Soy el miedo y mi tarea es socavar tu seguridad, tu tranquilidad, tu capacidad de pensar y sentir libremente, es decir, autónoma y automáticamente. Tengo que conseguir que todas tus percepciones y todas tus reacciones estén lastradas por esa carga de ansiedad que te impongo yo, y que te impide que actúes de la manera más generosa, limpia y sosegada de que dispongas. Y sé que, por lo general, dispones de mucha. Mucha más de lo que crees. Yo me encargo de evitar todo gesto de “pureza” que pueda surgir de ti, entendiendo por “pureza” aquello que es contrario al egoísmo, al egocentrismo, opuesto a las reacciones más posesivas y primarias que se despiertan en la lucha por la supervivencia.
Es evidente que yo, el miedo, he existido siempre, pues este planeta, en tantos aspectos hostil, siempre ha estado plagado de peligros. Tanto es así que, en épocas no tan antiguas, el simple hecho de mantenerse con vida constituía ya de por sí una proeza. Ahora, con todos los progresos técnicos, sociales y sanitarios y con tanta población promoviendo nuevos logros, yo debería tender a desaparecer, porque la subsistencia es mucho más fácil: mueren muchos menos personas y la gente vive hasta edades cada vez más avanzadas. Debería haber cada año mucho menos miedo entre la población. Hasta que tal vez un día, para mí terrible, simplemente dejara del todo de existir. Os desharíais de mí.
Lo curioso y sorprendente, sin embargo, es que cuando ya casi podríais dedicaros a vivir apaciblemente y a desarrollar hasta el infinito la calidad de vuestra vida personal y en comunidad, yo aún sigo aquí, y cada vez con más empuje. Y es que soy una especie de arma arrojadiza —que se deja expandir en el aire de forma impersonal y siniestra— que surge y pervive allá donde la llamen los que tienen la capacidad de modificar las normas de convivencia, o sea, los poderosos. Los poderosos se agrupan y poseen, o incluso crean, medios de comunicación cada vez más novedosos, multiformes, encubiertos y ubicuos. Para los poderosos, yo, el miedo, soy absolutamente necesario, porque cuando no estoy disponible, o estoy de vacaciones, la gente suele pensar bien, comportarse bien con los demás, ser amable, y tiene tendencia a aplicar su inteligencia —que puede ser mucha y muy creativa— para organizarse en comunidad de formas menos tiránicas y más democráticas, entendiendo por democracia la búsqueda de equidad y de solidaridad. Por eso es por lo que es tan necesario para ellos que, para que el mundo no siga evolucionando y perdiendo el miedo a la supervivencia, yo, cual agente desestabilizador, borre esa sonrisa de paz y buen humor de las gentes. Con mis métodos de cachiporra o de formas más sutiles, como en este caso de ahora, con las pandemias víricas.
Los cuatro jinetes
Desde los tiempos remotos he adoptado muchas formas: quizá me conocéis más como esos cuatro personajes apocalípticos llamados la guerra, la peste, la hambruna o la muerte, en sus cuatro caballos de diferentes colores. Así es, he trabajado con todos esos disfraces. Y tengo que decir que es una lástima, porque la verdad es que era todo mucho más sencillo y rápido con la guerra. Es mi avatar preferido. Cuando se despiertan las hostilidades entre dos o más naciones, o entre dos facciones de una misma nación, yo comienzo a hacer mi trabajo para que el enfrentamiento armado se vea como deseable por las diversas poblaciones en litigio, o aún más, absolutamente necesario. Fui feliz al ver a los soldaditos de la llamada Primera Guerra Mundial, en el año 1914 de nuestra era, libres de mí, acudir voluntariamente al campo de batalla en ambos bandos cantando, eufóricos de poder participar en lo que luego fue una de las mayores y más absurdas carnicerías de la Historia. Yo hice bien mi cometido y me quedé escondido. Y me encantó aparecer en las trincheras, así, de improviso, en todo mi esplendor, rebosante de furia, cuando ya no había nada que hacer. Porque una vez que empiezan a caer los muertos de ambos lados, la ira, la ansias de venganza y el orgullo (falsos remedios contra el miedo) ya no hay quien los detenga. Hacen la tarea por mí.
En definitiva, cuando se desata una guerra y surjo yo, nublando el brillo de la mirada de las gentes, los poderes tienen manos libres para hacer y deshacer leyes prácticamente a su antojo. Y el que se oponga es un traidor y un antipatriota y debe ser fusilado.
Pero, ay, reconozco que los tiempos han ido cambiando y que para superar los avances de la conciencia global se ha hecho necesario adoptar nuevas formas de amedrentar menos evidentes, menos visiblemente crueles y sangrientas. Y también, por qué no decirlo, hay que soslayar la amenaza de una guerra nuclear a lo grande que lo mande todo al carajo. El miedo también puede tener miedo.
En todo caso ahora es todo más sofisticado. Bueno, siempre que surge algo nuevo parece más sofisticado. Ahora, para conseguir que mi eficacia como miedo sea mayor, debo introducirme en el seno de unos grupos humanos que yo mismo creo, y con el fin de conocer los efectos de mi intervención en ellos, los poderosos tienen que obtener datos del comportamiento de los individuos de esos grupos, de sus actitudes, sus opiniones y creencias. Toda esa recopilación de datos —el big data— se realiza en absoluto estado de paz aparente, bajo la excusa de una supuesta necesidad de seguridad ciudadana, y recogiendo y clasificando los miles de millones de reacciones de la gente —comentarios, opiniones, gustos, gastos, afiliaciones, rechazos…—, que quedan almacenadas en los servidores y en las aplicaciones de los nuevos medios de comunicación, los teléfonos móviles y las redes de internet, que son suyos. Eso que Shoshana Zuboff explica tan claramente en su libro “La era del capitalismo de la vigilancia”.
El receptor-emisor
También soy yo el encargado de modificar esas actitudes, opiniones y creencias, lo cual no me resulta difícil disponiendo de los datos pertinentes que me indiquen con qué mensajes, a quién y dónde debo incrementar mi intensidad y en qué momento descargar mis funestos efectos sobre los líderes de los grupos, para que ellos los transmitan a los demás, utilizando los mismos medios de masas. Porque esa es la principal novedad: ahora el propio receptor es también emisor, es decir, el mensaje del miedo, o de la ira, o del odio, no es unidireccional, ni profesional; no es por tanto una información de arriba abajo, sino que los mensajes son de expansión horizontal, rápida, masiva y polidireccional. De esta manera tan inteligente yo soy también como un virus, que infecta y se expande, pues el miedo, por su propia naturaleza contagia a los demás, y, por lo tanto, crezco sin límites y adopto estructuras polimórficas. A algunos, le provoco auténticas reacciones de pánico, y pueden ser muy útiles para una mayor y más rápida transmisión, pero pueden también excederse y que su propio miedo histérico haga que otros se vuelvan inmunes a mí. En fin, hay multitud de estratagemas que he tenido que ir aprendiendo sobre la marcha y que para mí son todo un método complejísimo de actuación.
Lo que sí tengo que reconocer es que este sistema tiene una ventaja fundamental: ahora la angustia que suscito en la gente no es fácilmente detectable, ni siquiera por los propios afectados. Está disimulada y oculta en una información supuestamente periodística y neutra, en muchos casos inventada con el propósito de provocar reacciones colectivas extremas, por el miedo o la subsiguiente ira que producen. Es decir, en muchas ocasiones son mensajes o imágenes directamente falsos producidos por grandes empresas que las envían a través de internet: son miles de personas contratadas para ello que me introducen en las redes de forma soterrada, opaca, coordinada y con objetivos y receptores muy definidos. No importa que luego se descubra la mentira, cuando ya han producido su efecto emocional y amalgamador. Nadie se acuerda de eso. Y cuando son mensajes verdaderos, noticias ciertas, hay que martillear al receptor con ellas, porque en la actualidad mi amenaza es global, no personalizada, difusa, flota en el aire de manera anónima, posee marchamo científico y es siempre apocalíptica, potencialmente inevitable… Más aún, hago que el ciudadano de a pie se sienta culpable de la hecatombe que está por llegar, y si se resiste a entrar en el juego, haré que miles de dedos acusadores le señalen como responsable y le odien.
Es difícil combatirme. Es difícil no sucumbir a mi influjo. Porque en realidad el miedo es algo tuyo: estoy dentro de ti. Tu enemigo eres tú. Y no te resulta fácil luchar contra ti, contra algo que sientes en tus propias tripas, contra algo que hace que salten automáticamente tus propias alarmas fisiológicas, que se viertan en tu sangre esos temibles cócteles de hormonas que nublan tu mente y tus sentidos. Y que incluso, pasados ciertos niveles de tolerancia, producen enfermedades psicológicas graves, neurosis, depresión, ansiedad crónica… Solo podrá vencerme quien esté convencido de que sus propias reacciones, su propio sentir puede ser erróneo, puede estar alterado y no representa lo mejor y más valioso de su persona. Debe saberse imperfecto. También debe intuir que, actualmente en muchos casos, sus sentimientos y sus creencias pueden haber sido provocados artificialmente, pueden haber sido manipulados. Y, evidentemente, por último, deberá tratar de escapar de otra propensión muy extendida ante mi presencia: irse al extremo opuesto y creer que todo es pura manipulación, convertirse en lo que llamamos un “conspiranoico”.
Solo podrá conmigo quien sea capaz de cuestionarse constantemente a sí mismo desde unos sólidos fundamentos humanistas y un consciente anhelo de impecabilidad en sus pensamientos y en sus actos. Pero sé que (por ahora) con ese tipo de sensibilidad hay muy pocos, y por eso no tengo miedo de decirlo. Además, tengo que confesar que siento una especial admiración por aquellos que, cuando oso aparecer en su corazón o en su mente, me reconocen enseguida y se enfrentan a mí sistemáticamente, me niegan con un valor y una fuerza irresistible, porque saben con certeza, tal vez de un modo visceral, que nada bueno puede surgir de mis manejos ni de sus acobardamientos.
Gracias Miguel Angel Mendo… no podías haber estado más arrebatador!! me encantaría verte representar el texto en forma de Teatro, quizás mi tocayo extremeño te pudiera poner las notas de su poesía azul… y esa rapsodia » in blue» o miles de danzas y de músicas desde el holocausto nazi al comunismo estalinista… ambos con los mismos sistemas trillados de generación de miedo de generación del VERDADERO MIEDO, PUES EL VERDADERO MIEDO ES QUE TU AMIGO, VECINO, INCLUSO FAMILIA TE DELATE ese » no jinete del apocalipsis» pues es peor que la muerte, hay que aceptar la muerte y la mayoría de los seres vivos por ese elevado y con ese imprinting marcado en los genes desde los microorganismos vivos- Recuerdo que los virus son seres muertos, no son organismos vivos- ese miedo que describes así como lo sentimos y con tanta palabra, me quita el miedo de mortal humana que sólo le tiene miedo a los otros homos… pero que he pasado la mayor parte de mi vida en alegría y con la seguridad de sobreponerme a los minimiedos, claro, privilegiada, becada, trabajadora, científica, viendo con mis ojos enfermedades que mataban , atendiendo a la biología molecular, a mis hijos, a mi música a la poesía, cuando no hay miedo, los ciclos circadianos van con los soles y las lunas y te arropas y te aceptas las sensibilidades, siempre hay muchas más cosas por las que vivir.
El miedo además, implantado a lo largo de la memoria de la historia de los hombres, ha exterminado hábitats inmensos, ha inquisicionado, maldecido, señalado a las brujas o a las antisistema.
El miedo además continúa generando un caos consciente que tiene a los niños, adolescentes y adultos jóvenes, sin saber qué hacer ni a quién creer, a unos nadando y ahogándose, a otros… yendo a recoger los plátanos en barco… y nadie se plantea que hay que salir ya de sitios inhóspitos y venir a los campos fértiiles del mundo que están pidiendo a gritos mudos que no hay miedo que valga si los pajaros, millones menos que antes, siguen cantando y que en dos veranos volveremos a tener abejas y polinizadores si plantamos cuatro o cinco aromáticas… que la sinfonía del mundo natural del que somos parte, nos enseña a recuperar la alegría, claro, siempre en el medio de que no es nada bucólico y que en medio estamos de que vendan montañas y el agua que bebemos y el aire que respiramos. Tener miedo de seres – no vivos- y sobretodo pensar que dos, o cuatro o las que sean inyecciones van a proteger del contagio, cuando contagiarse con cuerpos sin miedo es imposible!! con cuerpos sanos dentro de mentes sanas y vicebersa… pero ahi están los que mas pena me dan… los de las inyecciones en los colegios para niñas y niños pequeños…. a mí Miguel Angel es lo único que me da miedo, que nos obliguen a poner los brazos, las narices, … la pédida del olfato es debida a la brutalidad y ignorancia de quienes han armado todo esto, la placa cribiforme se rompe y conecta el mejor de nuestros sentidos, que es el de oler.. directamente con el cortex… la memoria del olor.. llega a todas las zonas del cortex antes que al tálamo y por lo tanto no pasa por los laberintos del bien y del mal de la amigdala y adicciones… ni del tronco encefálico ni de nada. Si conserváramos muchas mas neuronas del epitelio olfatorio que otros mamíferos siguen teniendo y que nosotros sólo tenemos metidas entre el moco de la nariz, tendríamos un sentido del no miedo, del placer, de las respiraciones, de los venenos, de olores de patógenos frente a olores de todas las ambrosías.
Mi pequeño agradecimiento a tu nuevo solsticio en el que invocas al miedo y la miedosa en la que me he convertido se lo agradece. Mucho.
Muchísimas gracias Mendo! Es absolutamente necesario que se verbalice y se exponga esta realidad tan presente en estos tiempos que corren. Gracias de todo corazón y gracias por hacerlo a través de tan brillante artículo.
Hay que decirlo aunque sin eso hay quien no sería nadie. Como te niegas un café el pringaillo que se está toda su vida allí? Con una forma de venganza que le reserve un poco de su miedo a vivir lo que venga. Miedo, un día sin él no seríamos capaces. Es el otro estreno de los dioses dobles.
A colación del pasaporte del virus
Gracias por esta reflexión tan interesante
Escúchame miedo, abandona toda intención de instalarte en la humanidad permanentemente, tienes los días contados y acabarás desapareciendo como apareciste, porque El Camino Real ya ha sido abierto.
Cuando el hombre no se comporta acorde a su descubrimiento, cuando su FE se deja invadir por la duda, surge uno de los mayores fantasmas del hombre actual: EL MIEDO.
El miedo paraliza la acción del hombre. La vía del miedo suele ser hacia el sentimiento del siguiente Reino: la violencia.
El hombre, como espíritu conformado, tiene la capacidad de transmutar el miedo en el sentimiento auténtico: LA ALERTA. La alerta no es miedo, es estar pendiente de lo que ocurre. La alerta es la escucha de los signos celestes que servirán de guía en el descubrimiento del deber y en el camino de la Vida. Si el hombre despierta a la confianza, a la FE, hace una apertura global de toda su estructura a una ALERTA PERMANENTE, el miedo desaparece y nada va a impedir que realice su hacer.
Nace así la manifestación final de esta entidad visceral, que es LA FIRMEZA:
la firmeza en lo fundamental, en el quehacer, en esa responsabilidad. La firmeza del agua, que se adapta a cualquier recipiente sin dejar de ser agua; la firmeza del agua que se mezcla con otros compuestos pero sigue siendo agua; la firmeza del rio que sortea los obstáculos pero siempre llega al mar.
Extracto de El Reino del Agua
Medicina Tradicional China
La ignorancia alimentando al miedo que nos atenaza en millones de situaciones, hacen que sigamos repitiendo las mismas pautas, esquemas y no logremos salir volando del laberinto y del cómodo mono raíl en el que estamos instalados y que nos conduce … a nada.
Un laberíntico bucle, continuo y desesperante.
Dicen, que llegando al tercer peldaño de la escalera, encuentras dos flores separadas entre si, pero unidas a un tronco común. Estas flores, desprenden un perfume tal, que si llegáramos a respirar y sellar en nuestros pulmones su fragancia, se despertarían las memorias que desterrarían al miedo para siempre, permitiéndonos así, continuar el ascenso por los peldaños superiores, con menos carga y con el brillo de una tenue luz en nuestra frente.
Abandonemos todo miedo y desesperanza, algo maravilloso, antiguo y nuevo, algo que existe desde el final y el principio está ahí. El Camino Real ya ha sido abierto.
Magnífico artículo y comentarios. Dicen que el miedo es libre y allá cada cual con los suyos que lo encadenarán para siempre. Mi agradecimiento por este texto que, efectivamente, podría tener tener una trayectoria teatral en forma de monólogo (el problema es que no es políticamente correcto y sería censurado).
Un cordial saludo.
Muchas gracias por el artículo.
Sugiero que el siguiente comience desde el cierre de este que cito a seguir.
Cita
«Solo podrá conmigo quien sea capaz de cuestionarse constantemente a sí mismo desde unos sólidos fundamentos humanistas y un consciente anhelo de impecabilidad en sus pensamientos y en sus actos. Pero sé que (por ahora) con ese tipo de sensibilidad hay muy pocos, y por eso no tengo miedo de decirlo. Además, tengo que confesar que siento una especial admiración por aquellos que, cuando oso aparecer en su corazón o en su mente, me reconocen enseguida y se enfrentan a mí sistemáticamente, me niegan con un valor y una fuerza irresistible, porque saben con certeza, tal vez de un modo visceral, que nada bueno puede surgir de mis manejos ni de sus acobardamientos.»
Fin de cita
Y que el resto del próximo artículo explore, construya y proponga estrategias y tácticas de defensa y ataque que permitan que el miedo opere con más intensidad en las esferas de poder que en los hoy sometidos.
Esta idea del Miedo del Poder, como motor de sus actos, es el tema de la obra de Guglielmo Ferrero «Poder; los genios invisibles de la ciudad».
La batalla nunca está perdida y menos si se supera el miedo al miedo. De entrada nuestra Antropología es muy superior a la del Poder y lo saben.
«A Dios rogando y con el mazo dando».
Saludos
De tu magnífico artículo, Miguel Angel, me quedo, sobre todo, con el último párrafo, y en la parte donde el miedo confiesa “su admiración por aquellos que, cuando oso aparecer en su corazón o en su mente me conocen enseguida y se enfrenta a mí sistemáticamente….”
Porque ese empoderado miedo, lleva en sus entrañas, adherido, formando parte de él, formando parte nuestra, una cualidad de la que ni se imagina su potencia: el valor.
Y cuando es desvelado, el miedo se deshace atravesado por la flecha de su energía….
Algo le tenemos que agradecer, quizás, entonces, al miedo, al que forma parte de nuestra naturaleza, parte a la que parece solo rendimos “pleitesía”, obviando el resto de posibilidades de esa naturaleza misteriosa, y es que….transporta, irremediablemente… la valentía.
Muchas gracias por la bellísima reflexión que supone este artículo.
No voy a decir que el artículo es maravilloso, por qué dice y por cómo lo dice. Al estar en primera persona el miedo te está hablando, mirándote a los ojos, soberbio y altivo; muy seguro de sí mismo. Dan ganas entonces de entablar un diálogo con él en el que ,cosa curiosa, cabe el temor de que como en cualquier enfrentamiento de la vida cotidiana, se deje uno llevar por la ira, por esa tendencia irracional que solemos tener los humanos a que nuestros argumentos aplasten o invaliden a los del adversario.
Entiendo, así, que eso sería darle la baza para que ganase la partida.
vamos que, interesante, e inquietante, la situación en que uno puede verse al encararlo.
Voy a insistir. Preiosísimo artículo.
Entablar un diálogo con el miedo, es necesario, lo ha
n hecho poetas y novelistas y pintores- recuerda a Munch y su grito- lo hacemos cuando respiramos, y cuando seguimos vivas.
Te recuerdo y espero que sigas bien, aunque no me cabe duda, con lo fuerte que eres. Un abrazo. Aquí os enlazo- te- una charla con un científico de la lengua, como para que me perdones las enormes faltas de ortografía que derramo aquí, en el lenguaje escrito, porque me viene el arrebato y es tarde y escribo siempre desde el rectángulo en el comentario sin hacer el ejercicio de leérme, antes de mandarlo, pues si no – el miedo-, y también, aunque no lo parezca, la timidez, no me dejaráin publicar nada.
https://www.youtube.com/watch?v=Xg7h7fhoSyM
Cantar, recitar, estar fuera de las redes, hablando de tú a tú con las personas y con los demás seres, es ahora más importante que nunca y desde mi punto de vista, uno de los antídotos.
Adjunto este link de esta mañana en un diario digital, que me parece muy en consonancia con el artículo y los comentarios:
https://rebelionenlagranja.com/noticias/javier-barracoya-me-siento-parte-de-un-macro-experimento-por-josep-ma-francas-20220121s:
Muchas gracias, Loli.
Es un buen artículo de Francás. Lo único que me ha «chirriado» un poco es lo de la «Invasión» de Rusia a Europa.
A mi modo de ver, muy bien escondido por la prensa occidental, lo que es una sistemática y creciente amenaza es el avance constante de la OTAN hacia Rusia. Una OTAN que solo sirve de cohorte a las guerras de los EEUU en todo el mundo y una Rusia que es la mayor Nación y el mayor territorio Europeo y que alguien trata de impedir que seamos buenos vecinos que es lo mínimo que deberíamos ser.
Me alegro también del retorno fugaz de Alicia.
Un saludo
Gracias Manu, y totalmente de acuerdo con tu comentario sobre Rusia y la política europea al respecto, un tanto, a mi humilde modo de ver, incoherente con su compañera natural, geográficamente hablando, de continente, favoreciendo algo que está retrasando, quizás un avance en las relaciones geoestratégicas mundiales que supondrían, quizás también, mayores posibilidades de avances en nuevas relaciones económicas y quizás, también, en las posibilidades de nuevas formas de modelos sociales más libres a ese respecto, esto es, está permitiendo, aún a costa de su hundimiento, el de Europa misma, la pervivencia de dos superpotencias que puedan subyugar al mundo entero, en este caso, quizás también, lo seguirían siendo EEUU y China…. y la UE…, pues en fin, mirando no se sabe muy bien dónde, en mi humilde opinión, repito.