Aunque todo aquel que haya estudiado algo de matemáticas sabe que encontrar un contraejemplo invalida de forma inmediata cualquier regla, lo cierto es que, en muchos de los ámbitos a los que nos dedicamos, el castizo dicho de “la excepción confirma la regla” es de casi (“casi”: ¡cómo no!) obligado cumplimiento.
Por poner un ejemplo: si quieres pisar la Luna la experiencia demuestra que más te vale haber sido antes Boy Scout, si no tus posibilidades se reducen drásticamente, ya que de los doce únicos seres humanos que la han pisado, cuyas huellas aún permanecen sobre la superficie de nuestro satélite, once pertenecían a esta organización juvenil. Me podrás decir que confundo causalidad (evidentemente no es necesario haber sido Scout para pisar la Luna, ya que hay al menos un astronauta que lo demuestra) con correlación (porque está claro que existe una fuerte correlación entre haber llevado un sombrero Baden Powell o una pañoleta y poder ponerse un traje espacial) pero, aunque lo hago aposta, ahí está el dato…
Utilizo este ejemplo -además de porque tengo muchos amigos Scout a los que, si no lo sabían, les habrá gustado la anécdota- para introducir otro caso donde, si bien es evidente que no hay una causalidad, sí que hay una correlación muy potente entre dos factores: a lo largo de la Historia de la humanidad, si querías dejar un legado en Ciencia, Filosofía o cualquier otro ámbito del conocimiento más te valía no tener que ganarte el jornal para garantizar tu subsistencia. Antes de que estas actividades fueran un trabajo en sí mismo, sudar se llevaba mal con las matemáticas y tener que trabajar estaba contraindicado si hacías Filosofía.
Porque casi (“casi” una vez más; porque se pueden encontrar contraejemplos) todos los grandes pensadores, científicos, filósofos, y en menor medida artistas y literatos han sido ricos, o al menos han tenido una renta garantizada de por vida, y aunque por lo que yo sé no han utilizado este razonamiento para defender sus tesis, ahora tanto las élites que se reúnen en Davos auspiciadas por el World Economic Forum (te recomiendo que leas este interesantísimo artículo), como organizaciones, como Podemos, que se encuentran en otro lado del espectro ideológico, defienden la necesidad de una Renta Básica que garantice un ingreso mínimo para todos los ciudadanos.
En España, al estar defendida por quien esta defendida, la imposición de una renta básica se ha considerado como una medida de izquierdas para redistribuir la riqueza, pero cuando también se postula desde la cabeza de ciertos sectores dentro de las élites la pregunta pasa a ser ¿Por qué no se estudia en serio? ¿Por qué, salvo para Podemos, ni siquiera está en la agenda de los partidos políticos?
Para fijar conceptos: una renta básica se trata de un ingreso mínimo que reciben todos los ciudadanos de un país por el mero hecho de serlo. No voy a entrar aquí en las implicaciones que tendría algo así como efecto llamada a la inmigración en un mundo aún muy desigual, y por supuesto no voy a adentrarme en el discurso en los términos calvinistas (y casposos, a mi entender) de si la gente merece “cobrar por no hacer nada”; simplemente voy a dejar caer algunas de las ideas que se barajan al respecto.
Muchos de los grandes defensores del concepto de renta básica vienen de las filas, como no, de lo que ahora es el mayor granero de talento del mundo: Silicon Valley. En los valles de California, dentro de los laboratorios de las grandes empresas tecnológicas, saben que el paradigma está cambiando y que en un futuro cercano los robots y los sistemas “inteligentes” harán innecesarias las tareas de la mayor parte de los que ahora madrugan para coger un coche con el que contaminar el planeta para que les lleve a su puesto de trabajo.
El modelo de empleo a tiempo completo, en el que se basa actualmente nuestro sistema social, dará paso a un escenario en que una gran mayoría de los trabajadores estarán la mayor parte del tiempo a la espera de un trabajo, con las fricciones sociales que de ello se derivan; y desde Silicon Valley apuestan porque una renta garantizada no convertiría a la gente en vagos, sino en emprendedores (vale, son optimistas, ¡pero estamos aquí para ser optimistas!). Desde su punto de vista sería un “subsidio para tecnologías disruptivas”, que permitiría que estas acabasen con el modelo tradicional de trabajo sin que se incremente la conflictividad social.
Y los tecnólogos y los de Podemos no están solos en esto: el mismísimo Milton Friedman era un firme partidario de la renta básica, con el lógico argumento para un liberal consecuente de que es preferible que sea el individuo el que gestione sus recursos a que lo haga el Estado.
Las grandes pegas: que la gente no trabaje (aunque pueda) si tiene unos ingresos garantizados y cómo pagar esa renta en una economía en la que nadie trabaja.
Respecto a lo de que la gente no trabajaría si les garantizas un sueldo, tenemos que remitirnos a las conclusiones del estudio que la socióloga Evelyn Forget publicó en 2011 respecto al experimento que se llevó a cabo en la localidad canadiense de Dauphin, donde entre 1974 y 1979 se pagó a los que allí vivían por respirar. Sus conclusiones son que, con el modelo adecuado de incentivos, la motivación para buscar empleo no declinaba (salvo en el caso de madres jóvenes y en los adolescentes), y además los trabajadores elegían con mayor libertad en que querían trabajar, lo que les hacía más felices: a nadie le gusta tirar ocho horas de sus vida cada día en algo que puede hacer un robot.
Respecto a cómo pagarlo, en el artículo del World Economic Forum arriba mencionado su autor lo tiene claro: en el caso de los EEUU, reduciendo sensiblemente los 850.000 millones que gastan en defensa y revisando las exenciones fiscales a los más ricos (con lo que podrían llegar a conseguirse 540.000 millones de dólares) se podría recaudar el dinero para cambiar de modelo, al menos en ese país.
Pero, ¿será una sociedad en la que nadie tenga que trabajar (si no quiere), una sociedad de filósofos? Lo dudo, pero a lo mejor podemos intentarlo. A ver qué pasa.
Tampoco es que ahora nos vaya muy allá…
Que lindo es ignorar la naturaleza humana. Que lindo es ignorar que políticos y gobernantes de turno jamás harán algo que limite su poder. Que lindo es repetir día tras día lo solidario que somos con los dineros de los demás. Que lindo es sentirse moralmente superior. Siempre recuerdo mis años jóvenes cuando leía a los socialistas utópicos y pensaba que debían ser nuestros guías, pero también recuerdo cuando maduré y me di cuenta de las tonteras que decían.
Si alguien quiere aprender lo que es la naturaleza humana y la política, le recomiendo seguir lo que está ocurriendo en Chile en este año de elección presidencial. Para quienes conocemos la historia de Chile es continuación de una película que comenzó 500 años atrás con la llegada de los españoles.
Estimado Raul: una «sociedad de filósofos» donde predominara la reflexión y el criterio propio sería muy peligrosa para los que -como dice EB- tienen el poder en sus manos y pretenden conservarlo así en cualquier tipo de régimen político, social o económico. Más que el dinero es el sentimiento de poseer dominio sobre los demás….
La llamada «renta básica» ya existe y ha existido desde hace mucho tiempo. Se llaman «subvenciones» o «compra de voluntades». En lugar de eso ¿que pasaría si….:
– Reestructuramos el aparato de las administraciones públicas con arreglo a las necesidades reales (no ficticias) de los ciudadanos.
– Ajustamos los presupuestos públicos a «nuestras posibilidades» en lugar de vivir por encima de ellas.
– Ajustamos la economía a sistemas realmente productivos en lugar de seguir por la senda de los «servicios» aunque ello suponga revisar tratados que no nos favorecen.
– Mantenemos y cuidamos nuestro gran patrimonio de conocimientos profesionales o laborales en lugar de sustituirlo por banalidades de «emprendimiento».
– Recuperamos experiencia, preparación y conocimiento en la dirección de las cosas en lugar de «másteres» discutibles.
– Rechazamos todo aquello que se nos presenta como «imprescindible» para aprender por nuestro propio esfuerzo y criterio.
– Protegemos y cuidamos sólo aquello que lo precise por sus condiciones humanas y evitamos el negocio con ellas.
– Entendemos que somos ciudadanos soberanos para determinar nuestro propio futuro y desconfiamos siempre, siempre, de quienes nos lo quieren «orientar»….?
etc. etc.
Un saludo.
Qué casualidad, me he soñado esta noche -lo juro- (será porque era de superluna, que espero suelte agua) con los sacerdotes de Silicon Valley y además en el sueño se mezclaba Londres, con calles exactas que recordaba y miles de conversaciones mías con el autor de «Homodeus», con las cuestiones que comprendo y comparto y los errores que -también le veo a su discurso- pero que casi nadie, porque no podemos estar en estas cosas, al ritmo que nos impone tener que hacer de «el consumidor siempre tiene razón».etc, etc.
https://www.youtube.com/watch?v=ldTV4qowNms
( estoy segura que no aguantaréis el reto de escucharle de principio a fin, aunque es capáz de mostrar el futuro sin haberse bajado del carro)
Es una mala, muy mala noticia que Silicon Valley nos quiera subsidiados.
Que la religión suicida y tecnológica que viene, y que ellos pretenden hacer con «las masas= mayorías» que no es otra cosa que -clarito y diáfano- privarnos de la conciencia de ser, de estar, de parecer, y meternos a todos en el dataismo y la lucha patriarcal por la supervivencia- como siempre- rindiéndonos a los drones pues los drones pretenden sustituir todas las tareas del transporte por tierra, mar y aire…sustituir el trabajo que ellos saben que contamina y controlar todas las manos que deben quedar caídas ante la educación que las máquinas harán para y por nosotros.
Ay! cómo no se van todos ellos de una vez a la luna, que no han ido nunca, y nos dejan ya de una vez que sigamos organizándonos.
Pues no queremos su limosna. No la queremos nadie. Ni los que jamás han tenido la oportunidad de saber cómo se escribe una letra. Los demás, segura estoy, nos estamos organizando para un futuro que ya palpamos y olemos aunque no lo viviremos.
Un futuro consciente con nuestra responsabilidad como seres del humus, enseñar a distinguir lo negro de lo blanco, eso lo primero, como premisa para poder atisbar algún espectro de colores.
Lo único importante es saber sonreir en el intento, porque se sigue escuchando la música en medio de el sinsentido de miles de ruidos que tenemos que seguir filtrando cada milisegundo.
Francamente si coinciden Podemos, Soros, y Silicon Valley en algo .. nos podemos echar a temblar, porque no les quepa duda de que no será bueno.
Presuponer que un experimento en un pueblo de Canadá es extrapolable a Parla me parece complicado, pero a una aldea de cualquier lugar «exótico»ni les cuento.
Y francamente no entiendo por muchas vueltas que le doy que se han perdido a los muchachos de Baden Powell y a las estadísticas con el razonamiento de la RBU.
Mi no comprender.
Mi sólo comprender que una renta graciosa, porque será graciosa no lo duden, sólo implicará que seremos siervos, esclavos, si o si, y de los que filosofen algo probablemente lo hagan en cómo nos pudimos dejar engañar tan fácilmente.
Un cordial saludo
Parece que levanta muchas objeciones la propuesta de una “renta básica” a la que alude el artículo de Raúl.
Mucha “polvareda”.
Bueno, particularmente no me parece que sea para “provocar” tantas “inquietudes”.
¿Cuál sería el principal problema?, pues, a mi modo de ver el modelo en el que estaría inserto.
Es decir, un modelo donde se nos proponga que la renta básica es porque ya no somos útiles para la producción de bienes de consumo, pero sí debemos serlo para “consumirlos” y favorecer las tecnologías de ocio y entretenimiento, sin preocuparnos de lo importante (ciencia, I+D, e incluso la producción artística) que ya lo harán otros.
Vamos a ver, yo entiendo que, un trabajo mecánico, o incluso que requiera de una «organización inteligente» para producir, es algo que nos podría “liberar” tiempo de nuestras vidas para emplearlo en el cultivo, el crecimiento como seres humanos, ¿y por qué no?.
Pero quizás, para ello, sería imprescindible que empezaran a cambiar muchos de los conceptos en los que hemos asentado nuestro modelo de vida.
A lo mejor empezando por aquello de lo que hemos hecho “necesidades vitales” cuando no lo son, en detrimento de las que seguramente sí que en el fondo lo constituyen, me refiero a explorar otras posibilidades de “trabajo”, el que se relacionaría con el estudio, la sensorialidad, la búsqueda de nuevas realidades, el cultivo de capacidades. Un trabajo que necesita quizás de una remuneración que nos asegure la existencia bajo condiciones dignas, pero sin la ansiedad de necesidades falsas que nos enturbien la verdadera finalidad: nuestro desarrollo como seres humanos.
¿Qué eso requeriría otra forma de planteamiento social y económico?, por supuesto, pero como indica Raúl, ¿por qué no intentarlo?, o al menos ¿por qué no tenerlo como horizonte?.
Eso sí, habría que hacerlo, siendo en todo momento conscientes, de que lo primero que tendría que empezar a cambiar, es nuestra propia idea de modelo social como lugar donde “mantenerse” y “estar”, a toda costa, con todo los gastos de “ocio” y “desentendimiento” pagados, a otro más dinámico, más aventurero, donde, sí, podamos mantener asegurada la confortabilidad necesaria para seguir “trabajando”…en avanzar como personas, como sociedades “distintas”, donde los mercados se conviertan en una herramienta al servicio del desarrollo humano, y no al revés.
Me complace estar de acuerdo con el concepto de la necesidad de renta básica.
Si bien la renta básicas propuesta en otros países incluye la cobertura de servicios que por suerte en España tenemos ( mejor o peor ) cubiertos ya que son servicios públicos.
En la propuesta liberal, la renta básica vendría a sustituir estos servicios públicos para favorecer los servicios privados libremente elegidos. A menos que tras dar el dinero se establezca la obligatoriedad de tener un seguro médico y otros que cubran otras necesidades básicas , el riesgo de tener personas sin cobertura médica o sin recursos para la educacion de sus hijos es alto. Aunque esta parte sería solucionable sería una de las principales diferencias entre las propuestas de izquierdas y las liberales.
Por otra parte, la propuesta de las tecnológicas me parece mucho más relevante. Evitar la conflictividad social se muestra primordial para garantizar la prosperidad de los países. Ya sufrimos los resultados del descontento social de los «perdedores de la globalización» con la radicalización de posturas políticas nacionalistas con propuedtae semi autárquicas que prometen recuperar los empleos perdidos por la delocalizacion de empresas y la competencia del mercado internacional. Y como bien dices esto es solo el principio , la automatización de trabajos más cualificados es cuestión de tiempo y la necesidad de garantizar una vida digna a la población de vuelve necesaria . Por otra parte, el incremento de productividad derivado de la automatización masiva va a generar rentas que se podrían redistribuir entre la población.
Los efectos perniciosos de dar dinero a la población es un tema a tratar pero se pueden estructurar los incentivos necesarios para mejorar el impacto: por ejemplo un impuesto negativo a la renta obligaría a trabajar para recibir el dinero y por tanto se podrían facilitar una suerte de micrijobs con sueldos dignos. Y como bien se menciona en algunos comentarios el cambio social llevaría tiempo y requeriría de un esfuerzo importante para su implementación para una desde la educación temprana .
Si cuando me levanto me pregunto qué me impide ser distinto de lo que he sido hasta anoche, la respuesta es obvia: no tengo un botón para reinventarme y un manual de instrucciones de cómo reinventarme a mi mismo. Si quiero reinventarme, tengo un trabajo duro por delante, tan duro que pronto me explica por qué el 99,9999% de las personas no intentan «volver a nacer» una vez alcanzada la madurez. Eso no significa que las personas no cambien, sino que cambian poco y lentamente, adaptándose a las nuevas circunstancias que les toca vivir.
Por supuesto, algunos prefieren creer que mañana pueden ser otros distintos a lo que son hoy y que si no lo serán no es porque no lo intenten sino porque las «fuerzas del mal» se lo impiden. Después de vivir con esta creencia un tiempo, estas personan saben bien que se engañan a sí mismas y entonces lo más fácil es pedir que los demás cambien. No extraña que estos «pobres de espíritu» pronto sucumban a las sirenas que les prometen cambiar a los otros, que pronto se conviertan en «idiotas útiles» de estas sirenas. Ah, si el mundo fuera diferente, ¡qué bueno sería yo!
Me parece que estamos muy lejos aún de vivir en una sociedad que esté en condiciones de asumir la autogestión de sus propias vidas.
La Renta básica es una forma sesgada de conseguir el razonable objetivo universal de que nadie se muera de hambre en un mundo caraterizado por la abundancia de recursos.
Una fórmula basada en su financiación con presupuesto público volverá a reproducir el esquema que está causando los mayores problemas en las sociedades avanzadas, que es el excesivo peso del Estado en todas las dinámicas socio-económicas generadas.
Una sociedad ampliamente subvencionada crea inmensas capas poblacionales parasitadas, y amplios colectivos sociales sirviendo a los intereses de un bien común basado en la simple subsistencia.
Hay un largísimo camino hasta conseguir una sociedad que se nutra de una cultura que oriente las decisiones, de una forma de vida que integre a la naturaleza y al espíritu humano, del arte que inspire a otras realidades, de una educación que sirva de base a un pensamiento libre en pos de la libertad individual.
Mientras tanto, confusión y pasos erráticos, que en el mejor de los casos como el que nos ocupa, es voluntarismo y buenista. Es solo el ideal actualizado de Sancho Panza vestido de comunero.
Hubo un momento en la Historia de la Humanidad, donde se posibilitó el cambio de poblaciones recolectoras , cazadoras, y nómadas, a poblaciones asentadas alrededor de zonas que les proporcionaba la posibilidad de subsistencia sin necesidad de su continuo desplazamiento.
La aparición de la agricultura, el diseño del cereal, la adaptación genética de insectos como las avispas, favorecieron de manera determinante este importante paso, previo al desarrollo humano hacia las futuras civilizaciones.
El tiempo en que aquello se produjo, puede que fuera muy rápido en función del tiempo que su preparación implicó…¿o quizás no?.
De todas formas es una etapa aún no conocida, ¿cómo o quién fue capaz de descubrir y descifrar códigos genéticos vegetales, del reino animal, como para conseguir cereales que se pudiesen cultivar de espigas silvestres? ¿cómo se consiguió que insectos sin ninguna actitud grupal o de colaboración, cambiaran parte de su estructura genética y fueran capaces de organizarse en una estructura como «colmenas», estructuras capaces de recolectar y transformar un alimento rico en nutrientes, una verdadera industria alimenticia, capaz de sustituir generaciones y migraciones mantenidas en el tiempo, solo para obtener una mínima parte de lo que, esta tecnología genética, proporcionó al ser humano…en algún maravilloso instante?.
¿Hubiera sido posible la aparición de civilización alguna sin el necesario asentamiento humano?. ¿hubieran sido posibles estos asentamientos, si las personas hubieran tenido que seguir desplazándose continuamente en pos de su mínima subsistencia?.
Bien, si eso fue posible, en tiempos remotos, mucho más duros, ¿porqué no puede serlo lo que se plantea en el artículo?.
Por supuesto trabajado, con matices, y con una importante consciencia de dónde partimos, y también con una importante actitud de hacia dónde queremos ir.
La RBU es otra prueba de que la deriva del sistema es insostenible y de que que sus élites han dejado de ser creativas y solo piensan en durar un poco más.
En este momento –y conscientemente desde 1971– el sistema está en una huida hacia adelante en la cual la Financiarización Extrema y las Guerras Táctico-Estratégicas resumen su falta de ideas.
Las deudas se redistribuyen globalmente, no se pagan. Los Pasivos se convierten en Activos galácticos. No hay límite. La Mendicidad ya es Racional y Sistémica. Los Okupas tenían razón.
Esto explica la alianza tácita entre la izquierda –en todo su espectro– y las élites/castas en todas las cuestiones fundamentales.
Un buen ejemplo es Podemos:
¿Les han escuchado ustedes una Palabra o una Manifestación en contra de los golpes de Estado y Bombardeos de Occidente resumidos hoy en El País de esta forma: Bombas lanzadas por EEUU en 2016.
Países y número. En 2016.Siria 12.192; Irak 12.095; Afganistán 1.337; Libia 496; Yemen 35; etc. Total 26.172 bombas solo en 2016.
Todos estos países estaban en Paz no hace tanto. El Problema es que no eran obedientes ni suficientemente musulmanes. De repente nos hemos convertido en los valedores del Islamismo que lleva siendo nuestro aliado muchas décadas.
Hace 40 años, con Vietnam, las Universidades estaban en pie de guerra. No hace tanto toda la Izquierda española estaba contra nuestra intervención en Iraq. De repente………….silencio.
Hoy la misma izquierda castueña que pone cartelitos Pro Refugiados en los Ayuntamientos calla sobre la Causa de los Refugiados. Cuanto Peor, Mejor.
Lo mismo sucede con la RBU. Carnaza que permitiría dopar al sistema un par de ciclos electorales más. Total, los va a pagar la misma clase media trabajadora en pauperización y los bancos quebrados.
Y si resulta que ya hay una guerra mundial en marcha ¿Qué importa? Entonces volveremos a empezar. ¿Como siempre?
La UE tiene el 7% de la Población Mundial, el 25% del PIB y el 50% del Gasto Social del Mundo.
Extrapolemos, veamos quién lo financia y………. veremos……………
Veremos que nuestro colega Pasmao lo resume divinamente:………… «Francamente si coinciden Podemos, Soros, y Silicon Valley en algo .. nos podemos echar a temblar, porque no les quepa duda de que no será bueno»
ISAÍAS 30. “Evitad visiones verdaderas, decidnos cosas halagüeñas, profetizad ilusiones”,
Saludos
Apreciado Manu
Si San Agustin dijo que el el que no trabajase no tenía derecho a comer, no lo hizo porque quisiera dejar a la gente sin comer, si no por algo bastante mas cmplejo y sencillo a la vez.
Y el que crea que hemos cambiado tanto en estos últimos 2000 años se equivoca.
Con Barrabás fueron los «circulos» de entonces quienes decidieron su libertad versus la de Jesús. Al fondo el Sanedrín y Pilatos asintieron complacidos. Podemos, Soros y Sillicon Valley, all together (also) then.
Que tengan todos ustedes una buena Semana Santa.
Hola Manu. Discrepo profundamente de su enfoque para entender lo que ha estado pasando y pasa en nuestro mundo. Usted, como muchos otros, le quiere encontrar y dar un sentido a lo que pasa a partir de las intenciones de algunos que mágicamente son capaces de imponer su voluntad al resto de la población. Yo, como muchos otros, pienso en un gran escenario donde muchos hablan y bailan simultáneamente, motivados por fuerzas difíciles de definir e imposibles de simplificar en unas pocas (sí, quizás algún día se pueda, pero ese día sigue estando lejos, muy lejos, y entonces hablemos del orden social del hormiguero). Su enfoque no puede explicar siquiera lo que pasa en una ciudad grande (por ejemplo, lo que pasa en Madrid cuna del nacionalistas «españoles» perversos, pero forzados a convivir con muchos otros que no lo son), y aunque mi enfoque sigue en pañales por lo menos evito conclusiones fundadas en distinciones que pronto muestran poca o ninguna utilidad para entender lo que pasa.
La falta de un enfoque que nos permita entender qué pasa explica que muchos otros que no tienen enfoque alguno puedan seguir repitiendo tonteras sin lógica y sin fundamento empírico. Peor, que se regodeen con sus emociones.
Corrección. Donde dice «y entonces hablemos del orden social del hormiguero» debió decir «y entonces hablaremos del orden social del hormiguero humano».
Muy poco se ha escrito sobre la renta básica. Saco esa conclusión luego de revisar algunos de los muchos artículos de noticias y opinión que se han publicado y se siguen publicando sobre el caso del pasajero de United expulsado a la fuerza por sobreventa de pasajes. Causa risa porque (1) muchos economistas que se dicen serios no dudaron en sacar de sus cajones fórmulas mágicas para solucionar el problema de sobreventa (overbooking) y aunque no he chequeado si algún Premio Nobel ha escrito algo, apuesto a que alguno sí lo ha hecho, (2) muchos abogados se ofrecieron para defender al pasajero expulsado haciendo cálculos rápidos sobre la compensación debería recibir, (3) muchos expertos en relaciones públicas volvieron a repetir sus mandamientos y se ofrecieron a United para superar el mal momento, (4) muchos políticos aprovecharon para lanzar propuestas de investigación policial y de cambios legislativos que solucionen el problema de sobreventa, y (5) los muchos medios que informaron de una sobreventa no han corregido sus artículos para decir que en realidad no fue un caso de sobreventa sino simplemente una decisión mal tomada por un empleado de United para que otro empleado de United pudiera volar en un avión que ya estaba completo y que por lo tanto las reglas vigentes para casos de sobreventa no se aplican a este caso.
No debe extrañar que se haya escrito tanto sobre ese caso porque todos los días muchos viajan en vuelos comerciales. Los propietarios y editores de los medios masivos aprovechan el caso porque suponen correctamente que el asunto interesa a muchos y que hay muchos «expertos» y políticos dispuestos a «explicar» qué pasó y a «ofrecer» soluciones para que no vuelva a pasar. Aunque hubiera sido efectivamente un caso de «overbooking», difícilmente las reglas y protocolos se habrían cambiado y el caso habría quedado reducido a un error del empleado que tomó la decisión y el castigo limitado a ese empleado y a quienes ejecutaron la decisión equivocada (ahora que se sabe que no fue un caso de «overbooking», esto último es mucho más probable).
Sí, la demanda por vuelos explica el interés popular por tanto ruido. Entonces me pregunto por qué no hay ruido alrededor de la idea de una renta básica, ¿es que no hay demanda por tal merced? Todos somos algo tontos pero ojalá no tanto para no preguntarnos qué sacrificio se nos pide a cambio. Si mañana llueven billetes de 100 euros, algunos no se molestarán en levantarlos porque supondrán –quizás correctamente– que son falsos. Cuando uno habla de demanda explícita o implícitamente sabe que algo tendrá que sacrificar. Los únicos que pueden «ofrecer» renta básica son gobernantes y legisladores porque su factibilidad depende del poder coercitivo legítimo del estado-nación, es decir, son políticos, y bien sabemos que los políticos no son fiables y nunca nos dirán el costo que tendríamos que asumir por tal merced. El deseo por cualquier merced es grande pero la demanda no.
Concluyo entonces que la demanda es débil porque no se sabe el costo a pagar. Ahora argumento que la oferta es débil porque los únicos oferentes posibles sospechan que no tendrán ganancia suficiente. Los gobernantes y legisladores de turno y otros políticos que intentan acceder al poder son los únicos oferentes posibles. La idea de una renta básica sustituyendo a todos los programas asistenciales existentes ya se discutía 50 años atrás. Ni el costo social (si alguno) ni el efecto redistributivo (si alguno) de esa idea se pueden estimar porque dependen tanto del monto de la renta básica y de las condiciones para su concesión como de quiénes y cuánto se benefician de los programas existentes. En todo caso, esa idea jamás será aceptada porque los grupos de interés asociados a los programas existentes bloquearán cualquier iniciativa y además porque los políticos perderían el poder derivado de manipular arbitrariamente la concesión de beneficios en los programas existentes. De igual manera que todas las reformas tributarias para simplificar los sistemas existentes han fracasado (por ejemplo, una tasa única de impuesto a la renta eliminando todas las exenciones), la consolidación de los programas existentes en un único programa no es atractiva para los políticos ya que su éxito depende de eliminar la discrecionalidad en su gestión. El supuesto básico para analizar el comportamiento de los políticos es que cualquier sacrificio de poder en relación a X debe ser compensado por un mayor poder sobre Y y por lo tanto si esa compensación no se puede identificar en el momento de aceptar el sacrifico, entonces la aceptación se posterga indefinidamente.
La idea alternativa de una renta básica complementaria a los programas asistenciales existentes sí tendría un costo social pero también tendría un efecto redistributivo. La magnitud del costo social dependería del monto adicional de la carga tributaria o del beneficio social sacrificado si se financiara reduciendo otros programas del gobierno. El efecto redistributivo dependería además de las condiciones de acceso a la renta básica. Pero aun suponiendo que esta segunda alternativa pudiera financiarse sin que los intereses afectados la bloqueen, los políticos difícilmente la considerarían porque el monto de la renta básica tendría que ser (¿muy?) bajo en relación al monto de la primera alternativa (se puede suponer que cuanto mayores el número y los beneficios de los programas existentes, menor será el monto de la renta básica) y sería un programa asistencial que no les deja margen para la manipulación arbitraria. En otras palabras, los políticos pronto encontrarían que les conviene modificar algunos de los programas asistenciales existentes o crear programas focalizados en grupos que hoy no reciben beneficio alguno.
Nota: En ninguna de las dos alternativas de renta básica, el análisis económico puede dar respuestas aproximadas de su costo social y su efecto redistributivo. Si bien se puede “crear” un modelo de la economía nacional que de respuestas con apariencia de un bajo margen de error, sus “estimaciones” serían tan malas como las predicciones de muchos modelos de la economía nacional para otros propósitos.
Cuando se discute políticas públicas, además de tomar en cuenta a ciudadanos y políticos, uno debe tomar muy en cuenta la organización interna del estado-nación donde otras fuerzas determinan cómo se implementan las políticas públicas. Días atrás se publicó este libro
http://tm1-live.eu.aws.cambridge.org/gh/academic/subjects/economics/public-economics-and-public-policy/inside-job-how-government-insiders-subvert-public-interest?format=PB
cuyo resumen publicitario dice
National decline is typically blamed on special interests from the demand side of politics corrupting a country’s institutions. The usual demand-side suspects include crony capitalists, consumer activists, economic elites, and labor unions. Less attention is given to government insiders on the supply side of politics – rulers, elected officials, bureaucrats, and public employees. In autocracies and democracies, government insiders have the motive, means, and opportunity to co-opt political power for their benefit and at the expense of national well-being. Many storied empires have succumbed to such inside jobs. Today, they imperil countries as different as China and the United States. Democracy – government by the people – does not ensure government for the people. Understanding how government insiders use their power to subvert the public interest – and how these negative consequences can be mitigated – is the topic of this book by Mark A. Zupan.
En lo que se refiere a la gestión de nuestro caso y simplificando los números, somos 46 millones de personas. Actualmente, 18 millones (más o menos) tienen un trabajo remunerado y 28 millones no tienen un trabajo remunerado dentro de los circuitos de mayor gestión estatal.
¿Esto significa que 28 millones de personas no trabajan o no consiguen dinero por su cuenta? Pues la respuesta es «no» a las dos preguntas.
De esos 28 millones, muchos, o prácticamente casi todos, trabajan en asuntos varios no remunerados que ayudan al sostenimiento y cohesionamiento social y algunos de ellos consiguen ingresos económicos por cauces no demasiado controlados por la maquinaria estatal, pero que finalmente y de igual modo, revierten en la economía global.
Aún así, se puede decir que la economía, que nos atañe y que gestionamos más directamente, es sostenida por el trabajo remunerado de 18 millones de personas de los 46 millones que somos.
De nuevo, ¿Significa esto que existen 28 millones de personas que se dedican a filosofar? Pues la respuesta también es «no». Las personas que filosofan son muchas más. Prácticamente la totalidad de los 46 millones de personas. Al igual que ocurre con el trabajo remunerado y no remunerado o controlado, la práctica totalidad de los 46 millones filosofan sobre todo tipo de cuestiones. Filosofan sobre su vida, sobre su futuro, sobre sus relaciones, sobre lo que se van a poner el próximo día o sobre infinidad de cuestiones que les atañen y que consideran importantes para su vida.
En eso consiste la filosofía. En la sabiduría particular, la de cada uno, aplicada a la vida.
Podríamos decir que la filosofía (el saber) es la particular forma de gestionar y solucionar las posibles contingencias, que cada uno se encuentra, con los recursos que tiene, con lo que sabe.
Así, también se podría decir que. al igual que la economía es la «administración eficaz y razonada de los bienes», la filosofía es la «administración eficaz y razonada de la sabiduría».
Nadie ha visto ni ha habido un aumento significativo de «filósofos» durante la crisis y el aumento del paro. Nadie ha considerado que fuera alarmante la aparición de «filósofos» por los 28 millones de personas que «no trabajan» (qué ironía y engaño, ¿no?).
Los «filósofos» siempre han sido la totalidad de la población. Los 46 millones de personas.
El asunto y la pregunta es: ¿En que modo y para qué filosofamos?
Bueno, a groso modo y sin ánimo de querer entrar en polémicas o parecer un instigador de conciencias con ánimo malvado si no todo lo contrario, la filosofía de muchas de nuestras vidas ha sido «encaminada» hacia quién canta mejor o quién cocina mejor bajo presión o quien convive y discute de forma acalorada mejor o qué equipo juega mejor y un largo camino de cosas que engloban el total de asuntos por los que nos preocupamos.
Esa es y sigue siendo la filosofía social que rige y ha aumentado durante esta crisis, asuntos, como vemos, no demasiado «importantes».
La «importancia» que cada uno le da para que su «filosofía de vida» sea una u otra.
Por otro lado, y para no extenderme más sobre todo ese asunto que da para mucho, está el tema de la renta básica. La renta básica sustentada por 18 millones de personas.
¿Es eso así? muchos lo piensan, pero en realidad no es así, todos lo sabemos. De los 28 millones de personas que no tienen un trabajo remunerado, la práctica totalidad de ellos contribuyen, haciendo cosas, al sostenimiento de la sociedad. Es cierto que muchos no aportan gran cosa, pero de entre los 18 que trabajan también hay quienes no aportan gran cosa.
Pero la renta básica sigue pareciendo una trampa para muchos, para mí también por algún motivo y por eso he tardado y llevo pensando durante todo esto estos días.
La renta básica para mí es poder respirar, y comer y poder guarecerme en un hoyo que cavara con mis manos si hiciera falta y si es que tengo frío o quisiera dormir.
Esa es la renta básica de un hombre. Esa es la renta básica de cualquier persona. La vida no ofrece trabas, ofrece posibilidades.
La vida te da el sustento.
Entonces, ¿A que especie de perverso o torpe engaño hemos llegado para necesitar gestionar y debatir sobre una renta básica?
¿Cómo es posible que los más sabios y filósofos del planeta estén, junto con todos los demás, en ésto? ¿Acaso necesitamos debatir sobre el permiso y necesidad de nuestro propio sostenimiento?
Parece ser que no solo lo necesitamos si no que estamos en ello.
Que horror es todo esto. De verdad.
Aquellos que niegan que sea innecesario o insostenible, llegados a la edad en la que sus cuerpos no son aptos para el trabajo, ¿rechazan la renta que reciben del estado?. Los que se quedan sin trabajo, ¿Acaso gritan: ¡Yo no quiero un subsidio de desempleo!?
¿Alguien renuncia a lo que tiene?
Si hubiéramos nacido en un sistema en el que todos tuviéramos una renta básica, alguien gritaría al poder hacerlo: ¡Yo no la quiero y prefiero morir a tenerla!
Ahí está la excepción que confirma la regla de la que habla el artículo. La sinrazón de la razón de nuestro modo de vida. Del Ser más sabio sobre el planeta.
Del suicidio asistido y comprendido y permitido. De la muerte a la que estamos acostumbrados por nuestra filosofía de vida.
De todo este horror en lo que hemos convertido lo que nos circunda y tenemos bajo los pies.
Del no ver y no saber ver qué es lo importante. Por filosofar sobre cosas que no conducen mas que al sostenimiento de una sociedad de desequilibrios incomprensibles e insostenibles. Donde uno tiene mil millones y otro los debe.
Y sin embargo, todos podemos respirar, aunque algunos ya bastante mal. ¿No nos damos cuenta?
Pronto nos querremos cobrar por respirar. De hecho, ya se grava con impuestos cosas relacionadas con ésto.
…
Mi resumen.
En nuestro particular caso y a grandes rasgos, somos 46 millones, de los cuales, 18 millones trabajan y 28 millones no trabajan.
¿Es verdad que 28 millones no trabajan? No, todos, los 46 millones, contribuyen de una u otra forma al sostenimiento de la sociedad con «su» trabajo.
¿Existen 28 millones de filósofos? No, todos, los 46 millones, filosofan y contribuyen con mayor o menor éxito a la sociedad con «su» filosofía.
¿Que es la renta básica?
Pues la renta básica es poder respirar, poder alimentarse y poder descansar.
¿Cómo es posible que debatamos sobre poder respirar, poder alimentarse y poder descansar si somos los seres más sabios sobre el planeta?
Pues porque aunque es difícil encontrar a alguien que renuncie a las rentas que recibe, existen excepciones y, en el presente, hay quienes renuncian o renunciarían a ello voluntariamente. Sencillamente y como cruda realidad, hay gente que se suicida.
Otro ejemplo, aparte de los más evidentes, podríamos decir que hemos llegado a grabar con imposiciones indirectas el aire que respiramos. El aire, cuestión básica de la renta básica.
¿Por qué?
Porque todo esto es un horror repleto de equivocaciones, desequilibrios y malas enseñanzas que hemos ido construyendo entre todos.
¿Podemos arreglarlo?
El hombre, si quiere, y como es evidente, es capaz de hacer cosas increíbles.
¿Cómo?
Comenzando de nuevo. El amor siempre te da la oportunidad de comenzar de nuevo.
«Comenzar de nuevo», en mi opinión, significa descartar todo el horror para partir de la verdadera renta básica: respirar, comer y dormir, eso que existe porque existe y «Es» así.
Somos capaces de construir y transformar el entorno en lugares maravillosos pero decimos: «Eso cuesta mucho».
Pero, ¿Es verdad que cuesta mucho? ¿Acaso no somos ahora más?
Un solo hombre no puede mover una roca de mil kilos. ¿Y mil hombres?
¿Y diez millones de hombres?
Un solo hombre no es capaz de concebir un futuro para todos que sea armonioso, en paz, con comodidades de todo tipo y parejas a los demás.
¿Y diez hombres?¿Y más de 7.000 millones de hombres?¿Tampoco pueden?
¿Cuántos harán falta?
¿Cuántas veces deberemos amarnos para conseguirlo?
¿Cuántas veces se tendrán que dividir nuestras células y por cuánto más tiempo deberán hacerlo para conseguirlo?
¿Acaso no somos capaces?
¿Nosotros?
¿Los que flotamos por el espacio?
Pero…
¡Es que estamos TODOS nosotros flotando por el espacio!
¡Sobre «nosotros» mismos!
…
¡Sobre nuestra renta básica!
Tres cosas:
1. La renta basica es el ultimo paso a la infantilizacion de los ciudadanos.
Que incentivo tengo yo para educar a mis hijos y ayudarles a ser adultos si van a pasar de vivir de sus padres a vivir de todos en general? El objetivo de ser adulto es saber valerse por si mismo y es eso lo que debe incentivar
2. La renta basica es indigna para un adulto. Y para los trabajadores que deben asumirla. No es digno fundirte la renta basica en ir a desayunar cada dia a un bar a las 10 de la mañana mientras los que te la proporcionan beben un cafe en su casa a las 6.30. Es filosoficamente inadmisible
3. La renta basica no proporcionara lo basico de la misma manera que la incorporacion de mano de obra al mercado laboral ha hecho que una familia no pueda ser, en general, sostenida por el trabajo remunerado de una sola persona.
La renta basica es solo una limosna institucionalizada pensada para castrar la iniciativa y la creatividad, a la par que para domesticar y dirigir a la masa
Gracias por los comentarios, en este caso los de EB y Pasmao a mi último post.
Ahora tengo poco tiempo pero me acaban de pasar este artículo de Altman que aclara en parte la discusión.
http://foreignpolicy.com/2016/05/19/economics-has-failed-america-globalization-trade/
El artículo comienza así:
«As a recovering economist writing on behalf of my erstwhile field, I would like to apologize to every American who has lost a job or a livelihood because of globalization. Economics has failed you. It has failed you because of ideology, politics, and laziness. It has failed you because its teachings are woefully incomplete, and its greatest exponents have done almost nothing to complete them.
There are “positive” questions in economics that have mathematical answers — things that simply must be true — and then there are “normative” questions that amount to value judgments on points of policy. In economics classes, we teach the former and usually stop short when faced with the latter. This leaves a hole in any discussion of economic policy; students acquire first principles but rarely consider real-world applications, because to do so would presuppose a social or political point of view.
In the case of free trade and globalization, this omission has been disastrous. All first-year students of economics learn the theory of comparative advantage and gains from trade. They see a mathematical proof showing that when two countries trade goods or services, the benefits to the winners outweigh the costs to the losers. They are assured, correctly, that this result allows everyone to be made better off — or at least no worse off — by trade.
Yet the redistribution required to generate this broad improvement in living standards is hardly addressed, or sometimes even mentioned. To do so would be to step into the muddy mire of normative questions.»
………………………………..
Y termina así: …………………………
………………I’ve lost count of the times I’ve written that globalization reduces inequality among countries and increases inequality within countries. The wealthiest, most highly educated, and most internationally connected people are always the best equipped to claim the biggest gains from trade. In poor countries, these gains from trade often come from the exports of labor-intensive industries, and the millions of people who work in these industries may benefit as well. That used to happen here, too, but not anymore.
In the United States, the big losers from the current wave of globalization have been working- and middle-class people, as Branko Milanovic of the City University of New York details in his new book, Global Inequality. Many of them have gravitated to the insurgent campaigns of Trump and Sanders, whose proposals have left economists shaking their heads and wringing their hands.
But we have only ourselves to blame. We never told our students the importance of managing the transition to a more integrated global economy. We never really told them how to do it, either. If we had done our jobs, it needn’t have been this way.»
……………………
En mi opinión es un artículo discreto y pudoroso que abre una brecha pero que se queda lejos de merecer un notable en las clases que, sobre esta materia, dictaba Raymond Barre hace ya 50 años.
Un saludo cordial.
PD. Volveré sobre ello con algo más de tiempo.
Hola Manu, gracias por la referencia al artículo de Altman y ojalá que más adelante podamos tener una discusión seria sobre lo que los economistas pueden aportar a entender el mundo. Quizás usted pueda desafiar a los economistas de Nada Es Gratis a que ellos opinen sobre el artículo aprovechando que regularmente han estado escribiendo sobre lo que hacen y no hacen los economistas (yo no puedo hacerlo porque estoy en su lista negra por comentarios críticos).
En todo caso, y tomando en cuenta que el autor del artículo es un economista que escribe en revistas para no-economistas y profesor de la escuela de negocios de NYU (no de su Departamento de Economía, algo muy distinto), el primer párrafo del artículo me causó risa. Estoy seguro que no se atrevería a decírselo en la cara a ninguno de los profesores del Departamento de Economía de NYU porque todos se reirían de su profunda estupidez. Como digo siempre, lo que más lamento es que sabemos poco y lo poco que sabemos no lo aprovechamos bien. Ningún académico, cualquiera sea su disciplina, debe pedir perdón por saber poco, pero sí tiene la responsabilidad primero de reconocer que sabe poco y segundo de aprovechar bien ese poco que sabe. Ya el primer párrafo me indica que Altman no asume ninguna de esas dos responsabilidades.
Para beneficio de los lectores de este blog, espero luego tener tiempo de referirme a cada párrafo del artículo de Altman. Pero no dejemos que las tonteras que Altman dice nos aparte del tema central que debe preocuparnos, esto es, qué ha estado pasando y pasa con la economía mundial, en particular con la globalización.
Y para aquellos lectores que tienen dudas sobre lo que digo, aprovecho una experiencia reciente muy dolorosa para mi pero que viene al caso. No importa cuánto creemos que los médicos saben, lo cierto es que el mejor de los médicos todavía sabe poco (sí, mucho más que 100 años atrás pero todavía poco) y para peor cuando intenta aplicar ese poco que sabe debe además «conocer» a su paciente (sí, no importa cuántos exámenes y mediciones hoy se pueden hacer, tampoco son suficientes para «conocer» bien al paciente). Un médico no puede «pronosticar» cuánta vida le queda a su paciente y comete un error cuando le dice que le queda a lo sumo N años de vida, y cuando recomienda un tratamiento sólo está apostando a que el beneficio justifique los efectos colaterales.
Luego de su introducción, Altman dice
“There are “positive” questions in economics that have mathematical answers — things that simply must be
true — and then there are “normative” questions that amount to value judgments on points of policy. In
economics classes, we teach the former and usually stop short when faced with the latter. This leaves a hole
in any discussion of economic policy; students acquire first principles but rarely consider real-world
applications, because to do so would presuppose a social or political point of view.”
Altman se equivoca y mucho. El análisis “positivo” (esto es, el análisis de lo que es) intenta dar respuestas precisas y a veces se usan las matemáticas para obtenerlas (también se usa la geometría como cuando se dibujan una curva de demanda y una curva de oferta) y no son obvias porque esas respuestas se deducen de supuestos bien precisos sobre la conducta de las personas (sea como demandante, sea como oferente, sea como parte de un intercambio de bienes o servicios) y de la naturaleza de la acción individual y de las interacciones sociales que son el objeto del análisis. Si se cambian esos supuestos, las respuestas cambian. Más importante, debe distinguirse entre el análisis “positivo” de la microeconomía y el análisis “positivo” de la macroeconomía porque el segundo no se sigue del primero sino que esta basado en agregados arbitrarios tomados de las cuentas nacionales (esas que algunos odian porque se refieren al famoso PBI) y de otras estadísticas sobre agregados (inflación, tasa de desempleo). Esta distinción es fundamental porque las ciencias o disciplinas sociales quieren explicar fenómenos en que participan muchas personas, no sólo la compraventa de un libro o cualquier otro bien, y entonces se deben agregar personas y cosas distintas, algo que no puede hacerse recurriendo a una simple suma. En todo caso, el análisis microeconómico “positivo” ha sido muy útil para entender fenómenos limitados al consumo, la producción y el intercambio de bienes y servicios específicos. Por el contrario, el análisis macroeconómico “positivo” siempre ha prometido mucho más de lo que poco que ha dado y sigue dando.
Altman también se equivoca sobre el análisis “normativo” (esto es, el análisis de lo que debería ser) que ha sido parte importante en la formación de los economistas por más de 50 años. Ya hacia 1960, cuando el análisis microeconómico “normativo”, se había desarrollado hasta ser incorporado en los textos básicos, algunos postulaban ese análisis como base de una ingeniería social. Al principio se limitó al análisis costo-beneficio para evaluar proyectos públicos de inversiones (sí, yo fui uno de los primeros en practicarlo) pero luego se aplicó a la evaluación de muchas políticas públicas. El análisis costo-beneficio supone una posición utilitaria y específicamente que la eficiencia debía ser el criterio para decidir inversiones y políticas públicas. Además, en los últimos 25 años, ese análisis “normativo” se extendió a lo que se llama el diseño de mecanismos de asignación de recursos, algo que fue posible gracias a la aplicación sistemática de teoría de juegos como instrumento analítico (ver por ejemplo este post en Nada es Gratis publicado hoy http://nadaesgratis.es/jose-luis-ferreira/teoria-experimentos-y-politica-el-caso-de-las-subastas-del-espectro-electromagnetico ).
Pero por si lo anterior fuera poco, se complementa con el análisis microeconómico “normativo” que ha pretendido justificar la intervención estatal por “los fallos del mercado” (ver https://es.wikipedia.org/wiki/Fallo_de_mercado ). Sí, para entender de qué estoy hablando hay que conocer bien la teoría del bienestar económico que se fundamenta en un modelo en que el bienestar social de una economía de mercados en competencia perfecta se maximiza. Como varios de los supuestos de ese modelo no son posibles, muchos economistas alegan que la intervención estatal sí permite superar ese fallo y maximizar el bienestar social –y, además, como cualquier intervención genera ganadores y perdedores en relación a una situación ideal sin intervención que deben otorgarse compensaciones a los perdedores. Muchos rechazamos este tipo de análisis por basarse precisamente en un modelo teórico que no explica la realidad de las economías de mercado y menos todavía la realidad de los gobiernos de los estados-nación (sí, muchos economistas ignoran los fallos de los gobiernos que han sido bien estudiados por unos pocos economistas).
Y si los errores anteriores no son pocos, Altman también se equivoca cuando ignora el análisis macroeconómico “normativo”–sí, ese que tanto se discute cuando se habla de lo bien o mal que está la economía nacional o la economía global. Para empezar Altman ignora que el análisis macroeconómico “positivo” que se ha enseñando en los últimos 70 años se origina directamente de las respuestas que muchos economistas dieron a la Gran Depresión (por supuesto, que hubo muchos antecedentes, pero el desarrollo de las cuentas nacionales y otras estadísticas en la década de 1930 fue decisivo para un replanteamiento total del análisis macroeconómico, en particular a partir de la formalización de la “teoría general” de Keynes por John Hicks). Ese análisis “positivo” ha servido para justificar las políticas de los gobiernos primero durante la Gran Depresión, luego durante la Segunda Guerra Mundial, durante la reconstrucción posterior, y luego cada vez que un macroeconomista quería asesorar o servir a algún gobierno Los primeros textos de macroeconomía siempre llevaban a una discusión de las políticas de los gobiernos, que pronto se tradujo en la construcción de modelos macroeconométricos para determinar políticas que maximizaran el crecimiento económico (sí, el crecimiento del PBI), mantener el pleno empleo y la estabilidad de precios. A partir de 1970 la crítica a ese análisis “normativo” —y por consiguiente el análisis “positivo” en que pretendía fundarse— llevó al desarrollo de modelos teóricos más sofisticados para la determinación de políticas pero no a una mayor sofisticación del análisis “positivo”, algo que se vio claramente en las “explicaciones” de las crisis de Latinoamérica en los años 80, de Asia en los años 90, y de los países más desarrollados a partir de 2008.
Más todavía, Altman se equivoca porque también ignora el análisis macroeconómico “normativo” que se esconde bajo distintas teorías del desarrollo económico planteadas en los últimos 70 años. Sí, las cuentas nacionales permitieron una revisión profunda de la historia económica para argumentar nuevas teorías, algunas muy simples como aquellas basadas en que la pobreza era consecuencia de la falta de acumulación de capital por falta de ahorro pero sin explicar por qué muchos países seguían ahorrando muy poco (en Asia, estas teorías no han podido explicar por qué las tasas de ahorro eran y siguen siendo altas en relación al resto del mundo). Luego vinieron teorías más sofisticadas, a veces —no siempre— marcadas por la intención de encontrar fórmulas mágicas que los gobiernos debían aprovechar para maximizar el crecimiento de largo plazo con o sin redistribución de ingreso (por supuesto, estas teorías jamás se plantean por qué los gobiernos son un obstáculo al desarrollo económico).
Uno puede estar en desacuerdo con poco, mucho e incluso todo lo que los economistas hemos estado investigando y enseñando los últimos 50 años, pero decir que en las clases de economía se enseña análisis “positivo” con resultados obvios y se ignora el análisis “normativo” es un error, un error grave. Quizás Altman en sus clases hace lo que atribuye a los demás economistas pero entonces sus jefes deberían despedirlo por incompetente.
El paso siguiente de Altman es argumentar que el hecho de ignorar el análisis “normativo” ha sido una desgracia para el análisis del comercio libre y la globalización. Entre el párrafo anterior y los tres últimos párrafos de su artículo, Altman quiere persuadir a sus lectores de que los textos de INTRODUCCION al análisis económico son prueba de que los economistas han ignorado los costos de los cambios en el comercio internacional y de la creciente integración de los mercados en eso que llamamos economía global. Para aquellos que no se han especializado en análisis económico, su argumentación puede parecer seria, pero francamente es prueba de su profunda incompetencia y falsedad porque ningún doctor en economía de Harvard puede ignorar los miles de estudios de economistas serios de todo color político que en los últimos 250 años se han dedicado a analizar esos costos, además de estudiar los beneficios de esos cambios y de esa integración. Altman muestra un desprecio grotesco por todos esos estudios.
No debe sorprender que los textos de INTRODUCCION al análisis económico se centren en los temas que sus autores consideran básicos y en las ideas que se consideran más aceptadas por los economistas de sus escuelas de pensamiento (algo que pasa en todas las ciencias y disciplinas). Sí, hay varias escuelas de análisis económico, aunque la escuela dominante sigue siendo la neoclásica en microeconomía y la keynesiana en macroeconomía, y esto a pesar de que ambas teorías han cambiado mucho en los últimos 50 años. Tampoco debe sorprender que si uno quiere entender las varias escuelas debe ir mucho más allá del conocimiento especializado de cada escuela, esto es, requiere un esfuerzo por años, y que hoy haya pocos economistas especializados en Historia del Pensamiento Económico (algo también común en otras ciencias y disciplinas). Entre ambos extremos nos colocamos la casi totalidad de los economistas —sí, sabemos que estamos marcados por la escuela en que nos especializamos, aunque en distintos grados nuestra experiencia académica y profesional luego nos haya abierto a otras escuelas e incluso a otras disciplinas. Luego de 50 años yo me considero “muy” distinto a quienes fueron mis compañeros de doctorado en EEUU.
Hay algo fundamental que Altman y muchos otros economistas formados en la escuela dominante se resisten a aceptar, cualquiera sea el motivo. Me refiero a reconocer lo poco que saben, agravado por la tentación de ignorar lo poco que saben para fines personales. No se trata sólo de lo que dijo Hayek (The curious task of economics is to demonstrate to men how little they really know about what they imagine the can design”), sino también de apreciar que los “principios” del análisis económico están lejos de permitirnos entender lo que ha estado ocurriendo y que nunca serán suficientes para entender nuestra historia económica (problema a su vez agravado por la tentación de los historiadores de aceptar como «hechos» suposiciones que están lejos de la certeza). Si quiero explicar qué ha estado pasando en la economía global desde el fin de la SGM parece claro que ha habido tres períodos: uno de reconstrucción pero marcado por cambios profundos en el orden político mundial respecto a antes de la PGM (digamos hasta 1970), seguido por un corto período de confrontación y confusión tanto en lo económico como en lo político (digamos hasta 1985), y por un período de fuertes cambios en el orden político mundial que genera eso que se llama globalización (hasta por lo menos 2008, y con las dudas de que por lo menos desde 2008 hemos entrado en otro período de confrontación y confusión). Jamás un análisis serio podría ignorar la política en todos los niveles de gobierno y entre gobiernos en cada uno de sus niveles, pero esos economistas poco o nada tienen que decir sobre política porque siempre han tenido una visión de la política y el gobierno (en todos los niveles) que presume de mecanismo de control y guía de la economía local, nacional y global, algo grotesco porque se contradice con lo poco que sabemos de la historia de la política y el gobierno. Cuando Altman se lamenta de la falta de análisis “normativo” causa risa porque se sorprende de que los políticos no presten atención a aquellos economistas que sí tienen posiciones “normativas” bien definidas pero en abierta contradicción con los “principios” del análisis económico (si por ejemplo Obama le hubiera prestado atención a Joe Stiglitz, no me cabe duda que Altman estaría feliz aunque lo que Stiglitz le recomendara nada tuviera que ver con su propio análisis económico, aquel que fue premiado con un Nobel—yo conozco muy bien su análisis económico y también sus recomendaciones de políticas públicas una vez que dejó la academia).
Pero lo peor que pueden hacer esos economistas es ignorar los “principios” del análisis económico. Esto último es precisamente lo que hace Altman en relación al principio de la ventaja comparativa y al principio de las ganancias del intercambio. Este requiere, sin embargo, otro comentario largo.
¿Y en todos estos análisis cómo encajan las variables indeterminadas?
Me refiero a las impredecibles.
Todo esto que explica funciona en sistemas predecibles, pero como nuestro sistema , nuestro mundo — por muchas estadísticas que interconecten–, es totalmente impredecible, por eso estos análisis nunca conducen a nada.
Sólo la suerte del no sufrir algo impredecible en un corto periodo de tiempo hace que se cumplan las predicciones. Por eso, el motivo del éxito o el fracaso de los distintos análisis de unos u otros está sujeto a la multitud de impredecibles variables que suceden sin llegar nunca a una conclusión acertada.
Cada poco tiempo tenemos la oportunidad de ver a los grandes gurús económicos dilucidar y especular sobre cómo será y ha sido la economía y nunca llegan a ninguna conclusión valedera aún tratándose todas estas cosas del dos mas dos son cuatro.
¿Por qué?
Porque todo esto es otra ruleta de la suerte más. Una especie de «explicación cuántica» que se pierde en los conceptos sin llegar nunca a conclusiones acertadas y definitivas.
Si usted busca conclusiones acertadas y definitivas se tendrá que cambiar a otro lugar y a otro tiempo porque aquí hoy no hay ninguna. Y si alguien le quiere vender alguna, no la compre. Le recomiendo que no siga buscando para que no lo engañen. Y si insiste en buscarlas, yo le puedo vender varias pero a precios que quizás usted no pueda pagar (sí, como la mujer del cuento de Churchill, yo por un buen precio le vendo conclusiones acertadas y definitivas).
Las conclusiones que Usted me pueda vender no me interesan en absoluto.
¡Qué arrogancia la suya!
¿Usted todavía no se ha enterado que lo más valioso de este mundo ya nos lo han dado y además es gratis?
Pero además vuelve a entrar en contradicción como la mayoría de veces que escribe. Me ofrece venderme algo que de antemano dice que no existe y por lo tanto no tiene.
La incongruencia es de nuevo palpable y evidente.
Le diré que hace unos días me dediqué a descomponer y analizar alguno de estos comentarios que suele Usted escribir y que al menos a mí, con solo leerlos concluyo que son erróneos o tergiversados. Le otorgo siempre el bienintencionado beneficio de la duda al pensar que Usted mismo no sabe tan siquiera que lo que dice es erróneo.
Como los comentarios que suele realizar parece que están sujetos a la veracidad de las palabras y conceptos que emplea y éstos son a menudo de difícil comprensión por su rara utilización en conversaciones comunes, conducen a una especie de hipnotismo o espejismo en el que lo que dice parece estar sujeto a verdad sin estarlo.
Siendo así Usted a la vez víctima y artífice de sus propias expresiones y razonamientos que no conducen mas que a pensar a quienes no saben verlo, o no se toman la molestia de descifrar la veracidad de lo que dice, o sencillamente deciden no decirle nada por no molestarle o molestarse así mismos, que lo que dice, la inmensa mayoría de sus comentarios, son contradictorios, eso sí, engalanados con argumentos y disquisiciones que nunca jamás conducen a nada positivo y concluyente.
Su único y más que demostrado y sabido argumento es el de que todo el mundo está equivocado sin dar como contrapartida ni brizna de luz sobre cuál o qué es lo correcto bajo su punto de vista.
Es así que todos los que leen éste blog parecen estar sujetos a un controvertido y exhaustivo análisis que no llegamos a comprender pues nuestra ignorancia nos lo impide y al que solo Usted en su majestuoso y a la vez erróneo galimatías es capaz de alcanzar y ver y sin ser eso tampoco verdad pues incluso Usted mismo no lo sabe ver.
Por favor, vuelva a leer mi respuesta a su comentario y verifique con otra persona que ha entendido lo que quise decirle.
No, si le entiendo perfectamente.
No quiere dar explicaciones sobre la verdad y tampoco sobre la incongruencia de sus argumentos puesto que ambas mellarían la credibilidad de lo que dice.
Aunque no lo crea, espero un día poderle sacar una bonita y centrada foto como le dije.
Un saludo.
Todo esto es realmente curioso, por decirlo de forma suave.
Me preguntaba por qué en la ciudad de Dauphin donde se realizó la prueba – y si los resultados fueron buenos como así se explica – dejó entonces de aplicarse.
Leyendo más sobre ésto y siguiendo enlaces de los enlaces del artículo, en Alaska, donde una renta está implementada desde hace prácticamente 30 años y donde el modelo se puso en marcha, según leo, de forma paulatina incrementado la renta para asegurar un adecuado balance financiero, es decir, cuidadosamente, los datos no son del todo concluyentes, o al menos yo no sé verlos concluyentes.
El caso de Alaska está sustentado por la producción de petroleo. Imagino que es algo así como lo que ocurrió en «La Muela» donde los vecinos no pagaban la electricidad por el gran parque eólico.
Guiándome por los comentarios, no se distinguir si se trata de un asunto de justicia entre los que hacen y los que no hacen o si mas bien se trata de un asunto más cercano a la mezquindad o envidia humana del que se considera que tiene o recibe sin aparentemente merecerlo y ahí, a su vez, se camufla el peso de lo justo y lo injusto.
Mi énfasis creo que ha quedado claro. Por ley natural, aquella que ha regido desde el principio de los tiempos y que es la que ha permitido todo esto, dice que todos los que estamos merecemos. En condiciones normales, todos salimos del vientre materno y tenemos nuestro derecho a respirar y el comer garantizado acompañado del cobijo de un cálido regazo.
Así actúa la naturaleza.
Pero parece que todos nos enfurecemos, aquellos que tenemos la potestad y oportunidad para razonar sobre ello, sobre lo inadecuado de algo así.
¿El hecho de que todos los nacidos hasta que comiencen a trabajar, de forma natural y arraigada mas tarde por nuestra cultura, dispongan de todo lo necesario impide que sean productivos?
¿Somos improductivos por disponer de enseñanza gratuita o por disponer de sanidad gratuita? y, ¿Alguien quiere prescindir de ello y cuáles son los motivos?
Es decir, ¿Los herederos de una gran fortuna renuncian a ella? o ¿Los herederos de una gran fortuna nunca más harán algo productivo?
Quizá renuncien a una parte o casi la totalidad por diversos motivos, pero dudo que se queden en la indigencia.
Quizá viajen y disfruten de su herencia, pero dudo que nunca en su vida hagan algo por los demás.
Vemos que el hecho de disponer de estos recursos, de forma natural o consensuada por nuestra forma de vida y cultura no impide que seamos personas trabajadoras o con ganas de mejorar.
El ansia de mejora siempre existe pero creo que depende de otros alicientes.
Me pregunto si además de proporcionar éste tipo de recursos básicos, no deberíamos encauzar educativamente la voluntad de mejora global.
Es decir, además de dar pescado, enseñar a pescarlo.
Eso es lo que hace la naturaleza. Y nosotros, educando, también lo hacemos. Pero, ¿lo hacemos bien?
¿Enseñamos bien sobre la comprensión, ayuda, colaboración, organización, redistribución y todas esas cosas que finalmente hacen que una sociedad mejore?
Hablando sencillamente: ¿No reparte una buena familia sentada a la mesa la comida que tiene de forma equitativa y proporcionalmente?
No sé. A tenor de todo ésto y enlazando con el siguiente artículo sobre «El derecho a la educación y la educación pública»: http://www.otraspoliticas.com/educacion/el-derecho-a-la-educacion-y-la-educacion-publica/, donde se lee parte de un artículo de los derechos humanos que dice:
«La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.»
Solo se me ocurre pensar: ¡Qué mal lo hacemos!, ¿no?
Leo el comentario de Paz ―15 Abril, 2017 at 16:15 ― y mi primer pensamiento es que estoy absolutamente de acuerdo.
Se me enjareta sin embargo en mi cabeza – y no por rebatirla a ella sino, en una especie de diálogo interior, a mí y a mis opiniones ― la divagación de que si civilizaciones (o culturas, no sé cuál es el termino adecuado) como los griegos, o los romanos, o los aztecas o los incas, alcanzaron su cima y decayeron, llegará día en que también decaerá esta civilización occidental que vivimos y que parece el no va más de a qué puede aspirarse.
Tengo una idea más bien tirando a vaga de que aquellas culturas antiguas tuvieron algo que ― en mi apreciación ― no ha alcanzado la civilización que nos adorna y que es, ese algo, un sentido de trascendencia, de un “más allá” o un “otra cosa” que (aun con todos los defectos que también tuvieran y los errores y barbaridades que pudieran cometer) los incitaba a buscar satisfacciones y respuestas a cuestiones que se “despegaban” de la inmediatez de la pura subsistencia….
Nota:
Me ha salido muy largo y me da apuro por si me “regañáis”.
Así que quien lo quiera leer entero que vaya a https://aliciabermudezmerino.blogspot.com.es/2017/04/renta-basica.html
Y si quiere comentar que vuelva aquí.
Besos.
Esta persona lo explica mejor que yo, y es eso lo que me preocupa de la renta básica, los incentivos que moldean la sociedad:
JUN
10
Cómo anular a una persona
El peor daño que se le hace a una persona es darle todo. Quien quiera anular a otro solo tiene que evitarle el esfuerzo, impedirle que trabaje, que proponga, que se enfrente a los problemas (o posibilidades) de cada día, que tenga que resolver dificultades.
Regálele todo: la comida, la diversión y todo lo que pida. Así le evita usar todas las potencialidades que tiene, sacar recursos que desconocía y desplegar su creatividad. Quien vive de lo regalado se anula como persona, se vuelve perezosa, anquilosada y como un estanque de agua que por inactividad pudre el contenido.
Aquellos sistemas que por “amor” o demagogia sistemáticamente le regalan todo a la gente, la vuelven la más pobre entre las pobres. Es una de las caras de la miseria humana: carecer de iniciativa, desaprovechar los talentos, potencialidades y capacidades con que están dotados casi todos los seres humanos.
Quien ha recibido todo regalado se transforma en un indigente, porque asume la posición de la víctima que sólo se queja. Cree que los demás tienen obligación de ponerle todo en las manos, y considera una desgracia desarrollarse en un trabajo digno.
Es muy difícil que quien ha recibido todo regalado, algún día quiera convertirse en alguien útil para sí mismo. Le parece que todos a su alrededor son responsables de hacerle vivir bien, y cuando esa “ayuda” no llega, culpa a los demás de su “desgracia” (no por anularlo como persona, sino por no volverle a dar). Solo los sistemas más despóticos impiden que los seres humanos desarrollen toda su potencialidad para vivir. Creen estar haciendo bonito, pero en definitiva están empleando un arma para anular a las personas. (No quiere decir que la caridad de una ayuda temporal no sea necesaria en momentos especiales).
Publicado 10th June 2011 por Anacristina Aristizábal U.
¿Que no ve que no, que eso no es así?
Las premisas de las que parte el argumento son falsas o inexactas.
Nadie anula nada, ni nadie puede dar todo.
Nadie da todo porque ese todo es falso. Ese todo es un concepto cultural falso y tramposo.
El verdadero todo lo tenemos todos.
Mire, hace pocos días volvía a salir la noticia de que te pagaban 16.000 € por pasar 70 días en la cama.
La gente se negaba.
La gente se niega. Lo difícil es encontrar a alguien que quiera hacer nada. Lo harán media hora, tres meses. Cinco años, pero, ¿toda la vida?
Existen multitud de personas que podrían sentarse a la bartola y siguen haciendo cosas, porque «la bartola» es algo temporal en la vida humana.
Es temporal porque el pensamiento de un humano es irrefrenable.
Nadie puede soportar y nadie quiere eso de forma perpetua porque entra en conflicto total con lo que supone ser lo que somos.
Nadie se está quieto. Nadie puede ni quiere estarlo.
Hubo alguien al que se le encumbró a casi deidad por sentarse debajo de un árbol y no hacer aparentemente nada. ¡Hubo uno!
De ahí obtuvo conclusiones singulares, pero no por eso todos estamos dispuestos a eso e incluso él se acabó levantando y enseñando lo que aprendió allí sentado.
Ni el que eligió voluntariamente sentarse y no hacer nada con gran determinación para ello, acabó haciendo.
Yeah! Yeah!…
De nuevo me viene a la mente, como en alguna otra ocasión, la imagen de aquel empecinado personaje subido en una bomba, dejándose caer desde un avión, agitando su sombrero de cowboy y desencadenando así la guerra nuclear que nadie quería.
.
El engaño de los números.
Algunos deberían haberse dado cuenta del engaño de los números.
El engaño de los números es evidente cuando comienzan a explicarte en etapas tempranas de la vida, que no sólo existen los números, si no que un buen día te dicen que existen los números naturales, los reales, los primos, los compuestos, los perfectos, los enteros, los negativos, los racionales, los irracionales, los trascendentes, los complejos, los hipercomplejos, los hiperreales, los superreales, los surreales, los ordinales, los transfinitos y algunas otras denominaciones más de tipo de números.
Así, sentado allí, al principio de tu vida y rodeado de niños, te das cuenta de que todo es un fantástico engaño.
Un engaño en el que los adultos que se encuentran delante de ti, enseñándote, admiten, sin darse cuenta, que no tienen ni idea de nada.
Es así cómo entonces la mirada se pierde por una ventana entreabierta de la clase pudiendo ver el paso fugaz de una paloma, o se fija hipnotizada en el papel que se le ha pegado en el zapato a un compañero de clase.
Te das cuenta, con la mirada perdida, pero a su vez centrada en ti mismo, de que todo aquello que te dicen que es exacto es inexacto.
Que aquello que dicen que es la base de todo un sistema que rige el mundo, está sustentado en la fantasía humana.
Y te siguen diciendo: «Es que dos más dos son cuatro». Pero ya no les crees.
Allí comienzan las mentiras a circular por la vida. Las mentiras serias.
…
Lo peor es acabar creyéndolas.