Intolerancia

En un reciente debate al que asistí, unos contertulios discutían sobre el sentido del término “Tolerancia”, no consiguiendo ponerse de acuerdo en cuanto al concepto. Para unos se trataba de que los idearios de las personas fueran los más amplios, abiertos y flexibles dentro de lo posible, delimitando o restringiendo el menor número de preceptos, ideas y estilos de vida. Los otros defendían que la facilidad de esa actitud disimulaba en realidad las contradicciones entre unos principios y otros, en favor de una manera simplista de abordar los aspectos claves de la vida. Como una forma buenrollista, frívola y cínica de quitarse los problemas ideológicos de encima. Quizás nos hemos acostumbrado tanto a verlo que ya no lo consideramos una anomalía.

Poner las propias conveniencias por delante de los principios, es una derivación antigua del fin justifica los medios. En el que el valor de los primeros acaba siendo una simple justificación con el que envolver los intereses y los propios objetivos, ante los terceros.

“Hablaba de emociones porque es en ese espacio en el que se observan las trampas que hace la mente con el lenguaje.”

Por eso nuestro contertulio indicaba en su exposición las contradicciones que se pueden producir cuando el pensamiento muestra sus idearios y, en cambio, las emociones indican otra cosa distinta. Hablaba de emociones porque es en ese espacio en el que se observan las trampas que hace la mente con el lenguaje, para esconder las intenciones auténticas de quien trata de hacernos creer algo diferente a lo que realmente pretende. Como en los juegos callejeros de los trileros, estos juegan con tu ingenua atención para que se dirija en una dirección, mientras con sus manos llevan la bolita a una posición imposible de descubrir.

“A partir del mundo de las comunicaciones y el entretenimiento, la población en general ha experimentado un impensable avance en el conocimiento del terreno emocional.”

La ventaja que tienen las emociones es que no se pueden prácticamente ocultar, y la desventaja es que alguien con suficiente habilidad puede disimularlas para que le resulten prácticamente inescrutables a cualquier observador. En la actualidad, con los avances derivados de la tecnología, hay que ultimar la precisión de la observación para comprobar las emociones que se le están suscitando al individuo objeto del estudio. Consigue hacerse, pero a partir de leves y casi imperceptibles señales que deben revisarse varias veces a cámara lenta para apreciarlas. Se les llama “microemociones”, y son muy útiles en el campo de la criminología entre otros para poder detectar las mentiras y falsedades de los relatos, y las incoherencias de estos con las emociones que cursan por debajo. Quién sabe si algún día tendrá su aplicación en el terreno político.

“Vencer, ganar, triunfar, lograr o poder suscitan en principio emociones de satisfacción y de placer, que ofrecen réditos, beneficios y rendimientos a aquellos que lo consiguen.”

A partir del mundo de las comunicaciones y el entretenimiento, la población en general ha experimentado un impensable avance en el conocimiento del terreno emocional, que en unas pocas generaciones ha convertido al emocionalmente más patoso en un mago a la hora de manejarlas y utilizarlas para sus propios fines. El declive de los códigos éticos y las normas morales, ha servido para torpedear cualquier obstáculo o inconveniente que le pudiera poner la conciencia a estas triquiñuelas ventajistas.

Vencer, ganar, triunfar, lograr o poder suscitan en principio emociones de satisfacción y de placer, que ofrecen réditos, beneficios y rendimientos a aquellos que lo consiguen. Y, por el contrario, se estigmatizan vocablos como perder, impotencia, frustración o imposibilidad, que se convierten auténticos portadores de la mayor de las aversiones posibles. La capacidad de sobrellevar el sufrimiento en sus diferentes formas y grados, algo que parece inevitable esquivar en esto que llamamos vivir, ni se plantea ni se trabaja como se debería, y esto hace que cuando aparece no encaremos las dificultades para abordarlas como el ser humano está preparado para hacerlo, y como sus capacidades determinan.

“A un nivel menos especializado, es bastante evidente el grado de estrés, sobrepreocupación y tensión emocional que se puede detectar en el día a día de la ciudadanía de a pie.”

Parece que todos estos postulados solo tienen importancia en el campo de los sociológico, lo psicológico o lo filosófico, pero lo cierto es que nuestro país se encuentra a la cabeza en cuanto al uso de tranquilizantes con una media diaria de 110 dosis por cada mil habitantes, lo que indica tanto el deteriorado estado de la salud mental de la población, como el abuso farmacológico que se hace desde la atención sanitaria para tratar las dificultades psicológicas (Datos de la Sociedad Española de Patología Dual)

Estas cifras vienen acompañadas por el uso de estupefacientes que en general se realiza entre la población, en las que el incremento de sustancias como elemento de diversión, entretenimiento y experimentación ha ido creciendo exponencialmente en todas ellas -excepto opiáceos-, y en todas las bandas de edad estudiadas, o cuando menos no ha disminuido desde cifras realmente alarmantes (Fuente PND. Edades 2022). Si a todo esto le añadimos el incremento de los casos diagnosticados de salud mental, el aumento progresivo de suicidios, especialmente entre la población joven, llegaremos a conclusiones muy preocupantes sobre el estado mental generalizado entre la ciudadanía.

“Es realmente difícil encontrar… a alguien que diga algo interesante.”

A un nivel menos especializado, es bastante evidente el grado de estrés, sobrepreocupación y tensión emocional que se puede detectar en el día a día de la ciudadanía de a pie. Baja capacidad para la frustración, frivolización de aspectos esenciales en la vida de los individuos como la afectividad y la sexualidad, priorización del placer y aversión obsesiva al sufrimiento, son algunos de los signos que muestran con claridad el tipo de sociedad en la que nos estamos moviendo todos, y del que poco o nada se habla y que nadie quiere tirar de la cuerda para que se mantenga este negativo estatus quo, y que siga la fiesta.

No podría terminar un artículo de esta índole, sin mencionar el nefasto papel que juegan los medios de comunicación en general, sea cual sea el medio que utilicen, pero en el que la televisión se lleva la palma. Es realmente difícil encontrar, entre las muchas personas que intervienen en los principales programas de actualidad, entretenimiento, varietés, a alguien que diga algo interesante. Todo son ocurrencias y banalidades de personajes intrascendentes que copan los espacios más importantes, repitiendo las mismas escenas una y otra vez. Esto es lo que hay.

Un comentario

Una respuesta para “Intolerancia”

  1. Cristóbal dice:

    Excelente reflexión.
    Me parece que la tolerancia y la intolerancia es un todo que se reparte en ambos platillos de la balanza y donde el equilibrio nos lo muestra el fiel de la balanza, puede ser que se decante más hacia un lado que hacía el otro , lo justo es que las diferencias no rebasen un límite crítico que nos auto imponemos ,para no desequilibrar la balanza .
    La salud mental debería tener más protagonismo en todos los aspectos de la vida .
    Disculpen la brevedad.
    Saludos.

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