Personalmente creo que tener hobbies es muy importante, principalmente porque estoy convencido de que no estamos hechos solo para trabajar, y que es haciendo las cosas que nos gustan como nos desarrollamos de verdad como seres humanos. Aprendemos más sobre nosotros mismos haciendo lo que sea que de verdad nos llene, en esos momentos que son distintos al resto de los momentos, que son diferentes a todas las horas que invertimos cada día haciendo lo que sea que nos toque para ganarnos el pan.
Pero, incluso poniéndome utilitarista, también le encuentro el sentido a las aficiones, aunque solo sea porque muchas veces te pueden incluso conseguir directamente el trabajo.
Te podría hablar de mil casos de gente a la que le consiguen trabajo sus compañeros de pádel, fútbol o pintura, pero voy a buscar un ejemplo más divertido. No divertido por el personaje en sí, que es uno de los seres humanos más viles y siniestros que hayan pisado el planeta, sino por la forma en la que consiguió su primer trabajo; un puesto que luego le llevaría, entre otras responsabilidades, a convertirse en el primer jefe de la recién creada Interpol y más adelante a ser un despiadado virrey en la Republica Checa e impulsor del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
Hablo de Reynhard Heydrich, un tipo alto y rubio que en una lista de malos a lo largo de la historia debe estar situado muy arriba, posiblemente bastante cerca del pódium. A este tipejo, al que muchos llamarían después “el cerebro de Hitler” y que con el tiempo se convertiría en uno de los principales arquitectos del Holocausto, con 26 años le acababan de echar de la marina alemana por causa de un lio de faldas y después de haber tirado por la borda su carrera militar se encontraba desesperado y sin oficio, sin atisbar salida ninguna… pero, aunque en las películas los que tienen suerte suelen ser los buenos y es Indiana Jones quien lleva el revólver cuando le amenazan con una cimitarra, en la vida real a los malos a veces se les aparece la virgen, o lo que sea que se le aparezca a un tipo como Heydrich.
El caso es que mientras las pasaba canutas para alimentar a su recientemente adquirida familia, en 1931 en Alemania las cosas estaban cambiando y había una organización en plena expansión que buscaba gente cualificada para nuevas tareas: Himmler, el líder de las SS, estaba creando una división de contrainteligencia, pero parece ser que tampoco tenía muy claro qué es lo que quería hacer ni para qué. El caso es que a Heydrich, a través de su mujer, simpatizante del partido nazi desde hacía mucho tiempo, le consiguieron una entrevista con el mandamás de la organización paramilitar, sin saber en realidad para que puesto estaba aspirando.
Así, tras un accidentado viaje en el que estuvo a punto de no ser atendido, fue entrevistado por el mismo Himmler, que al principio no se mostró nada convencido con el aspirante… pero cuando Heydrich empezó a exponer sus ideas sobre lo que debía ser una organización policial y como debía funcionar la cosa cambió y el entrevistado impresionó gratamente a su futuro jefe.
Heydrich no tenía ni idea de nada de lo que pedían: tenía cero experiencia en el mundillo policial o de espías, él era un oficial de la marina al que se le daba bien la esgrima, pero debía de ser un tipo muy inteligente (hasta el punto que parece ser que Churchill abortó una operación para asesinar a Hitler por miedo a que su sucesor fuese Heydrich, al que consideraba mucho más capaz y peligroso que al líder nazi) y aprovechó una de sus grandes aficiones para impresionar a su entrevistador y conseguir el trabajo: era un fanático de las novelas policiacas y todo lo que se inventó en la entrevista lo había sacado de una u otra de esas novelas.
Se montó, literalmente, una película de espías y, como Himmler, su entrevistador no tenía ni idea del tema (lo que suele pasar en todo tipo de entrevistas de trabajo, por cierto) le fue inmediatamente concedido el puesto.
Lo que vino luego es historia: con los conocimientos adquiridos leyendo a Dashiell Hammet y Raymond Chandler creó un sistema de información basado en fichas que utilizó para extorsionar e intimidar, luego se hizo con el control de la Gestapo, a la que convirtió en una organización terrible y el resto de su infame trayectoria, hasta que la suerte se volvió contra él en la Operación Antropoide, se la debía a su afición a las novelas policiacas.
Un ejemplo más de lo que aficionarse a la lectura es algo muy positivo…
Por eso me da un poco de pena que ya no esté de moda lo de poner los hobbies en los currículos profesionales: hasta no hace mucho tiempo, cuando llegaba a tus manos el currículum de alguien con el que quizás trabajarías, solías encontrarte un apartado en el que ponía: “aficiones” o algo así. A mí siempre me pareció algo interesante, porque los hobbies y aficiones de una persona dicen mucho de ella, y además hay ciertas cosas que, aunque aparentemente no tengan nada que ver con tu trabajo, hablan sobre ti, porque la vida laboral no es solo conocimientos académicos o experiencia, se trata también de inquietudes y capacidades.
Por ejemplo: para mí es bastante más representativo de las capacidades organizativas y de gestión de equipos de una persona el que con 18 años haya sido monitor de un grupo scout y organizado un campamento para más de un centenar de niños, con la complejidad logística y el grado de responsabilidad que eso supone, que cualquier máster, y valoraría muy positivamente trabajar con alguien que mientras estudiaba la carrera hubiera hecho bolos de magia en fiestas de empresa, porque es muy posible que a esa persona lo de hablar en público en una reunión no le suponga mayor problema… por no mencionar que en casi cualquier trabajo conocer cómo funciona la magia sobre la mente humana puede ser muy útil para vender o venderse (y que egoístamente, me fascina la magia y tiene que ser muy divertido trabajar con alguien que saque conejos de chisteras. Voy a ir un poco más allá: tiene que ser divertido trabajar con alguien con suficiente valor como para llevar chistera, aunque de ella no salga ningún conejo).
Nos referimos a los intereses o aficiones no profesionales que pueden tener las personas. ¿Porqué «hobbies»?
Tales intereses, inquietudes, curiosidad o afición, suelen ser un elemento enriquecedor de la personalidad, cuyo carácter más o menos espontáneo, le sirve para abrir ventanas y descubrir nuevos caminos.
La cuestión es si en el nuevo «modelo» o «patrón» social que se nos ha ido imponiendo, eso se considera como «peligroso» porque fomenta el conocimiento y la Cultura. Si nos damos cuenta, todo se reduce a lo que nos quieran aportar desde el «sistema»y su propaganda.
Un saludo.
Los hobbies o aficiones son muy importantes en la vida. Y cuanto más stress haya en las ocupaciones habituales de las personas, más importantes me parecen. Entre ellos creo que deberían ocupar un lugar destacado los trabajos manuales y algún deporte, individual y de equipo.
Saludos
El problema es que aunamos aficiones y “hobbies ”en un mismo saco y ese, a su vez, lo aplicamos o extrapolamos a situaciones o cargos sin discriminación alguna, y puede ser peligroso.
Uno de los matices importante, a mi modo de entender, tendría que ser el de los valores o la búsqueda de los mismos, que lleva a la persona al encuentro con actividades fuera de lo que le es obligado por mera supervivencia.
No es lo mismo el afán de conocimiento que el afán de estar por encima del resto, el poder.
No es lo mismo dedicarte con pasión a algo que proporcione aventura por descubrir y seguir cultivándote que hacerlo por rellenar el hueco ocioso.
Normalmente el primero, tengo la impresión, de que no conduce muy lejos dentro del modelo social.
El segundo, sin embargo, sí que puede albergar una posición de poder, el ejercitarte en algo que esté bendecido en esta cultura del ocio y que suponga una suerte de especialización, de ventaja sobre los demás.
El problema es que para asumir la responsabilidad, de, por ejemplo, formar parte de la gestión de una sociedad o simplemente de instituciones de la misma, sería necesario no hacerlo desde esa premisa de “hobbie”, si no de, en todo caso, una afición regida por todos los valores exigibles para un servicio a los demás.
Mientras esto último abriría el paso a la búsqueda de sabios, gente verdaderamente más conocedora, por el contrario, el hobbie puro y duro, potenciaría al “experto”, y ahí, los valores, pueden adolecer por su ausencia, aunque no la eficacia, dependiendo de a quien se la venda.
El tal Heydrich sería un experto en “novelas policíacas” , pero carente de escrúpulos, lo compró un “postor” con la misma carencia y un proyecto genocida.
Un experto en marketing, por ejemplo, no debería dirigir ni asesorar los destinos de un país, se me ocurre.
Sin embargo, esto último es algo que se viene dando con mucha frecuencia, y los resultados….aún son desconocidos.