En pleno franquismo, muchos jóvenes leímos en nuestra adolescencia algunos pocos libros de mucho impacto emocional. El pensamiento de los lectores, recién salidos del protector manto hogareño, era sacudido por la intensidad de los sucesos que en ellos se vertían; si bien, visto con perspectiva, a sus efectos contribuía el contraste que suponía su lectura con aquella “Paz” aparente conformada con los sucedáneos del cloroformo social.
En el título del artículo muchos reconocerán un libro del jesuita José Luis Martín Vigil, pero podrían ponerse otros ejemplos de lecturas similares, como los de “La edad prohibida” y “Los renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena, o “Los cipreses creen en Dios” de José María Gironella. Más allá de su aspecto literario, el mayor valor que tenían era el de acercarnos a realidades nuevas y diferentes, provistas de una dimensión dramática de una envergadura desconocida para la vida que habíamos vivido hasta entonces. Temáticas como una muerte temprana, la locura sobrevenida, el hedonista y tentador mundo de las drogas, o la excitación casi irrefrenable de la sexualidad, suponían adentrarse en mundos cuyo calado existencial era de muchos quilates, para unos pasmados infantes acostumbrados a la planicie.
Cierto es que en ellos se traslucían claros mensajes morales propios del medio, al servicio del mensaje religioso dominante en la época en la que fueron escritos y leídos. Pero, siendo comprensivos con el momento en el que aparecieron, tenían la facultad de tratar sobre aquellas cuestiones esenciales que los jóvenes atraviesan en determinada fase de sus propias vidas. Y es que la adolescencia es un periodo de iniciación, y de no serlo está condenada al absurdo
En ella las personas vamos abandonando la confortable habitación en la que se desenvuelve generalmente una soleada infancia, para adentrarnos progresiva e involuntariamente en la dimensión adulta, con sus dilemas, sus incertidumbres y dudas, sus luchas y pugnas interiores, y sus misterios y fantasmas. Para el adolescente, sin que lo sepa, significa dejar de vivir en la seguridad uterina de la familia, para empezar a percibir cada vez más el entorno, como la celda del un presidio, sin que sus adultos hayan hecho nada para que esto suceda, y asistiendo muchas veces atónitos a cambios tan radicales.
Desde una perspectiva biológica, los caudales de dopamina con los que la infancia está ampliamente regada, por razones naturales empiezan a disminuir progresivamente, entendiendo este proceso como una sentencia cuasi bíblica en términos de: “Ahora el placer te lo buscas tú, por ti mismo”. ¿La antesala de la sexualidad?
De siempre los colectivos sociales han sido conocedores de esto, desde las tribus samoanas a los iglús árticos, y desde la profunda prehistoria hasta la realidad de nuestros días. En cambio, la forma de encararlo ha variado mucho, y la manera en que se hace ese tránsito dice mucho de estas, dado que todos sabemos desde tiempo inmemorial que la situación se va a producir irremediablemente, por mucho que se les medique desde muy pronto. Algo tan histórico, universal y atávico como para recogerse en los primeros escritos de la antigua Grecia y Roma, y que pilla a nuestros contemporáneos enfrascados en su mundo endogámico y egocéntrico.
La realidad social en la que un adolescente respira en nuestros días, está completamente desprovista de este sentido existencial, y se mueve entre un consumo compulsivo, una sexualidad poco más que promiscua o presentista, espacios predestinados a un uso masivo indiscriminado, la trivialidad de las redes sociales o el entretenimiento de las atractivas nuevas tecnologías. Cualquier cosa menos iniciática.
Los rituales de iniciación al mundo adulto, a la vista de lo que acontece, se hacen directamente imprescindibles para el adecuado encauce de esta disfunción natural conocida como adolescencia, en la que la biología se adelanta varios años al desarrollo neuronal completo de los jóvenes, especialmente en lo relativo a su capacidad de entender la transcendencia de la vida que han de vivir, al poder que han de asumir, los recursos que han de emplear y las decisiones que han de adoptar.
Abrirles los ojos a las realidades que circundan el mundo adulto favorece esa comprensión inicial, no solo a aquellas más duras y dramáticas a las que a veces les aproximamos con intención de que se asusten y se vuelvan para atrás –ex toxicómanos, ex presidarios, ex alcohólicos, etc.– sino también a las más excelsas páginas que los seres humanos somos capaces de escribir, las que tienen que ver con actitudes heroicas en las que podemos pasar por encima de los intereses propios, incluida nuestra propia vida, detrás de los ideales que nos dimensionan como algo más que animales en pos de su primaria supervivencia.
Ahora que el mundo adulto vuelve a la carga con el problema del abuso de sustancias, especialmente alcohol, cannabis y cocaína, con su jerga habitual de nuevas normas, legislación prohibicionista, castigos y trabajos sociales para la “comunidad”, sus anuncios alarmistas, sus centros de acogimiento y reclusión, y sus voluntariosos popes editando libros de autoayuda, convendría que nos paráramos a pensar un poco sobre esta edad y sus circunstancias, y tratar de entender que muchos jóvenes están impelidos o a soñar o a volverse locos, a fantasear un mundo mejor o a la borrachera más infame, a las utopías motivadoras o al fango desangelado de las plazas públicas. La apuesta es tan directa porque el sentido último de la adolescencia es diseñar el proyecto de vida propio, el que va a guiar los pasos en una dirección específica conforme a su naturaleza, sus vocaciones y sus afinidades, quizá su destino, y por ello parece que les va la vida en ello. Pero es que somos tan prepotentes que no entendemos ni que haya un mundo mejor que el nuestro, ni que haya una naturaleza distinta en cada uno, sino que todos somos iguales a mi mejor parecer. ¿No es todo un portazo?
Ahora que estamos inundados de libros y textos en los que se nos ofrece una imagen de ellos como alguien de quien defendernos desesperadamente –“¡Dios mío, mi hijo adolescente”!– convendría que entendiéramos no solo que nuestro mundo es manifiestamente mejorable, sino también que les hacemos falta para conseguir que ellos sean mejores que lo que nosotros somos, y que eso también a nosotros nos viene muy bien. Para ello utilicemos nuestras mejores galas, parecidas a las que durante nueve meses se estuvieron tejiendo para uno de los momentos más generosos de nuestras vidas, el momento en el que parimos a nuestros hijos.
La vida sale al encuentro…, que no les pille parloteando simplezas por WhatsApp, haciéndose un selfie, o contemplando el último desparrame en YouTube.
Francamente no entiendo sus lamentos. Si queremos ver basura en la vida, nos concentramos en la basura, pero esta concentración no aporta absolutamente nada a entender la vida. Sí, muchos cometen errores y pierden sus vidas. Y aunque uno se siente tentado a decir que ojalá hubiera muchos que ayuden a los equivocados y los perdidos, no debe extrañar que la gran mayoría de aquellos que han luchado por no equivocarse y ganarse decentemente una buena vida quieran luego perder lo ganado ayudando a quienes no han podido y muchas veces no han querido salvar sus vidas. ¿Cree usted que Jorge Bergoglio hace algo útil por los demás, aparte de hacer ruido diciendo pavadas?
Francamente EB, su comentario es toda una lección de generosidad.
Puede quedarse tranquilo que quienes me conocen saben bien que soy generoso con ellos y que predico con el ejemplo. Si ha leído comentarios anteriores verá que siempre denuncio la hipocresía, y entre otras razones lo hago porque todos los días veo a algunos que predican pero no practican ni siquiera con aquellos cercanos a ellos.
En todo caso mi comentario nada tiene que con generosidad sino con entender el mundo en que vivimos. Nuestra ignorancia es grande y si algo debemos lamentar es que siendo tan grande haya tantos que ignoren lo poco que sabemos. Sí usted cree que dije algo equivocado dígalo, pero no me haga reír con su referencia a la generosidad.
Efectivamente, partir de la premisa de la ignorancia, es un paso importante para abordar muchas de las cuestiones planteadas, incluso en el día a día.
Por ejemplo, no deja de resultar banal y simplista el descalificador adjetivo de “pavadas” a los mensajes del Papa Bergoglio en su acción como tal, y por lo tanto responsable, dentro de una institución religiosa con carácter universalista, de comunicar y encabezar todo aquello que entienda debe ser encauzado desde ese punto de vista religioso a todo el “mundo creyente” que lidera.
No se puede ni se debiera esperar de él un lenguaje tecnócrata, ni economicista, ni siquiera político. No es su cometido.
Sin embargo, como en todo, somos incapaces de mirar más allá de la imagen plana que parecen recoger nuestros sentidos, y así también, dejamos nuestra capacidad de entendimiento, a niveles de “dibujo lineal”.
Porque detrás del discurso que pudiera parecer “buenista”, de un dirigente espiritual, como es el del actual representante de la Iglesia Católica, resulta que subyace todo un trabajo inmerso y complejo, o complicado, según se mire, como embajador y mediador de ese, que sí que lo es , un Estado político, El Vaticano.
Subyace, detrás de su trayectoria clerical, un desenvolvimiento y conocimiento, por cuestiones inherentes al propio cargo, en todos los entresijos, que ahí sí, enmarcan, tecnocracia, economía, pactos, conspiraciones, mercados….
Ningún dirigente de la envergadura de un PAPA de la Iglesia Católica, se ha podido ver sustraído, antes o después, y de uno modo u otro, de haber estado ligado a una acción que estuviera inscrita en un marco político e institucional.
Y todos, han profundizado y lanzado mensajes desde la doctrina religiosa que están encargados de difundir y mantener, en formas y maneras, sin embargo, distintas, haciendo interpretaciones y lecturas diferentes, del mismo legado cristiano.
¿“Pavadas” que no lo son en boca de otros dirigentes de la Iglesia Católica, de otros Papas,porque hacían hincapié donde nos gustaba más, y obviaban el resto del mensaje?.
¡Hombre!, no se puede hablar de objetividad, ni de generosidad, si vamos por el mundo con una parcialidad y parquedad de percepción tan evidente.
El mundo adolescente se revela cada vez con más fuerza, como uno de los elementos donde reconocer que ya no valen antiguos diagnósticos, ni viejos elementos de juicio o prejuicio, ni siquiera valorativos. Ya solo vale profundizar, y con ello, personalizar, también.
El tema es de más calado que la valoración lineal de “unos aprovechan las oportunidades y salen adelante, y otros no”.
Porque “el diseño de esas oportunidades”, están realizadas, precisamente, para nada se desestabilice, y no hay nada más desestabilizador y rompedor que ese momento de la vida del ser humano, al que Carlos apunta de manera certera ,y donde finalmente, colocamos a los niños que «se inician en ese cruce» hacia la frontera de los sueños, donde reconocer las potencialidades para cambiar las cosas, o hacia la locura.
Una locura que destroza sociedades….¿a quién interesa acabar con los sueños, de ese modo?.
Para su información he asistido a colegios católicos, apostólicos y romanos, me he graduado de una universidad católica y he sido profesor en más de una universidad católica, y por si todo eso no fuera poco aprendí la doctrina social de la iglesia de los mismos profesores jesuitas que se la enseñaron luego a Jorge Bergoglio en mi Buenos Aires querido. Y no le quepa duda que Jorge Bergoglio gusta hablar de todos los temas, especialmente de los que parece no saber nada.
En cuanto a su referencia al diseño de esas oportunidades, discrepo profundamente porque nadie diseña sus oportunidades. Las oportunidades se buscan pero más importante se encuentran a veces por haberlas buscado y otras veces por suerte. Y por supuesto lo más importante es saber aprovecharlas. No se trata de sueños, se trata de saber aprovechar oportunidades, comenzando por no dejar pasarlas porque no es la mejor, no es la que soñé.
La verdad, no sé que hacemos hablando de la vida de EB…
El título no es «La vida sale al encuentro de EB».
La adolescencia no es una oportunidad ni diseñada, ni elegida, más bien sobrevenida e inevitable. Y siendo así, no se trata de aprovecharlas o no, se trata de vivirlas bien o no, y mejor con ayudas que a solas, incluidos o no jesuitas.
Estos comentarios desenfocan el tema central.
Usted termina diciendo lo mismo que le respondí a Loli, una extensión de lo que dije en mi primer comentario. Más vale tarde que nunca.
Esta es una de las principales adicciones de nuestro tiempo: el deseo compulsivo de querer «tener razón siempre».
Y la base de un dogmatismo castrante.
Con mis disculpas por adelantado. Saludos
Con «diseño de oportunidades», me refiere al intento del modelo social , con la herramienta educacional, de definir, delimitar y orientar un momento importante, y gracias a Dios, aún desconocido, que supone para la vida del ser humano, la etapa adolescente.
Un intento manipulador….no interesado en descubrir qué es lo que verdaderamente está ocurriendo es esa etapa.
Soy de la generación aproximadamente, que creció con las lecturas de las que habla Carlos Peiró en su artículo, y después pasé a otras, por las circunstancias sociales del momento que también fueron de culto, así que me acompañaron libros como La rebelión de las Masas, La insoportable levedad del ser, y el Así hablo Zaratustra.
Recuerdo aquella época con cierta vaguedad, pero lo que sí recuerdo es que los sentimientos que me invadían, eran los de construirme para un mundo nuevo, que no tenía nada que ver con el que me habían dado, que ya no me servía.
También recuerdo que me costaba estudiar las materias de estudio que me daban, porque mi planteamiento era:
España con el antiguo régimense desmorona y va a caer de un momento a otro, para que voy a estudiar esta tarde, si mañana va a venir el cambio y la revolución para la cual si tengo que estar preparado.
Pues bien, yo creo que en este momento, a los jóvenes se les ha robado esa idea de la revolución permanente que va a venir, de construirse ellos mismos, no con los sistemas y las estructuras que les han sido dadas, sino para el cambio que va a llegar siempre al día siguiente.
El hecho, era demostrar a tus padres, a tus amigos, y a la sociedad entera que tenías nuevas ideas y soluciones para el mundo que iba a venir.
Cuando y como se les ha robado la idea a muchos de nuestros jóvenes de que tienen que construirse para el mundo que tienen ellos que fabricar y no para el que nosotros les ofrecemos, no lo sé, pero la sociedad debería estar implicada en que se recupere.
Adolescente y Adulto tienen la misma raiz latina, crecer.
Adolescente es el que está creciendo, y Adulto es el que ha crecido, pero en el momento que vivimos, no estoy seguro de lo último.
Un abrazo
Si intentásemos hacer un símil entre cómo funciona el cerebro con respecto a los sentidos y cómo actúan los poderes con la sociedades que gobiernan, veríamos como ambos, cerebro y poder tratan con todos los inmensos medios que disponen, (uno con el montón de millones de neuronas y el otro con los miles de consejeros), de mantener su control sobre sus súbditos con los medios más sofisticados que disponen.
Porque si de esos cien mil millones de neuronas solo utilizamos un 6 ó 7 %, como nos podremos considerar adultos, y si de ese montón de oportunidades que nos dan los poderes para que nos realicemos, como decía Loli en su comentario, están diseñadas para que nada cambie ni se desestabilice el modelo, como nos pueden convencer que lo hacen por nuestro bien.
Creo que desde que nacemos hasta que morimos estamos creciendo y para ello tenemos que pasar por todas las etapas que tiene establecida la vida y una de esas etapas es la adolescencia y posiblemente el problema está en no tener claro de que adolecemos y el problema se agudiza cuando llegamos a adultos y creemos que por haber pasado esa edad ya no adolecemos.
Recuerdo que hace tiempo leí en una revista: “Cuando el cerebro deje de tiranizar los sentidos estos serán participes de las manifestaciones de la energía”
Saludos
El tiempo siempre apremia:
Qué buen artículo, para «desgranarlo» y analizar cada párrafo o frase..
para leerlo y comentar en «aulas», escuelas…
las personas o el ser humano es un ser «histórico» y «social», si los «adolescentes» de hoy en día viven de esta forma…en algún momento se les «preparó», de alguna forma para vivir así…
pero, cómo todo es «evolución» lo queramos o no, y a toda época le «sucede» otra, aunque parezca que tardan, diseñarán el mundo a su «manera» y con su escala de valores y sus propias creencias…
sucederá al gran batacazo- a la depresión- a la desesperanza- y al nihilismo…
sucederá por que el impulso de la Vida todavía tiene «llama» y, las «fuerzas» no flaquean…
pasará aunque parezca que es casi imposible, pero será SU mundo, el que ello/as construyan, y nos guste o no..
ni siquiera necesitan de la «aprobación» de otros «colectivos»…
Por que la que tienen encima, es «Demasié»….
Cómo para iniciarse en algo…
esto directamente, en reseteo: sin reinicios// ni inicios de nada…
Hasta otra!