
“La tecnología se ha convertido en el gran vehículo de la cosificación, en su forma más madura y efectiva” (Herbert Marcuse).
“La nueva política de intervencionismo estatal, exige una despolitización de la masa de la población” (Jürgen Habermas).
Aunque suena como título del género de ciencia-ficción, es una triste realidad que se ha ido imponiendo a unas sociedades alienadas, infantilizadas, hedonistas, ignorantes y cobardes, dispuestas a vender sus libertades y esencias humanas por una ración de pienso al que llaman eufemísticamente “salario mínimo” que…. ¿de quién depende? Por supuesto de los gobiernos que se han apropiado del estado-nación y las soberanías nacionales, ante la impasibilidad institucional de lo que se suponía democracias consolidadas que, de esta forma, se ponen a la altura de los regímenes de poder absoluto.
En otros tiempos, el proyecto común de construcción nacional era la amalgama que unía a los pueblos hombro con hombro, voluntad con voluntad, para ir avanzando en la conquista de mejoras sociales, de bienestar individual, de ilusiones compartidas entre todos. La sociedad estratificada en quehaceres y tareas diversas, no perdía de vista que todos estaban sujetos a lo que su esfuerzo, capacidad y formación aportase a la comunidad.
Fue hacia finales del siglo XIX cuando la Ciencia, ese conjunto de saberes que a todos nos enriquecían, fue abriéndose a cuestiones no científicas y a saberes basados en teorías relacionadas con las llamadas “ciencias sociales”, que fueron desarrollándose sobre el empirismo y la interpretación más o menos sesgada de los hechos, frente al racionalismo de la Ilustración y de las ciencias puras que, poco a poco, iban desapareciendo al no considerarlas útiles. Este sentido de lo “utilitario” se extendería a la educación, a la formación y a la investigación aplicada (hay un buen resumen de estudios sobre “sociología de la Ciencia” de varios autores como Barry Barnes, Thomas Kuhn, Robert K. Merton, J.S. Price Thorstein Veblen, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas y así hasta veinte autores, publicado por “Alianza Editorial” en 1972).
Las dos guerras mundiales vinieron sucesivamente a potenciar las ingenierías sociales a través de instituciones militares o filantrópicas, que empezaron a intentar conocer las claves de manipulación mental con las que se podría manejar a las sociedades y a sus individuos, de acuerdo con unas pautas de propaganda y adoctrinamiento. El instituto británico Tavistock de Relaciones Humanas, junto a otras fundaciones filantrópicas con los apellidos Ford y Rockefeller, el Club de Roma, Bilderberg, Trilateral o, más recientemente, la Open Society y la fundación Gates, son referencias obligadas en la construcción de “redes” sociales y mediáticas a propósito de unos fines que culminan con la teórica salvación del planeta Tierra. Eso sí a costa de impuestos y “bonos verdes”.
Entretanto era preciso que tales redes ampliasen su campo de acción en diferentes frentes: alienación social, captura del poder a través de los gobiernos ejecutivos (tanto nacionales como supranacionales) y debilitamiento de las naciones-estado más fuertes por medio de la fragmentación identitaria de sus poblaciones. Un juego cuyo “tablero mundial” fue muy bien explicado por el que fuera consejero de Seguridad Nacional en EE.UU. Zbigniew Brzezinski en 1998 con importantes aportaciones como las de la figura del Secretario de Estado Henry Kissinger.
La alienación social encontró primero en la radio (1904) y luego en la televisión (1925) las mejores vías de influencia social superando a la prensa escrita. Las cada vez mayores redes de comunicación, tuvieron en la figura de Edward Bernays (1892/1995) con su libro “Propaganda” escrito en 1927, una especie de gurú que marcaba los caminos por los que transitar para crear necesidades donde no las había (publicidad): “La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas, es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad, constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país…. Son ellos quienes mueven los hilos que controlan el pensamiento público, domeñan las viejas fuerzas sociales y descubren nuevas maneras de embridar y guiar el mundo”. En definitiva, unas sociedades totalitarias nacidas de la ignorancia y del temor de sus ciudadanos de las que tenemos varios ejemplos.
Por su parte, la captura del poder político se estableció a partir de la preparación de dirigentes que, con la excusa del pluralismo, en realidad obedecen a consignas recibidas en uno u otro aspecto, desde las organizaciones supranacionales creadas al efecto cuya financiación obedece en gran medida a donaciones privadas con intereses particulares. En Europa, una vez fallecidos los líderes auténticos nacionales (De Gaulle, Churchill, Adenauer, etc.) aparece un único pensamiento político: la socialdemocracia. Una especie de marca blanca del socialismo marxista para blanquear el comunismo que, curiosamente, recibió el espaldarazo del liberalismo que desde entonces quedó como una reliquia romántica del pasado. Una clase política “correcta políticamente” quedaba sometida a lo que el profesor Luigi Ferrajoli, autor de la magna obra “Principia iuris. Teoría del Derecho y la Democracia”, llama “poderes salvajes” (esto es, no sujetos a normas porque son ellos los que las establecen).
La fractura de las naciones nace de la exacerbación de los antiguos nacionalismos para provocar la fractura territorial y social. Donde antes había convivencia, se crea enfrentamiento y odio. Donde antes había olvido y perdón se predican odios, se rescatan “memorias históricas” falseadas o claramente subjetivas que abren heridas, se profanan tumbas, se alimentan rencores que acaban inevitablemente en guerras civiles de todos conocidas con muerte y sufrimiento de poblaciones enteras por el interés particular de ese número exiguo de personas y poderes que dominan el mundo. Así es y así ha sido desde hace muchos años.
Llegamos así a ese retrato del futuro marcado por una pandemia mundial, cuyos orígenes reales se nos hurtan y esconden, que se resumen en palabras de David Rockefeller: “ahora solo falta una crisis adecuada para que las naciones acepten el Nuevo Orden Mundial”, pero… ¿cómo será ese nuevo orden surgido no de los intereses de la gente normal, sino de quienes se sienten ungidos como nuevos “mesías, salvatore mundi”?. Pues ya lo estamos comprobando, una adicción y sometimiento a tecnologías, la mayor parte de las cuales son meros juegos infantiles, que destruyen conocimientos reales, economías y trabajo y que, bajo el aspecto de máquinas inteligentes, van sometiendo a los humanos a unas leyes nuevas, estrambóticas y acientíficas que, además, constituyen una nueva religión con sus liturgias, sus sacerdotes y sus rituales. Un sistema mediático informativo presidido por la manipulación y el adoctrinamiento. Un sistema político mundial, de donde desaparece la Política para ser sustituida por las nuevas creencias y religiones. Un sistema social dominado por las máquinas donde sobra el conocimiento real y se elimina a los “herejes”. Lo llaman distópicamente “Novoceno” y ya está aquí entre nosotros.
¿Y qué podemos hacer?
Buena pregunta que toca responder a cada uno según le parezca oportuno. Al final son las actitudes individuales y los propios criterios los que llevan a una posición colectiva. Los resultados electorales en la Comunidad de Madrid alrededor de la palabra «Libertad», lo atestiguan.
Desde una forma simple lo «que podemos hacer» es rebelarnos contra las imposiciones que desde hace muchos años se nos vienen haciendo en relación con nuestra «imperfecta forma de vida» (pero vida al fin y al cabo) para hacernos más felices (buenas intenciones que acaban en el infierno). O, en sentido contrario, aceptar con resignación ese nuevo modelo distópico, esperando dócilmente nuestra ración diaria de comida. Y, tercera opción, formar parte y ser cómplice del sistema (es la forma más práctica de sobrevivir) aplaudiendo con entusiasmo en nuevo orden mundial.
Si nos damos cuenta, se han nos ido quitando opciones personales en todos los ámbitos cuando al menos existía competencia, para pasar a ser simples mandados de los que antes nos servían. El lenguaje (que nunca es inocente) de las tecnologías es siempre imperativo: «pincha aquí», «instala una aplicación», «haz esto y lo otro…» Nos han acostumbrado a obedecer sin rechistar porque las máquinas (las herramientas) se consideran más importantes que la propia inteligencia natural (también son manipulables en función de lo que quieras conseguir) y no tienen responsabilidad jurídica. Por eso las grandes corporaciones (parte del sistema) se han apuntado a algo que les quita responsabilidad y les asegura siempre beneficios.
Ayer un amigo me comentaba que se trataba de ir en sentido contrario a las consignas oficiales, algo que la sociedad empieza a ver como perversas. Otras personas de mi entorno por el contrario, tienen la televisión oficial (caso todas) como oráculo que dirige sus vidas y cumplen con todo lo que les dicen…. Por eso insisto en que es una opción personal e individual que, incluso, está teniendo un coste social, familiar y humano en las relaciones (otra forma de enfrentar a la gente) porque se abren grietas donde no las había.
Recuperar las viejas y anticuadas formas de vivir, de relacionarse, de comunicarse, de aprender, de trabajar, de estudiar, de ser nosotros mismos (no unos personajes transhumanos modelados por voluntades que se consideran superiores).
Y no dejar de comunicarnos a través de todos los medios posibles desde la sinceridad (algo incorrecto en estos tiempos), la honestidad y la decencia de los principios que vamos olvidando poco a poco.
Un cordial saludo.
«pasar a ser simples mandados de los que antes nos servían»
Ese pasado no ha existido nunca. Nunca nadie ha servido a la mayoría, sino todo lo contrario. Y la realidad es que hoy se se vive mejor que durante todo la historia de la Humanidad anterior porque con este sistema al menos la élite del poder reparte más y mejor de lo que ha repartido nunca. Lo que usted llama «distopía» en el pasado lo hubieran llamado «utopía inalcanzable». Esto son los hechos.
¿Que esto es manifiestamente mejorable? Sin duda. Pero si partimos de un error, de un enorme error, mal vamos a arreglarlo.
En este mundo hace falta más de lo que ha hecho falta siempre, más gobierno de la mayoría de los ciudadanos en su propio beneficio, y menos de lo que ha habido siempre, gobierno de las élites en el suyo propio.
Pero sospecho que a usted las decisiones por mayoría de ese gobierno de los ciudadanos no le gustarían. Sospecho que usted me diría que proponer, por ejemplo, que con una simple recogida de firmas entre los ciudadanos debería obligar al estado a realizar un referendum para instaurar o derogar CUALQUIER LEY INCLUIDA LA CONSTITUCION, tal y como ocurre en Suiza, es una locura. ¿Me equivoco?
A ver si el problema de ustedes (los que van por ahí diciendo que vivimos en una distopía donde ocurren cosas tan terribles como que nadie pasa hambre y el que enferma es curado de todo lo curable cueste lo que cueste, y no como antes, en ese pasado «dorado» del que habla, verdad) no va a ser que nos gobierna una élite, sino que nos gobierna la élite que a usted no le gusta, que ustedes quiere otra, la suya.
Su respuesta es una muestra de la diversidad de actitudes y opiniones que puede haber sobre este tema. Gracias.
En cuanto a sus «sospechas» sobre mi persona son sólo eso: su opinión (tan respetable como cualquier otra y tan equivocada como cualquier otra).
Unas solas matizaciones: «gobierno» es uno solo de los poderes que «emanan de la soberanía nacional» en un sistema democrático donde quien debe legislar es la representación política de esa mayoría de ciudadanos a que usted alude. Que esa representación sea directa o discurra por otros sistemas electorales, es otra cosa.
El «estado» somos nosotros ciudadanos organizados política y administrativamente. Luego no nos «podemos obligar» sino que podemos pedir que los designados como simples administradores o como representantes institucionales, cumplan la función que les corresponde. Y sí, estoy de acuerdo en que la propuesta de reformas legales deben partir de los ciudadanos (si estos son conscientes de su responsabilidad colectiva). Es más, en este foro existe una «revisión crítica de la C.E.» realizada por ciudadanos (tal como se presume que debería ser: «Nosotros ciudadanos… etc.».).
Las distopías o -como muy bien dice usted- «utopías inalcanzables» se manifiestan más por lo fantástico o irreal de sus patrones (según la ciencia de cada momento) ya que se mueven en la ciencia-ficción. Un género literario como otros. Lo grave es que haya quienes pretendan imponerlas sin medir sus consecuencias. Por mi parte no reconozco élites artificiales, sino «autoridades» de las que aprender cada día.
Termino sobre el servicio público que antes existía y que ahora se ha pervertido. Una realidad que cada uno puede llevar como le parezca.
Agradezco su comentario y espero haberle aclarado algunos puntos del mismo.
Un saludo.
Sr. Laguna, ¿en qué país existe esa democracia de la que usted habla? Que yo sepa, solo en la Atenas de hace más de 2.000 años se ejercía una democracia de ese tipo. En los países modernos me parece que no hay nada parecido a lo que usted señala.
Por otra parte, ni siquiera creo que fuera deseable. Ya me parecen ineficientes las reuniones de la comunidad de vecinos de mi casa, así que me imagino lo que sería un Estado dirigido «directamente» por millones de ciudadanos.
Tampoco me parece que el «estado» seamos «nosotros ciudadanos organizados política y administrativamente».
De verdad, ¿Dónde ha visto usted un Estado como ese, Sr. Laguna?
Un saludo
«Y sí, estoy de acuerdo en que la propuesta de reformas legales deben partir de los ciudadanos (si estos son conscientes de su responsabilidad colectiva)»
O sea, cuando los ciudadanos piensen igual que usted…
No nos engañemos: solo hay dos clases de gobierno, el de la mayoría o el de una minoría. El único democrático es el de la mayoría. E insisto: viendo cómo le pone pegas… me temo que a usted no le gusta cómo gobernaría la mayoría, que lo que prefiere es una minoría: la suya.
Pues para ese viaje no necesitamos alforjas.
Estimada Marta: el estado que «no existe» es precisamente el diseñado (de forma bastante chapucera por cierto) por nuestra Constitución que, a su vez, es bastante similar a la de algunos otros países europeos que, a su vez, tratan de conformar un espacio europeo socialdemócrata tras la 2ª G.M. Y quizás ese sea el problema: que los textos constitucionales, en mayor o menor medida sean «papel mojado» (que decía Serrat»).
Los constituyentes -aunque ellos no lo hayan redactado- son los ciudadanos, al igual que el «legislativo» es quien además de «legislar» aprueba o no las leyes. En eso consiste la «soberanía» democrática. Los «constituídos» son los órganos institucionales (o poderes) emanados de esa soberanía (artº 1 de la C.E.).
Lo de la «modernidad» de los países ha consistido en la captura por parte de uno de los poderes (el ejecutivo) del resto en mayor o menor medida (depende de lo que se dejan capturar; aquí en España ya lo estamos viendo). Eso se conoce como «cesarismo» (o poder absoluto) de los ejecutivos que ya fue advertido por Oswald Spengler en «La decadencia de Occidente» (quizás eso sea la modernidad) allá a pps. del siglo XX. Un «cesarismo» «omnipotente, extraconstitucional y por tanto antidemocrático». Arnold Toynbee estaba en la misma línea más tarde.
El caso de su comunidad de vecinos no es extrapolable a la responsabilidad que como ciudadanos tenemos de saber elegir a nuestros administradores. En las comunidades los administradores son los que uno se encuentra.
Un cordial saludo.
Felicitar al autor por, entre otras cosas, buenas referencias bibliográficas que, quizás sorprendentemente, incluyen un número respetable de responsables de la situación en la que hoy nos encontramos en Occidente. Una civilización ya desarraigada de sus raíces, sin memoria, lentamente agonizante y en claro proceso de empobrecimiento material y moral.
Algunos de los comentaristas se preguntan qué hacer.
Lo primero sería entender bien lo que ha pasado.
Si no se hace será imposible reaccionar; entre otras cosas porque no sabríamos ni contra quiénes hay que librar la batalla. Hay más de un frente.
La respuesta más científica a la pregunta de qué está pasando la dio en los años treinta del siglo pasado Arnold Toynbee tras analizar los ciclos vitales de unas veinte civilizaciones conocidas. Nuestro declive no es excepcional. Sigue unas reglas bien documentadas que se mantienen a pesar de que el poder, hoy, tiene recursos que nunca antes tuvo en la historia. Recursos, por ejemplo, de vigilancia electrónica de cada persona. El sueño de Stalin, Castro, Pol Pot o Hitler.
Les propongo un ejercicio: Busquen obra de Arnold Toynbee –en cualquier idioma occidental– y si la encuentran vuelvan a blog a contarnos su experiencia y el coste de conseguirla.
Al final de este texto traigo un enlace de interés para esta cuestión. Guárdenlo porque las joyas desaparecen.
Una vez sepamos lo que nos está pasado desde el final de la 2ª guerra mundial, comenzaremos a darnos cuenta de las dimensiones de lo que tenemos en frente y del abismo en recursos y capacidad de trabajo que hay entre «ellos», nuestros pastores, y «nosotros», el rebaño.
Al darnos cuenta de las dimensiones galácticas del abismo surgirá una división inevitable entre «nosotros»: Habrá quienes entiendan que estarán mejor con «ellos» y algunos –por alguna extraña razón genética o psicológica– elegirán una batalla imposible.
Otra cuestión a tener en cuenta es que la cultura a la que pertenecemos generacionalmente está agonizando y ha sido reemplazada por otra más acrítica, sumisa, conformista y que obtiene su conocimiento de fuentes distintas de las nuestras. Unas formas y un conocimiento producido deliberadamente por los «pastores» desde hace no menos de 40 o 50 años.
En cualquier caso vamos mal y a peor por diversas razones. Una de ellas, quizás la más importante, es que hemos perdido la batalla sin darnos cuenta de que la guerra y el enemigo eran interiores. Han conseguido fragmentarnos deliberadamente a unos niveles inauditos. No hay sociedades más divididas, menos unidas, que las occidentales. Tanto es así que ya ni se molestan en decirnos la verdad y nos alimentan de mentiras.
Una de ellas es lo del CO2. Científicamente falso pero les da igual. Lo nuestro es tragar y pagar. https://www.fpcs.es/clima-y-co2-la-evidencia-frente-al-dogma/ Este artículo es de hace 15 días. Ayer, Úrsula van der Leyden se pone en plan Greta Thunber y acelera el paso de la «descarbonzación. Recuerden que todo lo vivo produce CO2. Con lo cual ya tienen una herramienta fiscal para hacer lo que quieran. Como lo de las chulates que lo dicen bien clarito en sus «agendas» 2030 y 2050.
Otra patraña es lo de la «diversidad». Es decir, nos venden como un bien lo que es un mal objetivo que inevitablemente termina por destruirnos. Lean «Trust» –«Confianza» del profesor Fukuyama.
Con todo hay algo a nuestro favor: tenemos razón y somos más y moralmente mucho mejores que nuestros pastores.
Por tanto la respuesta es resistir y, de momento, luchar la batalla cultural a degüello. Será muy largo. Más del tiempo que nos queda al Sr. Laguna y a mi. Pero, francamente, no se me ocurre nada más moralmente satisfactorio que ello.
Saludos
Video: https://www.youtube.com/watch?v=D4XNIvH7EYA&t=646s
Muchas gracias por el comentario de R.Estévez a pesar del escaso tiempo que nos augura a ambos. Esperemos contar con nuestra voluntad de resistir para -al menos- dejar constancia de que «si se quiere, se puede».
Agradezco también los enlaces tan interesantes que nos aporta y que ponen en evidencia las «trapacerías» políticas basadas en la ignorancia de gran parte de la población, pero que incluso están afectando a quienes consideramos más preparados como nuestros representantes institucionales que, o bien han sido capturados de cualquier forma (el caso de la Sra. presidenta de la Comisión o el del Parlamento Europeo, tragando lo que les echen, es de «hacérselo mirar» (tal como se dice popularmente).
Finalmente coincido en la batalla cultural que está en marcha, donde de nuevo la razón debe enfrentarse a la superstición de las nuevas religiones.
Un cordial saludo.
Para Pascal Richet, el físico, el cambio climático es un simple debate científico. Pero no lo es.
Imaginemos que un enorme asteroide amenaza con la posibilidad de impactar con la Tierra, pero por su lejanía no sabemos todavía con total exactitud su órbita: algunos científicos con sus instrumentos calculan que impactará y otros, con los otros instrumentos, que no. Esto es un debate científico.
Para cuando esté lo suficientemente cerca para saber de forma exacta si impacta o no, será demasiado tarde para enviar cohetes que destruyan el asteroide. ¿Empezamos a construir los cohetes ya o esperamos a tener datos exactos? Esto NO es un debate científico.
El cambio climático es el segundo caso (ojalá solo fuera un debate científico).
Y sí, en cuanto la política se mete por en medio todo se embarra y aparecen los pescadores a río revuelto, pero el asteroide ahí está.
¿Y si en vez de UN SOLO ASTEROIDE que impactará la Tierra, es una nube de asteroides con trayectorias diferentes y múltiples puntos de impacto en nuestro planeta? Pues tendríamos que tener una batería de cohetes (supuestamente destructores de asteroides) apuntando en todas direcciones en miles de bases en que trabajen miles de personas (quizás es una forma de combatir el desempleo y crear industria). Sin irnos tan lejos, el aumento desmedido de armamentos de potencia nuclear puede llevarse por delante todo el planeta antes de que lleguen los asteroides o antes que se produzca un cambio climático alarmante (faltan mies o millones de años para eso).
No voy a insistir sobre el tan útil (para el capitalismo) concepto de «cambio climático» o el uso torticero de términos como «medio ambiente», «ecología», etc. por quienes vislumbran negocio en ello, ya que llevo desde los años 70 en el asunto desde organismos como el CEOTMA, el ICONA, etc. que trabajaban seriamente en este sentido.
Sólo insistir en que el dichoso «cambio climático» ha sido, es y será permanente mientras no seamos dioses capaces de imponer nuestra reglas al sistema planetario (si un simple GPS al final no sabe donde está, imaginemos….). Otra cosa distinta es la contaminación real de la Naturaleza por acciones antrópicas derivadas del crecimiento y distribución de la especie humana en la Tierra que actualmente suponemos (hay mucho más que conocer). Eso nos llevaría a plantearnos el dejar de «vivir mejor» (quien lo haga; hay una amplia mayoría que cada vez vive peor), limitar nuestras supuestas «necesidades» (el empleo se resentiría) y, sobre todo, cambiar de mentalidad: consumo versus austeridad.
Termino con el «debate científico». La Ciencia verdadera ha sido, es y será siempre, un debate permanente de ideas, teorías, descubrimientos y algunas certezas momentáneas en permanente discusiòn y polémica. Eso hace que esté viva. Cuando el debate científico está «engrasado» por intereses concretos, deja de ser Ciencia para convertirse en propaganda al servicio de……
De nuevo gracias por sus comentarios. Por cierto, sigue sin acertar en cuanto a la clasificación política que pretende….Frío, frío…..
Un cordial saludo.
Estimado contertulio.
Su comparación de la evidencia que pone a nuestra disposición el profesor Pascal Richet con la cuestión del meteorito no me parece correcta. Más bien me parece que compara dos cosas totalmente diferentes como si fueran lo mismo.
Concretamente lo que se sabe científicamente, desde hace bastante más de quince años, es que la relación del CO2 atmosférico y Temperatura es justo al revés de lo que dicen los políticos y las «leyes» de la UE.
Aquí uno de muchos informes, el de Richet, en versión original. https://www.fpcs.es/clima-y-co2-la-evidencia-frente-al-dogma/ y aquí otro más de muchos cientos https://energycentral.com/c/gn/man-made-co2-global-warming-fraud
Mi biblioteca sobre este tema tiene dos estantes, unos 100 documentos y libros que pongo gustoso a su disposición y por supuesto de otros comentaristas y editores del blog. Este tema es importante.
Lo anterior es bien sabido por todas las Academias de Ciencias. Como también saben que el CO2 antropogénico es apenas el 1% de todos los gases de efecto invernadero y que el Vapor de Agua (otro gas con dicho efecto) es el 95% de dichos gases. Curioso. Muy curioso.
¿Cómo se puede explicar que los Políticos Europeos, los vasallos del imperio, los gerentillos de la sucursal que han tolerado la demostrable degradación de Europa, elijan el CO2 –que ya grava pesadamente nuestro coste de electricidad y nuestra destrucción de empleo– en vez del vapor de agua que es 95 veces más importante como gas de «invernadero»?
Muy sencillo, porque el CO2 es el Gas de la Vida y todos los seres vivos lo producimos. Sin él no existe la vida. No hay otro argumento. Hasta un par de premios Nobel están en YouTube manifestado su sorpresa por este fraude inaudito.
Menudo argumento más tramposo e inútil para conseguir el «efecto deseado»: menos «calentamiento». ¿Verdad? Por eso han cambiado desde «Calentamiento Global» a «Cambio Climático» que es lo mismo que no decir nada porque el tiempo siempre cambia.
Una vez que han convertido al CO2 en el «pecado mortal de esta nueva religión» se levanta la Veda contra Todo lo Vivo y les funciona porque a través del sistema educativo infantil han modelado generaciones acríticas, emocionalmente más manipulables y a las que se ha privado de muchas cosas relacionadas con la principal cualidad humana, la Lógica y el Raciocinio. Group Think es la regla.
Para esta gente todos los seres vivos somos culpables de haber nacido. Son los verdaderos «prisioneros del Odio» que decía Amin Maalouf, y por tanto «se nos puede hacer y cobrar de todo por respirar» porque nuestro metabolismo, invariablemente, produce CO2. Y nos lo tragamos sin rechistar.
Hasta que, de repente, Richet se decide a alzar tímidamente su voz y alguien decide «publicarle».
A partir de ese momento Úrsula Van der Leyen decide, sin argumento alguno, salir en Titulares (y solo la Vanguardia lo publica en portada) para decir…»El que produzca CO2 que lo pague». Al lado de Goebbels esta mujer es un genio del populismo y la trampa.
¿Se molesta esta panda de auténticos fraudes totalitarios en entender lo que tienen entre manos? En absoluto. Lo suyo es dogma de Fe por Revelación y no desde luego por nuestros mejores y más independientes científicos.
Aquí les traigo otro informe académico sobre una de las dos fuentes de calor que gobiernan el Clima de la Tierra. Una de ellas es el Sol con sus ciclos de erupciones de los que no hablan. La otra es el Núcleo de la Tierra a la misma temperatura que la superficie solar y en ambos casos focos radiactivos.
Pues bien, la segunda de ellas, nuestro núcleo radiactivo a 6,000ºC, se disemina hasta la superficie a través de todo tipo de volcanes, fumarolas, termas, etc. Solo se monitorizan algunos volcanes Terrestres. Y solo un volcán Submarino–The Axial Sea Mount– no muy lejos de la costa de Oregón tiene alguna forma de monitorización.
¿Uno solo… de cuántos volcanes sumergidos….? este artículo nos lo dice, «uno de casi Tres Millones de fuentes no constantes de disipación atmosférica de la radiación calorífica del Núcleo terrestre».
Y con este caudal de ignorancia esta gente proclama que los culpables somos los seres vivos y por eso están en una cruzada para reducir nuestro número. Todo muy conveniente y muy falso.
Aquí el artículo sobre la DESCONOCIDA actividad volcánica submarina que junto con el Sol son las dos principales palancas del clima terrestre cuando no estamos ante variaciones cíclicas del ángulo de rotación terrestre, el famoso «tilt» responsable de tantas glaciaciones.
https://www.academia.edu/s/f01159dba9
Saludos y a su disposición para aportar más datos, informes y textos.
Un saludo cordial.
Lo que proponen personas como ustedes es no hacer NADA y confiar en la SUERTE, así, sin más, en base a que hay un ridículamente minúsculo número de científicos (ninguno experto climatólogo) que creen que la inmensísima mayoría de los expertos mundiales en el tema están completamente equivocados (o forman parte de un gigantesco contubernio político mundial).
¿Y si los equivocados son ustedes cuatro y el de la guitarra?
Yo de ustedes me pondría a pensar qué hace que estén apoyando semejante locura, y si es lo que yo creo, me parece que hacerlo por un simple «me caen mal los progres» (que eso nos pasa a muchos) es ya demasiado.
Contundente el comentario de R.Estevez que contrasta -y mucho- con la respuesta de «yamevoy». En todo caso es de agradecer su esfuerzo por repetir el relato oficial.
Por un simple problema de conexión (en tiempos de alta tecnología) no he podido responder al último comentario de «Yamevoy» que, debo reconocer, es muy estimulante aunque, con todo respeto, creo que sigue investigando más en lo que «somos» algunos que en el asunto del artículo.
En primer lugar no se está proponiendo nada por parte de nadie (más allá del respeto por el debate científico real) porque, sencillamente, no se está planteando un problema alarmante, sino que se trata de hacer un problema alarmante a través de opiniones «de la inmensísima mayoría de los expertos mundiales» que desconocemos (puede que el Sr./Sra. «Yamevoy» los conozca a todos y cada unos de ellos). En ese caso debemos señalar que en tiempos de Copérnico, Galileo, Newton, etc. la inmensísima mayoría de la Ciencia estaba contra sus teorías y sabemos cómo el «sin embargo se mueve» prevaleció hasta nuestros días. La Ciencia no es cuestión de «mayorías», sino de hechos contrastados, por eso el comentario de «cuatro y el de la guitarra» (podemos hacer un mariachi) no le veo sentido.
Tampoco queda claro qué «locura» se supone que apoyamos (cuatro y el de la guitarra). Por mi parte, como autor del artículo, me limito a conocer, analizar y racionalizar los hechos que están ocurriendo o que modestamente pueda conocer o, incluso, intuir. Compartirlos a través de la hospitalidad de este blog siempre dan origen a interesantes debates.
Finalizo con la alusión a «los progres» (que tampoco sé muy bien quienes son). Una cosa es el progreso reconocido de la Humanidad en su conjunto y otra las calificaciones (falsas) de quienes se autodefinen así. En la Historia, como en la Naturaleza, hay progresos y regresiones. Suelen ser ciclos de ajuste y adaptación natural que son los que nos hacen evolucionar y continuar como especie. Pero ese es otro debate.
Un saludo.