En estos días inciertos en los que vivir es un arte, si eres un poco sensato, no harás demasiado caso a lo que te digan los expertos sanitarios del Gobierno que, al menos hasta ahora, claramente solo te dicen lo que el Gobierno les dice que te digan y pasarás tus vacaciones (si te lo puedes permitir: muchos no pueden) lo más alejado que puedas de otros seres humanos.
Está claro que si todo el mundo pensase como yo la economía se terminaría de ir al carajo y las relaciones interpersonales se resentirían; pero, qué quieres que te diga, he leído demasiada ciencia ficción en mi vida como para no darme cuenta de que hay una posibilidad distinta de cero de que esto acabe en un apocalipsis zombi; y nuestros políticos, juristas y medios de comunicación siguen sin darse cuenta de la situación: su problema es mantener unas elecciones o pelear por jurisdicciones más que cuidar de su gente.
No estoy diciendo que haya que volver a encerrar a todo el mundo; eso es claramente inviable y lo único que se conseguiría es manifestaciones en las calles, llenas de gente sin mascarillas (total, hasta hace dos días nos decían en la tele que no servían para nada…) corriendo delante de policías con mascarillas; pero es que aquí nadie tiene un plan, y eso que han pasado más de tres meses desde que el problema les estalló en la cara, cuatro desde que lo hizo en Italia y más de seis desde que los “malvados” chinos no pudieran evitar que el tema se filtrase…
Por cierto, y a modo de inciso, no entiendo la lógica de los que echan la culpa a los chinos de su propia ineptitud; si no te fías de ellos y aún así los ves cerrar ciudades y construir hospitales como si no hubiera mañana (que puede que no lo haya, por cierto…) mayor motivo para tomarte las cosas muy en serio y acopiar respiradores, test, mascarillas y preparar tu industria, a tu población y a tu sistema sanitario para lo que se venía encima.
Vaya por delante que no creo que este virus sea el del apocalipsis de las películas; posiblemente saldremos de la segunda oleada, si la hubiera, con “solo” unos cuantos miles de muertos más y una economía destruida; pero pase lo que pase, mute como mute el covid-19, si salimos vivos de esta no va a ser gracias a que tengamos claramente preparados protocolos basados en evidencias científicas: será, como en la primera oleada, gracias al puro sacrificio de una parte de la sociedad (esos que sí dieron la cara: los sanitarios, los reponedores, las dependientas…) y, sobre todo, a que hemos tenido suerte.
Sé que resulta paradójico hablar de suerte ante una pandemia, y que la verdadera suerte habría sido que Bill Gates no se hubiera confabulado con los chinos para crear “un Anillo Único para atarnos a todos en las tierras de Mordor donde se extienden las sombras” en forma de coronavirus (otro inciso: es ironía. Si has leído alguno de mis post anteriores, sabrás que alucino con la cantidad de gente que creé estas cosas y que se empeñan en achacar a la maldad de una mente maestra acontecimientos que se explican mucho mejor con la unión de mutaciones aleatorias en la naturaleza y estupidez humana no aleatoria en las instituciones), pero lo cierto es que por primera vez en este siglo el ser humano se ha encontrado ante una amenaza externa real, no ha sabido reaccionar y si salimos de esta va a ser más por la ayuda de los dioses que por qué nuestros gobernantes hayan hecho bien su trabajo.
Y ahora, alguien puede decir: ya está aquí el listo que, un poco como los economistas, explica guay el pasado ¿Acaso crees que lo habrías hecho tu mejor?
Y mi respuesta es que, como decía Groucho Marx, un niño de seis años con la ayuda de un niño de cuatro años lo habría hecho mejor: es más, si alguien encuentra a un niño de seis años al que después de haberse pasado meses encerrado sin ver el sol le apetezca meterse en un Gabinete de crisis a gestionar la re-escalada que estamos padeciendo, le ofrecería el cargo inmediatamente…
Todo se hizo mal al principio, y no vale agarrarse a “con la información que se tenía se hizo lo mejor posible”, porque mis Gobiernos (todos: centrales y autonómicos en mayor o menor medida) no solo eligieron quedarse únicamente con la información que quisieron, con Lorenzo Milá en lugar de con el doctor Cavadas, sino que filtraron a la población solo la que les interesaba, tratando una vez más de mantenernos en la inopia mientras veíamos a los chinos levantar hospitales y a los italianos cerrar carreteras con militares con mascarilla.
Luego, cuando nadie pudo negar la evidencia de lo que se nos venía encima, lanzó al sistema sanitario al que había que preservar a encontrarse, a puerta gayola, con el virus: ni mascarillas, ni EPI, ni protocolos, ni contratos decentes…
Y ahora, aunque en sus comunicados dicen estar preocupados, actúan como si la tormenta hubiera pasado, cuando a lo mejor estamos solo en el ojo del huracán, ese sitio donde el mar está tranquilo rodeado de olas de 15 metros y vientos de fuerza 12, mientras mi país se llena de rebrotes y las noticias nos informan de peleas entre la Generalitat y un juez para ver si se confina o no a una ciudad.
¿Un juez? ¿un político? ¡Estas decisiones no las pueden tomar jueces y políticos! Está claro que no saben: unos saben de leyes y otros de medrar, pero a las combinaciones de adenina, guanina, citosina y uracilo del ARN de un virus le importan bastante poco tanto los derechos fundamentales recogidos en la constitución sobre quién gobierna qué…
Estas decisiones las deberían tomar científicos y, luego, los políticos deberían poder ejecutarlas sin que las parase un juez porque previamente, por ejemplo, en los meses que han pasado encerrados en sus casas, los juristas del Gobierno habrían preparado un marco jurídico que permitiera tomar medidas sanitarias sin necesidad de pisar los derechos fundamentales garantizados por la constitución.
Pero aquí no hay ni protocolos, ni plan, ni base jurídica ni más perspectiva que las siguientes elecciones.
Aquí solo hay miles de personas sin mascarilla celebrando el ascenso de un club a primera, porque futbol sí tenemos.
Traed a ese niño y darle las llaves de la Moncloa, por favor.
Me ha gustado el breve artículo de Raúl. Incluso creo que entiendo el título aunque no lo comparto totalmente.
Ayer, realmente antes de ayer, me tocó abrir una cena con unas palabras que de alguna forma trataban de hacer lo mismo que el artículo que estamos leyendo y comentando. Revisar el presente y proponer cosas para el futuro.
Sin embargo mi conclusión en la introducción a la deliberación colectiva de la cena era distinta y también su título lo fue. En mi caso elegí titularlo…»Eligiendo un camino para hacerlo juntos».
Como procuro llevar escritas las intervenciones formales voy a aprovechar parte de mi texto de ayer para exponer la situación que estamos viviendo y a explicar por qué la fuga, –tentadora, sin duda–, no debe ser nuestra primera opción.
De modo muy sintético.
Cita
La batalla por la Hegemonía Cultural que Antonio Gramsci propuso en los años 30 ya ha sido ganada por la Izquierda Postmarxista siguiendo la metodología de Laclau y Mouffe en su obra de 1985 “Hegemonía y Estrategia Socialista”.
Quien no se ha dado cuenta de ello es que vive muy distraído porque son muy numerosas las «iniciativas» que desde hace cincuenta años vienen fragmentando nuestra sociedad. Rupturas que impregnan hoy la práctica totalidad de una sociedad civil enfrentada en cada grupo y en cada contexto cuando no hace tanto vivíamos de modo mucho más armónico y respetuoso. También mucho más próspero. Las cosas mejoraban. Hoy empeoran. Las cosas estaban mucho menos degradadas y todo lo relacional era mucho más humano que hoy. Hoy tenemos una sociedad civil vigilada y desprovista no solo de soberanía y de libertad sino también carente de papel y de iniciativa relevantes. No es este el rol que nos han asignado.
Como sabemos esta ha sido una batalla de la que la ciudadanía se ha ausentado. No ha hecho acto de de presencia. Sus supuestos representantes han traicionado a una ciudadanía adormilada ante una agresión cultural sistemática a todos los aspectos de su identidad y sus valores anteriores.
En ella el agresor nominal más aparente nunca ha estado solo. Ha contado con aliados cruciales y con financiación proporcionada por el propio agredido que veía sus impuestos dilapidados en romper su identidad cultural, personal y social.
Los detalles esenciales son bien conocidos por los que hoy compartimos estas horas y solo los resumo como mero recordatorio de los antecedentes.
Estamos viendo estos días que lo que hace solo unos meses era un discreto susurro en contados foros privados, hoy es la constatación ciudadana de la alianza entre lo más granado de nuestro “establishment” económico y el Gobierno de Sánchez. Una colaboración que ha dejado de ser discreta pero que se viene produciendo durante las tres últimas etapas de gobiernos socialistas. Vivido por muchos de los presentes en directo. No necesitamos ni que nos lo cuenten.
Durante la mortandad exacerbada que hemos vivido la gente pudo ver –sigue viendo– a nuestro principal grupo bancario promoviendo y sosteniendo al actual gobierno desde El País con total sangre fría ante el peor desgobierno en la memoria de los españoles vivos.
La sorpresa se vio remachada por otra prensa –Voz Pópuli y otros– relatando los esfuerzos de Felipe González para evitar que Telefónica hiciera lo mismo que el grupo bancario mencionado.
Esta connivencia también se produce a escala regional y europea (lobbies del European Round Table) y no sorprende nada a quien está familiarizado con la realidad económica. Es, simplemente, un dato que se ha de tener en cuenta.
El fenómeno acompaña el acentuado declive del sistema de vida occidental y debe ser bien comprendido y asimilado en sus numerosas implicaciones por cualquier iniciativa política, pre-política o cultural que pretenda no ya imponerse sino defenderse de la agresión y reclamar libertades y soluciones.
Otra constatación de nuestra realidad es la Exterior. El Entorno.
Estamos viendo un Imperio USA debilitado desde dentro hasta en la raíz más honda de su relato –con las mismas tácticas de fragmentación gramsciana definidas por Laclau y Mouffe en la obra ya citada– y una Unión Europea apenas consciente de su realidad colonial, tan hiper-reguladora que ya parece soviética a los países del Este que acaban de unirse a la UE como Polonia, Estonia, Chequia o Hungría. Y por si fuera poco con unas pretensiones que no se corresponden con sus muy disminuidas capacidades.
Ambas circunstancias son factores de nuestro entorno y se han dado en otros graves momentos como las largas caídas del Imperio Romano, o del Español, que fueron seguidas de todavía más largos Interregnos de postración multisecular.
Podemos optar por la conocida como vía Benedictina en el mundo “anglo” y que se parece mucho a la que Isaac Asimov planteó en 1951 ante otro colapso imperial –muchos miles de años en el futuro de la humanidad– en su gran obra, “La Trilogía de la Fundación”.
Esta vía da por sentado el hundimiento civilizatorio y propone el retiro discreto de pequeños grupos, –la fuga estratégica– cuyo objetivo sería preservar los conocimientos necesarios para acortar al máximo los largos períodos caóticos entre imperios. Preservar los Conocimientos, el capital humano, que a efectos prácticos desaparecerán por acción y por omisión. Los que ya están desapareciendo hasta de los sistemas educativos.
Una alternativa a la de buscar refugio temporal es Trabajar para Neutralizar y luego Reemplazar las fuerzas hoy hegemónicas. Es la vía para recuperar las bases del “ethos” cívico que se nos muere y revitalizar el cuerpo agonizante. La expresión correcta sería recurrir a una “guerra de guerrillas” como respuesta a la “guerra de trincheras” de Gramsci.
Hay quienes sostienen que quizás sea más racional optar por el retiro temporal –a veces se preguntan si la opción benedictina no es lo que lleva haciendo el Cristianismo occidental –desaparecido y no precisamente en combate– desde hace décadas en Europa.
Pero algo nos dice que las fuerzas en curso son tan poderosas, incluso intelectualmente, que serán capaces de impedir esta opción «benedictina» y, por ello, quizás la única alternativa sea la que creo que estamos discutiendo y que se viene gestando a lo largo y a lo ancho de nuestra sociedad.
Se trata de plantar cara a la Agresión Identitaria que venimos sufriendo y hacerlo de una forma que permita abrigar esperanzas. Esta es también la opción de mayor valor moral y por lo tanto la que ofrece mayor capacidad de liderazgo natural porque, como sabemos, el liderazgo es, ante todo, una actitud moral. La disposición para servir más allá del horizonte de los intereses.
Se trata de iniciar y liderar moralmente Otra Transición, desde el actual proceso de deshumanización y creación de pobreza en todos los órdenes, a una dinámica de crecimiento humano en libertad y prosperidad.
Fin de cita
El resto de los diez minutos de introducción a la cena-coloquio de antes de ayer entraba en detalles que no vienen al caso ahora y me van a permitir que los omita.
En definitiva, ante la propuesta de fuga, temporal o permanente, Hay Alternativa y gente que se une a ella.
De alguna forma creo que «Otras Políticas» hace lo mismo: Intentar neutralizar lo negativo de las ideas y de los intereses que nos llevan de cabeza al colapso desde hace ya demasiado tiempo.
Y si a pesar de todo nos tienta la Opción Benedictina –que es muy racional y tentadora– dejen una puerta abierta a la esperanza.
Un saludo cordial
Buenas noches Raúl
Didáctico artículo el de hoy, y mas teniendo en cuenta lo profético que resulto el que escribió precisamente el 8 Marzo de éste mismo año; lo que le confiere un plus de credibilidad que mas quisieran otros.
Efectivamente, hay que huir. El problema es a donde. Porque aunque parezca que no hay un plan, me temo que lo hay. Y el plan es que no haya a donde huir, principal consecuencia de eso que llamamos globalización.
Por desgracia y aunque estoy de acuerdo en que si algo se puede explicar por la idiotez es mucho mas probable el motivo que el de la maldad. Pero me temo que en esta historia hay gente muy mala y nada tonta, metida de hoz y coz hasta las trancas en cosas poco claras que no se han querido explicar.
Entre los que nos cuentan los medios de comunicación generalistas, desde la CNN, Washington Post.. o los canales de TVE/La Cuatro/Sexta.. a lo que nos cuentan las teorías conspiranoicas mas «bizarras» llenas de Iluminati, reptilianos y demás elementos hay un abanico muy amplio. Y no se trata de elegir a conveniencia, si no de usar las meninges para intentar separar el grano de la paja, algo que aquí hacen ustedes muy bien.
De lo que estoy seguro es que Los Gates, Soros.. y demás saben o han sabido, cosas sobre el bicho que quizá hubieran ayudado a que no tuviera los efectos tan perniciosos que ha tenido y que han callado, porque el cómo la población global ha pasado por el aro de cosas que de otra manera no habría tolerado (para contener la pandemia) y además sin posible vuelta atrás (eso es lo peor), les ha venido muy bien. por lo pronto hay una censura feroz, digna de los tiempos de Galileo y el «e pur si move», y si alguien saca los pies del tiesto respecto la verdad oficial ya sabe que es lo que le puede pasar. Y eso, que duda cabe, es muy sospechoso.
Y lo terrible sobre darle las llaves al niño es que demostraría que los que creemos que mandan en realidad no sólo no hacen, si no que deshacen. Lo que significa que por encima hay otros. Y ahí el niño si que no tiene nada que hacer.
Pero por lo menos la mascarada habría quedado evidenciada.
Respecto lo que comenta MANU con Gramsci, Laclau.. No creo que esa gente hubiera tenido la menor influencia si desde hace tiempo, ¿años 50-60 ..?, importantes instituciones USA y UK (lo que llaman la angloesfera) les hubieran dejado expedito el camino en por ejemplo las universidades mas señeras de allí. ¿Raro, raro, raro?
Las extrañas alianzas que en España se dan entre la Administración actual y ese importante Banco (tan importante que el Tribunal Supremo creó una «extraña» jurisprudencia/doctrina relacionada con su anterior presidente, ya fallecido) son un remedo cutre de lo que en USA existe entre esas Fundaciones todopoderosas y las Ivy Leage de turno..
Lo de el País/aledaños, y esa lucha interna entre diversos accionistas para ver quien manda . No se cómo acabará. Pero es muy interesante porque marca una clara división que tiene mucho mas de geográfica que de ideológica. Geográfica porque pareciera que el punto de inflexión estuviera en Venezuela. Entre quienes apoyan al gobierno de Maduro y quienes apoyan lo que sea, pero que no tenga nada que ver con Maduro y los suyos. Y aún no se ha evidenciado, pero en realidad no es entre González y Sánchez/Iglesias; si no entre González y Zapatero. Sólo así se pueden entender episodios como el Barajas y Delcy/Ábalos..
No se que pasará si el Departamento de Estado USA empieza a citar, en principio sólo para declarar (pero a saber si después..) a «prohombres» españoles relacionados con el gobierno Chaves/Maduro por temas de blanqueo .. pero nos podremos echar unas risas si pasa. Imaginen este otoño, con la que esté cayendo, y además dichas citaciones.
Igual depende de si Trump es reelegido o no.
Hay muchas cosas que dependerán de si Trump es reelegido o no. Y aunque a algunos les moleste/sorprenda, puede que fuera lo mejor que nos pudiera pasar es que fuera reelegido.
De todos modos entre los cutres de la dictadura venezolana o los de BLM, y los asquerosamente ricos de las universidades de la Ivy League hay mucha diferencia. Lo interesante y que nunca se analiza es por donde van los basos comunicantes, de haberlos. Y poner todo el acento conspiranoico en gentes tan pedrestres, que es lo que nos llama atención mientras nos olvidamos de donde de verdad está el Poder.
Un cordial saludo
Nuevamente el artículo de Raul incide en el tema de la estupidez de las mentes «conspiranoicas» para apoyarse en la verdad científica. Totalmente de acuerdo si la Ciencia no estuviera al servicio del «cheque» de turno. O si los científicos creyeran honradamente en lo que defienden por entender que lo dominan. Afortunadamente no es así y, si algo distingue a la verdadera Ciencia, es el permanente debate sobre cualquier cuestión. Los «científicos» sólo participan honestamente desde su buen juicio pero creyendo eso de «sólo sé que no sé nada». Lo que no les permite tomar decisiones cuya responsabilidad puede afectar a su prestigio o tener duras consecuencias. No digamos si la Ciencia se pone «de parte» como parece que ha ocurrido con la pandemia (tanto a nivel nacional como internacional).
Por otra parte los comentarios de Manu Oquendo y Pasmao demuestran que todavía hay personas cuya capacidad de discernir la realidad de lo que ocurre ( o puede estar ocurriendo) se basa en un amplio conocimiento y solidez intelectual, muy lejos de las mentiras mediáticas oficiales (esas sí son una verdadera conspiración) que a modo de sombras chinescas, nos entretienen y hasta adoctrinan. De ahí que haya dos actitudes posibles: o participar en la función «oficial» o desenmascararla. Lo primero es lo más general y nos integra en el gran rebaño, con lo que nos sentimos protegidos; lo segundo es más arriesgado y normalmente sólo lleva a la descalificación y al descrédito, pero es más honesto con la dignidad de la persona.
Benedetti: «En esta vida hay que elegir…» Un saludo.