
En la sociedad del “todo vale”, en cuanto a la búsqueda del propio placer se refiere, el mundo adulto ha aceptado, de la única manera en la que se puede hacer, “por la puerta de atrás”, que el modelo referencial sobre sexualidad por excelencia de la generación que llega sea la pornografía.
Simultáneamente, también de forma silenciosa y un tanto siniestra, cualquier otro planteamiento sobre la sexualidad que no tenga una relación medianamente directa con la pornografía, está rotundamente descartado. Como comentaban algunos padres tras el desarrollo de unas ponencias, la cara de extrañeza y hasta de estupor del auditorio, cuando osaron mencionar el término amor, en referencia al tema, lo dice absolutamente todo.
Se tiende a esconder detrás de cierta terminología técnica, que nadie sabe explicar bien del todo, mediante el eufemismo “las relaciones afectivo-sexuales”, el contundente destierro que acarrean las relaciones amorosas. De hecho, el propio término, ya indica que no puede entenderse una cosa sin la otra, cuestión que tienen completamente interiorizada los jóvenes cuando manifiestan que al enamorarse, sentirse atraído, o expresar deseo por el otro, inexorablemente se está entrando de manera clara a la aceptación del acto sexual completo, independientemente del resto de circunstancias que puedan concurrir.
nadie sabe explicar bien del todo… el contundente destierro de las relaciones amorosas
Algunos recientes estudios han revelado el impacto que esto está teniendo en el desarrollo personal de los menores, y los efectos negativos que se están suscitando como consecuencia de ello. Si son necesarias ciertas cifras para reconocer la dimensión de este problema, las hay, pero lo más significativo está en la relación de estas prácticas con otros comportamientos más o menos directamente asociados.
Hace tiempo que se conocen las interferencias e interacciones entre el visionado de actos pornográficos y la violencia general manifestada por los usuarios, así como una tendencia entre determinados tipos de individuos a actuar de manera abiertamente machista y vejatoria como consecuencia de la exposición al porno a edades tempranas. Con muestras de más allá de cuarenta mil sujetos, la Universidad de Calgary (Canadá), afirma sin duda alguna que existe una relación directa entre hábitos y comportamientos sexuales específicos (como la falta del uso de anticonceptivos o la cantidad e intensidad de la actividad sexual practicada) y trastornos como la ansiedad y la depresión.
Existe una relación directa entre hábitos y comportamientos sexuales específicos y trastornos como la ansiedad y la depresión.
La prevalencia y fijación del modelo pornográfico es tan evidente que ha dado lugar a lo que se conoce como “sexting”, consistente en producir y enviar contenidos -esencialmente fotografías y vídeos- de tipo sexual o erótico, voluntaria y privadamente a otra persona, usando para ello el teléfono móvil u otro dispositivo tecnológico. Es decir, el modelo pornográfico en modo particular, que va subiendo en cifras según van pasando los años. Se calcula que lo han recibido alguna vez más de un 25% de jóvenes.
La desconsideración de la sexualidad como una de las vías principales para el desarrollo personal, y, por tanto, ligada a lo más profundo de tu persona, y el entendimiento de las prácticas sexuales como una fuente de placer ajeno al resto de aspectos que conforman nuestras vidas, es una perversión generalizada y legitimada desde el mundo adulto en todas sus instancias, que no tiene inconveniente en gravar los actos culturales con altos porcentajes del Impuesto del Valor Añadido, mientras que a la difusión de los contenidos pornográficos no llega ni al 5%.
La desconsideración de la sexualidad como una de las vías principales para el desarrollo personal es una perversión generalizada y legitimada desde el mundo adulto.
Una reciente publicación en nuestro entorno, analiza en profundidad el fenómeno y su alcance entre las prácticas de los jóvenes. “Entre selfies y whatsapps”, de los autores Estefanía Jiménez, Maialen Garmendia y M.A. Casado, indica la enorme facilidad que ofrecen las nuevas tecnologías para la difusión de estos contenidos, y los inconvenientes prácticos que los responsables reales del mundo adulto se encuentran para poder ejercer el adecuado control.
Y mientras, nosotros, con lo nuestro del Orgullo.
Interesante texto, pero con las redes sociales y los sextings a seis o diez bandas vía on- line..y demás tonterías siniestras y vacías de «sentido»,
A ver quie para este «campo» abonado a cualquier situación que pueda SURGIR..
Se van todos los valores humanos por la taza del watter y paraece que no hay «VOCES» que le echen ningún freno!!..
A ver si la propia tecno digi robótica en su software hace algo..
Por que los humanos..de «humanos» poco..