
Más o menos durante 56 exactos segundos
Aproximadamente un número preciso de personas
Serenamente ansiosas
Humildemente orgullosas
Pacíficamente violentas
IMPUSIERON democráticamente
Con generosa intransigencia
Ondeando rígidas banderas al viento
En un estallido de colores monocromos
Entre tímidas proclamas enardecidas
Tiránicamente suplicantes
UNA FÉRREA LIBERTAD
Para la aplastante minoría
En un decreto simbólico
Disciplinadamente lúdico
Institucionalmente popular
DE PLENO EGOÍSMO SOLIDARIO
Don Miguel Ángel
Es usted un cachondo.
Un depresivo cachondo, ya puestos.
un muy cordial saludo (ya en serio)
En todo ese mar de paradojas inauditas, de femenino apretado en el inseguro masculino, copiando sus ruidosos, aparatosos, redobles de tambor, pintadas las caras adolescentes, las juveniles y las de las abuelas también, yo observaba, divertida, la de mi amiga…
Se reía de las formas patriarcales que no sabemos aún desencajar de nuestras actitudes, y se congratulaba de que había muchos hombres con nosotras, compartiendo la contradicción…,y la expectativa de superarla…también.
Vale…todos estábamos bajo los estereotipos …clásicos… de las manifestaciones… clásicas…de la democracia vacía de contenido…manipulada hasta la saciedad para llegar a lo mismo…
¿o no?…
¿Por qué no ampliar las esquinas desde la que mirarnos a nosotros mismos?.
La paradoja, la contradicción, forma parte del modelo social en el que nos encontramos…el darnos cuenta de ello, es bueno, pero también lo es encontrar y descubrir todos los matices de esa realidad que simplificamos en férreos, también, calificativos, en inflexibles “diagnósticos”, por muy rompedores y brillantes que se sugieran, sí, pero… inflexibles…¿es eso real?.
No quiero sentir la dentellada de la “vulnerabilidad”, por encima de mis posibilidades como mujer, como persona, ante el despliegue de la “fuerza bruta”…y eso ocurre…también al revés, es cierto, pero la realidad es que, hoy por hoy, las que mueren en mayor proporción víctimas de la exhibición violenta de esa fuerza…son mujeres…
Y los hombres…acompañaban, en número creciente, el festival de los (horrorosos) tambores, pero bailábamos juntos…tampoco ellos quieren eso.
Y sinceramente, pienso, que todo ello responde a algo mucho más profundo que los ridículos “slóganes”….(cuidado, algunos no tanto…, también aspiro a un mundo, ya soñado por trovadores, donde mi pequeña sobrina pueda ir a correr sola por el parque, o por la calle, o por donde le dé la gana, si decide hacerlo algún día, sin miedo a ser atacada por su condición de mujer), pero, repito, creo, y por ello este comentario, que bajo todo ese ¿inútil? despliegue, latía un anhelo….el de algo nuevo…en nosotras, en ellos.
“¿Acaso se acuerda el amado de su gacela
de gracia
en el día de la despedida llevando en su
brazo a su hijo único?.
El le puso un anillo en la mano izquierda
y ella le colocó a él un brazalete
en el brazo.
Ella llevó su paño como recuerdo
y él, el de ella.
¿Acaso permanecerá como su príncipe
en toda la tierra de España
Incluso si conquista la mitad de un reinado?”.
Escrito por una mujer, esposa del poeta andalusí, Dunash Ben Labrat, en segunda mitad del siglo X.
Todavía hay mucho camino por recorrer…no creo que la “rigidez” de los “análisis” ayude mucho, pero esta pequeña joya de una pluma femenina, habla aún de un futuro por llegar….y los dos cónyuges, Dunash y su esposa (de desconocido nombre), ambos, eran poetas.