Futbolísimo

Cuando el racista iluminado francés barón Pierre de Coubertin tuvo la iniciativa de desterrar los juegos olímpicos de la antigua Grecia, para realizarlos en un formato similar más de dos mil años después, pretendía que se midieran las fuerzas atléticas de los países modernos al hilo del ya instalado por entonces sentido nacionalista occidental, que ya nos había regalado dos o tres conflictos bélicos de envergadura -las guerras napoleónicas y la francoprusiana, por ejemplo-. Quién sabe si la iniciativa apaciguó o enervó las rivalidades entre los nacionalismos, pero lo cierto es que las primeras convocatorias de los juegos se produjeron poco antes de las dos primeras guerras mundiales que arrojaron cifras en torno a 60 millones de muertos, nunca antes vistas por la humanidad.

Bien es sabido y documentado que el deporte es la forma contemporánea de medir las fuerzas en un espacio y un tiempo limitados dentro de unas reglas previamente aceptadas, aunque no siempre cumplidas. Y dentro de ellos, es el fútbol denominado como deporte rey el que más capacidad de convocatoria genera entre la ciudadanía -se estima que unos 1.500 millones de personas vieron la final de último Mundial en Qatar, algo más de una quinta parte de las personas vivas que pueblan nuestro planeta-.

El fútbol con sus clubs, rivalidades atávicas, líderes, instituciones capitalinas y nacionales, sus figuras mediáticas y pseudoheróicas, hazañas, proezas, remontadas y rendiciones, recoge como ningún otra actividad deportiva el carácter tribal y gregario que subyace al instinto de supervivencia del ser humano, simbolizado en el hecho de apañárselas para meter el óvulo de tu tribu en el útero del contrario, y así conquistar ese hueco ambiguo y griálico llamado copa -la dorada es mundial, la plateada continental-.

Debe ser que estamos muy lejos de lo que solemos decir que somos, cuando semejante atavismo moviliza de la manera que lo hace a las poblaciones contemporáneas, y suscita intensas emociones, enorme agresividad y también fuerte violencia cuando frecuentemente se desmanda. De alto riesgo se denominan aquellos rituales más característicos de nuestras fobias y manías colectivas, para que más de la mitad de los efectivos del orden público de una ciudad se movilicen para poder controlar las hordas masivas concentradas en los estadios, miles de individuos compartiendo sentimientos y emociones comunes en torno a un emblema, un club, un escudo y unas siglas que representan su razón para vivir -percepciones raciales-.

Insultos, ofensas, desprecios, exabruptos son manifestaciones habituales durante las contiendas y antes y después de ellas, así como euforia, tristeza, resentimiento, ánimo de venganza y orgullo racial como consecuencia de los resultados de los combates reglados. Irracionalidad en efervescencia, que demuestra como el alfabetismo colectivo no es la forma adecuada para superar el atavismo gregario de la supervivencia.

A cuenta de algunos sucesos lamentables recientes, la actual ola de correctismo político, de buenismo cínico e intelectualidad psicopática en la que nos encontramos inmersos, se rasga las vestiduras pretendiendo “civilizar” los gregarismos exacerbados de las masas a las que por otro lado le dan constantemente de comer para que les mantengan en sus sugestivos puestos de poder y dominio. Quizás es que les resuena demasiado en unos pensamientos cargados de culpa, de vergüenza y de mala conciencia.

Quizás es que les deja, y nos deja, demasiado en evidencia.

3 comentarios

3 Respuestas a “Futbolísimo”

  1. Loli dice:

    Se mantiene que es una cuestión cultural, de esta nuestra sociedad patriarcal cuyos roles impone, el hecho de que el fútbol haya sido, desde sus inicios, un deporte netamente masculino.

    Se mantiene, asimismo, que el que la mujer no tuviera acceso al mismo, se debía, únicamente al impedimento machista a la que se veía sometida, no por la rudeza del deporte en sí, o por que no se sintiera identificada con la estructura de este juego deportivo.

    Nada de ello impedía que la mujer, al parecer, mantuviese durante décadas una atracción enorme por practicar este deporte que le estaba “vedado”.

    Reconozco que el fútbol nunca causó en mí ese anhelo.

    Su espectáculo me resultaba tedioso, excepto cuando lo contemplaba, escasas veces, en familia, delante del televisor, y eso porque lo relacionaba con las contadas ocasiones en que podía compartir esos momentos con mi padre y mi abuelo, que se pasaban el día trabajando fuera de casa.

    No me ocurría lo mismo, sin embargo, con otros deportes parecidos, como el baloncesto o el voleibol, donde también intervenía una pelota, pero en el primer caso, la “cesta-copa” que la recogía estaba en el aire, y no quedaba retenida ni presa, sino que volvía al campo de juego desde “arriba”, y en el segundo, la intención era, si bien es cierto, llevarla al campo contrario, había una diferencia, había que mantenerla en el aire, que no tocara “tierra”.

    Ignoro si esas diferencias proporcionan a estos deportes matices importantes a profundizar en ellos, pero el artículo alude a unos orígenes atávicos en el deporte del fútbol, en el sentido de “apañárselas para meter el óvulo de la tribu en el útero contrario”.

    La frase me parecía imprecisa, pues el óvulo es femenino, y “meter algo dentro del óvulo”, solo se me ocurre una referencia al espermatozoide, luego sí, el óvulo fecundado aterrizaría en el útero….

    Sin embargo, y aunque no sé si es una errata o una frase así construida “a sabiendas”, tal cual estaba me hizo pensar cómo, sobre todo durante las grandes migraciones que se cernieron en el continente europeo desde hace unos seis mil años, las poblaciones autóctonas se vieron sustituidas genéticamente gracias a la toma generalmente forzada y no pacífica de las mujeres y a la desaparición, en las mismas circunstancias, de los hombres de esas mismas poblaciones.

    El ejemplo más conocido últimamente es el de la sustitución completa, en la Península Ibérica, hace unos cinco mil años, de toda la población masculina por la de los Yamna, proveniente de las estepas rusas.

    Teniendo en cuenta que, hasta hoy en día, la utilización de la violación sistemática de las mujeres en los conflictos bélicos, y no bélicos también, sigue utilizándose como un “arma más” para herir al “contrario”, y reflexionando sobre ello, la frase del artículo de Carlos me pareció revestida de un sentido de ataque y “forzamiento” que venía a cuento.

    Entiendo que es totalmente lícito, faltaría más, que a las mujeres nos guste el deporte del fútbol, a unas más, a otras menos, y a algunas… nada, como a mí.

    Lo que no me parece tan normal es que todo análisis social respecto a actitudes y conductas se diriman y se expliquen de manera simplista, siguiendo el modelo de los políticamente correcto y el “pensamiento único”.

    Si bien es cierto que en las tendencias, comportamientos y gustos de las personas en un modelo social vienen inducidas por multitud de factores, la moda y el mensaje implícito en esa moda determina mucho esas tendencias, no hay, por ello, razón para aseverar, de manera muy poco científica, que la causa de esos comportamientos es solamente debida a los “roles” imperantes, que, en este caso, sí o sí, tienen que ser “machistas” y patriarcales”, aún sin conocer muy bien de qué estamos hablando.

    Las cosas son mucho más complejas, porque ….estamos sumamente orgullosos, en este nuevo e igualitario modelo social, de que un deporte que, en sus orígenes,( y lo siento, pero es así, la realidad no es un sentimiento, es eso, la realidad), fue un deporte basado en la violación masiva de las mujeres de una población…., sea ahora uno de los deportes estrella de la supuesta de los derechos de la mujer, en una carrera loca por acentuar y perpetuar el poder patriarcal, con la inestimable ayuda de un feminismo que, en vez de profundizar en sí mismo, profundiza en la manera de asemejarse cada vez más al patriarcado más feroz.

  2. Cristobal dice:

    Recuerdo de niño que no entendía porque la gente pagaba para ver a otros jugar al futbol , me gustaba jugar como diversión ,lo que no me parecía tan divertido era verlo y si además avía que pagar menos aun . En nuestros días el futbol tiene mucha carga política y sirve a muchos para obtener adrenalina que no encuentran en otro sitio y también para sentirse parte de un grupo . solo he pagado una vez para ver un partido de futbol y por que me llevaron , jugaba España Italia sub 21 , creo que era amistoso . El futbol tiene mucho de moda y no me parece para tanto , de vez en cuando sale un jugador con algo de creatividad y se vuelve millonario y un semi dios . Las féminas están empezando a contagiarse , una moda mas del feminismo , que es otra cosa que no entiendo , lo de patriarcal o matriarca , si al final el que manda en una familia es el o la que tiene la cabeza mejor amueblada .

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