energética.
En Colombia ya se deben miles de millones de dólares por este concepto. Los terminarán pagando los verdaderos «pringados». La clase media trabajadora en extinción.
Acabamos de vivir el «proceso» de un cambalache PP-PSOE para evitar que la golfada «brechista» se la atribuya el Partido Post-Comunista-Bolivariano-Separata vulgo «Podemismo». PSOE 1 Podemismo 0.
Como la cosa no tiene límite plausible (ni el crédito exterior para aguantar titulizaciones estatales lo es) esta dinámica lo único que hace es acelerar el hundimiento, el desencanto y la autoexclusión.
La clase media trabajadora paga todas las facturas mientras los partidos se compran votos independientemente de su posición en el espectro político.
Vean si no el entusiasmo totalitario de la Sra. Cifuentes en Madrid con sus corifeos de C’s. Todos a la una a estrujar a los «morituri» para anticiparse al sabio contendiente del Errejonismo Eclesial.
Las señales están por doquier.
¿Solución?
Dos.
La primera es emigrar fuera de Europa, preferiblemente a USA en un Estado lejos de Nueva York, California o Massachusetts.
La segunda es planificarse un futuro a Cuenta del Estado mientras dure.
El sistema asistencial de diferentes RBU’s complementado con la mendicidad a tiempo parcial (venta de pañuelos en semáforo dos horas al día o entrada/salida de misas solo el fin de semana) o si da bochorno un trabajito de par de horas diarias en Black, garantizan unos ingresos netos de impuestos muy superiores a lo que le queda al contribuyente medio (unos 27,000 euros brutos de renta)
Este enfoque tiene Rendimientos superiores al la Media estructural y además es perfectamente Compatible con la «Conciliación». Garantizado. No hacen falta más de dos horas de curro o mendicidad al día más una renta básica asistencial de las que ya existen.
El resto, una rebelión de los Morituri, es………. problemático.
Mancur Olson decía que era una clase incapaz de rebelarse. Por eso le caen todas las facturas encima.
Jenízaros vitales.
Un cordialísimo saludo.
Ha sido noticia en estos días, el fallo del Tribunal Constitucional en favor de la denegación del derecho al voto a una mujer con discapacidad intelectual.
Parece ser que a dicha persona se le sometió a una especie de “examen de teoría política”, que, con razón, su madre alegaba que cuántos de nosotros, ciudadanos “capacitados”, hubiésemos pasado.
En cierto modo, esta paradójica sentencia, no hace, a mi entender, más que poner en evidencia las numerosas contradicciones en las que caemos continuamente cuando argumentamos bajo el amparo de unas leyes, una Constitución garantista por encima de todas ellas, sin saber de lo que estamos hablando.
Y no lo sabemos porque, además de la poca tendencia de nuestra sociedad, a preocuparnos por las normas que nos regulan, y que afianzamos con nuestros votos, los que , seguramente tendrían, además de legislar y gestionar, la obligación de que esas normas fuesen conocidas por la ciudadanía, soberana ella, tampoco lo hacen.
Seguramente es mucho más fácil ejercer la política, de político, o de grupo de presión, manteniendo esa ambigüedad al respecto.
Si ahora mismo un debate sobre la Reforma Constitucional, es capaz de centrar y aunar a toda la sociedad de un territorio o territorios determinados en una acción reivindicativa, tengo la impresión de que es porque a nadie, ni a centristas ni a nacionalistas, interesa abordar la carencia de concreciones, la ambigüedad interpretativa de nuestro texto constitucional.
Es una tarea ardua su matización y desglose en posibles leyes más eficientes, realistas y, por qué no , más justas quizás también.
Tarea jurídica que no se explica, solo se lanzan como “carnaza”, los textos que cada grupo político piensa le puedan ser más favorables.
En ese contexto, miedo me da pensar, no ya solo en Reformas Constitucionales que, si no varía la dinámica, o bien no vamos a entender, o bien no se van a realizar con transparencia, o bien las dos cosas.
Porque hablar de transparencia en un entorno de desconocimiento, puede ser, igualmente, algo absurdo.
Por eso podemos llegar a un contexto donde se vote y someta a “referendum” democráticamente, Constituciones enteras, sin que el “pueblo soberano” sepa exactamente lo que está votando.
Y por eso podemos encontrarnos ante territorios, que convencida la mayor parte de su población, de que es dueña y libre para decidir cómo organizarse y vivir, en realidad se encuentre en la misma ambigüedad jurídica para esa convivencia, que cuando estaba integrada con otros territorios.
La única diferencia: que los intérpretes de esa Norma Suprema Garantista, de esa nueva Constitución, son otros, o eso es lo que se creen.
Porque, a lo mejor, esos otros, hacen lo mismo, interpretar en unas determinadas direcciones, que no tienen por qué coincidir con lo que esa sociedad pensaba que estaba refrendando.
Siempre nos topamos con lo mismo, la falta de conocimiento, y la nula voluntad por subsanarlo.
La discapacidad intelectual tiene precio ahora que se avecina la pasta de la ley de dependencia de Rodríguez Zapatero.
Con el que cita Loli he visto esta semana tres casos de demandas civiles de incapacitación para, de por vida, vivir de la pasta que va a circular para quien se ocupe del «discapacitado» en cuestión.
Impredecibles son en verdad los designios del Legislador.
El resto del tema que tan acertadamente suscita Loli (Los textos Constitucionales y sus efectos) es de mucho calado.
A ver si nuestro Colega O’Farril puede ilustrarnos.
Parece ser que no se podrá cortar la luz a quien no pueda pagarla. Me pregunto si al amparo de su condición de “clase desfavorecida” esas personas, que no estarán obligadas a pagar y considerando que como dice un proverbio viejo y manido (pero cierto) de lo que no cuesta se llena la cesta, no la derrocharán alegremente.
Me pregunto también quién costeará el agujero que (gracias a la magnanimidad del gobierno) esos impagos supondrán para las arcas públicas.
Que qué preguntas tan tontas me hago ¿Verdad?
Me pregunto, también Alicia, qué opinarán, por ejemplo en esas aldeas africanas, donde la gente joven muere pronto a causa de enfermedades pulmonares, al respecto de que a sus depauperados países, el protocolo en pos de la «lucha contra el cambio climático», les obligue, ¡a ellos!, a limitar su desarrollo industrial, para no contaminar.
Esas enfermedades que se lleva a las personas jóvenes, son producidas, muchas veces, por inhalación de humo, procedente de la única fuente de calefacción y de cocina que tienen: las hogueras en sus chabolas.
Me pregunto, también, porqué no nos preguntamos nosotros, a dónde va a parar todos los residuos tóxicos de nuestro aparatos tecnológicos.
Y lo hago, porque, a pesar de haberlo visto y oído en reportajes televisivos y en periódicos, lo olvidamos muy rápidamente…..: a los países africanos, para que se contaminen ellos, que están para eso, según parece.
Y me pregunto, por qué, todos nosotros en general, a pesar de indignarnos y condolernos cuando visualizamos y leemos estas realidades, a la hora de parcializar nuestros «intereses», nos olvidamos, enseguida, de que, el bienestar del que se supone gozamos en estas «civilizadas tierras», y que hemos convertido en «derecho inalienable», es a base de haber ejercido, entre otras cosas, un importante «derecho de pernada», sobre los países más desfavorecidos.
Derecho a no permitirles un desarrollo más allá de lo que les impongamos, para estar seguros de que sus hipotéticos mercados nunca llegarán a competir con los nuestros.
Llegados a este punto…de verdad….¿tanto importa que paguemos un poco de nuestra luz a quién no puede pagar nada?.
Loli, el mundo no lo he hecho yo, pero si tengo que darme golpes de pecho por encender la calefacción en invierno o ducharme con agua caliente dímelo y me los daré.
En mi comentario no me refiero a ningún país africano, y que Dios (o a quien le concerniese) me perdone porque no estaba ni remotamente pensando en ellos.
Más me refería a nosotros, nuestro mundo occidental en el que – niégamelo si quieres pero me temo que seguiré en mis trece – si encontramos un pequeño resquicio por el que abastecernos de… pues lo que venga a la mano, oye, confort, comida, algun capricho…
Por poner un ejemplo: ¿todos los que van a comer a cáritas no tienen para comer en su casa? Solomillitos quizá no, pero seguro que ni tú ni yo comemos solomillitos todos los días.
Es cierto que habrá gente muy necesitada, pero también oportunistas que para qué pagar si con lo que me ahorro, a cómodos plazos y sin recargo, niños gratis, me hago un crucero. Crucero hortera, bueno, pero crucero.
Ese tipo de gente es la que detesto. Y lamento disgustarte pero haberla la hay.
Hola Alicia:
Mi comentario iba, más bien, dirigido a la falta de perspectiva que solemos, todos y me incluyo por supuesto, a enjuiciar de forma parcial las circunstancias que nos rodean, en función de sí nos afecta, o pensamos que nos afecta, de forma directa o “lejana e indirecta”.
En ese aspecto, he comprobado en mí misma, por ejemplo, que en una reflexión generalista y “social y políticamente correcta”, a lo mejor hago el esfuerzo y consigo tomar en cuenta todas las conexiones e interrelaciones que operan en mi vida diaria, como individuo y como persona integrada en una dinámica social, y es entonces cuando, desde un punto de vista más racionalista y “buenista”, si quieres”, pero aún alejado de una consciencia clara, porque la emotividad se encuentra aún vigilada y controlada por mis intereses y por mis miedos, podría allegarme a una visión más cercana a la verdad, de cómo y en base a qué está organizado el mundo en estos momentos.
Pero lo dejamos ahí, y a la hora de defender nuestros intereses, que no digo que no haya que hacerlo, esa realidad que conocemos, de algún modo, la dejamos aparcada en algún lugar de nuestra mente “cognitiva”, para que sirva de argumentación brillante en el momento que nos convenga, pero que no nos estorbe a la hora de poner en marcha nuestra indignación si nos tocan aquello que creemos conseguido por …¿derecho de quién?.
El comentario intenta una reflexión sobre ese proceso, cuasi automático, en el que nos involucramos de forma, creo, poco consciente, pero, eso sí, porque ahí ponemos nuestra voluntad al servicio del miedo, o del egoísmo…., y sí que estamos capacitados, pienso, para ampliar, en esas reflexiones, todas las circunstancias e interrelaciones que operan en nuestro modelo social, de vida.
Es tan solo tenerlo en cuenta, a la hora de enjuiciar, y no se trata de dejar de denunciar lo que creemos injusto, pero sería interesante probar a realizarlo, teniendo en mente esa realidad interactiva, a ver qué nos sale.
Porque, también, nos guste o no, esa interacción es la que se acerca más a la verdad, y podemos volvernos ciegos, mudos y sordos, que no cambiará nada, solo que nuestros despertares se vuelvan mucho más bruscos y traumáticos de lo que podrían ser, a estas alturas.
Un abrazo
Confesión personal: nada grave, pero «confesión» al fin y al cabo,
Me pasé cuarto de siglo, con sentimientos de culpabilidad por el echo de «comer», sí «comer», algo tan básico y necesario…
trastorno alimentario?- anorexia?-…
Esos fideos flotando en la sopa, cual gusanos fueran..o esas lombrices-blanquecinas- adornadas de sangre.. (spaguetti con tomate)…Etc..
Maldito mundo donde la comida está en tus «ojo» y no la «pruebas» o, se dan «atracones» hasta morir- o estar «obesos mórbidos»…cuando medio/planeta no tiene acceso a 1plato de comida diario, (al menos), y al «agua»…pues sí : asco- del mundo….Qué Nos Pasa??- en la cabeza?- o en el corazón?-
Y bien, el penúltimo iphone lo van a construir robots y en china no saben cómo van a anunciar los «miles» de despido que se prevén..
y, si no hay trabajo- (no hay ingresos), cómo piensan que la gente va a comprar?-….cómo?-…
Con Rbu’s?- pues, Oquendo?, que no va a quedar otra?…pues igual;
Y mira, anoté la ruta de la precariedad, porque Nunca Se Sabe…
y qué no será sólo el Dinero?- las personas establecen su vida como mejor lo ven, y con las «oportunidades» que se dan?- y en sentido laboral: no hay trabajo para tod@s y esto Se Ha Sabido Siempre, y con el avance/ tecnológico habrá menos…
qué habrá otra serie de negocios?- también..
pero habrá una brecha tecnológica más que dineraria, para l@s «rezagados» en tecnologías y (oportunidades nuevas)..
Por otro lado: hay «guerras» en curso que pueden «abortar» proyectos, y occidente-creo- tiene la «responsabilidad» de llevar las «cosas» a mejores puertos..sí: es nuestra responsabilidad el «cambiar» los rumbos de lo que está pasando..
y, vuelvo al principio: debido a ese «problema personal» me ha pasado de Todo: y casi todo malo..es muy fácil (aunque no lo parezca), manejar a personas que ni «comen»…sí- es fácil..
así que no hay que «fustigarse» por tener una situación de cierto «privilegio», sólo «bienUsarla» sin excentricidades, lo que un@ Vé…y punto;
Pero que este mundo es «penoso» también; y qué se puede hacer mejor: que sí…para mí que más «pueblo/ y menos «populismos»!!!!-
Políticos!!!- que me tenííss!! De un aburríooo!!!
FELIZ AÑO, con paz y solidaridad entre los «pueblos de la tierra»;
Sí hubiera erratas: perdón….
Ahhh y para los que después del atracón que son estas fiestas: desde otras redes se avisa que: » lo que más engorda es la pena….
la pena de tener que comertélo todo por no tirarlo!
:-))
«La paz que buscamos se construye sobre la educación, la cooperación, los derechos humanos, la convivencia y el respeto»
(Amal Hadweh, en el acto de investidura como doctora honores causa por la UPC)
Feliz 2017