Es uno de los debates más complejos y más contaminados ideológica y emocionalmente. Afecta a millones de mujeres –y a muchos hombres- pero además toca de lleno valores clave de nuestra sociedad. Por eso, aunque hay bastantes aspectos que yo no tengo claros, me gustaría contribuir a la reflexión sobre este asunto.
La cuestión clave, en mi opinión, es determinar en qué momento «eso» que vive en el vientre materno se convierte en un ser humano. Si queremos evitar enzarzarnos en una pugna de creencias personales y pretendemos profundizar en esta cuestión del modo más racional posible, parece que no queda otra opción que la de preguntar a los científicos. Pero a aquellos que son capaces de distinguir, con honestidad y rigor, entre lo que la ciencia sabe y lo que ignora, sin confundir lo primero con meras suposiciones, por muy consensuadas y extendidas que estén, ni mezclarlo con sus ideas y prejuicios personales.
Para saber cuándo comienza a vivir un ser humano antes habría que concretar qué es lo que nos define como tales; es decir, cuáles son las características básicas que nos hacen serlo. De manera que, en cuanto esas características aparecieran el ser humano sería ya una realidad, al margen de que le faltasen o no algunos de los demás atributos con los que nos solemos identificar.
¿Qué nos dice la ciencia a este respecto? Pues, desgraciadamente, no nos dice nada, porque la realidad es que la ciencia hoy por hoy no sabe qué es lo que define esencialmente a un ser humano. Muchos científicos apuntan a la consciencia y las facultades cognitivas que de ella se derivan como aquello que define nuestra humanidad, pero nadie en el campo de las neurociencias parece saber qué es la consciencia, o la inteligencia o la creatividad, por citar algunas de esas facultades, ni tampoco cómo las «fabricamos» ni en dónde residen. Veamos algunos ejemplos.
Francis Crick, Premio Nobel de Medicina en 1962 –junto con James Watson- por el descubrimiento de la doble hélice del ADN, abordaba este tema en 1994 en un libro titulado en español «La búsqueda científica del alma». Tras reconocer que no era posible definir la consciencia por lo poco que se sabía sobre ella, propuso empezar la investigación sobre ella por el aspecto más fácil: la consciencia visual; sin embargo, al final del libro concluía diciendo que no hay «un conjunto de ideas tales que encajen convincentemente como para elaborar una hipótesis neuronal detallada que nos dé el tufillo de que es correcta». Otro neurocientífico, Torsten Wiesel, distinguido en 1981 con el Premio Nobel, decía en 1997: «Necesitamos al menos un siglo, tal vez incluso un milenio, para comprender el cerebro».
Sin saber qué es y cómo se produce la consciencia es casi imposible decir qué es lo que nos hace humanos. Aún así, los paleoantropólogos creen que un hombre es básicamente un primate con caminar bípedo, un cerebro de más de 500 cm3 y capaz de fabricar herramientas. Pero no nos engañemos, han «fabricado» esta definición porque sin ella sus investigaciones sobre el origen de la especie humana no podrían avanzar. No obstante, Donald Johanson, descubridor de la famosa «Lucy» y una eminencia mundial en este campo, no se anda por las ramas. Reflexionando sobre el debate que se suscitó tras el hallazgo del primer Homo habilis, acerca de si era humano o solo un prehumano, Johanson decía: «En definitiva, ¿cómo se definía a un humano? Puede parecer ridículo que la ciencia se haya pasado más de un siglo hablando de humanos, prehumanos y protohumanos sin llegar a definir qué era un ser humano. Ridículo o no, ésta era la situación. Todavía hoy no disponemos de una definición aceptada de hombre, de un conjunto claro de especificaciones que permitan a cualquier antropólogo del mundo decir claramente y de modo seguro: Esto es humano, esto otro no lo es«.
Desde luego, sin saber qué nos hace humanos no es posible asegurar en qué momento comenzamos a serlo o lo dejamos de ser. En esta situación unos pueden pensar que ese momento es el de la concepción, el instante en que el óvulo es fecundado por el espermatozoide; otros pueden creer que eso sucede a las 14 semanas de gestación, o unos minutos antes del parto; pero lo que es seguro es que nadie posee el argumento definitivo para aclarar de una vez por todas esta cuestión.
En estas circunstancias no vale guiarse por las apariencias, porque parecerse más o menos a los que ya nos consideramos humanos no significa que estemos en lo cierto. Podemos tener la sensación de que el feto al que las fotos nos muestran con su cara, sus manos y todos sus rasgos bien definidos, es ya un ser humano y que, en cambio, no lo es cuando le vemos como un pequeño amasijo de carne informe. Pero ni lo uno ni lo otro sirve para sacarnos de dudas, porque podría llegar un día que los científicos nos dijeran que ya tienen perfectamente identificado qué nos hace humanos y resultara que, por decir algo, ese pedazo de carne lo fuera. En ese caso, pese a su aspecto informe, tendríamos que considerarlo como un ser humano.
A veces también se plantea que hasta no sé cuántas semanas el feto no puede considerarse un auténtico ser humano porque no está «completo». Habría que aclarar entonces qué se entiende por un ser humano completo. ¿Lo es, por ejemplo, un bebé de tres meses? ¿Acaso cuando aprendemos a hablar y a caminar ya nos hemos completado? Si ya es difícil saber qué nos hace ser humanos, mucho más lo es saber qué facultades son las que tenemos que desarrollar y hasta qué nivel para considerarnos completos. ¿Una persona está completada cuando alcanza el nivel promedio del resto de la humanidad? ¿Cuando es capaz de desarrollar plenamente todas las capacidades con las que ha nacido? ¿O cuándo? Por esta vía podríamos llegar a la interesante conclusión de que quizás la mayoría de los humanos se mueren sin haberse completado antes. En cualquier caso, no parece que este enfoque nos pueda servir para decidir sobre la posible condición humana de un feto.
Es probable que la ciencia tarde mucho tiempo en despejar sus dudas y aclararnos definitivamente cuándo comienza a vivir un ser humano. Mientras tanto, por un sentido elemental de responsabilidad, todo lo que hagamos debería tener presente la posibilidad de que nos pudieran decir un día que un feto al que no habíamos considerado humano lo es. Ante la duda, lo lógico sería adoptar como actitud preventiva la postura de que quizás el feto en cualquiera de sus fases sea realmente un ser humano, aunque no tengamos ninguna certeza ni tenga el aspecto de serlo.
Por otra parte, dentro de la incertidumbre en que nos movemos hay algún dato que parece apoyar la posibilidad de que el óvulo fecundado sea efectivamente un ser humano. Por ejemplo, se sabe que desde ese momento ya dispone de toda la información genética que tenemos después.
Teniendo en cuenta todo esto, sorprende que la tendencia social sea tratar el tema del aborto como si ya se supiera que el embrión no es un ser humano y se pudiera fijar el tiempo de embarazo a partir del cual pasa a serlo. En mi opinión, esto es frivolizar con lo que está en juego.
Me sorprende que los científicos no intervengan en este debate advirtiendo claramente a la sociedad sobre lo que la ciencia sabe e ignora acerca del ser humano. Y que cuando intervienen suelan tocar aspectos parciales, mezclando además sus creencias personales, con lo cual confunden en vez de aclarar.
También me sorprende el papel de los legisladores. ¿Cómo pueden ponerse a redactar leyes sobre un asunto como este del que ignoran lo fundamental? Dadas las circunstancias es muy difícil regular bien este tema. Además, cuando gobiernos y parlamentos producen leyes sobre ello, están practicando una pedagogía irresponsable; porque es evidente que mucha gente se creerá de buena fe que si la ley dice que se puede abortar en tales o cuales plazos, o circunstancias, debe ser porque realmente se sabe que hacerlo no tiene consecuencias; de manera que, por la confianza que inspiran las leyes y las instituciones que las avalan, habrá más personas que se sentirán inclinadas a tomar sus decisiones personales en ese sentido.
Sería muy diferente el efecto sobre la sociedad si en el preámbulo de la ley se expusiera claramente lo que la ciencia ignora y la incertidumbre que existe sobre el comienzo del ser humano, y toda la ley se desarrollara desde esta premisa; y aún más efectivo sería si a eso le acompañara una de esas campañas institucionales para informar a la sociedad. Los ciudadanos podrían hacerse una idea más clara de las dudas que envuelven al tema del aborto y las mujeres que fueran a tomar una decisión al respecto estarían mejor informadas sobre las implicaciones de su decisión.
Según el Ministerio de Sanidad en España hemos pasado de 77.125 abortos voluntarios en 2002 a 118.359 en 2011; de 8,46 por cada mil mujeres a 12,44. De los abortos que se practicaron en 2011, el 3% fue por «riesgo de graves anomalías para el feto», el 7,3% por «grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada», y el 89,6% (es decir, 106.026) fue «a petición de la mujer». Por otra parte, 42.309 (36%) fueron practicados en mujeres que ya habían tenido antes otros abortos. Añadamos a eso que en 37.668 de esos abortos (32%) las madres declararon no haber utilizado ningún método anticonceptivo, mientras que en otros 29.696 (25%) no consta si usaron alguno.
A la vista de estos datos parece evidente que, en general, a la sociedad le parece cada vez más normal la práctica del aborto. Y además parece que, en cierto modo, se está utilizando como método anticonceptivo.
No obstante, estoy convencido de que para muchas mujeres la experiencia del aborto ha sido un auténtico drama. Las razones por las que alguien se ve abocado a esa decisión son muy personales y no se pueden juzgar desde fuera. Quizás ese aspecto informe del feto, unido a la actitud de la sociedad tan favorable a ello y al extraño silencio de los científicos, hagan que en muchos casos esa decisión resulte más fácil. Estén o no equivocadas en su decisión, esa actitud de parte de la sociedad de someter a un linchamiento moral a quienes abortan me parece más propio de una mentalidad inquisitorial que de la actitud de sensibilidad y respeto hacia ellas que debería caracterizar a una sociedad que presume de democrática. Ahora, sabemos también que esta «inquisición» se está ejerciendo contra muchas mujeres que deciden seguir adelante con su embarazo pese a la incomprensión de su entorno. Por lo visto, el fundamentalismo cunde por ambos lados.
En cualquier caso, yo no me siento cómodo con la idea de que abortar sea un derecho de la mujer; creo que es una responsabilidad pero no un derecho. Quizás pueda parecer un simple juego de palabras; pero no, cada una de ellas tiene connotaciones distintas. Eso de ejercer un derecho a mí me suena –y a lo mejor es una interpretación equivocada- como algo que se decide con facilidad porque apenas tiene implicaciones sobre las que pueda caber alguna duda, si acaso requiere algún trámite previo; como el derecho de opinión o de manifestación. En cambio, cuando una decisión es tan complicada –como supongo que lo es la de abortar-, cuando implica sopesar y tomar en consideración muchos aspectos de difícil valoración, sean de carácter económico, familiar, psicológico, ideológico o del tipo que sea, yo creo que habría que hablar de responsabilidad; de la responsabilidad que tiene la mujer que está en esa situación de tener en cuenta todos los factores que intervengan en su caso y decidir lo mejor que pueda.
Dicho eso creo que también es una responsabilidad del padre, aunque la suya obviamente no sea la misma que la de la madre. Ante el hecho de traer a este mundo a una persona, su papel no se puede reducir a echar unos cuantos espermatozoides. Si después es responsable en la educación del niño, con mayor motivo lo es en la decisión sobre su nacimiento.
En nuestra cultura política la vida, la libertad y los derechos humanos son valores esenciales, pero algo falla estrepitosamente cuando la cifra de abortos no deja de crecer y la sociedad no exige –como sí lo hace ante otras cuestiones- que las instituciones brinden todo tipo de ayudas para que las mujeres que quisieran seguir adelante con su embarazo pudieran hacerlo. Se habla mucho de que el Estado de Bienestar debe ayudar económicamente a los parados, a las empresas, a los jubilados, a la educación de los niños, etc., pero apenas se habla de ayudar a las madres que estén pensando en abortar por falta de medios económicos.
Por eso me sorprende la actitud de los partidos políticos y, en especial, los de izquierda. Es probable que el aborto se esté practicando indistintamente por mujeres ideológicamente afines a todos los partidos, pero eso no quita que, históricamente, hayan sido los partidos de izquierda –demasiado influidos por un materialismo más rebelde y anticlerical que reflexivo- quienes han inculcado en la sociedad una visión de este tema en la que no se han tenido en cuenta las incertidumbres científicas. No sé si eso ha sido así por ignorancia o por un deliberado oportunismo para ganarse a una parte del electorado femenino, presentando este asunto de la forma más simple y fácil posible.
Cuando en los últimos siglos se forjó el ideario de los movimientos políticos de izquierda en torno a la libertad, la solidaridad y la emancipación del individuo, no creo que se estuviera pensando en que esos conceptos debieran aplicarse a favor de los individuos actuales y a costa de los futuros. Pocos discutían entonces que el desarrollo de la libertad requiere un desarrollo paralelo de la formación, el conocimiento y la responsabilidad. Siempre se ha dicho que fomentar la ignorancia solo nos hace más manejables, no más libres.
Este artículo va a dar para mucho y, como dice Manuel, se presta a la polémica y a la confusión a veces interesada.
Una de las confusiones interesadas abiertas por el anterior gobierno es precisamente la pregunta de ¿Cuándo empieza la vida humana?.
Se trata así de crear una excepción en la biología universal «definiendo» un espacio de tiempo en el cual un embrión pudiese estar exento de la condición de «humano» para poder ser eliminado sin mayores problemas.
Pero, claro, esto nos convierte en únicos porque cualquier texto de biología en cualquier lugar del mundo dice que la fecundación en especies sexuadas da origen a un ser vivo diferenciado de sus progenitores.
De remate nuestra legislación penaliza el daño al embrión del buitre mientras la ideología y la búsqueda del voto empujaban para que los seres humanos tuviésemos un periodo de veda.
Como habrá más ocasiones de comentar me gustaría recordar tres cosas.
La primera:
En Roma el infanticidio era libre por los mismos motivos que Zapatero ha liberalizado el aborto. Se prohibió tras 200 años de debates en el siglo IV. El argumento central era doble:
1. Es mi «domus» –y hago en ella lo que quiero–.
2. No tiene uso de razón –ergo no es «humano».
Es decir, hoy ni siquiera hay argumentos originales.
De entonces provienen los Expósitos porque se les dejaba en el bosque o se les ahogaba en los ríos.
La segunda.
La cultura humana avanza (penosamente) en función de su respeto a la vida. Toda la vida.
La tercera.
Hoy, en España, no hay casos de aborto por violación ni por Riesgo Cierto de vida física de la madre. La medicina ha conseguido resolverlo.
Este es un motivo en el que creo que hay justificación moral para abortar (defensa propia). La inmensa mayoría de abortos legales, más del 97.5% son por mera comodidad. Por ejemplo, como el 17% que provienen de adulterios.
En resumen, lo que tenemos nos lo hemos labrado a pulso.
No hay relevo generacional por la propia legislación.
1. Aborto (120,000 niños viables y sanos muertos al año, un Bernabéu)
2. IRPF que penaliza y muy gravemente a las parejas con hijos.
No considera ni valora esta función familiar y convierte a los hijos en una muy mala decisión.
Tras unos años de penalizar a las familias, estas terminan aprendiendo.
Un saludo cordial
He leído varias veces la afirmación que copio: «Hoy, en España, no hay casos de aborto por violación ni por Riesgo Cierto de vida física de la madre. La medicina ha conseguido resolverlo». Pero sigo sin entenderla. Cuando una mujer se queda embarazada a consecuencia de una violación, ¿cómo resuelve eso la medicina sin un aborto? Cuando un embarazo supone un riesgo cierto para la vida de la madre (como en el ejemplo, ocurrido hace unos meses en Irlanda, que puede ver aquí, y que terminó en efecto con la muerte de la madre), ¿cómo lo resuelve? No sé si Manu Oquendo se equivoca, miente deliberadamente, o soy yo quien no me entero. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/14/actualidad/1352919338_098702.html
Tiene usted razón.
El párrafo citado lleva a pensar a algunas personas que la medicina ha resuelto la violación, –algo evidentemente imposible–, cuando lo que ha resuelto sustancialmente es el segundo tipo, el riesgo cierto de vida de la madre.
De hecho, cuando esporádicamente sucede un caso, es tan raro que hace grandes titulares como indica su enlace de El País –sobre Irlanda que por decirse católica es un poco la bicha el anticlericalismo militante.
Ya veremos qué hacen cuando el Islam comience a exigir a su manera prácticamente lo mismo en estas cosas.
Para evitar estas confusiones mi comentario debiera haber dicho algo así:
«Entre los 120,000 abortos anuales que se reportan en España no hay ninguno por violación. Tampoco por riesgo físico a la vida de la madre, algo ya resuelto por el medicina».
De todas formas esto, que no pude corregir a tiempo en Junio pasado, creo que está corregido en el comentario de ayer.
El tema central de este asunto no es –en mi opinión– lo excepcional o lo que afortunadamente no sucede nunca. En esto suele haber acuerdo.
Lo grave a muchos niveles –con externalidades presentes y otras aún no percibidas– es lo que sucede con la abrumadora mayoría de los abortos en España. El cerca del 97 o 98% de los 120,000 abortos anuales que tenemos.
De esos se habla poco, son la parte sumergida que nunca hace titulares y son más de 117,000 al año.
En ellos ni hay malformaciones del feto, ni está en riesgo la vida de nadie. Son hijos viables y madres sanas.
Esto deja en el aire la pregunta de por qué con tanta frecuencia ante un tema grave respondemos con lo inexistente o lo infrecuente. Es decir, con lo que no se discute.
Esto es lo que –en un ejemplo de periodismo poco encomiable– hace El Titular de El País tratando de que en vez de ver la Luna nos quedemos con la mirada fija en el dedo que apunta hacia ella.
Estamos tan acogotados por medios de comunicación capturados por los diseños políticos (profesor Ferrajoli en «Poderes Salvajes», 2012) que nos distraemos de lo importante.
Un saludo
Hola Manu,
Estoy completamente de acuerdo con tu comentario. Creo que este tema del aborto es un claro ejemplo de cómo, en esta sociedad tan mediatizada por los medios de comunicación y el razonamiento “exprés”, cultivado a base de prisas y titulares tendenciosos, tendemos a distorsionar los aspectos verdaderamente esenciales y a mezclarlos con otros que, siendo importantes, debieran estar supeditados a los primeros.
Lo más aseptico y neutro que se puede decir acerca de un embrión es que, no sabiendo nadie qué es un ser humano ni por tanto cuándo empieza a serlo, perfectamente podría ser que ese embrión lo fuera desde su inicio.
Por tanto, resulta escandaloso ver cómo todo el debate se lleva al terreno del “derecho de la madre” a abortar y nadie mencione que, si finalmente se confirmase con todas las garantías científicas, que el embrión reúne todos los “ingredientes” para ser considerado como un ser humano a todos los efectos, nos encontraríamos con que el ejercicio de ese “derecho” por las madres habría estado conllevando la muerte de un montón de seres humanos.
Ante esta perspectiva, si alguna vez la ciencia estuviera a punto de despejar definitivamente esta incógnita, ¿podríamos confiar en que los gobiernos, y en general la opinión pública, animarían a los científicos a hacer bien su trabajo, sin presionarles en ninguna dirección?
Soy muy escéptico de que este tema se pueda “resolver” mediante leyes, dada la enorme casuística existente y los dramas humanos que genera. Sí creo, en cambio, que es un tema de cultura general y de sensibilidad personal. Pero ambas dos se “educan”; en el sentido que se quiera. Y es en este punto donde me escandaliza el papel que están ejerciendo los medios de comunicación, la clase política y, en general, quienes contribuyen a “formar opinión”. Porque estamos asistiendo a una banalización creciente de la opinión social sobre este asunto.
Como bien dices, Manu, nos están haciendo creer que lo único importante (desde el punto de vista de la sociedad) es lo que le acontece al dedo, mientras que la Luna a la que está señalando es algo anecdótico.
Un saludo
Soy partidario de evitar el término «ser humano» en esta discusión, porque se presta a una falacia de la que abusan los defensores del aborto. Es obvio que un cigoto, un embrión o un feto humanos son «humanos», no son cangrejos ni manzanos (que tienen sus propios embriones).
La cuestión no es si el embrión es un organismo humano distinto del organismo de la madre: evidentemente lo es. La cuestión es si ese embrión es una PERSONA.
«Persona» no es un concepto biológico, sino jurídico y moral (aunque presupone ciertas capacidades físicas y cognitivas que, obviamente, se tienen o no se tienen en función de la biología de cada organismo). No es extraño, por tanto, que la biología no pueda decir la última palabra sobre si algo debe considerarse como una persona o no: tampoco la biología puede decir nada sobre si Microsoft es o deja de ser una persona jurídica.
Sobre el comentario de Manu, debería tener en cuenta la correlación que existe entre el grado de desarrollo social y democrático de los paises y su permisividad sobre el aborto. No es nada evidente que nos tengamos que tragar la piedra de molino del «progreso social como progreso en el respeto a TODA vida humana».
Estimado Jesús,
Es evidente que en este tema, como bien señalas, tenemos que manejar con mucho cuidado las palabras que empleamos.
Dices que “un cigoto, un embrión o un feto humanos son “humanos””. Es cierto. Pero eso no significa necesariamente que sean “seres” humanos. Una cosa es que una oreja, por decir algo, sea humana porque es parte de un ser humano, y otra muy distinta que la oreja sea, en sí misma, un ser humano.
Por eso es por lo que, en mi opinión, no podemos evitar, como tú propones, el término “ser humano”, porque es ahí precisamente donde reside la clave. Y no creo que nos ayude a clarificar este tema, sustituir ese término por el de “persona”. Este término añade, efectivamente, una componente jurídica y moral, pero ni la primera es en absoluto definitoria ni la segunda es compartida por todos.
Nos hemos acostumbrado a reverenciar tanto las leyes que ya nos creemos que todo lo que dice una ley es intrínsecamente cierto. Solo porque es ley. Lamentablemente los que hicieron algunas leyes no sabían de lo que se traían entre manos. Y este es un caso clarísimo. Así que, no tiene mucho sentido remitirse a los juristas este tema porque ellos lo único que hacen es interpretar y aplicar la ley que otros, con escaso fundamento, han elaborado. Es como si enviáramos a un ciego a conducir a otro casi tan ciego como él.
Yo creo que es la ciencia la que tendrá que desenredar esta madeja, a nivel del debate público, y mientras llega ese momento, cada uno de acuerdo con sus mejores criterios o creencias.
Un cordial saludo
Manuel,
La comparación entre persona jurídica y persona física no es del todo acertada. La persona jurídica Microsoft, por seguir con el ejemplo, es una creación directa del Derecho. Antes de la ley de sociedades no existía la persona jurídica. Es una ficción que crea el Derecho. La persona física no es una creación del derecho y, por tanto, en su definición la ley debe partir de la realidad física y biológica que trata de regular. La ley puede decir que la tierra es plana, que está en el centro del Universo y que el Sol gira a su alrededor; pero esto no cambia la realidad, simplemente hace que la ley sea absurda.
Saludos
Comentarios al post:
– de aspecto informe del feto nada: en la primera ecografía que me hicieron en el embarazo de mi primer hijo vi ‘sólo’ su corazón latir, no tenía más que el tamaño de una lentejilla, y vi (y sentí) claramente que era mi hijo,
– si sólo cuando uno alcanza uso de razón es considerado persona, entonces podríamos al mismo tiempo permitir el infanticidio hasta los 6 o 7 años, y en caso de muchos adultos ‘sine die’,
– debe trabajarse más en la prevención de embarazos no deseados (lo del riesgo para la madre o gravísimas malformaciones lo obvio) para que el aborto no sea utilizado como un anticonceptivo, en lugar de considerarla como la última de las opciones.
– y en efecto es una responsabilidad (no un derecho) de la madre Y del padre, aunque muchas veces la mujer tiene que tomar sola la decisión por el abandono de su compañero ante esta situación difícil.
Entonces explícanos Jesús cómo es tu particular visión de la pena de muerte.
Es un artículo muy complicado de escribir, mi más sincera enhorabuena. Una de las cosas que más me ha llamado la atención es hablar de la responsabilidad de la mujer frente al «derecho» de la mujer a abortar. En eso está en definitiva, el quid de la cuestión.
Porque se legisle como se legisle, abortos va a seguir habiendo. Ya sea en éste país o en otro, como antes cuando se iban a Inglaterra a abortar. La responsabilidad de la mujer (y del hombre, otro punto en el que estoy muy de acuerdo) es la que lo hará posible o no.
Y ya puestos, dice Paz que debe trabajarse más en la prevención de embarazos no deseados. Tenemos que ir más allá, hay que preparar mecanismos para que la única opción que le queda a la madre no sea abortar. Una red de adopciones rápida y clara, ayudas para la madre que quiere seguir adelante con su embarazo (no sólo económicas, sino sociales a todos los niveles), ayuda psicológica a madres solteras y adolescentes, etc…seguro que se nos ocurren muchas más.
Un saludo.
Ciertamente complejo y polémico el tema. Y porque es complejo y polémico hay puntos, tanto en el artículo como en los comentarios, que dificultan (para mí al menos) la comprensión de alguna de las ideas que se exponen.
Por ejemplo: Me hago bastante lío con la explicación de Manuel acerca del ser humano o no ser humano. A mis cortas luces sólo entiendo que llámese como se llame está ahí y tiene vida, porque si no la tuviera no se desarrollaría ni crecería; y si cuando crece y se desarrolla y lo paren viene a resultar que “anda, pues oye, mira, es una persona” es porque en aquella cosita diminuta e informe estaba TODO lo necesario e imprescindible para ser persona.
Porque es que la genética, y mira que sé poco, es siempre así. Las hijas de las manzanas son manzanas, ¿no? Pues los hijos de las personas son personas. Siempre.
Y, los motivos que justifican el abortar:
¿Anomalías para el feto? Todos tenemos anomalías, de alguna índole, y no andamos matando al que las tiene ¿Por qué a un feto sí? Quizá porque no va a ser útil a la sociedad, o porque no va a tener calidad de vida. El mundo está plagado de inútiles y todos nos cruzamos a diario con calidades de vida muy, pero que muy malas. Y ni nos conmovemos ni pestañeamos ¿Por qué sí nos arrogamos el derecho de “salvar” a ningún feto y a puritito ojo de buen criterio?
¿Riesgo para la embarazada? ¿Y por qué en tales casos ha de primar la vida de la madre sobre la del hijo? ¿Quién tiene el derecho o la claridad de juicio para determinar cuál es más importante?
Eso de que para muchas mujeres es un drama abortar puede que en algunos casos sí sea cierto; pero si muchas reinciden, y muchas reinciden, es que no les supone tanto trauma.
¿Casos de violación? Pues, sí, es muy lamentable que nadie sea violado. Pero matar al hijo no creo que subsane nada. El hijo es un tercero en discordia que ni sabe ni entiende ni tiene por qué ser asesinado.
No entiendo en el comentario de Manu la frase “Este es un motivo en el que creo que hay justificación moral para abortar (defensa propia).” En tal caso que mate al violador, pero, al hijo…
¿La mujer tiene derecho a decidir abortar? ¿Y a cuántos hombres que quieren tener ese hijo les niega la mujer (y la sociedad) su derecho a tenerlo?
Y, en el comentario de Jesús Zamora; pues, sí. Resulta incomprensible pero resulta evidente que es así, que el progreso social no corre, en absoluto, parejo con el respeto a la vida humana.
Hola, Alicia.
El comentario se refiere al caso (hoy no se da por avances médicos pero se ha dado) de tener que elegir entre la vida del hijo y de la madre porque el primero, al desarrollarse o al nacer, producirá la muerte materna más allá de toda duda médica razonable.
Es un caso ciertamente extremo pero que se ha usado históricamente para defender el aborto. De hecho uno de los redactores de la primera ley pasó por la experiencia de la muerte de su madre al nacer su hermano pequeño en 1933.
En este caso, si la madre decide, puede alegar perfectamente legítima defensa –como si «Alien» fuese a nacer de sus entrañas. Salvo que ella decidiese morir en favor de su hija tiene la obligación de defenderse. Defenderse es, –o era–, una obligación moral.
Sólo me refería a esto.
Saludos
Gracias, Manu. Sigo teniendo reservas respecto del criterio, pero tu explicación es clara.
Magnifico y ponderado articulo de Bautista sobre el aborto. Además de que no entra, prioritariamente, a la cuestión dogmática ni politiza el asunto, nos hace reflexionar sobre la vida y nuestra responsabilidad ante ella.
Claro que esto es una cuestión de ahora y de nuestra civilización. La seria dificultad esta en la cuestión cultural, si consideramos cultura los saberes científicos, como señala Bautista, tenemos reflexión para rato.
Preferiría obviar en mi comentario la cuestión de plazos, etc., que parecen asuntos técnicos. Como podemos mirar esto de esta manera, de acuerdo a lo que enuncia el articulo?. Bautista nos lleva a pensar en el Misterio de la Vida. Desde su misma concepción, desde su mismo encuentro para engendrar.
Digo que esta cuestión es, también, de ahora y de nuestra civilización, es porque este tema se aborda dentro del concepto de la Sociedad de Bienestar. El aborto tiene que ver con muchos asuntos sociales. Factores como entrada al mercado laboral de las mujeres, como preponderancia de la cuestión económica en nuestra forma de vida, etc. Es una cuestión de falta de «Educación Sentimental». Es uno de los «males» de nuestra Sociedad de Consumo. La cuestión de izquierda o derecha se emborrona en la realidad.
No vale la pena enunciar, que pasa al otro lado del mundo, donde la Vida es un sueño. Donde las guerras sin piedad amontonan cadáveres silentes. Abortados en vida para mantener «técnicamente» a otros.
Magistral, Manolo.
Pues yo no estoy de acuerdo con casi nada de lo expuesto en el artículo. Creo que el tema del aborto es una cuestión arbitraria o cultural o ideológica, llámese como se quiera y como tal se puede justificar desde muchos puntos de vista. Que la ciencia llegase a un consenso sobre qué es el ser humano o dónde empieza, no cambiaría mi opinión a favor del aborto, igual que no la cambia la opinión en contra de la iglesia o la opinión en contra de mi propia madre. Lo que defiendo es el «derecho» a abortar que se regula dentro de campo de las reglas sociales, de la sociedad. La «responsabilidad» de abortar, entra en el ámbito del individuo.
Ojalá no tuviésemos que abortar. Pero que exista derecho al aborto. Dicho esto, no me considero una persona ignorante, ni amoral, ni irresponsable, ni insolidaria, ni irrespetuosa, ni insensible, ni maleducada……
Buenos días, Ángeles.
Abortar es una elección individual que no está exenta de valoración moral pública ni de efectos sociales que a todos competen por muchos motivos.
Por eso resulta inevitable un juicio moral. Individual y social.
Y por eso hace ya más de 2500 años que las raíces de nuestra cultura pusieron una marca moral contraria a dicha práctica. Todavía sigue vigente en el juramento hipocrático.
Hoy se tiende a comprar el voto a corto plazo a base de llamar derechos a cosas que sabemos que están mal. Así se ha llegado a pasar de curso con cuatro suspendidas (y protestar ruidosamente si se restringe tal «derecho»).
Luego, inevitablemente, vienen las «externalidades». Las consecuencias de esos actos individuales a escala social.
¿O creemos que es gratis criar generaciones de ciudadanos incapaces de ser responsables y de controlar sus actos y que llegan a matar por simple comodidad?
No es gratis, tiene consecuencias y muy graves comenzando por la fibra personal, la seriedad y los valores que de verdad se defienden, que se fomenta en cada miembro de la sociedad.
IFEMA estos días acoge a un congreso mundial contra la pena de muerte. Estuve ayer en el coctel.
Sería interesante ver quién lo está financiando, pero la abrumadora mayoría de los que en él participan son abortistas.
De coña. El voto y la conveniencia como fuente de criterio moral.
Así penalizamos el daño al embrión de buitre y despenalizamos tirar por la alcantarilla –despedazado lentamente y sin anestesia– a un Bernabéu de seres humanos al año. Tan humanos como era mi consuegra en coma total del que salió afortunadamente tras dos meses de UCI.
Somos sociedades y personas bastante hipócritas, nos gusta vernos bien en el espejo y tendemos a engañarnos a nosotros mismos acerca de la valoración y las consecuencias de nuestros actos.
Pero el mal existe, a todos afecta antes o después y no tiene nada que ver con las confesiones religiosas.
Saludos
Querido Manu:
El juicio moral siempre es confuso. Creo que no deberíamos entrar en esto porque podríamos lindar la opresión.
Entiendo tus argumentos, pero es difícil estar en la piel de una abortista. Generalmente causa efectos complejos, muchas veces depresivos, en quien lo ha hecho.
Una mujer asume roles difíciles al ser madre soltera o madre con pareja agresiva o con serias dificultades económicas o ambientales.
La vida o la muerte no tiene espacio para el juicio moral de otros. Esto es lo complejo de las leyes sobre el aborto. No es específicamente un asesinato, es quizás, más, un triste suicidio. Una dolorosa opción, muchas veces desesperada.
El aborto es cegar una vida. Pero esa ceguera es una gran pena de la mujer que lo hace.
Lo profundo del articulo de Bautista es mostrar que no somos conscientes del valor de la Vida, en si misma. De nuestra responsabilidad humana frente a ella. El juicio moral lacera, también, la vida.
Hola Manu,
Estoy de acuerdo contigo en que es inevitable entrar en el reino de los juicios morales. Pero, ¿cómo escapar del bagaje cultural, de nuestras circunstancias?. El juramento hipocrático es un juramento ético y sus 2500 años de existencia no le otorgan más certeza o más veracidad. De hecho, ha sufrido «actualizaciones» que le permiten adaptarse mejor al entorno.
Está muy bien tener nuestro marco ideal de moralidad, pero a menudo, nuestro comportamiento es tan contrario a ese ideal, que creo que deberíamos ajustar un poco las distancias o ser más condescendientes con nosotros mismos. De poco me sirve creer en unos ideales sublimes si mi comportamiento es canallesco. Y esto sí que es humano, muy humano. Y no lo achacaría a una actitud hipócrita o de autoengaño sino más bien a un comportamiento irracional, inherente al ser humano. Y no entro a juzgar si el comportamiento irracional es bueno o malo, simplemente lo constato.
Entre las mujeres españolas que han abortado, seguro que había muchas que lo consideraban un pecado, o que estaba éticamente mal o sencillamente, que estaban en contra. Y sin embargo han abortado. Esto es lo que llamo comportamiento irracional. Y me dirán, ¿y por eso hay que legalizar el aborto?. Pues habría que estudiarlo. Aunque yo prefiero que lo legalicen porque yo no creo que sea un pecado y porque si yo me viese en esa tesitura y decidiera abortar, encima no quiero sentirme perseguida por la justicia.
Sin duda, todos somos responsables de nuestros actos y debemos asumir las consecuencias derivadas de ellos. Mujeres felices, arrepentidas, avergonzadas, amargadas, agradecidas, pecadoras, seguramente las encontremos a ambos lados tras tomar la difícil decisión.
Yo no creo, sinceramente, que una sociedad sea más inhumana, más irresponsable, más libertina, más infeliz o peor, por el hecho de legalizar el aborto.
Ángeles, escribe usted “ojalá no tuviésemos que abortar”.
Es una expresión que se repite mucho entre mujeres que defienden el aborto; da la sensación de que el haberse quedado embarazadas se debiera a causas que quedan fuera de su capacidad de decisión, de que la elección libre y consciente de mantener o no relaciones sexuales no tuviera (en el acto en cuestión) ni arte ni parte.
Resulta curioso que, tan autónomos y autosuficientes como nos pretendemos los humanos frente a tan diversas decisiones como tomamos a lo largo de la vida — acertadas unas y erróneas otras, claro, pero siempre ponderadas por la propia razón —, sea nada más en lo concerniente a la sexualidad donde, al parecer, la ponderación queda eximida de desempeñar ningún papel y las personas relegadas a la condición de autómatas que han de obedecer y cumplir (y nos parece tan sensato) la función para la que están programadas.
¿Quién o cuándo nos metió en la cabeza que el impulso sexual es algo así como una fuerza superior, irrefrenable o sobrehumana, contra la que la voluntad no pinta nada?
¿Por qué se entiende y tolera como una especie de enajenación que saca a alguien fuera de sí — en definición de la RAE — entorpeciendo o turbando el uso de la razón o de los sentidos?
Eso está bien y es justo para los animales; pero, ¿no resulta un poquito humillante para los seres racionales?
Es cierto, Alicia, el «ojalá no tuviésemos que abortar» es un tópico tan manido como el de «ojalá no hubiese hambre en el mundo » o el de «ojalá no hubiese guerras». ¿Qué pasa, que no somos capaces de comportarnos como seres racionales?………
Hasta hace bien poquitos años, en nuestra cultura occidental, la función sexual estaba ligada a la función reproductora……. exactamente igual a como funciona en los animales (los otros animales). Ellos no tienen problema de abortos. Parafraseándola «Eso está bien y es justo para los animales; pero ¿no resulta un poquito humillante para los seres racionales?».
Nuestro sistema límbico, que es de donde surge nuestro impulso sexual, es prácticamente igual al de los otros animales y lleva con «nosotros» millones de años, muchos más que nuestro sistema cognitivo. Así que, nos guste o no, forma parte de nuestra condición humana. Resumiendo: ¿que el impulso sexual puede alterar / turbar el uso de la razón?. Si, comprobado. ¿Resulta humillante?. Cada uno tendrá su opinión…..
Buenos días, Ángeles. Si me lo permite, y por tratar de alumbrarnos un poco más en este difícil tema también con la luz de su opinión sobre el derecho al aborto, me gustaría pedirle, por favor, que nos aporte algunos de los argumentos en que apoya su posición. Por ejemplo, si lo he entendido bien, creo que usted dice que seguiría estando a favor del derecho al aborto aun en el caso de que la ciencia llegase a establecer un día que un ser humano lo es desde el momento de su concepción. ¿Significaría esto que estaría usted de acuerdo con el derecho al homicidio en los casos que, por la razón y los procedimientos que fuere, se llegasen a considerar justificados? Y si ese fuera el caso, ¿cómo apoyaría filosóficamente esa posición? Gracias
Hola Alberto,
No me pidas que os alumbre sobre mi opinión como si ésta fuera solemne!. Mi opinión es muy particular y nada trascendente. Está muy vinculada al entorno en el que vivo y al comportamiento social que observo. Tan a favor estoy del derecho al aborto, como al derecho de una mujer a no abortar cuando le obligan a ello. Casos excepcionales?. Eso espero.
La verdad es que lo siento como una convicción profunda. Hay gente, muchísima gente, que cree en algún tipo de deidad… yo no. No me importa lo que diga la religión al respecto del aborto. Si existiese un dios que abogase por el aborto, tampoco me importaría. En cuanto a la ciencia, de la que sí me considero ferviente admiradora y defensora, tampoco puede decir nada que refuerce o debilite mi convicción. La ciencia no habla de homicidios. Sólo el derecho y la promulgación de leyes pueden arbitrar si el aborto se considera o no homicidio y como podemos ver es una cuestión arbitraria.
Seguramente, la mayoría de las mujeres que abortan están en contra del aborto por una u otra razón y sin embargo, abortan. Y esta contradicción es la que a mí me interesa. Según recogía Manu Oquendo, el médico y psicólogo Alfred Adler definía el carácter «neurótico» como “Aquellos desórdenes que se producen cuando nuestra conducta contradice nuestras creencias profundas”. A Manu Oquendo, esta definición le parecía buena para definir el pecado y a mí me parece muy buena para definir el comportamiento irracional del hombre. Ya ve, una misma definición para 3 conceptos distintos.
Anteriormente dije que estaba a favor del derecho al aborto. En realidad, preferiría que estuviese despenalizado.
Científicos, biólogos, filósofos, genetistas, embriólogos, no consiguen ponerse de acuerdo sobre si el embrión humano tiene alma, no se ponen de acuerdo porque no lo saben, no se puede demostrar científicamente de momento, pero tampoco creo se quieran “mojar”.
Creo que el cuerpo físico de todos los seres, está “animado” (ánima, del latín alma) por algo más que por el oxigeno y alimentación, si ese “algo” no se implantara y o desarrollara desde la concepción, la vida no se produciría.
Medicinas milenarias como la china, la ayurveda y la homeopática, contemplan la existencia de esa sustancia que alimenta y sustenta la vida.
Escuché una vez, que el hombre es un ser en transformación, que aún no estamos completos, y no es de extrañar. No tenemos mucho que reprochar a algunas sociedades antiguas, en esta en la que vivimos, seguimos en un estado de animalización importante.
Y como dice Manu, tiene guasa la cosa, que esté penado cargarse al embrión de un buitre.
Es que ambas cosas no tienen por qué contraponerse ni ser la una excluyente de la otra. Que el cargarse el embrión de buitre esté penado no es algo incompatible con que el cargarse al humano lo esté también. Defendamos, por supuesto, la vida humana, pero también la animal.
«Medicinas milenarias como la china, la ayurveda y la homeopática».
1. La cualidad de ser milenario no lo hace mas veraz.
2. Medicina, por definición «ciencia que estudia…», excluye a los tres ejemplos mencionados, no se basan en el método científico, no es ciencia. Correcta la frase si se usa «Medicina tradicional» (No es ciencia).
3. La homeopatia tiene doscientos y pocos años, de milenario tiene poco.
Sin dar mi opinión, tras leer varios comentarios, me resulta cuando menos, curioso, que, muchos utilicen el argumento en su postura contra el aborto de la ilegalidad de «tocar» al embrión de un buitre, más cuando por ejemplo, la gran mayoría de los taurinos en este caso, son anti-abortistas, pero en ese caso, poco les importa hablar del embrión de un buitre y si cargarse a un ejemplar adulto de un toro, tortura mediante.
Lógicamente hemos entrado en juicios morales, en su oportunidad y en su nitidez.
Parece que, en general y salvo matices, la concordancia es alta, que todos excluimos de este juicio aspectos confesionales y que nos circunscribimos bien al derecho natural, a imperativos categóricos –razonablemente universales– o a normas «higiénicas» (en sentido amplio) de aplicación individual o social.
Estoy de acuerdo con José Mª en que al nivel concreto (del «caso», como diría un buen jesuita) no se debe emitir juicio sin mucho análisis, amor y conocimiento pero no tanto en lo que llamamos «externalidades», es decir, los efectos cumulativos sociales de conductas individuales.
Por otra parte parece bizantino y sofista el análisis fragmentario de la vida anímica del embrión a efectos de determinar si su «ausencia de alma» o de sensibilidad nerviosa pudiera hacer menos negativa su eliminación. Este argumento es de la misma naturaleza que acudir a la falta de «uso de razón» para –en Roma– sostener el derecho positivo al infanticidio.
Lo expresa un comentario muy bien al decir: de manzana viene manzana y de una persona otra persona.
Creo que entre los editores de este excelente blog hay algún psicólogo y sería muy interesante profundizar en cosas como el tipo de subconsciente colectivo –e individual– que emerge cuando una sociedad adopta normas que contradicen sus tradiciones culturales desarrolladas a veces durante toda la historia.
Tirarlas por la borda –como si fueran lastres a la «modernidad» o a la conveniencia del poder político tan dado al «panem et circenses»– bien pudiera ser un acto irreflexivo, vano o interesado.
Hay un libro de Alfred Adler, creo que de 1910, titulado «El carácter neurótico» que cada vez es más difícil encontrar. Es como si estuviese pasando a formar parte de los libros «inconvenientes» para el sistema (cada vez hay más de éstos).
En él viene una especie de definición de neurosis que, aproximadamente, recuerdo así: «Aquellos desórdenes que se producen cuando nuestra conducta contradice nuestras creencias profundas».
Cuando lo leí hace muchos años me pareció que era una buena definición del pecado. La traición a nuestra esencia humana. A nuestros fines últimos.
Todos somos pecadores, Ángeles querida. Pero es bueno saber que lo somos y que, si queremos, podemos dejar de serlo.
En fin, seguiremos porque esto da para mucho y muy interesante.
Un saludo cordial
Alicia, está claro que hay que defender todo tipo de vida, simplemente quería reflejar lo injusta que es la justicia, (está ciega, y no me extraña, la representan con los ojos tapados), cuando castiga al que se destruye el embrión de un buitre o al que se come a un lagarto ocelado por que tiene hambre, y no defiende la vida de un ser humano que quiere nacer.
Yo creo que valdría la pena hacer un repaso, en la Filosofia, de lo que es la moral y la etica.
Yo recuerdo, ahora, a Nietzsche que decía que era la gran patraña de la Historia. Yo creo que este articulo da pie a reflexionar sobre esto.
De cual moral hablamos?. De la moral de los «señores». De lo «bueno» y lo «malo». Para muchos bueno; es que si una mujer se queda embarazada, de un negro,debe abortar.
Lo bueno y lo malo esconde una hipocresía y un «deber ser» muy amañado. Decir que eso de quedarse embarazada, sin prevención, es una cuestión cuasi animal, podría inducir a pensar que el hecho del uso de los anticonceptivos es algo racional. Menuda patraña. Entonces el mal esta en no «ser» racional. A donde vamos?. Que es la razón?. Es el juicio?.
A veces, profundizar sobre nuestros juicios, sobre nuestras doctrinas, nos ayuda a mirar al otro con Amor.
No «pequemos» de «Señores». No es esta la hora de este articulo. Un articulo que habla de la Vida no del juicio.
La dificultad del asunto de la aborción creo que radica en la casi incuestionable idea de posesividad del cuerpo que habitamos. Estamos convencidos de que nuestro cuerpo es nuestro y de que, por lo tanto, tenemos derecho a decidir libremente lo que podemos hacer con él. Complicado asunto, pues ni siquiera las leyes refrendan o refutan esta posición, por ejemplo en el tema del suicidio. “¿Puede uno disponer libremente de su vida o no puede? Nuestro derecho no da respuestas concluyentes y trata de decirnos que la vida es un bien indisponible.” (http://goo.gl/MqmYE), Es decir, no está claro que podamos disponer caprichosamente de nuestro cuerpo. De hecho, nadie dudaría en impedir por todos los medios a su alcance que una persona se cortase un brazo de forma injustificada. Ahora bien, en el caso del embarazo, la cosa se complica aún más, pues ¿podemos hablar de que hay sólo un cuerpo, el de la mujer? o ¿hay ya dos cuerpos, desde el momento que se produce la fecundación en su interior?
Lo que hace que el tema sea tan complejo es el hecho de que, como mamíferos, tengamos que nacer en el interior del cuerpo de una hembra. Si naciésemos en probetas y matraces (y no matrices), creo que la cosa estaría muy clara: un embrión humano sería cuando menos un proyecto de vida, un ser indivisible, o sea, un individuo independiente de cualquier otro ser y, por lo tanto, eliminarlo sería un crimen inadmisible. También se reduciría en gran medida el “problema” de la posterior posesividad de las madres, y padres por contagio, sobre los hijos.
La pregunta que planteo sería entonces: ¿Puede la mujer asumir el fundamental papel de hábitat, de ámbito biológico en el que nace otro ser, independiente en lo profundo de ella misma, y por lo tanto aceptar que no posee “derechos” (o al menos derechos de vida y muerte) sobre ese nuevo ser?
M.A, yo creo que en esto es muy claro Bautista. Nos sugiere que tengamos responsabilidad sobre la Vida, más allá de los consabidos derechos. A que tenemos derecho?. Aquello de los Derechos Humanos es otro eufemismo liberal. Que es eso de nuestra libertad?
Yo creo que Bautista, aquí, sin ninguna agresividad, habla de responsabilidad. Pero esta responsabilidad conlleva una educación diferente, un nuevo lenguaje.
Vivimos en la «era» de la ética, del juicio, en fin del Derecho. Existe legalmente el derecho de matar. Por ejemplo para defender las fronteras, incluso para defender la propiedad privada, etc.
Pero la Responsabilidad es otra cosa. Bautista la vislumbra, le pone contenido a la responsabilidad que tenemos con la Vida.
Pero esa responsabilidad M.A, es esencial no circunstancial. Por eso no es la cuestión cargar la culpa en la que aborta,ni en Zapatero, ni en su abuelo.
Lo importante del articulo de Bautista es que los científicos, los educadores, la sociedad perciba la Vida en su entera dimensión.
La ley no sólo protege el embrión del buitre, protege la nidificación y la cría de todas las especies animales silvestres del país, hasta el punto de prohibir expresamente aproximarse a un nido o madriguera a menos de un cierto número de metros, distancia que varía según los casos. Es decir, que ni siquiera está permitido mirar un huevo de buitre o de ruiseñor. Por el contrario la manipulación de los procesos vitales del ser humano, desde su llegada hasta su partida, ha llegado a implantarse como necesidad.
No deja de ser curioso que quienes vienen promoviendo históricamente la protección de la naturaleza sean los mismos que promueven y practican la manipulación del destino de los seres humanos y del Ser Humano. Manipulación que el común de los votantes parece siempre deseoso de apoyar y aplaudir a cambio de la dosis diaria de miedo a la vida.
un jurista de altas caliddes como R. Dworkin, resume posición liberal frente al aborto así:1 rechaza la posición de quienes piensan que el aborto no es moralmente probelmático e insite en que el aborto es una siempre una grave decisión moral: 2. No obstante, el aborto está justificado cuando se dan unas condiciones extremadamente serias como la de la malformación que hace inviable la vida del feto o que hace muy probable que si llega a nacer el bebé tenga uina vida breve, dolorosa y frustrante; 3. El aborto se justifica si el nacimiento trae graves consecuencias para la vida de la madre y 4.en últimna instancia, por ser un asunto eminentemente moral, quien debe decidir acerca del aborto es la mujer embarazada y el gobierno no es quien para imponerle conviccionjes morales de otras personas. Hasta aquí Dworkin. En las sociedades occidentales hay consenso en que el aborto debe ser regulado, pero an algunos casos, no es que sea autorizado, sino que simplemente, sea despenalizado, que es distinto. ¿Por qué aunque se tenga una mentalidad muy conservadora, no se acepta que puede haber excepciones para el aborto como lo expuesto en el numeral 2 y 3 o incluso, cuando el ambarazo sea fruto de una violación, en todo caso, teniendo en cuenta, que la única persona que debe decidir es la mujer embarazada (4) y nadie más?. No se trata de progresismos o modernismo o como quiera llamársele, sino de entender que todo no se le puede dejar al Estado y hay responsabildiades que las personas deben asumir mas allá de que haya o no un castigo.
El artículo de Manuel dedica espacio a ver cómo la ciencia define al ser humano. Lo hace en el sentido de encontrar aquellas características nuestras que nos definen de modo excluyente. Es decir: quienes no las cumplan… no son humanos.
No he querido comentarlo antes porque me pareció más oportuno hablar sobre el aborto y porque la búsqueda de la definición «científica» puede considerarse una forma de buscar un recoveco argumental que permita a un legislador necesitado lavarse las manos de la carnicería que tan bien describe, y lamenta, Manuel Bautista.
Hay más formas de conocimiento que el llamado método científico. La mejor de todas, vieja pero consagrada desde Descartes, es la intuitiva.
Aquella que nos hacer reconocer de modo nítido e indiscutible la realidad. «Es de día», «Vivo», «Es de noche», «Quiero», «Me quiere», etc.
Sí, ya sé que luego vino Rorty a decir que al ver lucir el Sol sobre nosotros y pensar que era de día estábamos manifestando nuestra falta de imaginación.
Allá Rorty. Su principal contribución, creo, fue mostrar la forma en la cual el Poder intenta «narrar» lo que quiere que creamos o dejemos de creer.
Y desde la forma Cartesiana, clara, indiscutible, nítida, lo ha manifestado una de las compañeras comentaristas, Alicia: «Las hijas de las manzanas son manzanas….»
Dicho lo cual, hace unos años, charlando con Juan Luis Arsuaga sobre lo que nos diferencia de los animales «superiores» dijo algo muy esclarecedor: «Somos la única especie a la cual crece el pelo de la cabeza toda la vida».
Ni la conciencia del yo, ni su permanencia en el tiempo, ni la capacidad electiva o volitiva ni nuestro módulo lógico frontal. En todo caso diferencias de grado, pero no más.
Cuando se lo escuché me reí pero luego recordé a mis perros y fui cayendo en la cuenta de que estaba acertado. Es más uno de ellos es especialmente brillante en el reconocimiento espontáneo de criterios morales: Bien y Mal.
Hoy veo la vida como un continuo con gran plasticidad, fronteras poco definidas, fácilmente franqueables, milagrosamente adaptables y que esto nos plantea nuevas exigencias morales. No menos.
Unos años después leí a Michio Kaku definirnos como «función de onda de los mismos componentes básicos que constituyen cualquier rincón del universo». Eternos. Mudables.
Sabemos muy poco y, como dice Rorty, nos falta imaginación para que nuestro comportamiento sea Armónico con lo que suena a nuestro alrededor y que frecuentemente nos empeñamos en no escuchar.
Buenas noches
Hola Manu,
Me encanta Arsuaga. Y si realmente seguimos su teoría, que es a muy muy largo plazo, «las hijas de las manzanas» no tienen porqué ser siempre manzanas….. las especies evolucionan y de aquellos primates vinieron estos homo sapiens!
Es cierto, como dice Manu en su último comentario, que la incertidumbre científica sobre lo que es o no es un ser humano puede ser usada (y de hecho lo es) como “una forma de buscar un recoveco argumental que permita a un legislador necesitado lavarse las manos de la carnicería”.
Parece que así se pone en bandeja el argumento: “Si nadie puede asegurar que el feto es un ser humano, pues entonces que lo decida la madre y ya está”.
Por supuesto, no estoy de acuerdo con este argumento. Claro que al final decidirá la madre, pero la cuestión es que también está decidiendo el resto de la sociedad, aunque de otro modo, al animar a la madre a tomar su decisión personal en uno u otro sentido.
Lo que a mí me interesaba primar en este artículo es ése papel que juega la sociedad. Y ese papel es, cada vez más, el de banalizar la decisión de abortar, el de reducir la trascendencia que tiene esa decisión. El de hacer caso omiso (¡el famoso pecado de omisión!) ante eso que tan gráficamente expresa Manu cuando habla de un Bernabeu de niños a los que se impide nacer cada año
Al apuntar a la cuestión científica estoy planteando que, si los científicos de prestigio se decidieran a decir alto y claro que la ciencia no tiene ni idea de qué nos hace humanos y, además, asumieran de verdad la responsabilidad social que les otorga su alta credibilidad ante la opinión pública y les dijeran, alto y claro, a los legisladores, políticos, juristas, periodistas, médicos, farmacéuticos, asistentes sociales, etc., que si la ciencia no sabe qué nos hace humanos, ellos ni pueden ni deben manejar este asunto como si no pasara nada por abortar, creo que el debate público sería bien distinto y probablemente la actitud social otra.
En este contexto, con un asunto tan importante entre manos como este, no deberíamos aceptar argumentos innecesariamente, e incluso intencionadamente, banales. Porque también el resto de la sociedad tenemos la responsabilidad de debatir, y mucho, sobre esta cuestión, con argumentos serios.
En este sentido me ha parecido muy clarificador el comentario de M.A.
¿Cómo que “mi cuerpo es mío y yo hago con él lo que quiera”? Insisto: lo que más me sorprende no es que haya mujeres que lo crean y lo digan, sino el hecho de que casi nadie en los medios de comunicación (¡y mira que hay comentaristas y analistas opinando todos los días!) salga a poner en evidencia la simpleza de ese argumento.
Ángeles dice que, al margen de lo que diga la ciencia, el derecho a abortar lo establece la propia sociedad. Es evidente que así es como está ahora. Se ha consolidado como un derecho que solo administra la mujer, y parece que esto ya no se puede cuestionar. Hemos llegado al extremo en que es menos políticamente incorrecto el hecho de abortar que el hecho de opinar sobre el aborto.
¿Si la sociedad incorpora en su cultura determinadas prácticas que sabemos, o intuimos, que están mal, es mejor seguir adelante? ¿No es posible corregir el error? Desde luego cuando se abolió la esclavitud se hizo contra una determinada cultura social que estaba de acuerdo en que existiera.
La cuestión, entonces, es ¿cómo se cambia esta cultura tan favorable al aborto, incluso aunque se practique como simple método anticonceptivo? Entiendo que poniendo el tema encima de la mesa y creando esa opinión. Me sorprende lo que cuesta expresar públicamente una opinión serena y razonada contraria al aborto.
¿No es, acaso, un síntoma preocupante del nivel de madurez democrática de nuestra sociedad civil que, ante un tema en el que, entre otras cosas, esta sociedad se está jugando su futuro demográfico y, por tanto, la viabilidad de su Estado de Bienestar, se opte por no debatirlo?
Saludos y muchas gracias por vuestros magníficos (y respetuosos) comentarios.
Me ha parecido limpia y clara la exposición final de Bautista sobre los comentarios. Pero sigo creyendo que la moral no es el tema sujeto de la vida.
Explico mejor, si puedo, Esta mañana,me encontré con una frase de Dostoievski: «Si todo en la tierra fuera racional, no sucedería nada». Yo creo que la sociedad en que vivimos, esta civilización, nos educa a criterios que caducan con facilidad ante la realidad. Lo que pasa es que la fecha de caducidad la timbra la moral y no el hambre. Siendo banal mi ejemplo me sirve para decir que si los perros se comportan bien o mal es porque están bien alimentados e, incluso, les hemos quitado las pulgas, en referencia al ultimo comentario de Manu. Con todo mi respeto y estima a sus reflexiones que, siempre, aprecio.
También creo que el juicio no nos indulta, al contrario, nos hace complices. No sabes lo que late en la vida del otro. Creo que debemos empezar por ahí, para abordar temas tan complejos como el del aborto. Pero, más allá, el de la Vida.
Si ampliáramos este debate, si nos fuéramos a reflexiones mas vitales. Este articulo daría pie a preguntarnos, cada uno. Que es la vida?; Respetamos la Vida?
Es cierto, Jose, que el tema de fondo es el de la vida: qué es, cómo se origina, qué papel juega, etc.
Y es verdad que, si no entramos en este ámbito, el debate sobre el aborto se queda manifiestamente cojo.
Se queja el autor de que los científicos no nos resuelven los problemas, que no sabemos qué es la consciencia etc. No le falta parte de razón. Pero en este problema tan central convergen muchos problemas, y sólo una pequeña parte requieren de la ciencia. Para empezar, como resumen de lo que la ciencia sabe de la consciencia (que es mucho más de lo que sabía Crick), me permito recomendar que lea D Manuel el último libro de Antonio Damasio (Y el cerebro hizo al hombre). Es complejo, pero un avance notable.
Ah, para poner las cartas sobre la mesa, me dedico a enseñar desarrollo embrionario en una Facultad de Medicina, y pienso que la clave está en separar lo que creemos de lo que sabemos, y en reflexionar sobre si nuestro lenguaje nos permite afrontar esta reflexión.
Yo sé que un conjunto de células no es una persona, que al menos hasta la semana 24 el feto no es capaz de sentir dolor (pese a la tremenda contaminación que se detecta en la red fruto de la financiación de grupos integristas), que, en consecuencia, poner sus derechos por delante de los de su madre, es una barbaridad, y eso es lo que proponen los revisionistas y los que se autodenominan «pro-vida» (qué horror, qué desfachatez, qué insulto al resto!).
También sé que las malformaciones congénitas son muy frecuentes (vaya, el señor no hizo un mundo perfecto) alcanzando las clínicamente serias a un 3% de los nacidos y las moderadas y leves a casi un 15% de los nacidos. Lo que menos gente sabe es que entre los embriones tempranos las malformaciones graves son mucho más frecuentes, y son responsables de la mayoría de los abortos espontáneos. Esas criaturas, que no tienen opción de vivir una vida minimamente humana también tienen nuestros genoma, lo cual nos debe hacer reconsiderar aquello de que si tiene genes humanos ya debe ser protegido como humano (¡qué bobada!). En suma, somos naturaleza, con todo lo que eso comporta de imperfección, y somos conciencia, con lo cual hemos ido avanzando en un camino de humanidad y libertad.
Aquí se trata sobre todo de llegar a acuerdos sociales, de definir hasta donde llegan los derechos de unos cuando confrontan con otros, de educar, de hacer más prevención, de facilitar otras vías, de fomentar la responsabilidad. Lo que no me cabe en la cabeza es que vayan a tomar las riendas los que lo arreglan todo metiendo en la cárcel a quien disiente. Se puede ser responsable y ser partidario del aborto en un periodo y circunstancia concretos. Así casi nunca habrá que penalizar.
Lo que sí tengo claro es que las recomendaciones NO DEBEN SALIR DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL, donde no se razona, se cree! Así NO!
Tal vez algunos (quizás incluso el ministro) piensen que esta es una lucha entre el bien y el mal. Pues yo diría que el foco no está bien puesto. Aquí, la mayoría de las decisiones eligen entre dos opciones ninguna de las cuales representa un bien. El dilema moral suele estar entre algo malo y algo peor… sobre todo si no se hace una prevención educativa o formativa en general. Los fundamentalistas, pro-losuyo y demás, simplemente olvidan a la madre, que también tiene derechos, que siente, sufre y debe ser protegida e informada. Tampoco creo que se deba olvidar al embrión o feto, pero pongámonos de acuerdo en el modo. Miren, hablando de creencias, el propio Santo Tomás, padre de la Iglesia invocado tantas veces pensaba que el alma no se infundía en la fecundación, sino hacia el día 40 en los varones y más tarde en las hembras. Qué majo, ¿ven dónde vamos con los credos? Creo que el supremo de USA tiene consideraciones mucho más interesantes sobre estos problemas.
Si el feto se desarrolla y nace y llega a adulto un día tendrá, como cualquiera de los adultos que ya somos, sus posibilidades de ser un alguien gris, vulgar y corriente, o un genio, o un artista, o un monstruo de maldad, o un dechado de filantropía, o, o, o… tantas cosas.
Pero, sea lo que sea de entre tantas cosas como puede llegar a ser si vive, lo que es seguro es que su vida y sus actos incidirán, ya para bien ya para mal ya para su pequeño entorno doméstico y familiar ya para un sector de la sociedad ya para toda la humanidad, de manera que nada de aquello ni de aquellos con los que tuvo contacto por leve o efímero que fuera será ni serán lo mismo antes y después de él.
Lo vemos cada día, hasta en los actos y en los gestos más cotidianos y en las relaciones más superficiales. Que todo nos afecta, a todos; desde la mirada de un desconocido que nos sonríe porque al pasar le sujetamos una puerta hasta el ceño adusto que por causas que nada tienen que ver con nosotros nos dedica alguien que va pensando en sus problemas. Y cuando llega la noche, y regresamos a casa y estamos ya solos, el cúmulo de las pequeñas sensaciones del día se incorpora a nuestra soledad y a nuestros sueños, y a la mañana siguiente está ya formando parte del acervo del “yo” que se va forjando instante a instante, configurándonos y configurándose.
Aquí mismo, en este blog, tantas opiniones tan distintas, tantas argumentaciones tan dispares, todas expuestas de manera perfecta y correctamente razonada tanto en la forma como en el contenido. Compartidas las de los unos por los otros, o no compartidas, pero todas siendo la pieza del puzzle que antes de las participaciones respectivas — y por supuesto del correspondiente artículo que las propicia, claro — no era nada o, tan solo, una posibilidad remota, o nada más pensada, o… ¿en embrión?
Bueno, quizá estoy divagando. Sólo pretendo evidenciar algo que ya es evidente. Que estamos aquí, escribiendo y diciendo y opinando. Y que si alguno, sólo uno, hubiésemos sido abortado, este blog no sería el mismo.
Nada en el mundo ni en el universo entero sería igual si una voluntad humana hubiera decidido qué seres han de tener un lugar en él y qué seres no.
Existen, claro, muchas voluntades humanas que deciden sobre la vida y la muerte; pero eso se tratará en otros artículos que a lo largo del tiempo irán, imagino, publicándose en esta página.
A lo mejor me he puesto cursi.
He tenido tres hijos varones y los tres han mostrado que su sistema nervioso funcionaba desde muchísimo antes de lo que señala el investigador, Don Lucas.
Ahora resulta que tienen que tener seis meses (24 semanas) para sentir.
Me parece que un sistema nervioso es algo mucho más complicado porque el corazón les funciona desde muy pronto y otros órganos también.
Su post me recuerda la postura de que si la víctima no siente se la puede matar o es menos grave.
Hay quien dice que como no podemos saber su opinión tras la muerte y que a lo mejor nos están agradecidos por dejar este valle de lágrimas a lo mejor hacemos mal en castigar el homicidio.
Qué empeño en poder matar y qué interés en destruir lucrativamente atacando a quienes tratan de defender la vida.
Esto lo ven nuestros hijos. No se puede poner barreras a la información.¿Qué van a pensar de nosotros? En vivo, en directo.
http://www.youtube.com/watch?v=gON-8PP6zgQ
Ah, otra cosa, en los comentarios que me preceden se afirma en varias ocasiones que la ciencia no tiene ni idea de qué nos hace humanos. Yo, sin ánimo alguno de ofender me pregunto ¿desde cuándo la ignorancia es un punto de vista? Por supuesto que sabe, y mucho. Como siempre en ciencia puede haber más de un punto de vista o interpretación, pero en los últimos años se está acumulando una ingente cantidad de información (puede que ese sea también un problema, digerir tanto). Yo he leído varios libros con el título «Qué nos hace humanos» (búsquense libros de autores como Gazzaniga o Ramachandran entre los neurocientíficos, de Matt Ridley, de paleontólogos o antropólogos (Leakey, Pasternak, Tattersall) además de volúmenes monográficos de Investigación y Ciencia). Algunos libros no están traducidos, pero están.
Estimado Lucas Montes,
Con todo mi respeto, yo no creo que la ciencia sepa qué es un ser humano. Es cierto que sabe muchas cosas, pero no está en condiciones de decir qué es lo que básicamente nos configura como tal.
Usted mismo, en su comentario de esta mañana a las 10:16, admite que los científicos “no sabemos qué es la consciencia”. Y no hay ningún demérito por reconocerlo.
Pero, sin saber qué procesos cerebrales, o no solo cerebrales, producen la consciencia, sin saber en qué partes de nuestro organismo se producen tales procesos y sin siquiera poder estar seguros de si los equipos de que disponemos nos permiten detectarlos, es muy difícil afirmar, como usted hace, que “un conjunto de células no es una persona”. A mí también me cuesta créelo, pero no me atrevería a afirmarlo. ¿Acaso alguien sabe, ha demostrado experimentalmente (siguiendo el método científico), en qué células exactamente reside la consciencia? Y, sin saberlo, ¿cómo se puede estar seguro de que justo en esas células no hay consciencia?
Da la impresión, leyendo su comentario, que sabe que un feto no es una persona al menos hasta la semana 24 porque no es capaz de sentir dolor (no sé si le he interpretado bien), ¿es que, acaso, es la capacidad de sentir dolor lo que define básicamente a un ser humano? Y si así fuera, ¿está usted seguro de que puede captar fielmente su dolor?
¿Y qué podríamos decir, entonces, de esos casos en que un paciente está en coma, no da muestras de sentir dolor ni de sentir nada, y al cabo de meses e incluso años se recupera?
Por cierto, yo también he leído ese libro de Gazzaniga y a Matt Ridley, a Antonio Damasio, a Leakey, Tattersall y a algunos más. Dan muchas opiniones interesantes, pero en ningún momento se lanzan a afirmar que la ciencia sabe que un ser humano es esto o lo otro. Y si estoy equivocado (que, naturalmente, puedo estarlo) dígame, por favor, en dónde exactamente se afirma eso.
Un cordial saludo y muchas gracias por sus interesantes comentarios
Estimado Sr Bautista,
Imaginando su respuesta al comentario del científico, no había querido entrar en el debate. Se que es inútil puesto que en las premisas de su artículo, aunque primeramente quiere que los científicos » nos mojemos» ya argumenta claramente , ahora y en otras ocasiones, que no tenemos ni idea.
Me alegra que un colega al que no conozco haya argumentado una respuesta amable, coherente y sentida, que no sólo razonada, a su provocación sobre nuestra opinión en éste o en otro tema que tenga que ver con su ideología y en el que mezcla la Vida con la política.
No tengo más que un par de preguntas que hacerle, a ambas sólo puede responderse usted.
¿no es el «Ser Humano» el único que debería tener respuestas a la pregunta de quién es?
¿ cómo es que se pregunta qué es la vida?
Uno puede pasarse la vida leyendo, pero hay respuestas que no vienen en los libros, simplemente porque no se leen.
Salud,
Inés
Estimada Inés:
Por muy respetables que sean sus métodos y por muy espectaculares que sean sus resultados en el mundo material, la ciencia no deja de ser una ideología; es decir, algo que no está exento de creencias y principios indemostrables. Todo ello sin contar la ideología que ya tiene el científico mismo; al menos en mi caso, que no creo que sea muy distinto del resto de los que tenemos una formación de este tipo.
Y puede que la opinión de la ciencia nos merezca más confianza en algunos aspectos que la que pueden proporcionar otras formas de conocimiento, pero esto no significa que las explicaciones que ofrece en los temas que realmente importan tengan más validez que las que proceden de la intuición personal, de eso que llamamos conciencia. Y soy consciente de que gran parte de esta conciencia, aunque no toda, no es más que una acumulación de enseñanzas morales que cambian de una sociedad a otra y de uno a otro tiempo.
Por eso, no está de más cuestionar el conocimiento científico, dejando en evidencia sus carencias cuando estas existen. Sobre todo si el que lo cuestiona, como es el caso de Manuel Bautista, no habla por hablar sino que lleva más de una década investigando sobre el tema. Y con investigar no me refiero a manipular probetas y electrodos, sino a leer, reflexionar y hablar con personas de prestigio reconocido en estas cuestiones.
Y el ser humano, en la búsqueda de respuestas a la pregunta de quién es, suele ser poco humilde. Incluso tiene el atrevimiento o la osadía de creer que una parte puede comprender el todo; es más, llega a creer que la insignificante parte que conoce le otorga legitimidad para intervenir y manipular a su conveniencia un misterio que le trasciende.
Estimada Inés,
Me gustaría podérselo explicar personalmente para que no hubiera malos entendidos, ni entendiera por mi parte una acritud que, y se lo digo sinceramente, no hay. Pero, desgraciadamente este medio nos obliga a debatir así.
Está claro que algo de lo que he dicho, o cómo lo he dicho, le ha “sonado” mal. Trataré de expresarlo mejor:
Es evidente que la ciencia está avanzando una enormidad en muchos campos, pero también lo es que, si miramos el vaso a medio llenar, hay ámbitos en que aún es mucho lo que se ignora. La consciencia es uno de ellos.
Decir esto así no debiera molestar a ningún científico. A fin de cuentas, dentro de mil años la ciencia habrá descubierto cosas que ahora ni nos olemos, y eso no significará que los científicos de ahora estén haciendo mal su trabajo.
Por tanto, cuando digo que los científicos no tienen ni idea de qué es lo que define básicamente a un ser humano, no pretendo hacer un reproche o un desprecio (hay eminentes científicos que afirman que la mente humana y el universo son dos de los mayores desafíos que tiene ante sí la ciencia), lo que pretendo es recalcarlo porque creo que es clave para que se entienda mi argumento en relación con el aborto.
Sinceramente, muchísimo antes de que yo opinara en público sobre este tema del aborto, ya estaba configurado de una manera en que la Vida se mezcla con la política, con grandes dosis ideológicas.
“¿no es el “Ser Humano” el único que debería tener respuestas a la pregunta de quién es?” Me pregunta usted. Mi respuesta: el ser humano, cada uno, debe buscar por sí mismo “qué es y qué hace aquí”, pero también la ciencia, como nuestra mejor forma colectiva de adquisición de conocimientos contrastables, debe intentar por todos los medios buscar esa respuesta. Pero debe ser honesta con los demás, y mientras no tenga esa respuesta, decirlo cláramente.
Un cordial saludo, Inés
Y si es cuestión de tener el puzzle lo más completo posible, no olviden que el aborto, en la mayor parte de los casos, es involuntario, y sucede en las primeras etapas del desarrollo porque la maquinaria de la reproducción falla, y falla de manera dramática y terrible, dando lugar a monstruos que son el objeto de estudio de la Teratología. Si tienen agallas estudien un poco de teratología (yo soy embriólogo) y luego hablamos de si debe haber supuesto de malformación o no.
Yo les ruego a los antiabortistas que no contaminen este problema tan serio con la banalidad de si hay o no alma en esa criatura, de si siento tal o cual. También les pediría a los proaborto libre que piensen en que hay otras vías, y que en algún sitio hay que poner la frontera para la protección del no nacido.Insisto, la mayoría de los abortos son espontáneos (y tendrían su alma). Aquí se trata de humanidad sobre todo y de que hemos de convivir de la mejor manera gentes de ideas dispares.
Estoy de acuerdo con el autor que el mayor problema no es definir qué es o no es ser humano, si lo es o no lo es con 5 días, 20, 40 días o 20, 40, 60 años.
Lo primero porque me parece una discusión bizantina, de galgos o podencos, porque es evidente que si se deja evolucionar al embrión, a ese puñado de células, llegará a ser una persona. Creo que está bastante claro.
El problema, decía, es qué tipo de cultura se promueve con unas determinadas leyes.
No se trata de meter gente en la cárcel, sino de intentar que el aborto no sea la primera opción, la más fácil, siendo como es una decisión tan dura.
Es como la píldora del día después. Un domingo fui a la farmacia de guardia y me encontré con una pareja que iban a solicitarla. Por la conversación con el farmacéutico no era la primera vez que la pedían, y habían pasado menos de dos meses desde la última vez. Me dieron ganas de decirles que si no era mejor ponerse un condón, o directamente tomarse la píldora anticonceptiva, antes de exponer a un montón de hormonas a la chica cada vez que querían hacerlo a pelo.
Disculpen lo brutal de mi exposición, pero es que lo que quiero hacer ver es que parece que si algo está permitido es inocuo y NO es así!
La pregunta es: ¿qué estamos fomentando?
Desearía volver durante mi comentario al sentimiento personal.
La decisión de tener o no tener un hijo,, cuando éste ya se encuentra alojado, viviendo en tí, es una situación límite, radical que te marca la vida para siempre.
Puedes vivir en un país donde sea legal el aborto y tomar la decisión de abortar, será un calvario, porque la situación legal, te permite hacerlo.
Puedes vivir en un país donde no sea posible abortar, y a la decisión, se unirán las dificultades para llevarla a cabo.
Pero, nadie te exime del dolor de la pérdida, ningún argumento, por muy erudito, científico o banal que sea, prestará consuelo al vacio, al silencio después de optar por no seguir adelante con ese proyecto de vida.
Sea el hijo, y hablo de hijo, no de embrión, no de persona posible, no de masa informe de células…, sea el hijo, repito, concebido por amor, deseado desde el principio o impuesto por el acto brutal de una violación, tomar la decisión se revela como un acto
individual, íntimo, instintivo, a veces, incluso de supervivencia «su vida o la mía».
Cuando decides pierdes irremediablemente la opción que no tomaste: un hijo tenido o no tenido duele siempre, te convierte en otro ser, a tí, para siempre.
Admiro a las mujeres y los hombres que optaron por tener el hijo, a pesar de sus malformaciones, enfermedades crónicas o/y congénitas, porque el hijo no es mi hijo (como mi casa es mi casa), pero desde el momento en que decido tenerlo me responsabilizo de amarlo, protegerlo, proporcionarle alas con las que pueda volar por sí mismo, y esto en «el mejor de los mundos posibles» ya es difícil, si empiezas la vida «con menos», hay que invertir mucho, mucho coraje.
Y, cuando pienso en mi vida, y más aún en el final de mi vida y echo cuentas, me importa muy poco lo que dicen en el Vaticano o en la calle, o en el gobierno, o en el laboratorio. Soy el fruto de una sociedad, de un tiempo biográfico y cronológico, soy producto de un tipo de moral, de economía,…, y soy, siendo así, porque vivo en Europa y no en un rincón de Etiopía, por ejemplo.
En fín, soy yo y soy así, y el silencio del no-nacido, atronará mis oídos hasta mi muerte, porque mi decisión es como todas las decisiones responsables y consecuentes: solitaria.
Al final del pasillo estaré yo, con mis muertos reales o solo posibles.
Y todo esto, porque no solo soy un animal, sino un animal racional, moral,
social, «bípedo» y mujer
Como muchos de ustedes hacen mención a autores, libros o citas para refrendar sus opiniones, quiero añadir una pequeña aclaración: no he abortado nunca pero tuve que decidir entre hacerlo o no.
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Micaela: En tu vivencial comentario, cuando dices que eres » un animal… moral». Yo diría que la decisión de no abortar es decisión de Amor. Más que una decisión de si es bueno o es malo. Si en cierto sentido se es culpable o no. Yo creo que no. No debe ser por la pena o el castigo.
Concebir a otro ser humano es llenar el mundo de nuevas miradas, de nuevas formas, de otros sueños. Es algo que es de la Estética no de la Ética.
Buenos días Inés y Lucas,
Permítanme hacer énfasis en un aspecto de los comentarios de Enrique y Manuel: la ciencia, como la limitada forma de conocimiento que es por estar ligada al pensamiento racional, no puede obtener respuestas que viven más allá de su campo de acción; pero sí que puede lograr un tesoro de incalculable valor procedente de más allá de sus fronteras: ampliar la consciencia de ignorar. Pues eso es lo que hará que el verdadero y raro buscador se ponga en marcha para sondear por sí mismo, por experiencia propia, los misterios de la conciencia que sólo una capacidad de consciencia mayor puede ofrecerle, mucho más allá de cualquier metodología consensuada.
Cuando un científico, embriólogo por ejemplo, se tope de bruces con la inviabilidad de hallar las respuestas que busca con las herramientas que conoce, tecnológicas o mentales, probablemente tras su sensación de impotencia empiece a alentar el germen de otras luces. Y no hablo de religión ni de creencias de ningún tipo. Pero para ello tendrá que estar en esa búsqueda sincera, tener previamente implantada una sed insaciable capaz de llevarle más allá de sus propias convicciones, que no son sino los principales obstáculos que le impiden avanzar.
Quizás esas luces lleguen a iluminarle un día sobre los misterios de la entrada de la conciencia en el espacio-tiempo.
La consciencia de ignorar, la voluntad de conocer más allá del saber, la responsabilidad de transcender son algunas de las claves.
Hasta entonces, parece que el estudio, la prudencia y la humildad se nos presentan como buenos compañeros de viaje.
Gracias
Es curioso ver como la ciencia y la religión se enfrentan entre sí, (en algunos casos con un cierto desprecio), por imponer sus respectivas creencias al respecto de la Vida, como si alguna de las partes conociera este misterio.
Cuando hablamos del Ser Humano, quizá no nos demos cuenta que estamos definiendo un nombre compuesto, compuesto de Ser y de humano.
Siguiendo con las elucubraciones en este tema, podríamos decir que el Ser podría representar la chispa (quizá energía) que impulsa la vida al Humano (quizá naturaleza, materia). Estas dos partes o estados conforman la dualidad en la que nos encontramos, lo bueno y lo malo; lo justo o lo injusto; los científicos que desprecian el alma como una bobada o la conferencia episcopal que se arroga el derecho de perdonar los pecados del personal.
Desde mi ignorancia en este tema, digo, que no creo que la Consciencia determine la Vida, ya que si esto fuera así, solo serviría para el hombre y el resto de los Seres vivos, (animales, plantas etc.), al carecer de este don o regalo, (de quien corresponda), no podrían estar vivos, serian solo Seres.
Creo que desde la humildad en reconocer lo que mucho que se ignora y el respeto por las opiniones opuestas, es decir, como creo que ha planteado Manuel Bautista su artículo, la Ciencia nos podría abrir muchos caminos que nos acercaran a conocer este misterio. Platón decía que conocer es recordar. Estaría bien recordar el mito de la manzana y el árbol, y como la mujer toma del árbol de la Ciencia del bien y del mal, y después de comer ella se la ofrece al hombre, para que este participe de ese nuevo conocimiento.
No sé sí la palabra mística, podría englobar o ir más allá del concepto del bien y del mal o de los dogmas religiosos, mejor dicho doctrinales, (de todo tipo) que hemos venido padeciendo, pero si esto fuera así, sería curioso que el tan denostado mito de la manzanita, nos estuviera diciendo que es, la unión de la Ciencia y la Mística el camino que conduce al reino de las Musas para que destapen en el hombre el Conocimiento.
Ya sé que esto puede sonar a algunos como sensiblero, ridículo y más cosas, pero tendría guasa, que pudieran ir por esos caminos las elucubraciones, y mientras, estemos pasando el tiempo en condenar o alentar a la mujer a que tome una decisión cuyas consecuencias pueden ir más allá de su propia vida y de la de todos.
Por las circunstancias que fueran, la mujer asumió el papel, (entre otros), de reproductora del género humano y con la implantación o ayuda de ese Ser, convertir al humano en Ser Humano, en Hombre, y esto no es un derecho, es una responsabilidad inmensa, y esa es la misma responsabilidad que asumió el hombre en su papel de colaborador y ayuda para que pudiera llevar a buen término esa responsabilidad adquirida. Desde aquí mi agradecimiento a la mujer por esa tremenda responsabilidad sea cual sea su decisión final.
Saludos
Gracias por tu comentario a mi comentario, Jose María.
Te puedo asegurar que hace mucho tiempo que he borrado el término «arrepentimiento» de mi vocabulario, y sin embargo me defino como animal moral porque todavía existen muchos lastres que extirpar. Pero, comulgo contigo, y uso el verbo «comulgar» conscientemente y adrede, en que «un hijo» es belleza, en su forma más pura.
Añadir algo, el debate, que se polariza cada vez más en torno a este tema, me ha suscitado una pregunta: ¿se trata de encontrar una respuesta única de definición, venga de donde venga para legalizar, legitimar mi decisión en favor o en contra del aborto? Si la respuesta es afirmativa, me parece del todo inviable y errónea, pues no se tratará nunca de una decisión colectiva, sino personal, única y solitaria.
Gracias Micaela. Siento que el aborto es una decisión personal y en el que la responsabilidad es mayúscula. Es un desgarro y quizás con desconocimiento previo. Por eso me parece que lo importante es acoger ese latido profundo de la Vida sin temor al juicio.
Porque muchas veces se aborta por temor al juicio. Es algo que creo que olvidamos esto. Muchas mujeres abortan por miedo al juicio de sus padres, de la sociedad, de los que juzgan.
La mujer esta sometida, con frecuencia, al escarnio del sexo, de la supuesta debilidad carnal, de la falta de prevención, etc. Culpabilizamos, es cierto, a la mujer del aborto. Creo que Bautista, tambien, acierta en esto cuando menciona la responsabilidad del hombre
Enhorabuena D. Manuel, por tocar un tema tan sensible, en la sociedad en la que nos movemos, de una forma tan clara y delicada.
Plantear este tema de pelea constante “pseudocientíficos” – “doctrinales” y con el problema de base añadido, del sentido de la propiedad que todos tenemos de las cosas y en especial del cuerpo que utilizamos con la delicadeza de la forma planteada, solo puedo darle las gracias.
Pero quiero aclarar que he tardado en entrar por no crear polémica, ya que:
1- Los que se consideran científicos y creen que el ser humano se crea a partir de la 2,3 o 24 semana de la fecundación no son científicos, son pseudocientíficos, charlatanes, comentaristas de tertulias de televisión y radio, que les preguntes del tema que sea se creen que lo saben todo. Los verdaderos científicos reconocen su ignorancia, que suele ser mayor que lo que saben.
2- Los “doctrinales” que son las religiones, plantean que hay que hacer obligatoriamente lo que ellos dicen en nombre de uno o varios Dioses que además es el suyo el único verdadero, que casualidad todos los demás son falsos dioses.
3- El otro punto polémico es el sentido de la propiedad, donde se llega a que algunas mujeres lleguen a decir que no necesitan al hombre para tener hijos. Por el momento y mientras no exista la clonación (y en este caso ya no sería un hijo sería un clon), para la reproducción se necesitan espermatozoides que los produce el cuerpo del hombre. Por lo tanto la RESPONSABILIDAD del nacimiento del nuevo SER tiene que ser compartida.
Esas mismas mujeres dicen que pueden hacer con su cuerpo lo que quieran, que ese “proyecto de futuro hijo” es suyo y si lo llevan al parto es su hijo. Como se ve varias veces su suyo propiedad, propiedad, propiedad pero de posesión no de características.
Lo dejo porque sobre este tema de propiedad habría que hacer un largísimo debate.
Lo dicho muchísimas gracias por el artículo, en este como se decía hace años “lo has bordado”
Cuando uno lee un artículo bien escrito y argumentado -como el de D Manuel- sale de sí mismo e intenta comprender al que escribe (no va con la guadaña por delante llamando pseudocientífico o charlatán al otro). Cuando uno señala ciertos hechos o da su opinión sobre un asunto pretende enriquecer el debate, no convencer ni llevar el agua a ningún molino. Lógicamente uno se alinea inicialmente con el que dice lo que uno quiere oir, pero eso no es todo en los problemas complejos como el presente. Hablando se corre el riesgo de que digan disparates de uno, pero no se preocupen, no me ofendo tan fácilmente. Como ha habido algunos comentarios a mis apuntes y yo he estado ajeno; como no estamos delante para puntualizar lo que se quería decir, voy a añadir alguna nota:
1.- Dice el autor que él no puede estar seguro de que un grupo de células no sea una persona. En este caso sí que hay que ponerse de acuerdo y yo diría que es una cuestión de complejidad: todos los días pierdo millones de células que se descaman de mi piel o de mi intestino y esas células (mías o vuestras, humanas todas) no constituyen personas ni juntas ni separadas; no tienen ni la organización ni las relaciones ni suman un todo como el que soy yo usted o un feto pretérmino. ¿Por qué habriamos de considerar persona a una mórula de 40 ó 60 células? Ni siquiera somos capaces de distinguir si será ratón o humano. No seamos tramposos, que se nos ve el plumero del alma..
2.- Yo menciono que un feto no siente hasta tal o cual semana tan solo por contraste, porque lo que SÍ SÉ es que su madre siente, porque ella puede estar sufriendo una tragedia mientras aquí estamos simplemente discutiendo y hay muchos que la ignoran. También porque alguna vez leí algunas consideraciones del Supremo de EEUU y ponía una frontera de aborto en la semana 22 por algo así.
3.- Dice D Enrique que la Ciencia es una ideología, que tiene sus creencias. No estoy de acuerdo. Al menos no hay ninguna creencia impuesta ni inamovible, ni principio de autoridad; en ningún ámbito la crítica es tan connatural y desde luego ningún científico dice amén (como en el resto de sistemas de creencias). Es por ello que hay en el mundo una sola Ciencia y tantos sistemas de creencias estáticas.
4.- Esperaba alguna aportación en cuanto a las malformaciones, la Teratología, los monstruos, la mayoría de los cuales surgen por procesos naturales y terminan abortándose. Quizás no sobraría alguna reflexión sobre el dolor ajeno, sobre la imposibilidad de alcanzar una vida digna…
Estimado Lucas, con todo respeto y afecto:
Comparar las células epiteliales o las del intestino con las células de la mórula también es hacer trampa de alguna manera. Lo mismo que afirmar que no somos capaces de distinguir si será ratón o humano; para eso están la genética y los cromosomas (20 pares en cada célula de ratón y 23 pares en cada célula de humano).
La célula inicial, el óvulo fecundado, es una célula única, diferente de sus progenitoras. Y también son únicos los gametos que la formaron, cada uno de ellos portador de un solo juego de cromosomas resultante de un proceso de meiosis que garantiza su exclusividad. Después de la fecundación hay algo que antes no había, al menos desde el punto de vista de la genética.
¿Es la complejidad la que da origen al organismo adulto (sea humano, ratón o geranio) o es el nuevo ser el que va desarrollando la complejidad a medida que se forma? Es decir, ¿la vida surge de la complejidad o, por el contrario, es la complejidad la que surge de la vida?. Por definición, un sistema complejo es aquel en el que existen variables ocultas, que el observador desconoce. Para entender lo complejo no basta con conocer cómo funciona cada una de sus partes. Además de las relaciones conocidas o previsibles entre las piezas o elementos que lo componen, existen otras que desconocemos. Surgen nuevos comportamientos y propiedades que no pueden explicarse únicamente a partir de los comportamientos y propiedades de los elementos tomados por separado.
En cuanto al plumero del alma: desde tiempos muy antiguos se ha hablado del impulso vital, de la fuerza que actuando sobre la materia da lugar a la vida. Esto no es hablar de alma, sino de un principio, campo de fuerzas o interacción desconocida (igual que lo fueron, en su tiempo, las interacciones nucleares o la energía oscura) cuya existencia se intuye y para el que no existen suficientes evidencias o argumentos que permitan descartarlo. Y no me vale como argumento que seamos capaces de sintetizar urea, proteínas y ácidos nucléicos en el laboratorio: son los componentes de la vida pero, por mucho que los mezclemos, todavía no hemos conseguido producirla.
Respecto a las creencias que salpican a la ciencia, por citar algunas, tenemos las siguientes: creer que el cosmos se puede entender racionalmente, creer que las leyes son iguales en todo el cosmos y han sido las mismas desde el origen del tiempo, creer que porque una ley se haya cumplido en todos los casos se va a cumplir en el caso siguiente y podríamos seguir, pero es un tema que da pie para todo un artículo.
Si mi madre, cuando al poco de casarse se quedó embarazada, hubiera decidido abortar, yo no estaría aquí.
Y me pregunto: ¿Es razonable que mi madre hubiera podido tomar una decisión tan importante para mí, sin que yo tuviera «arte ni parte»?
Poder dedicarme al estudio y la enseñanza del desarrollo embrionario es una suerte. Les aseguro que nada hay tan maravilloso desde el punto de vista del goce intelectual (como diría Wagensberg), de la contemplación cercana del modo en que van surgiendo los órganos, las funciones del cuerpo, del ser. Sólo en este campo asiste uno al despliegue de la vida de la potencia a la realidad, de una sola célula a un organismo; aquí como en ningún sitio ve uno como obra la naturaleza, como la máquina de la vida toma sus decisiones, como se lee el mensaje de los genes, con qué precisión las células se hablan, toman decisiones, se especializan.
Al tiempo uno comprueba que cada decisión contiene la posibilidad de un error, de una anomalía, un trastorno, y así hasta los miles de enfermedades congénitas que conocemos. Somos animales; la humanidad es una aspiración. Cuando vemos lo que está haciendo esta crisis con miles de personas uno tiene la impresión que nuestro lado oscuro está ganando la batalla. Al menos sigamos reflexionando honestamente, en grupo, para enriquecernos, y recordemos al Machado de «¿tu verdad?, No, La Verdad; y ven conmigo a buscarla, la tuya, guárdatela.
Creo que somos capaces de medir en órdenes de magnitud de 10 elevado a -18.
La investigación física de los teóricos de cuerdas se maneja en sistemas de ecuaciones que necesitarían –para ser validados empíricamente– una capacidad de medida instrumental de 10 a la -32, o sea casi 15 órdenes de magnitud más diminuto.
Los que se dedican a ello, unos 5000 físicos en todo el mundo, sospechan que al acercarse al 10 elevado a -30, el concepto de «materia» desaparece y queda sólo una onda, una vibración, una función que bien podemos definir como el espíritu o la fuerza de Anakin Skywalker. Todo saldría de ese punto sin principio ni fin.
La alegoría de la caverna de Platón es algo suelo leer con frecuencia aunque sólo sea para ser consciente de las dimensiones de nuestra ignorancia humana.
¿Hemos olvidado que en los últimos 120 años la edad científica del universo ha pasado de 6,000 años terrestres a 20,000,000,000 años y que cada poco tiempo aumenta nuestro desconocimiento a mayor ritmo que la dimensión de aquello que creemos conocer?
La ciencia nos sirve para movernos a tientas por la pared de la caverna. Es importante, sin duda, pero sola no basta para salir de ella.
Buenas noches
El Sr. Lucas Montes echa de menos algún comentario sobre la Teratología, os sea los monstruos.
Y le pediría que precisara a qué se refiere, porque los hay que con una apariencia de normalidad morfológica, funcional, anatómica y neuronal luego son capaces de matar a 10 millones de humanos; y los hay que sin esa apariencia nos enseñan a los humanos «normales» que la idea de humanidad puede ser mucho más amplia de la que tenemos (Down, oligofrenia, catatonía, etc.).
De cualquier manera, no creo que las cientos de miles de chicas que abortan todos los años, lo que tengan en la cabeza es que pueden haberse quedado embarazadas de un monstruo, sino más bien, la monstruosa idea de que ser madre a destiempo supone una monstruosa vida.
¿Será que el monstruo lo llevamos dentro cada uno de nosotros, y no nos estamos dando cuenta?
Es curioso lo que ha ocurrido con este artículo y la larga serie de comentarios a que ha dado lugar. Opiniones del todo dispares que podrían haber inducido a la salida de tono o a la patochada y, sin embargo, todas han sido expuestas dentro de los límites absolutamente impecables de la corrección y del respeto y todas han estado argumentadas con criterio.
O no tan curioso, quizás, ya que en este blog es seña de identidad esa rareza, la de por alguna razón no apetecer a patosos. Pero, concretamente en un tema tan espinoso como el del aborto — en el que no cabe (o cabe apenas) el moverse en el terreno de la abstracción, tan socorrida ella, que permite hacer mangas y capirotes (expresión coloquial que utilizaba mi madre) sin pillarse los dedos y sin herir (o hiriendo poco) susceptibilidades ni personalismos —, en el que resultaría tan comprensible y tan humano el que lo que pudiera decirse estuviese regido, y escrito, desde la visceralidad o el arranque pasional, pues… ha tenido más mérito, merece más alabanza que las cosas hayan discurrido como lo han hecho.
Ha sido una auténtica delicia leeros a todos, y aprender de todos.
Son situaciones como la que aquí se ha dado de esas que dan que pensar porque, aparte del tema que se esté tratando, llevan a preguntarse dónde está la línea divisoria entre la empatía o la antipatía; y a responderse que es muy difusa o que ni se sabe dónde está, y que quien en un determinado terreno puede inspirarnos rechazo puede resultarnos atrayente por la forma en que se desenvuelve en él.
Vaya, que ha sido una experiencia (al menos para mí) muy positiva.
Nota: Aunque sigo siendo antiabortista.
Querida Alicia, suscribo punto por punto toda tu reflexión, sorpresa y satisfacción por la forma en que se ha ido desenvolviendo hasta ahora este debate. Sobre un tema que, como bien dices, es bastante «explosivo».
Lo cierto es que, además, no ha sido necesario censurar ningún comentario, lo que significa que ha sido un mérito de todos.
No obstante, creo que no han salido todas las diferentes posturas que hay sobre este tema. Me sorprende, por ejemplo, las pocas opiniones que han salido a favor del aborto, cuando en la sociedad están muy extendidas.
En cualquier caso, es un estímulo para animarnos a seguir tocando temas importantes con mucha carga emocional, que los hay, y en seguir confiando en poder ampliar esos espacios de reflexión madura que el avance hacia una mayor calidad democrática requiere.
Aunque espero que el debate y la reflexión conjunta sobre este tema continúe hasta donde apetezca o haya opiniones que dar, quiero aprovechar este oportuno comentario de Alicia para agradeceros, en nombre de todo el equipo de editores de este blog, la excelente respuesta que ha habido y la calidad de vuestros comentarios.
Un abrazo
Hola, después de haber leído muchos comentarios interesantes acerca de un tema harto complicado, yo desde mi perspectiva de biólogo arraigado al campo científico también quería dar mis puntos de vista, qué para bastantes aspectos difieren de los de Lucas Montes.
Primero, la ciencia es un sistema de análisis de la realidad para la adquisición de conocimiento, pero el conocimiento es un ejercicio individual, por esto es que lo que digan datos aportados por la ciencia para unos puede indicar que el aborto es una aberración ó un derecho ganado como otros tantos.
Voy a intentar desarrollar unas cuestiones desde mis conocimientos como Biólogo
1) ¿Embrión humano o no?
Me gustaría realmente que Lucas Montes me explique (lo digo sin acritud) en qué momento la blástula deja de ser un conjunto de células en proceso de desarrollo sin acabar, para empezar a ser humanos. El hecho de establecer una discontinuidad implica conocer la frontera entre SER y NO SER humano, no recuerdo ningún artículo en el que digan claramente que es lo que nos hace humanos. Claro que a un feto no le podemos llamar persona, igual que a una semilla no la llamamos planta. Es solo una secuencia temporal de estadios diferentes.
Sí la ciencia, o la embriología ha definido en qué momento somos humanos (esa clase me la perdí) es que ha encontrado el kid de la cuestión. Desde mi punto de vista definir que uno es humano cuando puede SUFRIR porque tiene el sistema nervioso en un nivel determinado de desarrollo es un estupidez, basta con adminístrate una dosis de morfina para que dejes entonces de ser humano. Llevando al extremo tal situación siempre que consiga que alguien muera sin sufrimiento no estaré haciendo daño a algo humano.
2) Nuestra concepción del tiempo
Está claro que cada día perdemos miles de células, pero posiblemente nuestra “identidad” se mantiene aún cuando esas células se han perdido. Incluso aunque perdieras un brazo no por ello pensaríamos que has dejado de ser tú. Sin embargo un embrión no son células de una mujer que están esperando al espíritu santo para empezar a tener su individualidad. Ésta, ya está y solo requiere tiempo para culminarse en el sentido y grado que sea. A partir de qué momento sí somos merecedores de que se nos dé tiempo para tener una vida “digna” y no se nos pueda mandar al retrete?. Supongo que a nadie le gustaría oír que como supone una posible dificultad para la vida de otro le vamos a eliminar del camino.
Igual que todos necesitamos tiempo para andar, hablar, manejar infinitud de elementos que llamamos cultura y un gran etc. Si excluimos el tiempo como mecha necesaria que se debe prender para nuestro desarrollo hasta el grado que sea, entonces porqué el tiempo de vida de un adulto es más valido, ¿porque va a comer y ver la tele más veces?
3) El sufrimiento de la Madre
Vivimos en un mundo en el que por desgracia el sufrimiento se asoma a nuestras vidas con más frecuencia que la felicidad. Pero no podemos pretender que el sufrimiento nos legitime a tomar decisiones que tiene que ver con la vida otros. No trato de frivolizar sobre lo mal que lo puede pasar una mujer en una situación límite con un embarazo, pero no podemos poner el sufrimiento como una justificación para abortar. ¿Es que las madres no sufren igualmente con los hijos que han decidido de buena gana tener? ¿Un sufrimiento es más digno que el otro? ¿Acaso alguien decidiría sufrir en la vida si le dan a elegir? (exluyendo los mártires)
4) Monstruos
Este es un aspecto muy controvertido, porque sintiéndolo mucho la” monstruosidad”, con la carga semántica que contiene dicha palabra, es un aspecto estético subjetivo y no científico. En ciencia podemos hablar de disfunción, desequilibrio de tales factores, reducción de esto o exceso de lo otro… El señor Stalin físicamente no tenía ninguna tara (como para haber abortado, no?) y sin embargo muchos podemos verle como un monstruo mucho más causante de sufrimiento en el mundo de lo que lo pudo ser un Mórula que llegó por despiste al útero de una mujer.
Está claro que nuestra biología vigila que embriones se implantan o no, y que la edad en la que se tengan los hijos en la mujer hace que está situación esté más o menos finamente regulada. Sin embargo que nosotros decidamos cuando SÍ o cuando NO ya no es una reacción automática biológica, sino de lo que nos parece bien o mal.
Todavía no sabemos cómo se originó la vida de la no vida, de hecho esto es un punto totalmente contradictorio de la Teoría celular de la vida de Scheiden y Schwann “toda célula bien de otra célula” así, cuál fue la primera? De momento lo más que ha conseguido Craig Venter es hacer un trasplante nuclear, hablando en plata cambiar a una familia de casa para ponerla a vivir en otra. Todavía para sintetizar una cadena de nucleótidos de longitud “decente” tenemos que recurrir a las Polimerasas. Con esto quiero decir que no sabemos muy bien como se da el salto entre lo químico inerte a lo vivo y creo seguimos sin saber dónde está en lo biológico lo que hace que seamos humanos. Esto es para volver a las líneas de Manuel Bautista en las que recomienda por lo menos ante la ignorancia sobre las consecuencias de nuestros actos, prudencia.
No puedo por menos que decir que me ha encantado este artículo y todo el proceso de comentarios que se ha ido generando. Ha habido intervenciones de un nivel bárbaro. Enhorabuena.
Sólo a modo de comentario:
Se ha hecho mención en algún momento a todos aquellos abortos producidos de forma natural, a colación de si estos tendrían «alma» o no. Habrá que contemplar también que la Naturaleza tiene sus propias leyes, independientemente de que el hombre lo entienda o no lo entienda, lo acepte o no. Creo que el fin de este artículo no es si se puede producir el aborto o no, sino cuando todos los dispositivos están bien engranados para que ese futuro ser humano se forme, si debe o no cercenarse esa posibilidad y por qué. Cuando la Naturaleza con sus leyes y sus incógnitas lo defenestra, no cabe por ello equipararlo de igual manera a un aborto provocado. Creo que la diferencia es sustancial. Ahí lo dejo.
Estimado Alejandro
-Lo que no podemos hacer es interpretar a partir de lo que otro NO HA DICHO. Jugar limpio es elemental. Yo he escrito que un grupo de células NO ES UNA PERSONA, pero no se me ha ocurrido decir que no sea humano (es tan básico, que si no se ve la diferencia, así, de pronto, no sé que hago en este foro).
-Casi toda mi argumentación va dirigida a la conclusión de que la ciencia nos explica muchas cosas, que llegará a dar razón de cómo somos, pero la tarea de humanización comporta, EN MUCHOS CASOS, luchar contra los determinantes biológicos de nuestras inclinaciones. Por lo mismo, la ciencia no nos dice qué es una persona, y tenemos que llegar a acuerdos para que, en los casos en que pueda haber confrontación, sepamos los derechos a proteger.
-Seguramente, fuera de la medicina (yo soy médico) la palabra Teratología (de Teratos, monstruo) no se entiende igual que desde dentro. Es un término clásico que se refiere al campo de estudio de los trastornos del desarrollo. Ya veo que todo el mundo se ha ido a los monstruos que se hacen a sí mismos, al problema del mal, pero yo tenía en mente SOLO las anomalías del desarrollo embrionario, y que algunos de los varios miles de trastornos que origina son tan terribles que su mero conocimiento produce un escalofrio y que, a mi juicio, pueden razonablemente justificar un supuesto de aborto.
¿Cómo que no sabe qué hace en este foro?
Sin usted y sus puntos de vista expuestos desde sus conocimientos el debate no habría sido el mismo.
En su último comentario, la frase «la tarea de humanización comporta, EN MUCHOS CASOS, luchar contra los determinantes biológicos de nuestras inclinaciones» me ha llamado especialmente la atención; me ha gustado mucho, no sabría decir por qué.
Y el último párrafo – explicando (sin detallar, bueno, pero para eso contamos con la imaginación) lo de los miles de trastornos que, entiendo, una gran mayoría de gentes no podemos alcanzar a dibujar en nuestras mentes – aporta un matiz importante y muy digno de ser tenido en cuenta a la hora de enjuiciar las posturas que usted defiende.
Su participación ha sido para mí muy positiva, me ha permitido entender que no siempre son actitudes egoístas las que pueden inducir a tomar decisiones que en principio me parecen una atrocidad, y se la agradezco.
Hola de nuevo,
En relaciòn a tu comentario final, Lucas, no creo que haya jugado sucio o haya utilizado mis palabras como ataque o cualquier cosa hacia ti. Solamente he recogido parte de tu linea argumental y la he dado otro enfoque, otro enfoque que tambièn podemos llamar cientìfico pués es el campo en el que trabajo.
Pero bueno en una cosa estamos de acuerdo, de momento la ciencia no nos dice que es una persona, y por tanto, para mi este es un tema en el cual para tomar decisiones hay que reunir una multitud de puntos de vista y conocimientos para poder orientar las acciones que se toman.
Estimadolucas
Si te das por aludido, tu sabrás, pero a estas alturas de la historia (años transcurridos), y los conocimientos descubiertos, creo que es de «pseudocientíficos» afirmar categóricamente sobre algo que se desconoce, como pasó conque lel sol giraba alrededor de la tierra, con que la tierra era plana, y que lo único existente del universo es lo que vemos. Lo mismo puede pasar con este tema, que dentro de unos años 50, 200 o 1000) se descubra que el ser humano comienza a SER no en la semana 24, ni en la sexta, puede ser en la primera, y en ese caso nos considerarán salvajes por no haber planteado ni siquiera esa posibilidad.
Por otra parte de ¿la propiedad nadie habla? Creo que puede ser un tema en si mismo.
Un saludo
Estimado Ijacae repito que nadie duda de que a partir de la fecundación ese cigoto es humano. No hay que esperar a ninguna semana! ¿es que alguien ha dicho otra cosa?
Lo único que merece reflexión es si damos los mismos derechos a un puñado de células o a un embrión cuyas malformaciones le conducirán a la muerte o a una vida poco humana, que a su madre.
En suma, estamos más de acuerdo de lo que parece, pero la unanimidad no enriquece mucho. Saludos hasta la próxima.
Estimado Lucas,
Afirmas en tu comentario del día 24 que un grupo de células (entiendo que te refieres al grupo inicial, tras la fecundación) “NO ES UNA PERSONA”. Supongo que quieres decir que ese grupo de células son humanas (efectivamente eso nadie lo discute) pero que no configuran eso que entendemos como un “ser humano”.
Siento repetirme, pero yo discrepo que eso se pueda afirmar desde un punto de vista científico. Si la ciencia tuviera perfectamente claro qué es lo que define básicamente a un ser humano, sería normal encontrar ese conocimiento en los libros de texto de las facultades de Medicina, de Biología, de Farmacia, etc. Sería normal dedicarle congresos, etc. Tan fácil como eso.
Sin tener eso resuelto, nos movemos por meras apariencias. Como un puñado de células parece de “menor entidad” que un embrión y, a su vez, este menos que un bebé ya nacido… pues eso. ¿Nos podemos fiar de las apariencias?
En 1983 me tocó hacerme cargo provisionalmente de uno de los principales centros de proceso de datos del Ministerio de Transportes. Recuerdo que entonces el sistema informático principal ocupaba una habitación grande, acondicionada de un modo especial. La Unidad Central de Proceso tenía 256K. Diez años más tarde esa memoria era la que tenía la agenda electrónica que llevaba en mi bolsillo. Hoy en día seguramente la llevan microchips minúsculos y de aspecto despreciable. Casi tanto como ese puñado de células.
Si la “inteligencia”, o capacidad de proceso de un ordenador, puede pasar de necesitar un “cuerpo” (es decir, un hardware) que ocupaba una habitación a uno que casi ni se ve, ¿cómo podemos asegurar que este simple ejemplo tecnológico no esté sucediendo a mucha mayor escala en nuestra biología? ¿Quién sabe cuánto espacio ocupa la mente humana, o la inteligencia, o la creatividad artística, por decir algo?
En su comentario del día 22, Manu Oquendo nos recordaba que los físicos sospechan que cuando buscan partículas de un tamaño por debajo de 10 elevado a -30, esa “materia” que vemos (con aparatos) se “pierde” y parece que pasa a convertirse en una suerte de energía. Ya lo decía Einstein. ¡Ojo! Que se convierta en energía no significa que deje de existir, o que no pueda tener propiedades; incluso propiedades muy importantes. Simplemente pasa a esa inmensa porción de la realidad (del espectro electromagnético) que no vemos.
Si la materia llega un momento en que se convierte en energía, podemos preguntarnos: ¿qué pasa con nuestra materia, con la que configura nuestro cuerpo “físico”? Y, por tanto: ¿Dónde acaba el ser humano? No es cuestión de ponerse místicos, es simple física y un poco de lógica.
Volviendo al ejemplo informático, si podemos “bajarnos” un montón de programas, libros, películas, etc., de una cosa que nadie ve ni toca que llamamos “red” o “nube”, y creemos en ello porque lo “usamos” todos los días. ¿Quién puede descartar que una mínima expresión física, como puede ser un puñado de células embrionarias, no tenga una potencia “mental” tremenda? Tanta o más que, por ejemplo, un puñado de microchips.
En definitiva, conviene tener muy presente lo mucho que aún ignoramos.
Un cordial saludo y muchas gracias por tus comentarios, Lucas.
Hola, dejo un enlace que muestra un estudio genético entre humanos y simios tras el cual no les permite diferenciar que hace que seamos humanos.
Saludos
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/03/ciencia/1372879287.html
Aborto y moral. El aborto en situaciones límite como peligro para la vida de la madre o violación es aceptado por la “moral establecida”. ¿Se admitiría que una mujer violada tiene derecho a interrumpir su embarazo si realmente se pensase que el embrión o el feto es un ser humano?
Vamos a ver: no sabemos cuando podemos decir que algo perteneciente a la especie humana es un ser humano, eso está claro. La reproducción es un proceso contínuo que comienza con la espermatogénesis y oogénesis. También está claro, salvo que consideremos también la clonación. Un óvulo fecundado es una célula con un ADN dentro. Eso también se puede fabricar en laboratorio. Una mórula no es un ser humano, son un conjunto de células con un ADN, pero no hay nada de sapiens a la vista. Con suerte y tiempo lo habrá, pero eso también le pasa a un espermatozoide, que es un ser humano en potencia. En todo esto hay otros derechos importantes en juego, vida de la madre incluida. Conclusión: si no sabemos cuando comienza su existencia un ser humano que poner una ley que fije un amplio margen de seguridad para el nasciturus, pero compatible con los otros valores en juego: ley de plazos. Cualquier otra salida es imponer a los demás creencias indemostrables sin ningún tipo de consenso. Por otra parte, pedirle a la ciencia que diga con exactitud cuando una carcasa biológica empieza a ser un ser humano es intentar que llegue mucho más lejos de lo que es capaz. Yo insisto: un espermatozoide humano es un ser y es humano. Prohibamos entonces la abstinencia sexual.
Apreciado Viajero a Ítaca, no se deje encandilar por cantos de sirena. Átese al palo mayor y resista. No lo dude. Todo el mundo sabe que cuando se aborta desaparece un ser humano.
Además, gracias a la medicina, ya no hay casos en España en los que sea necesario elegir entre la vida del niño y la de la madre. En este caso yo siempre elegiría salvar a la madre por aplicación directa del principio moral –de derecho natural– de defensa de la propia vida.
Es curioso que los mismos que encuentran conveniente dudar sobre qué es un ser humano y cómo se debe proteger la vida en general, no tienen la menor duda de que el embrión del buitre del Penedés es…. «un buitre sagrado a proteger»; castigando con el Código Penal cualquier daño que ponga en peligro su desarrollo y nacimiento normales.
Nos encontramos así con una «ciencia de la conveniencia» que –servil al interés del político amo del presupuesto investigador– busca cómo mantener con la cara seria que la fecundación configura un ser diferenciado para todos los animales………. menos para el ser humano. «A este nos lo podemos cargar porque da votos», conviene.
La coherencia solía ser un valor y prueba de rigor intelectual.
Pero hoy priman otras conveniencias. Hasta tal punto de que hay quien defiende el aborto aduciendo que, además de aportar ricos votos, reduce la criminalidad porque esos niños en ciertos barrios de Detroit son carne de cañón y mejor que no lleguen a salir a la luz del día porque llevarán pistola. Que aborten sus madres lo que quieran que nos ahorraremos muchos problemas.
Por último, vean el procedimiento quirúrgico más habitual. En un manual médico con los correspondientes protocolos o en Internet donde hay sobrada información gráfica de seres humanos muy chiquititos despedazados lentamente en vivo, –sin anestesia para que la madre no se replantee las cosas y se pueda facturar sin problemas–.
Este tema y otros por el estilo, también da nuestra talla humana y nuestra medida como sociedad. Las cosas nunca vienen solas.
PD. Hasta avanzado el siglo IV, en Roma, no se legisló contra el infanticidio.
Los argumentos a favor del «derecho a cargarse al niño» duraron 200 años y eran idénticos a los que hoy usan los abortistas universales: «Es mío, lo pago yo y lo ahogo en el río cuando quiero por acuerdo de ambos cónyuges» (hay muchas cartas en tablillas aprobándolo) y….»no es un ser humano porque no tiene.. uso de razón».
Saludos cordiales y aprovechemos una oportunidad de progresar como seres humanos. Defendamos la vida con coherencia. Toda, hombre, toda.
También la del buitre del Penedés.
Hoy las abortistas se sienten muy afectadas por que se restringen sus derechos. Ahora – si es que la ley prospera, que ya veremos al final en qué queda – les va a suponer más molestias abortar porque van a tener que obtener el dictamen de dos, médicos ajenos a la clínica en que el aborto se practique, que certifique que la vida de ellas corre peligro o que las va a afectar psicológicamente el tener ese hijo.
Existe el derecho a joder (palabra fea y terriblemente grosera, pero “correcta”) cómo, cuándo y con quien se quiera; pero no se tiene obligación ninguna de ser responsable de los propios actos.
Si algo que hago porque es mi gusto me va a causar incomodidades o problemas, me quedo con el gusto – con el gustirrinin, que decía una que yo conocía – pero como cargar con el hijo es un incordio pues que me lo saquen de ahí.
El tema es del todo repugnante. No encuentro palabras para expresar el asco tan profundo que me inspiran ese tipo de mujeres, ni quienes las defienden, como ciertas ministras que lamentan que es una ley que nos hace retroceder 30 años.
Pero no tienen ellas que preocuparse mucho, que al paso que lleva la burra en las elecciones de 2015 el PP no obtendrá mayoría, dejará de gobernar, y volverán los ellos y las ellas a instalar su barra libre a todo tipo de guarrerías e indecencias.
Y dice Gallardón, para enfadarlas un poquito menos, que en los casos de aborto la mujer siempre es víctima.
¿De qué es víctima? ¿Cuántos casos de violación se dan en realidad?
Hay, sí, muchas mujeres que se quedan embarazadas al objeto de “atrapar” mediante el hijo a un tiparraco que, precisamente cuando se entera de la feliz noticia, se desentiende del asunto y se da el piro.
Y entonces, claro, ella, pobrecita, abandonada y sin medios ¿Qué otro remedio le queda sino abortar?
Asco de mundo.
Nota, para Manu. Pero ni al buitre ni a ningún otro animalejo me lo toque, por favor. Que defender la vida de los seres humanos no es incompatible con defender la de los animales. Siempre que veo ese tipo de argumentos me irrito un poquito. O quizás bastante.
Si los animales habitan la misma Tierra que las personas, alguna inteligencia las pondría en ella, su razón de ser tendrán. Su derecho a existir.
Claro, que yo ahí reconozco que no sé poner un límite (ni siquiera en mi sentir), que hasta matar una cucaracha me parece cruel. Y es que pienso, a mi manera, que no se debiera destruir nada que no se puede “fabricar” a base de inteligencia, por mucha que se tenga. Y a crear vida (que no sea la que se engendra) creo que no se ha aprendido todavía. A lo mejor los clones, pero a partir de vida, así que como invento de creación no me sirven. Y son seres vivos.
Otra nota. La “bronca” a Manu son los tres renglones de la de más arriba. Lo demás, cosas mías.
Me he expresado muy muy mal, que para engendra vida tampoco hace falta saber, que hasta lo más ceporro puede hacerlo. Debe de ser que como estoy tan furiosa me aturullo.
A mi lo que me parecería estupendo es que el mundo del placer fuera independiente del de la procreación. A veces imagino que el que hayan de convivir es una maldición bíblica, la más terrible de todas las maldiciones y la que más nos pone cara a cara con nuestro egoísmo. Si no fuera por la jodienda estoy segura que el mundo iría como la seda.
El efecto de este articulo, y sus comentarios, por lo menos en mi, ha sido muy útil. Esta mañana cuando leí, por encima, el proyecto de ley sometido a aprobación, no tuve un rechazo de principio, como podría haber tenido tiempo atrás.
Lo que tampoco hago es, lanza en ristre, atacar a las personas que crean que se les ha limitado un derecho, dadas su precarias condiciones economicas o falta de previsión, etc.
Basta con pasearse, por las calles de Madrid, para notar que en las manifestaciones contra el aborto, relucen familias de extracción social alta con innumerables hijos bien parecidos. Esa es una constatación social desafortunada. Que, esencialmente, no debería tener una relación con la defensa de la vida y de No al aborto.
Por lo que,llenarnos de razones, para aplaudir esta ley no debe incurrir en una desatención a las alarmantes condiciones socioeconomicas de gran parte de la sociedad.
Además, debemos tener en cuenta que la cuestión sexual es una de las grandes asignaturas de nuestra sociedad. No en vano nos inunda el comercio de la apetencia y de la valoración del machismo y del feminismo. Esta es una de las mecanicas de la sociedad de consumo. MI unica pregunta, quizas falsa, que me hice esta mañana fue: «será que este gobierno esconde en esta ley un recorte más, en el terreno del gasto sanitario y protección a la mujer que ha «pecado» sin precaución?»
Creo falaz suponer que se puede hablar de estos temas sin ideología, cuando el propio autor se sitúa claramente en un lado de ellas. Por otra parte me sorprende en una persona tan preparada como el autor y con formación matemática que desarrolle un argumento de base matemática, «en que momento empieza el ser humano» para concluir que es un proceso continuo y por tanto el cigoto es igual que el feto un instante antes de nacer. La matemática difusa tiene ya bastante tiempo y habla de las «escalas de grises entre el blanco y el negro, y es que en la cultura occidental el pensamiento aristotélico, -cierto o falso, blanco o negro, bien o mal- lo tenemos muy arraigado. Por ahí puede venir una respuesta razonable al problema, pero nunca se encontrara , o eso creo una respuesta que diga, «desde tal semana es humano», ni la contraria. Lo contrario es dar la razón a Aristoteles y pese a su innegable importancia desde el siglo IV antes de Cristo hasta ahora creo que el conocimiento humano ha aumentado mucho.
¿Y qué le importarán a los fetos muertos lo que piense Aristóteles o la forma de pensar de los que le siguen? El tema es demasiado grave, o mejor dicho, el más grave de la actualidad como para perderse en otras afirmaciones. ¡Cuánto se echa en falta que estos temas se traten con la dimensión debida al problema! y ¡Cómo es posible que algunos partidos que defienden tanto la dignidad humana hagan tanta demagogia con todo ello!
Estimado Nacho,
Estoy de acuerdo en que es muy frecuente abordar este tema desde posiciones ideológicas. Sin embargo, creo que cada vez hay más gente dispuesta a desarrollar su propio criterio y a pensar por sí mismos, al margen de lo que dicten las ideologías uniformadoras. Para la madurez de nuestra democracia sería muy bueno que eso llegara a ser lo normal.
De todos modos, creo, como usted, que ante la cuestión de en qué momento empieza a existir el ser humano, va a ser muy difícil que podamos llegar a decir algún día que “desde tal semana es humano”.
Precisamente por eso, me pasma que social y políticamente se considere aceptable que un gobierno o un parlamento legisle diciendo que “hasta tal semana se pueda abortar, y a partir de esa ya no”, cuando no hay la más mínima certeza sobre lo que realmente es el embrión, en el periodo anterior a esa semana. Es como si un médico quisiera operarnos a oscuras: nos puede estar haciendo una auténtica carnicería y, para cuando alguien encienda la luz, ya ser demasiado tarde.
Ante una cuestión de tamaña trascendencia, lo lógico es que cada uno trate de construir la respuesta que le parezca más completa, sin dejarse arrastrar por estereotipos del tipo “lo más progresista”, “la derecha recalcitrante” o cosas por el estilo.
En este blog intentamos (y a veces lo conseguimos) promover el libre pensamiento.
Un cordial saludo
Es un tanto patético ver cómo a los partidos que se autodenominan de «Pogreso» no se cortan un pelo ante más de 100,000 muertes con violencia al año. Luego dicen que no hay relevos generacionales, que la pirámide no sirve, que….. Por Dios, si la han hecho ellos a cambio de votos.
De verdad que como dice Alicia da bastante asco ver en qué manos estamos.
Es un tanto patetico que los partidos que se autodenominan defensores de la vida, acaben la manifestación anti-abortista para ir a los toros… De irracionalidad y paradojas no estamos libres ninguno…
Pero D. Mario, que simple es usted comparando la vida humana con la animal. Comparando un acto deliberadamente egoista con un oficio sagrado. ¡Pobres las pequeñas almas huerfanas que no han descubierto aún lo que hay detrás de los comportamientos!
Excelente post, y estimulante debate. Confieso lo que creo que comparten millones de seres humanos: mi incapacidad para situarme en una posición clara frente al «problema» del aborto. Es éticamente complejo como pocos. Por un lado, entiendo a la persona cuya posición parte, de forma legítima, de la emotividad, que considera sujeto de protección el cigoto, o el feto, o se llame como se llame, desde el primer momento de la gestación porque el ser futuro ya está potencialmente en marcha. Digamos que es una visión maternal, aunque sea un hombre quien la asume, y ya sabemos con qué poderosos instintos dota la naturaleza es percepción, que muchas veces no atiende a razón ni razones sin duda para fortalecer la perpetuación de la especie como prioridad total. Por el otro lado, entiendo que desde una visión más cientifista un ser humano proyecte sobre el cigoto una visión más desapasionada, que sin por ello caer en el desprecio insensible ni mucho menos considere prioritaria la planificación futura de su propia vida y de las vidas que solo de forma deseada acepte traer al mundo. En este segundo caso, es legítimo descargar de consideraciones morales la interpretación del embrión como una realidad sacrosanta, al tratarse de una fase biológica tan temprana que bien puede sometarse a la voluntad de la futura madre de planificar y decidir sin injerencias sobre esa condición, teniendo en cuenta que dicha decisión la condiciona de por vida. Y ahí estamos, justo en medio y sin piso firme. El artículo señala precisamente la incapacidad de la ciencia para definir la condición humana, si esa condición ampara o no al embrión o trazar una línea aséptica en la gestación a partir de la cual sí y antes de la cual no. No puede ser de otra forma, porque hablamos de consideraciones éticas, filosóficas y por lo tanto religiosas según la interpretación legítima de otras personas. De la ciencia no puede esperarse eso, ahora ni nunca. La prueba es que en el 2013 no se ha logrado no por la dificultad de entender el cerebro, sino por la imposibilidad de establecer criterios morales no discutibles, monolíticos. Ni en esto ni en cuestiones igualmente complejas, como por ejemplo el derecho de un Estado a aplicar la pena de muerte. La ley ha tenido que lidiar salomónicamente en este épico debate. Asumir esa posición igualmente salomónica de la ciencia, en algunos lugares, no en otros, en cuanto a la formación del sistema nervioso (y sin duda el aspecto visual del feto ya asimilable con el del bebé) como frontera por convención, de la misma forma que en un momento u otro de la historia se han trazado fronteras físicas entre poblaciones casi idénticas. Y en este punto, no encuentro otra posición personal que la de esa equidistancia aséptica, cuya virtud precisamente es la de ‘decepcionar’ hasta cierto punto pero no del todo a ambas posiciones extremas. Dentro de unos plazos razonables, los de las primeras semanas de gestación, permitir que la decisión la tome la embarazada desde la total soberanía de su conciencia individual. Y hacer toda la pedagogía posible: insistir en que la decisión del aborto siempre implica un fracaso de educación y planificación previa, en irresponsabilidad de las relaciones sexuales, etc, y abrir espacios de debate sereno para que ambas partes, o las múltiples partes si prefieren, intenten convencer a las otras de sus posiciones, para que cada vez haya más personas proabortistas o todo lo contrario. Como sucede sobre cualquier debate serio en las muy imperfectas pero deseables sociedades civilizadas.
Feliz Navidad a todos, los editores y administradores y nosotros, los lectores y ocasionales comentaristas.
Estaba releyendo este hilo que alguien ha resucitado y veo que por un descuido caemos en el engaño sofista de discutir en los términos que propone quien perpetra el entuerto.
No me parece correcto discutir si el embrión es humano o si lo es el blastocito o el zigoto o como se llame durante los seis días aproximados en los que el óvulo fecundado por un espermatozoide tarda en su arduo peregrinaje hasta que se implanta en el útero materno. El lugar más amoroso y seguro del universo.
Evidentemente que es humano. ¿Qué es si no? ¿felino? ¿cérvido? ¿bóvido? ¿cánido?
Esa no es la cuestión relevante a efectos morales porque indudablemente esas células son tan humanas como el cabello o las uñas de cualquiera de nosotros.
Lo relevante a efectos de moralidad (laica, no religiosa), es si esas células están ya completas y, permitiendo a la naturaleza su curso, veremos un día un individuo adulto. Este es el debate moral de fondo.
Pero los políticos que han estudiado cómo hacer el trile con algo de indudable gravedad personal y social, también han buscado la forma de presentarlo en público de modo que volvamos a ofuscarnos con el dedo y dejemos de mirar a la luna.
Si no recuerdo mal es un debate que nos proponen al surgir las píldoras abortivas del «day after».
Sobre este asunto es evidente que cuando alguien toma esa píldora no puede ni tan siquiera saber si su óvulo ha sido fecundado y en la ignorancia pues….todo es posible.
¿Si en vez de esa píldora postcoital toma un espermicida unos minutos antes de ceder al ímpetu de la pasión y a la épica del momento, es tanta la diferencia?
Pues hay diferencia.
En el segundo caso tiene la certeza (estadística) de que no habrá un ser vivo viable y por tanto nunca tendrá que plantearse el dilema moral del daño a una vida porque no existió..
Pero en el primer caso tiene la certeza (también estadística) de que si ha habido fecundación un ser humano no sobrevivirá.
Como tirar una granada silenciosa en un calabozo sin saber si hay uno o más prisioneros dentro.
Desde luego nada que se pueda celebrar con orgullo. Ni en público ni en privado.
Este es el juicio de moral-laica que haría Kant: «La intención del acto consciente y libre». Y cada uno con su mochila de por vida.
Decía Sartre que el infierno son los ojos de los otros pero quizás sea peor la propia mirada.
Buenas tardes
Simplemente este debate no se estaría produciendo sin que la moral católica tradicional no se hubiera cebado en esa visión patriarcal de la mujer, y no le hubiera negado desde el «alma hasta la consciencia pasando por el voto».
Una vez hecho, los herederos modernos en formato de ética social de aquella forma de pensar y actuar, no han tenido sino que recoger todo el puñado de amargura creado y convertirlo en eslóganes, panfletos y pancartas, para asegurarse un amplio colectivo social que les siga, olvidando, por el camino, una de sus principales misiones que es defender la vida humana.
¿Cómo se casa abolir la pena de muerte y legalizar el aborto?: Nº de votos, espacio político.
Si la política no estuviera mezclada en todo esto, es decir el Poder, bastaría solo con una forma de despenalización activa, con la que combinar dos aristas del problema ya de por si difíciles de conjugar: la madre/mujer y la sociedad/ley.
Pero no solo hay muchos votos detrás de ello, hay mucho interés en hacer válida una idea del hombre en la que su voluntad-deseo prevalezca por encima de cualquier otro valor, porque todos sabemos que cuando alguien desea algo es mucho más fácil de manipular que cuando no. Vivimos los tiempos en los que el deseo es la fuerza motriz del hombre, y ahí está el mejor instrumento para lograrlo que es la publicidad/propaganda.
Solo espero que la humanidad no tenga que pagar un precio demasiado alto por este crimen.
Qué facil parece que es hablar cuando se tiene cultura y, presumiblemente, dinero. Ahora imaginad a una pareja sin trabajo, (mal)viviendo de los ingresos (si es que tienen) de los padres, e imaginad que se rompe un condón y tienen un embarazo. Condenamos a 6 personas porque no se sabe si ese conjunto de células es un ser humano o no.
Por otro lado la educación sexual en España no es que sea mala, es inexistente. No se puede pretender no explicar las reglas del juego pero sí castigar cuando uno se equivoca.
Y para terminar, abortos va a haber siempre. Intentemos minimizar el sufrimiento de quien tiene que pasar por ese trance antes que poner trabas y aumentarlo. ¿Para qué la ley si el número de abortos no ha crecido (creo) desde la nueva ley?
Enhorabuena al autor y sobretodo a los comentaristas.
Me ha parecido uno de los mejores, más pausados, más pensados y con más modales sección de comentarios ( y artículos) que he leído en España en mucho tiempo.
Ojalá la sociedad española aprendiera de vosotros y todos los debates se tratasen de tal manera
SOBRE SI EL FETO ES HUMANO Y LOS HUMANOS SON HUMANOS
Hablar de en qué momento el feto es humano (como se ve en el artículo que comentamos) no aclara la cuestión y es peligroso.
Porque, pese a no tenerlo claro científicamente, todos, absolutamente todos sabemos si somos humanos o no y si lo son nuestros vecinos y si lo es o no el feto.
La primera que lo sabe es Bibiana Aído, como demostró en una de sus salidas de tono más célebres, cuando era ministra, y el segundo que lo sabe es el cura. Entre esos dos extremos, lo sabemos todos.
Es decir, que lo humano -algo sabido en todas las culturas humanas- no se define con criterios científicos o religiosos, sino mediante el argumento de autoridad.
Y si, como en este artículo, intenta establecerse mediante la ciencia es porque se le atribuye autoridad a la ciencia. Y si mediante la religión, ídem.
Así, de lo que se trata en el debate actual es, por ej., de establecer la autoridad de la mujer. Las feministas sin duda que lo plantean así. Igual que plantearon la Ley de Violencia de Género. Micaela Navarro declaró que esa ley daría el poder a la mujer también en el ámbito familiar. Desde esta óptica (una batalla no ya por la igualdad, sino por el poder) se entiende también la postura del feminismo socialista sobre la custodia compartida, a la que se opone ferozmente. En 2014, en este país, en caso de divorcio, los hijos menores entran a formar parte de un pack, junto a la vivienda familiar y el dinero de la pensión, de forma que quien se queda con los hijos (la mujer, que para eso está: igual que en 1914) se queda con todo el saco.
Si los hijos menores, ya nacidos, son tratados así, ¿qué no será del feto? En todo esto, el feto es el último mono.
Una cosa muy humana es tratar sobre «a» (decir «a») cuando en realidad se quiere decir «b». Y ese «b», entre humanos, lo mismo que entre los chimpancés, básicamente consiste en dilucidar quién manda.
La definición de lo humano, volviendo a ella, es cultural (y la ciencia o la religión tienen un valor cultural, mayor o menor según las diferentes culturas). Así pues, lo humano es subjetivo. «Humano soy yo. Humano es ser como yo, mientras que, no ya los animales, sino el pueblo de al lado o de la otra punta del mundo es bárbaro y salvaje». Así ha razonado siempre la humanidad.
En nuestra cultura de Occidente, ser humano es el que tiene humanidades, encuadradas desde nuestra antigüedad clásica griega y romana en el Trivium y el Quadrivium: gramática, diáléctica, retórica, música y así hasta 7.
Desde ese punto de vista, se duda que el feto aquí, aunque nazca, pueda ser humano, si tiene que ir a la escuela pública del PSOE y el PP, que se pelearán mucho por ella, pero están de acuerdo en despojarla de las humanidades.
Bajo mi punto de vista (subjetivo, cultural), si es ser humano es humano, entonces el feto también lo es porque, como decía Cervantes, a propósito de su hijo o «hijastro», el libro que acababa de componer (El Quijote), «cada cosa engendra su semejante». No puede ser que la semilla humana sea inhumana. ¿Y? Los humanos llevan destruyendo a otros humanos, ya nacidos, cuanto además por nacer, desde que son humanos.
El criterio de lo humano no nos saca de dudas. La pregunta no es si el feto es un ser humano, sino si es humano abortar. Eso, por lo menos, tiene dos lecturas, pragmática y ética: 1.- si lo hacen los humanos (y lo llevan haciendo desde que lo son) y 2.- si se debe hacer. Y en esas estamos.
A mí eso de la «prudencia» mientras la ciencia no se pronuncie me parece muy bien. Pero para mí prudencia no es prohibir el aborto. En tal caso prudencia sería permitir que cada cual actúe como su conciencia le indique, dado que no disponemos de información definitiva. Lo otro es «mientras no se diga nada en contra que actúen todos como yo quiero».
Me parece un insulto a la inteligencia el «esperar a que la ciencia determine» si un embrión humano o un feto humano son humanos. Lo que hay que escuchar.
Como si no lo supiera hasta más el tonto del pueblo.
Lo que pasa es que hay partidos que necesitan calmar conciencias de gente que prefiere engañarse a si misma y hay personas tan vivas que siempre estarán
dispuestas a ayudar a cambio de precio.
Es que ante la duda (porque sí, hay personas que lo dudan) de si un embrión humano es humano o no es humano, la única forma de poder estar segura de no estar matando a un feto humano es no abortar. Aunque sólo sea por el por si acaso.
Así de fácil.
Desde antiguo , el hombre ha buscado el sentido de la vida, la filosofía, así como las diversas religiones tratan de explicar, y se han preguntado una y otra vez porque y para que nacemos y vivimos.
El autor del artículo, nos formula la pregunta de que caracterísiticas nos hacen humanos, y aunque el roza esta cuestión, la pregunta para mi, mas importante, es porqué y para qué somos humanos, aunque contestando la primera quiza se explicaría la segunda.
Evidentemente los individuos trascendemos la mera supervivencia, y aunque actualmente la tecnología nos acerca al desarrollo del proceso biológico que conduce al nacimiento (de aire) desconocemos el proyecto de cada individuo, por el cual nace y que a traves de una vida mas o menos corta, a traves de sus acciones y reacciones exógenas y endógenas, trate de aprender lo que ha venido a hacer aquí.
Sin embargo con criterios y argumentos que a mi me parecen racionalistas, nos arrogamos el derecho de parar ese proyecto, que todavía no conocemos, y decidir quien debe o no debe nacer.
Otra cosa sería el aborto natural, que formaría parte de este proceso de orden o desorden de la naturaleza.
Yo creo, que la confusion social reinante, sobre el derecho de propiedad de madres, padres y demas agentes sociales, y la mala utilización de la ciencia y la tecnología, nos conducen a una especie de juego, que en determinados casos nos hace decidir sobre la posibilidad de vida o muerte ( pues el aborto, es una interrupción de la posibilidad de desarrollo de una vida, que como digo no conocemos en su causa última).
También agradecer a Manolo Bautista este interesante artículo, y que haya tenido el buen juicio de dejarlo suficientemente abierto a la posibilidad de emitir muy diferentes opiniones.
El tema de fondo es la libertad de las mujeres en lo que respecta a su vida y al uso de su cuerpo, el tema tapadera es la defensa de la vida, normalmente llevada a cabo por los que menos la respetan.
Excelente artículo y excelentes comentarios.
Leyéndolo todo parece que todo está dicho de una u otra forma. Como cada uno tiene la suya, aquí la mía sobre algunos de esos argumentos populares y polémicos.
Las mujeres, su cuerpo y su vida.
(Y además)
El hombre, su cuerpo y su vida.
(Y cómo no)
Los hijos, su cuerpo y su vida.
Para este asunto dos comparaciones o metáforas argumentativas.
— La cartera y el confeti. —
Una mujer y un hombre deciden dar un paseo juntos en el coche de ella.
Durante el trayecto se divierten, festejan y disfrutan de su mutua compañía.
Durante el regocijo del paseo, el hombre lanza una bolsa de confeti que suele llevar en el bolsillo dentro del vehículo de la mujer.
Llegados a su destino, después del paseo y la diversión, se despiden y cada uno prosigue su camino.
Al poco, la mujer se da cuenta de que el hombre no solo dejó allí el confeti de la diversión si no que dejó allí también su cartera.
¿Es la mujer ahora la nueva dueña de la cartera? ¿Debe y es la mujer la única responsable de retirar el confeti esparcido por todo su coche?
¿Le importa al hombre haber desperdiciado la bolsa de confeti de su bolsillo, fácilmente reponible, y piensa lo mismo sobre su cartera?
¿Ya no puede el hombre recuperar su cartera que incluía su DNI y cosas de valor tales como un boleto para un sorteo de lotería?
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Otra metáfora, comparación o ejemplo.
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— La idónea parcela de terreno y la semilla de árbol que da frutos únicos.–
Una mujer poseedora de una parcela de terreno de excepcionales características invita a un hombre dueño de una semilla de características únicas a bailar y jugar juntos en su terreno.
Después de bailar y jugar juntos, el hombre se aleja de la parcela para seguir con su vida.
Pasadas unas semanas, la mujer se da cuenta de que el hombre perdió durante sus juegos la semilla del árbol que da frutos únicos y que ésta ha arraigado en su excepcional e idónea parcela de terreno germinando.
¿Debe o puede la mujer arrancar ese brote sin considerar al dueño de la semilla?
Si el hombre considera que la semilla de su árbol que da frutos únicos tiene un valor excepcional para él y su posible futuro ¿No debería la mujer esperar a que éste crezca lo suficiente para que el hombre pueda trasplantar el fruto de su semilla, ese pequeño árbol, a un nuevo lugar para no perjudicar las posibles también futuras intenciones de la mujer y su excepcional y a la vez única y singular parcela de terreno?
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Como pueden ver, no se trata ni mucho menos solo del coche de la mujer o de su parcela de terreno.
El asunto es, ¿Qué valor damos a las cosas?
La cartera con el DNI, fotos y recuerdos y un billete de lotería, el árbol que da frutos únicos, ¿No tienen valor?
Todos exponemos comentarios únicos y particulares pues todos somos únicos y así nos consideramos.
Defendemos nuestros puntos de vista porque son nuestros. Porque salen de nosotros y cada uno de nosotros se considera único y especial.
Todos somos parecidos y hacemos cosas parecidas pero cada uno de nosotros aporta un exclusivo, particular y único punto de vista.
Si damos ese valor y exclusividad a nuestros propios argumentos, ¿Cómo vamos a infravalorar la vida y a los seres únicos que surgen de nosotros?
Me gusta, Sedente.
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Muchísimas gracias. Me hizo ayer muy feliz.
Muchísimas más cosas se podrían decir sobre éste tema siempre candente.
Estamos lindando los extremos de infinidad de cosas. Ésta es una de ellas. Mientras unos hacen y se someten a todo tipo de procesos para conseguir tener un hijo, otros los lanzan a la basura como si nada fuesen. Así ocurre igual con la comida o la alimentación, con el dinero y las posesiones, o la búsqueda de hábitat en otros planetas mientras en éste lo descuidamos y con tantas otras cosas.
La verdad es que como he dicho antes, tanto el artículo como los comentarios de muchos son sobresalientes, pero muchas gracias de nuevo.
…
Quizá añadiría algo sobre el tema de la Teratología y «el estudio de los trastornos del desarrollo» como dice quien lo comenta, tema también polémico.
Hace años llegué a la posibilidad y conclusión de que quizá hace miles años en algún sitio nació alguien con más de dos brazos y a raíz de ese sorprendente y novedoso hecho las gentes que allí cohabitaban le vieron como a un Dios pues la capacidad extra que quizá le otorgase esa variante parecía digna de una condición superior.
Así, con el paso del tiempo, se crearon más tarde imágenes y la concepción de Brahma, de Siva y Visnú debido a su extendida popularidad pues aquel que tenía tantos brazos podía hacer muchas cosas y así su poder.
Desde entonces veo todo este tema, como puede entender, desde una particular perspectiva.
Ahora, cualquier cosa que se salga de la regla común nos parece reprochable y molesto y sin embargo seguimos buscando lo diferente y novedoso y premiamos la osadía o las particulares cualidades de los cosas que no son «normales» o comunes.
No sé si un rinoceronte puede ser considerado un «trastorno del desarrollo» de la vida, o si lo es la jirafa, o un pájaro, o si el trastorno del desarrollo lo sufrimos nosotros, los humanos, los cuales somos realmente extraños comparados con todas las otras cosas. No sé si una oruga es menos que una mariposa y si una «es» y lo otra «no es» y además «no merece ser». O si, por el contrario, todo «es» y todo forma parte de las infinitas variantes y posibilidades que la vida ofrece.
Lo que parece que todavía no nos hemos dado cuenta que lo que «no es» y parece a todas todas que no tiene vida y no vive, es, precisamente, lo que permite a la vida vivir.
Un afectuoso saludo.
Tengo que felicitarte, Manuel Bautista Pérez, por tu claridad y honestidad ante un tema difícil. Comparto plenamente lo que sostenés: de haber una respuesta a QUE ES un «ser humano», ello le compete a la ciencia. Hasta que no haya respuesta clara y evidente, y mientras no entendamos mejor al cerebro desde la neurociencia, no va ser posible responder la pregunta clave.
Pero al mismo tiempo, el aborto sigue realizándose (sea la práctica legal o ilegal). Y lo que tendríamos que preguntarnos es si queremos seguir conviviendo en nuestros tiempos ante tamaña desigualdad social: las mujeres con recursos económicos pueden realizarse el aborto incluso en un país donde sea legal. No así la mujer que no tiene acceso a ello por bajos recursos y por la ilegalidad y/o penalidad de la práctica.
Que no sepamos aún qué es un ser humano, ¿ello nos debería mantener indiferentes ante esa injusticia sabiendo que esas mujeres, por realizarse abortos clandestinos, corren el riesgo de morir? En mi humilde parecer, creo que hay que adoptar un criterio acorde a nuestros tiempos. Y me parece que orientar la discusión en este sentido puede ofrecer una respuesta parcial, pero coherente con los estándares morales de salud pública actuales.