Poeta, aristócrata, viajero, extravagante, despilfarrador, licencioso y apasionado, Lord Byron es uno de los iconos del Romanticismo. Murió joven, consumido por unas fiebres extrañas y sangrado por los médicos, en un pueblo perdido de Grecia, mientras participaba en la guerra de independencia de este país contra el Imperio Otomano. Una muerte trágica, como la de Poe, alcoholizado, la de Larra, volándose la cabeza, o la de Keats, de tuberculosis con 27 años. Todos ellos con vidas intensas y atormentadas.
Individualistas, subjetivos, contrarios a las normas y las convenciones y celosos de su libertad, los románticos, ante todo, eran unos inadaptados. Y resulta paradójico que el Romanticismo, en sus orígenes, fuera un movimiento conservador; un movimiento de rechazo de todo lo francés, después de 15 años de Guerras Napoleónicas.
Con la Restauración y el retorno de las monarquías absolutas, también se pretendía recuperar las tradiciones y valores de un pasado idealizado, previo a la Ilustración y su ideología. Frente a la razón, la industrialización y el Clasicismo, se anteponía lo medieval, lo exótico, lo sobrenatural, los sentimientos y lo subjetivo.
El Romanticismo se podría interpretar como un movimiento de resistencia frente al sistema de valores, ideas y funcionamiento social que, desde el Renacimiento, iba imponiendo la burguesía. Para los románticos, antes que ciudadanos, los seres humanos eran individuos. Irónicamente, en su defensa apasionada de la libertad, los románticos contribuyeron, apasionadamente, a todas las revoluciones liberales; esto es, a los sucesivos intentos burgueses de terminar con el Antiguo Régimen.
Para los románticos, antes que ciudadanos, los seres humanos eran individuos
Y esta reivindicación de la libertad individual se transfería a las naciones, reclamando su independencia frente a los imperios. La exaltación del individualismo coexistía con la entrega incondicional al ideal de la patria; al fin y al cabo los nacionalismos tienen un fuerte componente emocional, el que proporcionan la lengua, el folklore, las costumbres y los vínculos afectivos de los que sienten que pertenecen a un lugar.
Desencantados de la razón y de la realidad prosaica y vulgar, tan alejada de sus aspiraciones, los románticos persiguen absolutos; en el amor, el sentido de la existencia o la política. Insatisfechos, permanentemente infelices, necesitan de la acción, tienen que poner su vitalismo al servicio de una causa. Sea esta el amor de Margarita, la lealtad a un rey normando, la independencia de Suiza o la caza de una ballena.
Las revoluciones de 1848, la llamada Primavera de los Pueblos, acabaron finalmente con la Europa de la Restauración y se consideran las últimas revoluciones liberales. Las siguientes ya serían revoluciones obreras, campesinas o proletarias. El final del Romanticismo se sitúa en esa época. Y no deja de ser poético que el Manifiesto comunista se publicara en Londres, el 21 de febrero de ese mismo año.
La literatura posterior es la de Dickens, Tolstoi, Dostoyevski o Galdós; en la que ya no se habla de aparecidos, bandoleros o criaturas creadas con electricidad y trozos de cadáveres, sino de miseria, huérfanos, marginados e injusticia social. Consolidada la burguesía como clase dominante, creciendo las ciudades y las fábricas, desde la subjetividad se regresa a la descripción objetiva y precisa de la realidad.
Y así se van alternando lo personal y lo social, lo individual y lo colectivo, a lo largo de la Historia. Se van sucediendo movimientos culturales en los que cada movimiento nuevo suele ser una reacción contra el que le precede: el Neoclasicismo contra los supuestos excesos del Barroco, el Romanticismo frente a las reglas y convenciones del Neoclasicismo, el Realismo ante la irracionalidad del Romanticismo, el Simbolismo ante lo sórdido del Realismo y así sucesivamente. En un lado lo pragmático, la ciencia y la lógica y en el otro el ideal, la espiritualidad, la imaginación y los sueños.
Y aunque el Romanticismo como movimiento cultural se da por finalizado en la mitad del siglo XIX, su espíritu se ha mantenido hasta nuestros días y reaparece cada vez que se persigue una utopía, cada vez que se intenta incorporar un poco de fantasía en una realidad estática y estricta, siempre que hay un malestar general y permanente con la normalidad. Se manifiesta cada vez que se precisa reencantar el mundo.
El espíritu del Romanticismo reaparece cada vez que se precisa reencantar el mundo
Podemos encontrar ingredientes románticos, aunque solo sea como ornamento o como recurso útil para manipular las emociones, en muchos de los movimientos sociales y políticos de los dos últimos siglos, desde el nazismo hasta las revueltas libertarias del 68. El Valhalla, Sigfrido, el Grial, el Sacro Imperio, por citar algunos, son componentes románticos; como también lo son la mística oriental, la marihuana y el LSD, la comuna y el amor libre o el redescubrimiento de las culturas mayas, salvando las enormes diferencias y situando tanto los primeros como los segundos en su contexto.
Entre todas las convulsiones del 68 (la lucha por los derechos civiles, el intento de implantar un comunismo democrático, la masacre de los estudiantes mexicanos, la rebeldía de los hippies contra el estilo de vida de sus mayores, los enfrentamientos entre los estudiantes y la policía de Berlín…) el mayo francés no fue el de mayor importancia relativa, pero sí el que ha pasado a la historia como el más representativo de una época. Y aunque no ganó la batalla política (un mes después de las revueltas, De Gaulle, con 78 años, ganó las elecciones por abrumadora mayoría) muchas de sus ideas terminaron instalándose en el paradigma social.
El pacifismo, la liberación sexual, el rock, la pedagogía antiautoritaria, el ecologismo… ya forman parte del ideario colectivo. Pero el modelo sigue siendo capitalista y ha sabido tolerar e integrar este ideario en su provecho. Después del 68, el sistema se ha reinventado y es más capitalista que antes.
La búsqueda de la realización personal, la provocación imaginativa y la reivindicación del sentido placentero y divertido de la vida, se han reciclado en la exaltación del emprendimiento y el éxito individual, en múltiples formas de evasión y en la trivialización de la cultura. Las inquietudes y aspiraciones juveniles, la necesidad de distinguirse y de romper con lo establecido, se han transformado en fetiches culturales y en objetos de consumo.
Entre las múltiples interpretaciones que se han hecho del 68, hay una que afirma que se trató de una revuelta contra el aburrimiento de los jóvenes más acomodados del planeta. En cualquier caso, sí que fue una rebelión contra el estilo de vida de sus mayores. Otros encuentran paralelismos entre el mayo francés y el 15 M, o ven su continuación en los actuales movimientos antisistema. Todos ellos comparten, para bien y para mal, un cierto espíritu romántico y tienen más de protesta que de alternativa. En muchos casos lo que consiguen, después de sacudirlo, es que lo establecido se reforme y se refuerce. Los modelos necesitan de los rebeldes para reafirmarse.
Los modelos necesitan de los rebeldes para reafirmarse
En lo que tienen de desafío, de provocación y de enfrentamiento, las rebeliones suelen obligar a que el poder reaccione, extremando su postura o cediendo en aquello que no le resulta esencial para mantenerse. La rebeldía, además, suele ser una válvula de escape, necesaria para liberar las tensiones del sistema.
Es más, lo que en otro tiempo pudieron ser propuestas revolucionarias ahora son causas estándar contra las que rebelarse. Erradicar el sexismo, el racismo, la homofobia, el deterioro del medio ambiente, etcétera son ajustes sociales que al sistema le convienen, para eliminar conflictos en un mundo globalizado en el que se necesita la cooperación, la integración y la tolerancia. Desviando el impulso de rebelarse hacia esas reivindicaciones, el sistema convierte la rebelión en algo de lo que sacar provecho; consigue que los activistas colaboren en la erradicación de valores que ya no le son útiles y en la implantación de otros nuevos que el sistema necesita. Y consigue que el rechazo social que pueda provocar esta transición se dirija contra los activistas que la promueven y no contra el sistema mismo. De esta manera, al enfadar a los miembros más reaccionarios y refractarios ante los cambios, los rebeldes piensan que están luchando contra el modelo y en realidad le están haciendo el trabajo.
Didáctico, revelador, fértil y hasta iniciático.
Encuentro muchas ideas para pensar esta semana.
Gracias
Esta semana me he aprendido la palabra “entropía” y estoy con ella como gata con las crías ― mira, ha rimado ―, que no sé dónde ponerla y ningún sitio me parece lo bastante bueno para ella.
Luego leo este artículo maravilloso ―con el corazón alborotado y las lágrimas saltándose― y no sé evitar llegar a la conclusión (precipitada y un poco a mogollón) de que estamos viviendo y funcionando al revés, buscando constantemente un orden al que, tan pronto creemos haberlo encontrado e imaginado en él un algo de verosimilitud, de solidez, queremos agarrar con las dos manos. Pero se escapa, como si el orden no se quisiera y renegase de sí mismo.
Se me viene a la cabeza la frase “el principio fue el Caos” ―que a lo mejor es el “Verbo” que he leído en la Biblia y los estoy mezclando―, y leyendo el artículo y recordándola me enfrasco a divagar que si en verdad el principio fue el Caos ¿por qué el Universo tiendo constantemente al Caos, como buscando algo que tenía y perdió?
Pienso si se lo haríamos perder los humanos, con nuestros relojes. Un invento que parece tan práctico pero que a lo mejor (peor) nos ha encorsetado en una forma de integrarnos en el Todo. Y que el Todo ni empatiza con nuestros criterios ni acoge con agrado nuestros desvelos o tretas por zafarnos del desorden en el que parece que es donde Él está a gusto.
Pero pienso también que hay algo más; que los humanos (o terrícolas) somos demasiado poca cosa para haberlo podido desbaratar con nuestros inventos. Y que ese “algo más” que no sé que es también tiende al desorden frente al que se rebela.
Y me pregunto cómo sería el mundo sin relojes. Y al preguntármelo ya estoy imaginando algún reloj, y que si yo no lo tengo ni sé donde poder mirar la hora buscaré al alguien y le preguntaré “qué hora es”. Pero no me refiero al objeto en sí. Lo que quiero decir es cómo sería la vida sin el concepto mensurable del tiempo. Si nunca hubiese existido nada ajeno poniendo trabas, entorpeciendo nuestra sintonía natural con el Universo que no está dispuesto a claudicar ni avenirse al orden.
Y pienso que las personas sufrimos por eso. Y que el mundo y la vida son un lugar difícil porque nos obstinamos en ser el cubito de hielo y no el charco que queda en la mesa cuando se derrite.
Nota: Cubito y charco son de mi profesor de física. Que ya veremos si no tiene que darme un pescozón.
Apreciada Alicia
Si se adentra en los misterios de la «entropía» le aconsejo un libro de divulgación
«La flecha del tiempo. La organización del desorden. Prólogo de Ilya Prigogine» de COVENEY, Peter y Roger HIGHFIELD.
La parte dedicada a las estructuras disipativas es muy buena, la vida misma de Prigogine es apasionante, muy bien se podría asimilar a la de esos románticos enloquecidos de los que habla la columna.
El libro toca también toda la parte del caos, los fractales, el orden en el caos.. de una manera muy entendible, muy didáctica.
Está descatalogado pero se encuentra de 2ªmano con cierta facilidad
un cordial saludo
Por complementar el interesante artículo de D. Enrique y a pesar de que a las escuelas psico-sociológicas hoy dominantes hacen todo lo posible por relegarlos al olvido me gustaría citar algunos Autores que merecen un sitio en nuestras bibliotecas para leerlos despacio –y repetidamente– a lo largo de la vida.
Son los siguientes:
Gustave Le Bon. «La Psychologie des Foules». 1895. Tiene traducción española y se puede conseguir nuevo en España.
William McDougall. «An introduction to Social Psychology». 1908. Asequible a buen precio en 2ª mano en UK.
Wilfred Trotter: «Instinct of the Herd in Peace and War» 1916. Lo he traducido al español. Si alguien quiere mi versión –sin terminar de pulir– enviaré PDF.
Sigmund Freud. «Psicología de las masas y análisis del yo» Escrito en los años 30. El PDF libre es accesible en Internet, unas 40 páginas. Freud y Trotter fueron amigos y se citan mutuamente.
Edward Bernays: «Propaganda» y «Cristalizando la opinión pública!», 1933.
El mundo académico de hoy día, dominado por las dotaciones presupuestarias que gestionan las Ideologías en el Poder, trata de olvidarlos o incluso de desacreditarlos.
Creo que el motivo es claro: el mundo actual, como casi siempre, exige masas muy manejables y trata de evitar que la sociedad produzca individuos autónomos con la pretensión de realizarse individual y colectivamente desde la libertad y la madurez personal. Los arquetipos humanos que están siendo activa y coactivamente promocionados desde la publicidad de masas y el sistema educativo dejan pocas dudas al respecto.
En este sentido incluso hay esfuerzos por dirigir el sentido evolutivo de la especie como preconizó Darlington en 1969 en «The evolution of man and Society»
Los autores que he citado son fruto cultural de un momento de impulso liberal: La segunda mitad del XIX y primera mitad del XX. Nacieron en aquel tiempo y vivieron en directo los efectos de los Comportamientos Gregarios y los modelos de liderazgo correspondientes a cada tipo de gregarismo.
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Por otra parte no quiero dejar de citar la contribución de la Doctora Navarro Cameo, ilustre filóloga y notable «dieciochista», que me ayudó a descubrir el papel de Richardson, un novelista inglés del siglo XVIII, en el nacimiento del Romanticismo.
Las ideologías identitarias nacen en el Romanticismo precisamente para romper las dificultades de Manipulación emocional que se encontró la Ilustración Racionalista. Pronto aquella clase social emergente se dio cuenta de que sin Rey y sin Religión iba a necesitar el recurso a la Emoción para poder ejercer el Poder.
En la red existe todavía una carta de Diderot a sus células ilustradas a lo largo y ancho de Francia para adoptar el estilo comunicativo del autor de la novela “Pamela o la virtud”, escrita cuarenta años antes por Samuel Richardson en Inglaterra.
La carta de Diderot se titula “Eloge de Richardson” es de 1750 y fue la causa de que el envidioso, copiota y ruin Rousseau escribiese la primera novela romántica del continente: “Julie ou La Nouvelle Hèloïse”; luego vendrían Goethe, etc
Adjunto una versión de 1762 –en francés actual. Vale la pena guardarla y leerla despacio teniendo en cuenta que Diderot insistió en adoptar este estilo durante muchos años.
https://fr.wikisource.org/wiki/%C3%89loge_de_Richardson
El sempiterno recurso: La emoción como forma de manipulación.
Sin el Romanticismo, La Monarquía y el papel de la Religión y del Clero habrían resistido. Con el Romanticismo nació el mito de la Nación por la cual se nos obligaba a dar vida y hacienda sin rechistar. Además y por primera vez fue posible reclutar obligatoriamente soldados. Antes los Monarcas tenían que pagarse sus ejércitos y obtener autorización del Contribuyente para subir los Impuestos. ¿Se imaginan?
Los entresijos de las cosas son muy reveladores.
Excelente reflexión Manu.
Yo siempre e quedaré con el aguafuerte de Goya, sobre todo por el título «El sueño de la razón produce monstruos»
Hay muchas interpretaciones al respecto.
https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/el-sueo-de-la-razon-produce-monstruos/e4845219-9365-4b36-8c89-3146dc34f280
Yo simplemente recuerdo que Goya era un afrancesado que se horrorizó cuando vió de cerca cómo funcionaba aquella razón, bastante parecida a lo que luego nos contaría Conrad en «El corazón de las tinieblas» (de donde viene la pelicula Apocalipse Now) .. aunque cuando lo pintó aquellos hechos aún no se habían producido.
Para muchos Goya fue uno de los primeros «impresionistas», sobre todo en su última época.
Actualmente y como traca de ese romanticismo socializado devenido en esperpento tenemos la aventura catalana, mezcla/resaca de postcarlismo y romanticismo que dura demasiado y se está haciendo muy pesada.
Para el colmo la globalización en vez de conducirnos a una vuelta al clasicismo (buscando un patrón comun a las diferentes culturas, basado en la razón) nos ha traido una vuelta a un romanticismo, pero esta vez global, un romanticismo de algo que no fue y no será, puro delirio narcisista, donde cada petrimetre cree que tiene la verdad revelada del mundo.
Un cordial saludo
Estoy leyendo el origen del poder político, de Fukuyama, y justo habla de las sucesivas sustituciones de lealtades: familia, tribu, antepasados, religión, patria…
Nunca había sido consciente de la importancia de ese factor
En algunas ocasiones hemos hablado Manu y yo sobre lo que se conoce como «romanticismo» o «movimiento romántico» tan contrario al racionalismo de la Ilustración. De su excelente comentario quiero resaltar su frase: «la emoción como forma de manipulación»…. bueno, no siempre. Una cosa es que algunos «racionalistas» se apoderen y manipulen las emociones y otra muy distinta es que éstas desaparezcan al ser consustanciales con la naturaleza de las personas en primer lugar y, en general, de los seres vivos. La cuestión sería cuando acertar dejándose llevar por emociones y cuando es necesario pasarlas por el tamiz de lo racional. Mente intentando controlar el corazón….? Muy difícil y desde luego sin recetas que sirvan tanto a unos como a otros.
Como señala el artículo, la rebeldía romántica o utópica -a veces- marca caminos que otras mentes más racionales son incapaces de ver y menos aún de transitar porque el «miedo» (otra emoción) impide asumir riesgos y se aferra a supuestas «seguridades» ofrecidas por la razón. Unas seguridades falsas y, sobre todo, contrarias a la libertad de acertar o equivocarse que todos tenemos (incluyendo a los demás seres vivos). El romanticismo es riesgo (más o menos controlado por la razón) pero ésta es simplemente resignación, obediencia y docilidad con lo que esté cayendo en cada momento.
Un saludo.
En la actualidad, como antaño, quienes ostentan el poder sobre un mundo complejo se ven obligados a desarrollar constantemente mecanismos de dominación y de control, valga la redundancia. Es una redundancia porque no puede haber dominación sin control y por lo tanto el control es la absoluta prioridad.
Una alternativa al control es la homogeneización de las conductas bien por convencimiento (caso de una creencia) bien por miedo a los costes del no cumplimiento.
El ser humano arquetípico de la cultura estoico-judeo-cristiana –que es la nuestra– llega a las creencias a través de la razón. Este arquetipo es el responsable de nuestro progreso civilizatorio. Recuerden que Santo Tomás afirmaba la no contradicción entre Ciencia y Fe.
Esto no niega las emociones, simplemente muestra un sentido de avance preferencial.
Hay tres quiebras de este valor de la Razón como base de la Creencia en los dos últimos siglos.
1. El Romanticismo.
2. El Nacionalismo.
3. El Emotivismo y la «Instintualidad»
Los dos primeros ya los conocemos. El tercero, al cual ya habían recurrido de forma tácita los dos primeros dejándolo un tanto «gastado», recibe un impulso a partir de finales de los 80 con toda la literatura divulgativa acerca de la emotividad, inteligencia emocional, etc.
También se ve impulsado por medio de la desaparición gradual de la ortodoxia psiquiátrica y psicológica de los que podríamos denominar «padres» del análisis introspectivo. Hoy la psicología académica y profesional –dentro de su gran variedad de escuelas– está dominada por el Conductismo 2.0 y por ese refugio de Subvenciones Públicas que es la Neurociencia. Es revelador el burdo cambio de nombre desde el clásico «Neurología» a «Neurociencia».
Básicamente, como lo que necesitamos son seres manejables, vamos a fomentar todo lo que apoye nuestra capacidad de manejo emocional y a no apoyar cualquier enfoque, proyecto de investigación o docencia que no siga la línea que necesitamos para gestionar.
En este camino la Ideología de Género es una inmensa oportunidad de dirigir conductas de modo masivo.
Tenemos por ejemplo el caso de la comunidad «Trans» cuya preminencia se basa en el «sentimiento» y en la imposición del sentimiento de una minoría –que no llega al 0.1% de la población –menos de una por cada mil personas– a toda la población. Una minoría con una altísima tasa de suicidio que, como mínimo, nos debe mover a la compasión, al afecto y a tratar de remediarlo. La vía elegida por el Poder para el remedio es proscribir la ciencia y la inclinación natural de la sociedad para imponer la voluntad y el interés del Poder. No importa que las tasas de suicidio sigan siendo las mismas antes o después de las cirugías y de los tratamientos. Eso no importa. Es decir, al Poder tampoco importa esta minoría, solo su valor instrumental.
Voy a cerrar este apunte con un ejemplo de lo que está pasando con la Protección del Género en New York.
Estos son desde 2016 los «géneros» protegidos por New York City. Es interesantísimo leerlo despacio.
Bi-Gendered, Cross-Dresser, Drag King, Drag Queen, Femme Queen, Female to Male, (FTM), Gender Bender que no se debe confundir con Gender Blender, Gender Queer, Male to Female,(MTF), Non Op, Hijra Pangender, Transexual-Transexual, Butch, Two Spirit, Agender, Third sex, Gender Fluid, Non Binary Transgender, etc, etc.
Las multas por no reconocer su especificidad (aseos públicos o tratamiento) llegan a 125,000 dólares o el doble si se hace con mala leche.
¿Chorrada? Ni de coña. Un subterfugio para dominar los coletazos agónicos de una sociedad que ha optado por desaparecer sin ruido. De momento el 99.9% de la población actúa como la mona del titiritero cuyo látigo se apoya en la emotividad subjetiva y supuesta de un grupúsculo maltratado antes y después.
Saludos
Muchas gracias Manu por tu comentario. El mío pretende distinguir las emociones naturales y espontáneas de las «inducidas». Dicho de otra forma, el romanticismo natural que nace de los sentimientos, de aquel otro «impuesto» según convenga que tú explicas estupendamente. Un saludo.
Hola, John, por supuesto. Lo que más me llama la atención es la baja sensibilidad y aprecio que tenemos hacia la libertad si alguien nos da a cambio un plato de lentejas. Esto, que en nuestra infancia era revelador de una vida indigna, hoy es el pan nuestro cotidiano.
Ya tenemos hasta los ayuntamientos plagados de vividores de la ideología de género y de la también dictadura del cambio climático.
Lo que esto significa –en los términos que explicó Abraham Maslow ( Nota 1)– es que la sociedad occidental está en una etapa claramente regresiva. Vamos hacia atrás. Cada vez pesa más lo más primario –la mera supervivencia física a cuenta del presupuesto preferiblemente, es decir, a cuenta de otros– y menos lo que significaría la realización humana.
Somos humanos solo en la medida en la cual ejercitamos nuestra libertad y nuestra voluntad responsablemente. Y sin embargo estamos inmersos en una época de crecientes limitaciones de nuestra libertad y controles sin límite.
Un abrazo y gracias a ti
Nota 1.
https://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_Maslow