Ya se ha hablado en otros artículos de los efectos psicosociales que adquieren las leyes cuando tratan de legislar sobre cuestiones que tienen que ver con todo un colectivo, en estos textos se indica que esas regulaciones adquieren características de permisos, autorizaciones y hasta de aprobación.
La identificación de la Ley –en el sentido moderno del término– con los códigos esenciales de conducta de los individuos –en su sentido ancestral– viene, cuando menos, de la época en que Moisés impuso los diez mandamientos a su pueblo al atravesar el desierto de Sinaí. Más allá de aspectos religiosos, es un estricto código de conducta social generalizado, con el fin de generar una estructura social unificada y homogénea, que evitará la dispersión tribal dominante. Tiene, por lo tanto, un recorrido milenario como para saber lo que se hace y por qué se hace, y desde entonces en todo este trayecto no se han parado de hacer cosas similares, incluso desde la progresía.
“…en lo privado han subyacido y subyacen auténticos dramas, cuando no terribles crímenes…”.
En general, legislar tiene la sana pretensión de regular, ordenar, proteger y sancionar, pero ya es costumbre que cada vez más se adentre en ámbitos que, hasta hace no mucho, pertenecían a lo estrictamente personal e íntimo. Resulta evidente que esa “frontera” no se podía mantener por mucho tiempo, pues en lo privado han subyacido y subyacen auténticos dramas, cuando no terribles crímenes, que una sociedad moderna no puede desconocer y encubrir como tantas veces se ha hecho.
“…necesitan de la intervención directa y salvadora de lo público, como vía por la que escapar de ese entorno feroz”.
Deben ser contemplados y abordados con firmeza, veracidad y rigor, impidiendo que el delito y los potenciales delincuentes aprovechen la opacidad de lo privado para dar rienda a sus peores impulsos, ante los cuáles muchos individuos, especialmente los más vulnerables, están indefensos y desprotegidos, y necesitan de la intervención directa y salvadora de lo público, como vía por la que escapar de ese entorno feroz.
De una forma similar al ejemplo con el que hemos empezado, la población de hace más de tres mil años, sobre la base de los Mandamientos, acababa siendo juzgada como cumplidora o pecadora, y señalada por todo el colectivo y para el resto de sus días, con una severidad digna de aquella época. Esa variable de “señalamiento” permanece en la actualidad, adquiriendo la legislación civil y ciudadana un carácter no muy distinto al de entonces, y recubierta de la auténtica hipocresía de lo “políticamente correcto” argumentada desde el siniestro concepto del bien común.
Sirva como ejemplo del drama, lo que un paciente en pleno duelo narraba a un psicólogo en una de sus consultas. Su hija de unos 17 años quedó embarazada en una de esas relaciones esporádicas que los jóvenes acostumbran a tener todos los fines de semana. Tan esporádicas, puntuales y habituales que, haciendo los cálculos correspondientes, no acababa de saber exactamente y con seguridad cuál de las parejas con la que estuvo sería el padre de la criatura que tenía en su seno. El paciente referido, sin grandes convicciones religiosas, pero como según cuenta su psicólogo, con un marcado ideario humanista, se oponía a que la hija interrumpiera la gestación por una cuestión de principios y pese al grave inconveniente del desconocido paterno. Cuando el embarazo, que hasta entonces había sido un secreto ocultado fuera del grupo familiar, se hizo visiblemente evidente, todo su grupo de amigos y amigas, sin excepción, ejerció tal presión sobre ella y durante tantas semanas para que se “quitara el problema de en medio”·, que no pudiendo soportarlo y angustiada decidió quitarse la vida.
“Ahora por la calle o en cualquier establecimiento se mira con culpa a una madre cuando su pequeño tiene una de esas pataletas infantiles…”.
Cada vez está más presente en las relaciones sociales el efecto que las leyes suponen para el entramado colectivo, de tal forma que a los niños ya no se les mira como seres a los que cuidar o proteger, sino como personas detentoras de derechos. Ahora por la calle o en cualquier establecimiento se mira con culpa a una madre cuando su pequeño tiene una de esas pataletas infantiles, como diciéndole “no estás proporcionando el adecuado bienestar a tu menor”, como exigen los derechos establecidos de los menores.
A los jóvenes se les permite el cannabis y se les mira mal por el tabaco, se les incita a una sexualidad banal y se les afea que nos “carguen” con bebés, se les permite su agresividad y se mira negativamente a los profesores que les reprenden. Porque ¿quién no ha pensado qué estos son la causa directa de la frustración juvenil que da lugar a su comportamiento violento?
Y así, si nos vamos fijando con un poco de detenimiento en este entramado invisible, vamos a ir encontrando a parados, pensionistas, inmigrantes, etc. que son considerados solo desde la perspectiva del efecto y coste social que le produce al colectivo el que estén aquí.
“…vamos a ir encontrando a parados, pensionistas, inmigrantes, etc. que son considerados solo por el coste social que le produce al colectivo el que estén aquí”.
Las nuevas Tablas de la Ley, ahora señalan a los hombres en su relación con las mujeres, para, hasta los más mínimos detalles, buscar y encontrar microrasgos de una situación de dominancia que solo pocas veces tiene un origen sexista. Y a los viejos maltrechos ya no se les ayuda a Vivir con sus achaques y penurias propias de la edad, sino que, aprovechando sus lógicos momentos “bajos”, se les suicida para que no supongan más carga.
Ahora, cuando nos crucemos con uno por la calle, quién no pensara para su adentros, señalándolo con un dedo invisible, “lo mejor para él, ¡Qué se quite de en medio, y uno menos!”.
Llevo varios días pensando en cómo responder al artículo de D. Carlos.
No me resulta fácil porque cubre un amplísimo espectro de cuestiones muy importantes que no son cotidianas y deben ser tratadas en profundidad. Para complicarlo todavía más, los temas de fondo son realmente de Filosofía Moral que es una materia que prácticamente ha dejado de existir en nuestro sistema educativo y cultural. La Ética o Filosofía Moral requiere estar familiarizados con algunos conceptos Ontológicos (estudio de lo real, del ser) y una visión al menos panorámica del mundo de la Política y del Estado desde sus perspectivas filosóficas y las del mundo clásico de nuestras raíces.
Tampoco querría limitarme a citar textos –muchos de ellos a medio leer– que abordan la cuestión porque su lectura es difícil y requiere una formación previa de la cual, en general, también carecemos en la profundidad requerida.
En suma, es un campo que ha desaparecido de nuestra visión y que el autor ha tenido la gracia de plantear con sencillez y no desdeñable empatía.
Hay varias cuestiones centrales citadas en el artículo.
Pero quizás la más importante, creo, es la del DERECHO NATURAL, hoy sustituido casi totalmente por el tan manoseado DERECHO POSITIVO que en realidad es la Voluntad del ESTADO LEVIATÁN, ese ente todopoderoso que ya ha legislado que matar está bien si se trata de niños nonatos o de mayores que no vale la pena que sobrevivan (dos temas de penosa actualidad).
El Leviatán es ese ente despótico –sean cuales sean sus procedimientos formales para intentar legitimar su Voluntad Legislada—que describió Hobbes para recuperar el favor de Cromwell y que hoy se materializa en nuestra forma de Estado.
Creo que es crítico que recuperemos el DERECHO NATURAL como criterio de Legitimidad del DERECHO POSITIVO. Es un derecho previo a todo derecho y que existe desde que hay sociedades humanas. Un derecho que es perfectamente discernible por cualquier ser humano normal y saludable.
No son los 10 mandamientos de las Tablas –que coinciden con el derecho natural universal– sino que son los criterios conocidos por cualquier ser humano de verdad y de falsedad, de bien y de mal. Aquellos que también encontró Kant y reflejó en su «Imperativo categórico Universal» fruto de la Razón humana.
Pero es que hay más.
En la librería de mi despacho, justo frente a mi, hay dos ejemplares de una obra de 1912. Es de Alfred Adler y se titula «El Carácter Neurótico». Über der Nervössen Charakter. Bien conocida de D. Carlos.
En ella el autor define las neurosis como los estados alterados del comportamiento humano que se producen siempre que nuestra conducta moral viola nuestras normas subconscientes.
Es una de las mejores definiciones del «pecado» y del «infierno» que he leído nunca.
En el fondo las religiones son “el relato de lo que es” adaptado a cada época.
En relación al incidente de su paciente me he quedado en la duda de si su niña finalmente se quitó la vida. Ojalá no haya sido así porque ambos, padre e hija, tomaron una decisión sabia porque hacer lo contrario habría supuesto un infierno y una neurosis para el resto de sus vidas.
Muchas gracias.
PS. Cedo a la tentación.
Un libro reciente. «Respuestas breves a inmensas cuestiones». De José Ramón Recuero. 2019. Abogado del Estado y una vida dedicada al estudio de estos temas tan importantes y tan ausentes.
La gran responsabilidad que nos corresponde es si se ha analizado el comportamiento psicosocial previo de los que pretenden nada menos que dirigir o administrar al Estado de la forma en que lo están haciendo. Si el ostentar un cargo público llevase consigo el conocimiento previo de la personalidad y posibles comportamientos desde el poder aplicando su propia medicina, serían otros los resultados.
Dicho esto, estamos en una sociedad dirigida y orientada a su fragmentación total, donde los principios y valores (ese Derecho Natural que cita Manu Oquendo) se han ido por el desagüe de lo «práctico» y de la tutela ejercida desde el Derecho de quien ostenta el poder. Nada de lo que está ocurriendo es inocente o casual, sino que existe una concatenación de circunstancias que permite pensar en una estrategia perfectamente diseñada para «orientar» y «modelar» a la sociedad de acuerdo con patrones preconcebidos de sumisión y miedo. Lo llaman «nuevo orden mundial» o «globalización» y ahora estamos conociendo alguno de sus efectos perversos. En el se establecen «prioridades» de destrucción para una utópica construcción de un mundo mejor (nazismo en estado puro). Y la herramienta es esa llamada «izquierda» adaptable a todo lo que sea «pillar cargo» aunque tenga que retractarse de sus principios (si alguna vez los tuvo). «Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros…»· (Marx, Groucho)
La cuestión es ahora si todavía tenemos capacidad de recuperar lo perdido, de distinguir entre lo importante y lo accesorio y de asumir nuestras responsabilidades personales y colectivas como sociedad.
Un saludo.
Unas páginas para los partícipes del foro que pueden ayudar a entender qué y quienes actúan para la destrucción de la autonomía moral personal y social para convertirlas en mero instrumento de dominación.
Se trata del texto fotocopiado y distribuido a la muerte de su autor hace unos pocos años y por lo tanto lo que se ve son fotografías de buena calidad de páginas dobles y no texto digitalizado que sería más fácil de usar. Por ejemplo para buscar páginas concretas.
Es una rareza en el sentido de que, si bien hay bastantes autores discretamente proscritos, en este caso da la sensación de que se ha tratado de borrar su rastro de los ficheros más importantes de búsqueda de libros — Iberlibro, Amazon, Casa del Libro, Circuito de segunda mano, etc.
Ahora que tenemos más tiempo creo que su lectura –poco a poco, capítulo a capítulo– será muy útil para descubrir un mundo insospechado dentro de algunas de las Instituciones mundiales más respetadas.
De una u otra forma muchas de las preguntas que nos plantea el artículo de Carlos Peiró que estamos estamos comentando, se aclaran de forma que, tras su lectura, quedan muy pocas dudas acerca de quién y quiénes mecen la cuna y quiénes son meramente acólitos y ejecutores. El rastro es tan sólido y tan visible que ni por un momento podrán pensar que el azar rige nuestras vidas.
https://isfdnsfatima.files.wordpress.com/2012/03/el-desarrollo-sustentable.pdf
Cuídense y déjennos saber de ustedes.
Buenos días y que mañana sea mejor que ayer.